reflexiones sobre la vida
Publicado: Mié Jun 10, 2009 1:00 pm
El lenguaje es un mecanismo esencial para el hombre. Es esencial para que el hombre sea hombre y es esencial no solo para sus relaciones sociales con otras personas, sino tb. para su relación emocional con el entorno.
Para cada objeto que manejamos, ya sea singular o colectivo, ya sea un concepto abstracto o concreto, tenemos un nombre.
Estos nombres tienen una representación interna en la mente del individuo. De este modo, cuando vemos un libro, nuestro cerebro lo compara con el concepto de libro existente en la mente y lo vincula con el nombre/concepto "libro". Parece obvio que esto no sucedería si no existiese en la mente registro alguno sobre tal objeto, independientemente de cuales sean los mecanismos y particularidades de tal almacenamiento de conceptos.
Este "encasillamieto" de objetos, este ponerlos en sus respectivos cajones nos permite que posteriormente el cerebro asocie una respuesta emocional con el "objeto".
¿por qué hablo de encasillamiento y por qué es importante este ecasillamiento para nuestro funcionamiento en el mundo?
Para que se vea ese encasillamiento pongo el ejemplo más contraintuitivo que se me ocurre: Juan. Juan es Juan. Lo conozco desde que era pequeño. Es evidente. No hay artificio alguno en llamarle Juan.
Pero a lo que estoy llamando Juan es a un ser vivo tan cambiante que no es posible encontrar una sola característica que justifique de forma lógica que su nombre sea el mismo a lo largo de toda su vida. Que sea la misma cosa, el mismo concepto. Juan cambia su materia, cambia su forma, cambia su tamaño, cambia sus pensamientos, sus actitudes. Juan puede tener alzheimer, o amnesia, o le pueden amputar una pierna. Da igual, pase lo que pase Juan será Juan.
Lo será porque nos es útil, porque Juan tiene asignado en nuestro cerebro una respuesta emocional (al igual que todas las demás cosas) que nos motiva a actuar frente a él, y de este modo creamos otra realidad sobre la realidad.
Juan es mi amigo y por ello le echo una mano.
Juan es mi enemigo y quiero hacerle daño.
No conozco lo suficiente a Juan, me da igual.
Nuestras emociones definen nuestra forma de actuar frente a Juan, y por extensión frente al mundo.
En resumen: relacionamos nombres con conceptos creados y almacenados en nuestro cerebro, y la respuesta emocional que tenemos frente a estos define nuestras acciones.
La vida
De forma objetiva podemos decir que la vida es materia. Es una forma particular de organizar la materia.
Según el standard model de la física cuántica (http://en.wikipedia.org/wiki/Elementary_particle) existen 16 tipos de partículas elementales. Esto quiere decir que TODO está compuesto por tan solo 16 tipos de partículas.
Para el caso lo mismo daría que fuesen 100. ¿cuántas especies hay? ¿Cuántos tipos de planetas? ¿Cuántos tipos de estrellas? ¿Cuántos colores tiene tu ordenador? ¿Cuántos sentimientos produce una poesía de Neruda?
Todo con 16 partículas.
Tendremos que aceptar esto, o tener la presunción de negar la física cuántica como explicación del mundo.
Personalmente soy realista. Si todo está compuesto por materia, TODO está compuesto por materia. Más teniendo en cuenta las geniales explicaciones "materiales" del funcionamiento del cerebro.
Por lo tanto la vida es "simplemente" una forma de organización de la materia de gran complejidad.
Es un concepto que parece difícil de agarrar a primera vista a pesar de ser tan evidente. Pero, ¿qué podría ser sino?
En mi opinión,
la vida exige una respuesta emocional por parte del individuo que la vida. Este es un requisito absolutamente esencial para el se humano (o lo fue).
No se puede tener empatía con una piedra, ni odiar, ni temer. Una piedra exige y de hecho tiene respuestas emocionales muy diferentes. Para ver esta diferencia tan solo hay que pensar en una piedra vulgar y en una araña, un gato, una lagartija, o una célula.
Sin embargo, la vida interacciona con nosotros. A veces nos pone en peligro (tigre), a veces nos es beneficioso (ciervo). Esto hace que la forma en que estamos obligados a reaccionar frente a la vida para sobrevivir sea diferente a la que lo inanimado requiere.
Por lo tanto, y con fines de supervivencia, el cerebro crea los conceptos de lo vivo y lo inanimado. El concepto de "materia altamente" organizada no resulta útil desde el punto de vista de la supervivencia y la clasificación con fines de la organización de la respuesta emocional.
De hecho, pienso que la "sorpresa" que la idea provoca se resume en la frase: "entonces que pasa, es que soy igual que una piedra, o qué".
Es decir el individuo se siente confuso porque ahora piensa que lo que el concepto sugiere es que debería asignar la misma respuesta emocional a un ser humano que a una piedra, lo cual es sin duda totalmente comprensible y bastante estúpido.
Una prueba que avala lo que digo son los virus.
Pretendemos definir "científicamente" lo que es al vida, y nos encontramos con "seres" en la "frontera" de la vida y lo inerte. Como si la naturaleza nos tendiese una trampa y quisiese retarnos a diferenciar si tal cosa es un ser vivo o no, cuando somos nosotros, y solo nosotros los que establecemos tal diferencia. No hay tales fronteras naturales.
Es fácil reconocer intelectual y superficialmente que solo somos materia, pero no lo es tanto verse como tal. Verse como tal exige un cambio de perspectiva profundo.
Para cada objeto que manejamos, ya sea singular o colectivo, ya sea un concepto abstracto o concreto, tenemos un nombre.
Estos nombres tienen una representación interna en la mente del individuo. De este modo, cuando vemos un libro, nuestro cerebro lo compara con el concepto de libro existente en la mente y lo vincula con el nombre/concepto "libro". Parece obvio que esto no sucedería si no existiese en la mente registro alguno sobre tal objeto, independientemente de cuales sean los mecanismos y particularidades de tal almacenamiento de conceptos.
Este "encasillamieto" de objetos, este ponerlos en sus respectivos cajones nos permite que posteriormente el cerebro asocie una respuesta emocional con el "objeto".
¿por qué hablo de encasillamiento y por qué es importante este ecasillamiento para nuestro funcionamiento en el mundo?
Para que se vea ese encasillamiento pongo el ejemplo más contraintuitivo que se me ocurre: Juan. Juan es Juan. Lo conozco desde que era pequeño. Es evidente. No hay artificio alguno en llamarle Juan.
Pero a lo que estoy llamando Juan es a un ser vivo tan cambiante que no es posible encontrar una sola característica que justifique de forma lógica que su nombre sea el mismo a lo largo de toda su vida. Que sea la misma cosa, el mismo concepto. Juan cambia su materia, cambia su forma, cambia su tamaño, cambia sus pensamientos, sus actitudes. Juan puede tener alzheimer, o amnesia, o le pueden amputar una pierna. Da igual, pase lo que pase Juan será Juan.
Lo será porque nos es útil, porque Juan tiene asignado en nuestro cerebro una respuesta emocional (al igual que todas las demás cosas) que nos motiva a actuar frente a él, y de este modo creamos otra realidad sobre la realidad.
Juan es mi amigo y por ello le echo una mano.
Juan es mi enemigo y quiero hacerle daño.
No conozco lo suficiente a Juan, me da igual.
Nuestras emociones definen nuestra forma de actuar frente a Juan, y por extensión frente al mundo.
En resumen: relacionamos nombres con conceptos creados y almacenados en nuestro cerebro, y la respuesta emocional que tenemos frente a estos define nuestras acciones.
La vida
De forma objetiva podemos decir que la vida es materia. Es una forma particular de organizar la materia.
Según el standard model de la física cuántica (http://en.wikipedia.org/wiki/Elementary_particle) existen 16 tipos de partículas elementales. Esto quiere decir que TODO está compuesto por tan solo 16 tipos de partículas.
Para el caso lo mismo daría que fuesen 100. ¿cuántas especies hay? ¿Cuántos tipos de planetas? ¿Cuántos tipos de estrellas? ¿Cuántos colores tiene tu ordenador? ¿Cuántos sentimientos produce una poesía de Neruda?
Todo con 16 partículas.
Tendremos que aceptar esto, o tener la presunción de negar la física cuántica como explicación del mundo.
Personalmente soy realista. Si todo está compuesto por materia, TODO está compuesto por materia. Más teniendo en cuenta las geniales explicaciones "materiales" del funcionamiento del cerebro.
Por lo tanto la vida es "simplemente" una forma de organización de la materia de gran complejidad.
Es un concepto que parece difícil de agarrar a primera vista a pesar de ser tan evidente. Pero, ¿qué podría ser sino?
En mi opinión,
la vida exige una respuesta emocional por parte del individuo que la vida. Este es un requisito absolutamente esencial para el se humano (o lo fue).
No se puede tener empatía con una piedra, ni odiar, ni temer. Una piedra exige y de hecho tiene respuestas emocionales muy diferentes. Para ver esta diferencia tan solo hay que pensar en una piedra vulgar y en una araña, un gato, una lagartija, o una célula.
Sin embargo, la vida interacciona con nosotros. A veces nos pone en peligro (tigre), a veces nos es beneficioso (ciervo). Esto hace que la forma en que estamos obligados a reaccionar frente a la vida para sobrevivir sea diferente a la que lo inanimado requiere.
Por lo tanto, y con fines de supervivencia, el cerebro crea los conceptos de lo vivo y lo inanimado. El concepto de "materia altamente" organizada no resulta útil desde el punto de vista de la supervivencia y la clasificación con fines de la organización de la respuesta emocional.
De hecho, pienso que la "sorpresa" que la idea provoca se resume en la frase: "entonces que pasa, es que soy igual que una piedra, o qué".
Es decir el individuo se siente confuso porque ahora piensa que lo que el concepto sugiere es que debería asignar la misma respuesta emocional a un ser humano que a una piedra, lo cual es sin duda totalmente comprensible y bastante estúpido.
Una prueba que avala lo que digo son los virus.
Pretendemos definir "científicamente" lo que es al vida, y nos encontramos con "seres" en la "frontera" de la vida y lo inerte. Como si la naturaleza nos tendiese una trampa y quisiese retarnos a diferenciar si tal cosa es un ser vivo o no, cuando somos nosotros, y solo nosotros los que establecemos tal diferencia. No hay tales fronteras naturales.
Es fácil reconocer intelectual y superficialmente que solo somos materia, pero no lo es tanto verse como tal. Verse como tal exige un cambio de perspectiva profundo.