Veo que no me he expresado con exito, fallo mio, aclaro y simplifico.pablov63 escribió:Como bien te dijo JohnyFK en un mensaje anterior: “mezclas churras con merinas de una manera bastante torticera”. Has abierto tanto frentes simultáneamente y mezclado tantas cosas de naturaleza distinta como que fueran de la misma, que tratar de responderte requieren tiempo y paciencia, virtudes en las que he sido duramente castigado, tanto por mis genes como por mi entorno. Pero ahí vamos, intentémoslo. Después de todo, esto es un foro de discusión y la discusión es algo de lo que hemos estado careciendo en los últimos tiempos.Dice Sunami: “Las razas implican un distinto espectro de cualidades y comportamiento de forma general.”
Primero, como ya te recordé antes, las razas humanas, en plural, no existen. Hay una sola raza, la humana. Eso no es una bonita declaración de principios ni de corrección política ni una creencia irracional de algunos “bienintencionados”. Es un hecho biológico.
Ciertamente, los biólogos de los siglos 17, 18, 19 y parte del 20 pensaban que la raza era una categoría útil para estudiar el fenómeno de la vida (incluyendo la humana por supuesto), pero a medida que los estudios se apilaban, resultó que no. El concepto de “raza”, en términos de investigación científica dura (biología) no aporta, por el contrario, confunde.
La razón es muy sencilla. Resulta que lo que a nuestros ojos salta como una “realidad evidente” (que unas personas tienen la piel blanca, otros la piel blanca, otros una contextura así, otros una contextura asá), vistos a la luz de la genética, no es tan evidente. Provienen apenas del 0,01% de los genes. Es una diferencia “despreciable” en términos estadísticos.
Mientras nuestros amigos biólogos hacían su tarea, nuestros amigos sociólogos y antropólogos hacían otro tanto. Para no hacerla muy larga, diremos simplemente que la evidencia respalda abrumadoramente que seres humanos criados en ambientes prósperos y con acceso a la educación muestran las mismas tendencias “positivas” (honestidad, puntualidad, predisposición al diálogo, etc) sin importar sus “razas”. Lo mismo para los seres humanos criados en situaciones de estrechez, que muestran las mismas tendencias “negativas”, sin importar si tienen la piel blanca, amarilla, negra, roja o celeste.
Son tendencias, claro. No todos los criados en prosperidad resultan siendo unas joyas, ni todos los criados en estrechez salen ladrones violentos o asesinos. Pero el “factor racial” no hace una diferencia estadística, en ninguno de los dos casos. Lo que hace una diferencia es la situación social en la que viven. Si son pobres o no. Vamos, que no es tan difícil entender algo tan obvio. ¿No?
En otras palabras, eso que tu llamas “la raza” resulta irrelevante, tanto para lo “negativo”, como para lo “positivo”. Por ejemplo, es común el juicio previo (léase prejuicio) según el cual “los negros tienen ritmo” y como “evidencia” se mencionan un montón de personas de piel negra que son “grandes músicos y bailarines”. El juicio previo o prejuicio dice: “Los negros llevan el ritmo en la sangre” y como tener ritmo es un valor socialmente deseable, parece que estamos haciendo un elogio. Pues bien. No es verdad. El ritmo no está en la sangre ni en los genes. Está en la cultura, como lo demuestra un hecho constatable como el siguiente: si llevas un bebe sueco y lo educas en un barrio negro neoyorkino, crecerá teniendo “ritmo” y “bailando como negro”.
Los racistas, por supuesto, van un paso más allá, aduciendo que la pobreza, así como la violencia y la tendencia al crimen “también” está en las benditas “tendencias que están ahí” como tu las describes. Ya lo apuntaste: en América del Sur los nativos americanos, así como “los negros”, no hemos sido bendecidos por la “predisposición a la cooperación (comercio)” de los europeos blancos, por lo que medio milenio después de nuestro histórico encuentro seguimos sumidos en la mierda.
Pero te aseguro que eso tampoco es así. Los nativos americanos, entre los que “la cooperación” es un concepto central de su cosmovisión originaria, tenían resuelto su problema de recursos y comida bastante bien. Nadie pasaba hambre ni carencia de techo ni de educación. No voy a cometer el error de romantizar las culturas prehispánicas, tenían problemas serios y eran clasistas y sus líderes despiadados como Torquemada, pero en términos actuales serían vistos como una sociedad modelo en cuanto a no dejar a nadie de lado. Los que destruyeron eso, esclavizándolos en la práctica, fueron esos “representantes de la civilización humana” que vinieron de Europa. Y quinientos años después los descendientes de los prehispánicos siguen en una situación de precariedad, no porque les guste o lo tengan escrito en sus “tendencias que están ahí”, sino porque la estructura dejada por los adalides de la civilización sigue vigente, desmoronándose (felizmente) pero todavía vigente. Te lo cuento desde Lima, Perú, la capital del virreinato más importante de América, y con dos apellidos españoles encima, el de mi madre y el de mi padre. Es decir, sin “resentimientos históricos” ni nada por el estilo.
Pero déjame desvariar un poco más por este rumbo. Resulta que una parte importante del relativo “boom” económico que hay en el Perú desde hace algunas décadas se debe al empuje de los sectores “informales”, compuestos por migrantes andinos (descendientes de las culturas prehispánicas o “cholos”) que salieron de sus pueblos de la sierra huyendo de la violencia de Sendero Luminoso y los militares y se instalaron en los arenales de Lima (Lima es un desierto), donde nadie les dio absolutamente nada, y donde a base de trabajo duro, cooperación y esfuerzo (lo que llamaríamos una “ética de trabajo protestante” que en el caso de ellos viene de costumbres arraigadas en el trabajo agrícola) han construido polos de desarrollo económico (empresas y servicios) que ahora mueven la mayor parte del dinero de la ciudad. Tu podrás decir: “Esos indios seguramente se contagiaron de la ‘predisposición a la cooperación (comercio)’ de la cultura occidental”, pero lo cierto es que no. Las claves de su prosperidad tienen que ver más con su cosmovisión ancestral, en la que el compadrazgo y la cooperación familiar son la base del comercio. La ironía de esto la puedes ver en el distrito donde yo trabajo, que es un bonito y antiguo barrio bohemio, que en los últimos años se ha visto “invadido” por jóvenes españoles que vienen a trabajar aquí, a la tierra de los indios ignorantes, huyendo del paro europeo. Y aquí nadie está diciendo: “Es sabido que los españoles son brutos, cochinos y haraganes… Nos van a estropear el crecimiento económico, nos van a quitar puestos de trabajo… Hay que ponerles controles migratorios de inmediato”. Nadie. Y cuando los veo venir por la calle, no cruzo a la acera de enfrente, te lo aseguro. Al contrario, los saludamos y recibimos con hospitalidad y cariño, yo el primero, como debe ser. Y si alguien dijera contra ellos algo parecido a lo que tu dices de los negros y los sudamericanos, yo sería el primero en salirle al paso.
Lo que nos lleva al siguiente punto. No hay razas, pero ciertamente hay grupos culturales. El hecho que en los grupos culturales predominen ciertos fenotipos crea en el vulgo una identificación entre “tendencia” y “raza”. Pero es un error. Y el que sea un error popular no hace que deje de ser un error.
La explicación ahí es tan obvia que parece una tomadura de pelo. El hecho es, por ejemplo, este: En Perú la gran mayoría hablamos castellano, desde hace unos quinientos años. Peruano que nace, peruano que al año ya está diciendo algunas palabras en castellano. Pero convendrás conmigo en que sería un error concluir que el castellano es una “tendencia genética” o “tendencia innata” de los peruanos. ¿No?
Ya sé que puedes objetar que lo que tú interpretas como una “tendencia que está ahí” no sea un idioma, sino una actitud, por ejemplo una inclinación hacia el crimen, un “continuo estado de competición depredadora”. Pero tanto una inclinación hacia el crimen como la capacidad de hablar castellano (o cualquier otro idioma) son actividades complejas aprendidas, que no están codificadas genéticamente.
Adelantándote a una objeción de este tipo, también dijiste “no es relevante el origen, sino las consecuencias”. El problema es que si desconoces o no quieres conocer el origen, tu actitud racista es la que tiene consecuencias negativas.
Aparentemente tu estás feliz pensando: “Los negros son mayoritariamente criminales peligrosos” y cruzando a la acera de enfrente cuando ves a un grupo de gente negra caminando en sentido contrario. El problema no es que cruces de acera. Estás en tu puto derecho, por supuesto. El problema será cuando tu hija venga a casa con su novio negro o cuando tu tengas que reconocer al ladrón que te robó la billetera en una fila de sospechosos donde solo hay un negro, o darle un empleo de cajero de banco a alguien, y decidir entre un chico con la piel negra y otro con la piel blanca. Ahí tu prejuicio irracional te hará tender a cometer un error de juicio y probablemente le joderás la vida a alguien.
Mira Sunami, todo este rollo para tratar de responder a UNA frase tuya. ¡Esto nos va a tomar hasta el fin de los tiempos coño!
Si estoy de acuerdo, no es que por ser de uno u otro color se sea de una forma, solo porque en cierto contexto sea frecuente. El caso es que ante la situacion de que un grupo con un rasgo comun y cualidad frecuente, se hace un prejuicio practico que nada tiene que ver con el racismo, pese a que se acuse como tal. Porque estadisticamente no somos iguales, aun no. Por eso discriminar es practico y mientras no sea mas relevante que lo que es una generalizacion en cualquier otra cosa, no hay nada raro.
Respecto a la relacion entre herencia genetica y virtud, lo que digo es que ciertas predisposiciones innatas se heredan, pero no por raza, sino por genealogia inmediata, se dice memoria genetica. No es algo que diga yo. Y en caso de humanos no es determinista, pues nuestra mente atiende a dinamicas emergentes, de comlejidad caotica, contradictoria o dialéctica, y no mecanicas o deterministas, asi, tampoco hay garantia absoluta de que de padres educados salga un hijo torcido, para bien o para mal. La educacion VALIOSA es un recurso escaso, porque lo comun es la mediocridad, y eso es, literalmente, para lo que preparan todos los esfuerzos educativos centralizados. De ahi que las politicas publicas no son remedio. Ni las subvenciones, las cuales eliminan el incentivo natural a cambiar, premiando lo que intentan modificar, deteniendo la adaptacion provechosa.
Ademas, en fenomenos migratorios la adaptacion cultural y mestizaje suele ser, en general, escasa, ironicamente no voy a señalar a arios, mira los judios. Esto conlleva sustituir la resiliencia por resistencia.
De caracter racial, en un sentido vulgar y practico, no biologico, hay diferencias y se pueden ver en las olimpiadas. Las distintas cualidades SUELEN trasladaese a distintas preferencias. Y es lo que ocurre entre varon y mujer, las preferencias en libertad y sin estrés: Son distintas. De ahi diferencias salariales, no se hace lo mismo y no es un secreto.
El caso es que con todo esto en cuenta entendemos que las generalizaciones son practicas, que no absolutas, y no racistas. Entre el mito de la extrema derecha vemos una voz constante acusando de racismo a lo que no lo es. La unica supremacia cultural es la libertaria, y genetica la de aquel agente virtuoso.