FuenteLa evolución y sus conexiones con la moral y la política
Las visiones científicas que, desde la perspectiva evolucionaria, surgen sobre moral y política se explorarán en el tercer seminario organizado por la Fundación Ciencia y Evolución.
Hablar de orígenes evolucionarios de la moral puede resultar, para la mayor parte de las personas, a lo menos curioso. Incluso, no es común preguntarse por el origen de la moral; ésta es asumida como natural y evidente. Así, hacer el bien y evitar el mal, como reza el adagio, nos parece "normal". Sin embargo, qué consideramos correcto e incorrecto no es para nada algo trivial en muchos casos, ni menos aún por qué estamos de acuerdo en que así sea.
Es por ello que al conocer cuál es la fuente u origen de que muchas conductas sean comunes a todos los seres humanos nos permite entender por qué más allá de nuestras diferencias culturales, religiosas, étnicas e incluso generacionales, los seres humanos nos podemos identificar como tales. Así, cuando nos preguntamos por los orígenes evolucionarios de la moral estamos aludiendo a que existirían un conjunto de rasgos comunes a todos los individuos de nuestra especie y que reconocemos tanto en nuestras conductas como en la de otros.
Problemas adaptativos
La teoría de la evolución establece que exhibimos ciertos rasgos porque ellos fueron seleccionados para resolver problemas adaptativos que enfrentamos en el ambiente ancestral cazador-recolector. A modo de ejemplo, la bipedestación (andar erguido y caminar con nuestras extremidades posteriores) fue extremadamente útil al liberar las otras dos extremidades para llevar objetos, permitirnos una mejor visión panorámica y reducir el área afectada por el calor en nuestro organismo.
Todas estas ventajas fueron claves y rindieron grandes beneficios a nuestros antepasados, permitiéndoles sobrevivir. Del mismo modo, nuestras conductas -gatilladas por nuestras emociones y sistema cognitivo- corresponden a rasgos de la arquitectura de nuestro cerebro, y al procesamiento de información que en él se da, y que llamamos mente. Esos rasgos y sistemas también fueron esculpidos por selección natural.
Pero ¿qué sucede en el caso de la moralidad? ¿Para qué propósito existe? ¿Cómo contribuye o contribuyó al éxito reproductivo de nuestros ancestros? ¿Existen en nuestra mente funciones diseñadas específicamente para desarrollar la moralidad, o simplemente se trata de que ésta, la moralidad, sea un subproducto del aprendizaje mutuo de los seres humanos?
Ahora bien, decir que la moral tiene un origen evolucionario implica que los atributos que le dieron origen tienen ciertas características que permiten hablar de funciones. ¿Qué evidencia existe de que la moral cumplió un rol adaptativo para la mejor supervivencia de nuestros antepasados?
Por lo pronto, desde hace mucho tiempo se sabe que todas las culturas tienen una concepción de moralidad, es decir, que ciertas cosas consideramos correctas y otras no y que deben ser castigadas. Incluso, existe suficiente evidencia de que las intuiciones morales en distintas culturas son más semejantes de lo que se suponía y, por lo tanto, la gente hace las mismas distinciones y sutilezas en distintas circunstancias.
Lo correcto e incorrecto
En el seminario que se realizará mañana lunes 27 en CasaPiedra, dos prestigiosos investigadores explorarán los orígenes evolucionarios de la moral y su impacto en la política. Se trata de Robert Kurzban y James Fowler. Respecto de la moral, Robert Kurzban señala: "Sabemos que los niños no tienen que ser enseñados sobre cuestiones morales. Desde muy pequeños, ellos reconocen que ciertas cosas son incorrectas, generando juicios morales espontáneos. Investigaciones recientes han demostrado que los adultos tienen visiones morales extraordinariamente sofisticadas, muchas de las cuales no les han sido enseñadas".
A lo que añade que "las intuiciones morales se desarrollan de maneras complejas y sutiles, a menudo con poco o ninguna necesidad de aprendizaje social. Además, los investigadores en neurología están comenzando a dejar en evidencia qué áreas del cerebro están implicadas específicamente en moralidad", contribuyendo de ese modo a una mejor comprensión de por qué actuamos de un modo y no otro, y la función que la moralidad ha desempeñado a lo largo de nuestra historia evolutiva.
Un área relacionada con la moralidad, o más bien dicho derivada de ésta, es la política, es decir, el modo cómo nos organizamos colectivamente para conseguir objetivos que individualmente sería más costoso alcanzar, y cómo asignamos los costos y beneficios de este proceso de organización. En consecuencia, es obvio que la política así entendida debiera tener orígenes en la forma como concebimos lo correcto y lo incorrecto: la moralidad.
Liberales y conservadores
James Fowler señala que múltiples estudios muestran que los genes juegan un rol importante en la forma como nos aproximamos a resolver desafíos organizativos -qué sistema u organización es mejor- o qué estrategias distributivas usamos al momento de asignar costos y beneficios. "Aparentemente, los genes pueden ayudar a explicar por qué exhibimos diferencias en lo que llamamos nuestras propensiones a ser liberales o conservadores, y en nuestra tendencia a involucrarnos en actividades políticas o no".
¿Qué significa esto? Que no hay estrategia del comportamiento única que sea siempre la mejor. Esto significa que desarrollamos diversas estrategias para hacer frente a también diversos ambientes, incluyendo nuestro propio ambiente social. Así, Fowler plantea que los liberales podrían ayudarnos más cuando necesitamos innovar, y los conservadores más cuando estamos bajo amenaza. Adicionalmente, múltiples investigaciones están permitiendo identificar la conexión entre genes y conducta política. Al respecto, Fowler señala que "se ha encontrado que los genes encargados de la producción de dopamina y la serotonina juegan un rol clave tanto en la participación política como en las tendencias ideológicas de los individuos".
De lo que se sigue que la base biológica de muchas de nuestras conductas debiera haber evolucionado para proporcionarnos cierto éxito adaptativo que nos ha permitido sobrevivir como especie.
En resumen, lo que la perspectiva evolucionaria nos proporciona es una nueva mirada, o tal vez una suerte de visión más comprensiva de la naturaleza de nuestras conductas, las cuales estarían coherentemente conectadas entre sí, desde procesos físico-químicos elementales hasta los más complejos y sutiles procesos mentales y simbólicos sobre los que se sustenta nuestra vida social. Este es un camino que recién comienza a recorrerse, y que además de promisorio entrega datos duros respecto del fundamento de nuestro comportamiento moral y político.
Los expositores
Robert Kurbzan
Profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Pensilvania. Sus principales áreas de investigación son la ética y la psicología, en especial las explicaciones evolucionarias de conductas de reciprocidad, confianza y altruismo.
James Fowler
Profesor del departamento de Ciencia Política de la Universidad de California. Estudia las bases genéticas de las conductas políticas; también se dedica a la neuropolítica y redes sociales y participación política.
Me resulta interesante que la moral y la política resulten de la evolución y no que sean meros constructos humanos.