Que tu no aceptes que ya te respondí qué es no significa que no te haya respondido, y sigue siendo tu problema la reificación............ si tu te echas al pico no solo a Descartes sino a Popper y a Kant.Antonio escribió:Qué coño ni qué nada: no puedes responder QUÉ ES y claro, no podrás responder CÓMO vuelve a ingresar a otro sujeto. Afirmas sin nada más que fe.YoSoY escribió:Coño antonio que las ideas una vez discurridas y exteriorizadas ya no son parte de los sujetos.
Una abstracciòn como la teorìa de la evoluciòn no es una "funciòn del cerebro de Darwin" es una entidad en sì misma , una abstracciòn y no tiene un pelo de material.
Sin embargo, una respuesta reciente y que tiene importante apoyo empírico es que la cultura es interacción inter-cerebral (que por supuesto utiliza otros medios materiales para contener "objetos" culturales como la TEB). Otra respuesta, que ciertamente se tiene hace milenios, es suponer que las ideas son "un-no-se-qué-ni-se-sabe-cómo" (¿quizás flotando en el aire o en otro plano inmaterial?) que de repente se materializan en funciones neurales. Subsecuentemente habría que suponer que nuestros cerebros son "imanes" que atraen las ideas a voluntad propia puramente física (la chorrada favorita de Dijous y los ‘telépatas’), o más bien que las ideas tienen "vida propia" y que ellas vienen al cerebro por su propia y DIVINA voluntad, o sea que tienen la regalada gana de materializarse y hacerse asequibles a la ciencia cuando quieren (la chorrada favorita de los cristianos). Una fiesta donde Platón es dj y Descartes baila como loco.
¿Cuál realidad es objetivamente cognoscible? (No te niego que todo esto quede en el reino de la subjetividad y todos contentos, pero para tu mala suerte también se ha desarrollado el método científico).
Luego no quieres que tenga la remota sospecha del dualismo sobrenaturalista de tu mundo donde las ideas "trascienden" al sujeto pero no se sabe cómo, y por lo visto no se puede saber, ni cómo reingresan al cerebro del sujeto. Tampoco querrás que tenga la remota sospecha de que esto ya lo quiso responder Descartes con la glándula pineal pero se equivocó de cabo a rabo. A él se le podría perdonar por no haber tenido un microscopio a la mano y dejarse llevar por viejas tradiciones religiosas (griega, hindú), pero a ti, hoy, no, salvo pues que considere tu propia formación intelectual (dogmas católicos, etc).
O sea que contigo todo es volver a lo mismo.
Antonio
Para tu mala leche el método científico no escapa de ser tan dualista como el mismísimo descartes, y esto es lo que precisamente trata Montagne
:
But Montague was getting restless. “I wanted to start asking bigger questions,” he says. “Here’s this elegant learning system, but how does it fit with the rest of the brain? And can we take this beyond apple juice?”
At first glance the dopamine system might seem largely irrelevant to the study of human behavior. Haven’t we evolved beyond the brutish state of “reward harvesting,” where all we care about is food and sex? Dopamine might explain the simple psychology of a lizard, or even a monkey sipping juice, but it seems a stretch for it to explain the Promethean mind of a human. “One of the distinguishing traits of human beings is that we chase ideas, not just primary rewards,” Montague says. “What other animal goes on hunger strike? Or abstains from sex? Or blows itself up in a cafe in the name of God?” These unique aspects of human cognition seem impossible to explain with neurons that track and predict rewards. After all, these behaviors involve the rejection of rewards: We are shrugging off tempting treats because of some abstract belief or goal.
Montague’s insight, however, was that ideas are just like apple juice. From the perspective of the brain, an abstraction can be just as rewarding as the tone that predicts the reward. Evolution essentially bootstrapped our penchant for intellectual concepts to the same reward circuits that govern our animal appetites. “The guy who’s on hunger strike for some political cause is still relying on his midbrain dopamine neurons, just like a monkey getting a treat,” Montague says. “His brain simply values the cause more than it values dinner.” According to Montague, the reason abstract thoughts can be so rewarding, is that the brain relies on a common neural currency for evaluating alternatives. “It’s clear that you need some way to compare your options, even if your options come from very different categories,” he says. By representing everything in terms of neuron firing rates, the human brain is able to choose the abstract thought over the visceral reward, as long as the abstraction excites our cells more than apple juice. That’s what makes ideas so powerful: No matter how esoteric or ethereal they get, they are ultimately fed back into the same system that makes us want sex and sugar. As Montague notes, “You don’t have to dig very far before it all comes back to your loins.”
He ahí pues la respuesta de COMO vuelve a ingresar en otro sujeto. La abstracción es pues en resumen externa al sujeto que la vuelve a interiorizar.