Maria,
Buenas preguntas. El año pasado leí un excelente libro que contesta de manera clara y muy entretenida todas tus preguntas y mucho, mucho más. Es del autor Richard Dawkins, y se titula
El cuento del antepasado: Un viaje a los albores de la evolución. Te lo recomiendo.
maria escribió:Partiendo de la base de que los seres humanos somos parte de una evolución de la especie, hasta donde podemos atar cabos de nuestros ancestros?
Depende de los métodos que usemos. Si nos limitamos a los fósiles, siempre habrá dudas. No hay cómo saber con certeza si determinado fósil es antepasado nuestro o una de las muchas especies hermanas (o primas) a nuestro linaje. (Porque
sí había especies de primates bípedos que se extinguieron sin dejar descendientes.) Pero si combinamos la paleontología con la genética comparativa podemos deducir mucho, mucho más.
Por ejemplo, ¿cuándo se separaró nuestro linaje del de nuestros primos, los chimpancés? Bueno, el registro fósil contiene docenas de eslabones ancestrales y demuestra muy claramente la transición entre nuestros antepasados bípedos de hace millones de años y el hombre moderno de hoy.
Sin embargo, el momento de la separación entre los chimpancés y los humanos no está grabada tan claramente. Al mismo tiempo que el registro fósil humano es bastante completo, el de los chimpancés es
pésimo. De hecho, si los chimpancés fueran extintos hoy, y lo único que supiéramos de ellos viniera de los fósiles, se nos podría perdonar si dudáramos que hubieran existido nunca. Pero
sí existen, y
sí tuvieron ancestros, y no lo dudamos porque aquí están hoy. Así que, ¿cómo se busca evidencia de cuándo vivió nuestro ancestro común?
Bueno, existe un método que se llama "el reloj molecular". Un análisis de nuestros genes descubre cierto número de diferencias entre nuestros respectivos genomas. Si sabemos con qué regularidad se acumulan las mutaciones genéticas, podemos calcular cuándo se separaron los dos linajes. Sucede que nuestro ancestro común con los chimpancés vivía alrededor de hace 6 millones de años.
Podemos usar éste y otros métodos genéticos para deducir nuestra cercanía con otras especies y la fecha en que vivía nuestro ancestro común. Armados con ese conocimiento, podemos buscar candidatos en el registro fósil. Ahora, cuando encontramos algo en el registro fósil ¿podemos estar seguros que es nuestro antepasado? Imposible. Pero sí nos da una
muy buena idea de cómo habría sido nuestro ancestro.
maria escribió:porque si es por evolución alguna vez tuvimos que parecernos a un renacuajo o gusano o que se yo, la ciencia ya logro conocer ese otro pariente?
No hay duda de que somos parientes de todas las demás especies de animal, planta, bacteria, y ameba en el planeta. No hay duda de que descendemos de microorganismos unicelulares. Nunca encontraremos todos los fósiles entre ellos y nosotros en una cadena perfecta de especies intermedias. Pero no hace falta. Aun si no existiera ni un sólo fósil, la biogeografía y la genética serían más que suficientes para comprobarlo.
maria escribió:mencione ese porque es lo más antiguo que escuche hasta ahora que "podría" ser un ancestro nuestro, pero la verdad que no he encontrado, ni en wikipedia, ni en otras páginas de la web acerca de un ancestro anterior
Imagina que estás trazando tu genealogía, pero en vez de saber con certeza exactamente cuáles individuos son antepasados tuyos, sólo sabes que se encuentran en cierta generación. En otras palabras, por ejemplo, sabes que Pedro, Juan, y Miguel son hermanos, y que tu tatarabuelo es uno de los tres, pero no sabes cuál. ¿Sería lógico rendirte y dudar que perteneces esa familia? ¿Sería lógico imaginar que tu bisabuelo surgió de la nada sólo porque no estás segura de cuál de los tres era su padre?
La paleontología es más o menos así, sino que estamos casi seguros que nuestro antepasado NO ES uno de los individuos que hemos podido identificar. Es como si supiéramos que Pedro, Juan, y Miguel tenían otros dos o tres hermanos de los cuáles nunca tendremos información, y sabemos que nuestro tatarabuelo es uno de los hermanos desconocidos. En tal caso tendríamos que contentarnos con deducir lo que pudiéramos acerca de él a base de lo que podemos aprender acerca de Pedro, Juan, y Miguel.
Es casi seguro que nunca encontraremos ni un sólo fósil de alguien que es ancestro directo nuestro. La probabilidad estadística es infinitesimal. Además, si por suerte encontráramos uno, no habría cómo comprobarlo. Sin embargo, muchos fósiles son de Pedro, Juan, y Miguel -- parientes de nuestros ancestros directos, y de ellos podemos aprender muchísimo.
maria escribió:porque yo no he encontrado acerca de que se haya encontrado el eslabón que une al homínido o como se llame con algo diferente en estructura ósea o de lo que fuere
El problema es que cada vez que se encuentra un eslabón, se crean dos nuevos espacios que llenar. Hace 150 años buscaban
un sólo eslabón entre los humanos y los simios. Bueno, lo encontraron, pero después había que encontrar otros dos eslabones: uno entre
ese y los humanos y otro entre
ese y los simios. Encontraron esos eslabones, situación que creó la necesidad de encontrar eslabones entre esos eslabones y todos sus eslabones vecinos, etc., etc.
Hoy existen docenas de eslabones con características que obviamente cambian poquito a poquito de simio a humano. La transición es tan gradual que ya no podemos identificar líneas seguras entre diferentes especies. ¿Cuántos eslabones quieres?
maria escribió:pero diferente de verdad.
¿Qué quiere decir "diferente de verdad"? Los
Australopithecus anamensis tenían el cráneo casi idéntico al de los simios modernos. Casi las únicas diferencias importantes eran los dientes caninos y la ubicación del foramen magnum. (Su capacidad craneal, por ejemplo, era idéntica a la del chimpancé moderno, y por lo tanto habría tenido la inteligencia de un chimpancé moderno también.) Si pudieras mirar a un
Australopithecus vivo cara a cara, tendría el cuerpo más o menos como el de una persona peluda diminuta, pero con la cabeza de un simio. No sé qué dirías tú, pero a mí eso me parecería "diferente".
Chimpancé
Australopithecus
Humano
Parte del problema es enfocarte demasiado en la postura bípeda y querer encontrar un esqueleto postcráneo intermedio entre el simio y el humano. Sucedió que nuestros antepasados hicieron el cambio de cuadrúpedos facultativos a bípedos muy abruptamente (en la escala de tiempo
geológica). Si el cambio se llevó a cabo en una población pequeña y aislada, no hay por qué esperar encontrar nunca un esqueleto intermedio. Sin embargo, la ausencia de cierta evidencia no disminuye la calidad de la evidencia que
sí tenemos. Y lo que tenemos es una cadena larga de cráneos intermedios muy graduales entre simio y humano.