Curas a favor del derecho al aborto

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Vitriólico
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Curas a favor del derecho al aborto

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Hoy he tenido la oportunidad de ver en TV un reportaje sobre una parroquia católica madrileña cuyos curas defienden el matrimonio homosexual y el aborto.

Independientemente de que es de agradecer la existencia de tan bienintencionadas personas, me ha llamado la atención las declaraciones en dicho reportaje de su párroco, manifestando contundentemente con un crucifijo tamaño "natural" de fondo que ellos no aceptan que el feto sea una persona porque "escuchan a los científicos primero" (sic). (Lamento no tener las imágenes porque merecía la pena ver la escena).

Con los de la Teología de la Liberación, curas progresistas, curas rojos o de izquierda -que yo aúno bajo la denominación de curas guitarristas -, siempre me debato entre mi admiración por su civilidad y entrega y mi perplejidad por su falta de coherencia. Ya podrían primero escuchar a la ciencia antes de creer en "sobrenaturalides".

En fin ...

El Centro Pastoral San Carlos Borromeo apuesta por una Iglesia "dedicada a la marginación"
El sacerdote Javier Baeza, que ahora se encuentra al frente del Centro Pastoral San Carlos Borromeo de Madrid, ha explicado que desde que el Arzobispado de Madrid decidiera convertir esta parroquia en centro pastoral hace seis años, solo ha cambiado la "nominación canónica" y, aunque ahora se les define como "centro dedicado a la marginación", considera que "toda la Iglesia es la que tiene que estar dedicada a la marginación".

En este sentido, el autor del libro 'Así en la tierra' (Lectio Ediciones), el periodista Marçal Sarrats, ha destacado que el trabajo de los sacerdotes del centro pastoral San Carlos Borromeo responde desde hace 30 años a la voluntad del Papa Francisco de que la Iglesia se acerque a los pobres pues en este centro de Entrevías se atiende a "todo tipo de marginados": a los que han caído en las drogas, a los inmigrantes sin papeles, a los desahuciados y a los que no tienen para comer, entre otros.

"Ahora que el Papa Francisco dijo que su voluntad era la de acercarse a los pobres, yo decía, que vengan a Entrevías que aquí verán cómo llevan no un año ni dos sino más de 30 años con los marginados", ha indicado Sarrats durante la presentación del libro en el Centro Pastoral San Carlos Borromeo.

El sacerdote Enrique de Castro ha comenzado su intervención mostrándose crítico con el hecho de que la Catedral de Santiago se persone como acusación particular en el caso del robo del Códice Calixtino y que pida 31 años de cárcel para el ladrón. "¿Qué iglesia es esa?", se ha preguntado, al tiempo que ha apostado por "buscar que las personas salgan adelante".

De Castro ha explicado que en el Evangelio se hace "una crítica profunda de una Iglesia de poder" y, por este motivo, defiende parroquias que respondan a las demandas y a las necesidades de sus barrios.

Concretamente, ha contado que la Parroquia San Carlos Borromeo se ha ido formando así, a partir del encuentro con la gente, ya que, al menos él, cuando llegó a Vallecas, no sabía nada ni de drogas, ni de detenciones. "En el seminario te enseñan a enseñar, a transmitir la doctrina de la Iglesia. Cuando llegas a Vallecas, empieza otro seminario, el dialéctico, el del encuentro con la gente", ha subrayado para añadir que en las Iglesias "todo tiene que ser gratuito".

Sobre el nuevo Papa Francisco, De Castro ha apuntado que no cree que vayan a "cambiar las cosas" aunque ha señalado que lo que más le ha gustado de su Pontificado hasta el momento fue la carta que envió a la Conferencia Episcopal Latinoamericana diciendo: "Me gustaría que los trabajos de la Asamblea tengan como marco referencial al Documento de Aparecida".

Preguntado por la reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, De Castro ha invitado a ayudar tanto a las madres que deciden tener a su hijo como a las que han abortado y a no "juzgar" o "penalizar".


Fuente:
EUROPA PRESS
MADRID, 16 Mayo
http://www.europapress.es/madrid/notici ... 44244.html" onclick="window.open(this.href);return false;
Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!

"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.".
(Proverbio árabe).

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Shé
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Re: Curas a favor del derecho al aborto

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No son los únicos. De hecho, son una inmensa mayoría los que contestarían "no" a esta pregunta: ¿condenaría usted penalmente a una mujer por haber abortado?, que es exactamente lo que significa "despenalización del aborto".

Y son una minoría Molesta, Insalubre, Nociva, Peligrosa ;) y muy ruidosa, la que sí metería en la cárcel a una mujer por abortar, incluso si lo hace para salvar su vida. Son esos mismos que pretenden que el único anticonceptivo -y forma de vida- es la castidad, y que confunden la educación sexual con la pornografía. Son enfermos mentales muy peligrosos, que prefieren que haya más abortos a condición de que sean un delito. Porque ni siquiera buscan evitar "el pecado", buscan el castigo.

Son pocos, pero están al mando en estos momentos, y a punto de decidir cómo van a ser educadas las próximas generaciones si no conseguimos impedirlo. En un pequeño paso más allá, exigirían la anulación del divorcio y la penalización legal del adulterio. Lo hacen en nombre de dios y porque es su misión en la vida. Para mí no hay diferencia alguna entre ellos y esos esporádicos pero constantes "obedecedores de dios o de la virgen" que asesinan a un hijo porque el diablo los habita y una voz les decía que eso es lo único que salvaría su alma, excepto porque son más dañinos en el conjunto de la sociedad.

En el otro lado, hay católicos con un cerebro inteligente y su dosis de humildad -fruto de la inteligencia en mi opinión- que los aleja diametralmente de esos lunáticos -con perdón de los lunáticos inofensivos-. El otro día se publicó este artículo, de un jesuita:
Ley, ciencia y conciencia ante el aborto

Un diputado creyente podrá mantener su convicción en favor de la vida naciente y apoyar una legislación que despenalice en determinados supuestos las opciones autónomas de la madre para interrumpir su embarazo

JUAN MASIÁ CLAVEL 13 MAY 2013 - 00:00 CET


El tema del aborto sale de nuevo a primer plano en el debate político y suscita reacciones a favor y en contra, a menudo exageradas por los dos extremos del espectro. Me gustaría terciar en las discusiones; no para apoyar una postura frente a otra, sino para aportar un granito de arena a la tarea de deshacer malentendidos. Por ejemplo, distinguir las perspectivas de lo legal, lo científico y lo moral, como hacemos elementalmente en clase de ética. Reconozco que enviar a la redacción unos apuntes de clase no captará el interés, porque no da titulares; pero percibo la necesidad de intentarlo y tratar de aclarar confusiones.

Concretamente, cuando publiqué Aborto y vida naciente con malformaciones (EL PAÍS, 2 de agosto de 2012), recibí epistolarmente dos reacciones —educadas, pero fuertes— de disentimiento, aunque por razones paradójicamente distintas. La primera interpretó mi ensayo como apología del aborto. A la segunda le produjo la impresión de un apoyo sutil a la modificación de la ley. Para una, proabortista; para otra, antifeminista. Ni lo uno ni lo otro entraba en mi propósito. El caso es que persistía la confusión. ¿Por deficiencia de mi expresión, por el color de gafas de la lectura, o por ambas causas? En cualquier caso, hoy quisiera invitar a la relectura de estos sencillos apuntes que la crítica amable me animó a reescribir.

» No confundir límites legales con fases del proceso biológico

Si una ley regula, como límite para la experimentación con preembriones (aún no implantados en el útero), 14 días tras la fecundación, no pretende definir científicamente el comienzo de una vida humana individual a partir del día siguiente; solo estima que, para proteger los bienes jurídicos en cuestión, conviene fijar un límite. Si una ley permite el aborto hasta la semana 14ª, tampoco pretende definir científicamente el comienzo de una nueva vida, ni justificar moralmente esas interrupciones del embarazo; delimita legalmente un área protectora de los bie+nes jurídicos en cuestión. La ley trata puntualmente lo que es científicamente un proceso continuo; pero no sanciona moralmente la cuestión.

» No confundir despenalización legal con justificación moral

Si una legislación despenalizadora del aborto en determinados supuestos pretende, entre otras cosas, evitar abortos clandestinos, eso no significa justificar moralmente esas interrupciones. No hay responsabilidad ante la ley, sino ante la conciencia. Ni las leyes penalizan cuanto está mal, ni la despenalización de algo lo sanciona como bueno. No constituir delito no significa estar moralmente justificado. Ni que algo esté moralmente mal justifica tipificarlo como delito. Defendiendo la vida y evitando fomentar abortos, se puede asentir a ciertas despenalizaciones, para evitar abortos clandestinos o la estigmatización social de abortantes.

» No entender la embriología de modo mecanicista

La concepción no es un momento mecánico (conectar un enchufe), sino un proceso vital (formarse y crecer un viviente): más de 20 horas para la fecundación y dos semanas hasta completarse la anidación del preembrión. Es cierto que no se puede considerar al feto mera parte del cuerpo materno, ni realidad parásita. Pero la interacción embrio-materna de la tercera a la octava semana es decisiva para la constitución de la vida naciente: a medida que se aproxima el tercer mes del embarazo aumenta la exigencia de ayudarle para llegar a término. Las circunstancias excepcionales deberán ser sopesadas seriamente; tendrán menos peso al aproximarse el umbral de la novena semana de gestación. En vez de hablar de protección de la vida en general, tendremos presente la distinción entre materia viva de la especie humana (el blastocisto antes de la anidación) y una vida humana individual (el feto, más allá de la octava semana).

» No confundir la interrupción del embarazo por malformaciones y la discriminación de personas discapacitadas

Es ambiguo hablar de malformaciones en general, equiparando casos, desde un simple estrechamiento del conducto esofágico en un síndrome de Down hasta una anencefalia. Tampoco es coherente penalizar la interrupción del embarazo en supuestos seriamente graves, a la vez que se recorta el apoyo con la ley de dependencia a la crianza, sanidad y educación de esa vida discapacitada. Ni se puede lanzar la acusación de antivida a quienes optaron dolorosamente por un mal menor en situación de conflicto, ni es necesariamente provida la postura que impone por motivaciones ideológicas la opción contraria.


La concepción no es un momento mecánico (conectar un enchufe), sino un proceso vital
Reiterando lo expresado en el citado artículo: un feto anencefálico carece del mínimo neurológico-estructural como soporte para formar una persona, desde respirar autónomamente hasta capacitarse para actos estrictamente humanos. Si hay razones para no interrumpir su alumbramiento, no será por considerarlo realidad humana personal. Su aborto no es comparable a matar un ser humano. Un feto con una malformación incompatible con la vida extrauterina (por ejemplo, agenesia renal irremediable) tampoco sobrevivirá.

En cambio, es delicado el caso de fetos con patología grave incurable, solo con solución paliativa. El doctor Francesc Abel, con doble perspectiva de obstetra y teólogo moral, concluía: “Ante tal diagnóstico prenatal, muchos progenitores solicitan interrumpir la gestación, acogiéndose al tercer supuesto de la ley... Aunque objetivamente cueste asentir, debemos respetar a quienes se encuentran en esta situación y sus decisiones” (Diagnóstico prenatal, Instituto Borja de Bioética, 2001, 3-26). Evitando discriminar por discapacidad, la sociedad deberá fomentar el apoyo a la dependencia en todas las fases de la vida. Sin hacerlo, no tendría credibilidad el legislador que intentase suprimir dicho tercer supuesto.

» No mezclar sin matices las perspectivas jurídicas, morales y religiosas

Hay que distinguir los planos jurídico, ético y religioso. El fiscal imputa delitos y solicita penalizaciones. La conciencia moral acusa en el foro interno, provocando remordimiento por el mal moral, aunque no constituya delito. La conciencia religiosa interpela para reconocer el mal y creer en el perdón. Pero hay creyentes con una idea equivocada de pecado como delito; hay también instancias eclesiásticas que confunden pecado con delito y perturban la autonomía de las legislaturas, imponiendo a la sociedad una idea de delito como pecado. Tomás de Aquino precisaba: ni todo lo moralmente reprobable es delictivo, ni la despenalización implica un juicio moral positivo.


No se puede acusar de antivida a quienes optaron dolorosamente por un mal menor
Un diputado/a creyente podrá mantener su convicción en favor de la vida naciente y, a la vez, apoyar una legislación que despenalice en determinados supuestos las opciones autónomas de la madre acerca de la interrupción de su embarazo. Este diputado/a, moralmente responsable y religiosamente creyente, puede mantener la convicción de que no es justificable (ni por ética ni por fe) una determinada interrupción del embarazo y actuar en su vida de acuerdo con dicha convicción. Pero, al mismo tiempo, puede apoyar una ley que no penaliza el aborto en determinados supuestos. Este diputado/a no confunde el ámbito de lo penal con el de lo moral y lo religioso; así mismo, su obispo no le impondrá en nombre de la moral o la religión lo que debe votar. La cúpula jerárquica de la Iglesia española ha incurrido a menudo en los años recientes en esta equivocación, empeorándola al no tener en cuenta las distinciones entre ley y conciencia, o entre delito y pecado. El derecho de las asociaciones religiosas a proponer su parecer con libertad de expresión debe distinguirse de la imposición que no respeta la laicidad del Estado.

En el episodio evangélico de un adulterio denunciado (Juan, 8), la acusación pretendía lapidar a muerte a una mujer, tratando el pecado como delito. Jesús no la condena, ni la justifica a la ligera. La despide deseándole que no vuelva a encontrarse en semejante situación. Ni condenación ni complicidad, sino comprensión y misericordia. Rechazo al mal y acogida a quien, al cometerlo, se convierte en su propia víctima. Como decía Juan Pablo II, en cada aborto hay dos víctimas: el feto y la madre. Jesús enseñó y practicó el criterio del profeta Oseas: “Compasión quiero, más que sacrificios” (Oseas 6,6; Mateo 9, 13 y 12, 7).


Juan Masiá Clavel es jesuita, profesor de Bioética de la Universidad católica Sophia, de Tokio.
El País, 13 de mayo 2013
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Vitriólico
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Re: Curas a favor del derecho al aborto

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Aquí tenéis unas declaraciones del cura mencionado. Interesantes, pero ......
Enrique de Castro: "Los pobres están siendo el negocio de la Iglesia"
La obra 'Así en la Tierra', de Marçal Sarrats, recoge la lucha del conocido como 'cura rojo' por ayudar a los más desfavorecidos de la sociedad. “Sólo miraré con agrado el Vaticano el día que vea que el Papa se marcha de allí y se va a vivir a las chabolas”, afirma.
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A Enrique de Castro le han llamado en los últimos treinta años desde 'cura rojo' a 'cura okupa' pasando por otros adjetivos como anarquista o el cura de los desfavorecidos. A él, según reconoce, le trae sin cuidado el calificativo que siga a su condición de cura. "Eso es cosa de la prensa", afirma. Sí reconoce, sin embargo, sentirse molesto por no haber leído nunca otros adjetivos como el cura cristiano o el cura de los Evangelios. "Me llaman rojo aunque no tengo claro si soy de izquierdas. Lo que tengo claro es que sí soy del Evangelio y esto es más izquierdoso que nada. Jesús fue el primer anarquista", explica Enrique, el sacerdote que en 2007 situó a la pequeña parroquia de San Carlos Borromeo (Vallecas) en el centro del huracán informativo tras su enfrentamiento con el cardenal Rouco Varela.

Quizá él aún no lo tenga claro, pero su posicionamiento a favor del matrimonio homosexual, su rechazo a calificar de asesinato el aborto en las primeras 12 semanas de gestación, su férrea defensa del preservativo o de la abolición del celibato le han llevado a ser todo un referente moral e ideológico entre los movimientos cristianos de base y los no tan cristianos. Porque Enrique cuando habla, y habla mucho, no deja indiferente a nadie. No busca levantar polémicas. No es su estilo, dice, pero sus palabras levantan ampollas en una jerarquía eclesiástica no acostumbrada a recibir críticas de entre los suyos.

"No se puede servir a dios y al dinero y aquí se está sirviendo permanentemente a dios y al dinero. La lucha por la justicia la convierten en limosna para mantener el chiringuito. Es decir, los pobres están siendo un negocio para la Iglesia", denuncia Enrique, que asegura, en declaraciones a Público, que nunca antes se había hecho tanto negocio con el mundo de los pobres como ahora. "Se están quitando niños a familias pobres para venderlos y hay grandes organizaciones, como muchas ONG, que viven para ayudar a los pobres pero el 80% de sus gastos se van en personal y estructuras propias", añade.

No obstante, si algo caracteriza a Enrique no son sus palabras, por muy polémicas que sean, sino sus acciones. Su vida ha estado dedicada plenamente a la lucha en favor de los marginados de la sociedad: drogadictos, gitanos, presos, desahuciados, inmigrantes... Sin prejuicios, sin etiquetas y sin dogmas. Es precisamente esta lucha diaria de Enrique de Castro, y de la gente que lo rodea, el núcleo central del libro de Marçal Sarrats: Así en la tierra. Enrique de Castro y la iglesia de los que no se callan, que fue presentado el jueves en Madrid.

"El primer día que fui a casa de Enrique le dije que quería escribir un libro sobre él y me contestó: 'Si vienes a escribir sobre mi ya te puedes ir. Si quieres escribir sobre todos nosotros, bienvenido'", explica el autor. Así, la obra de Sarrats, redactor de Hora 25 (Cadena Ser), trascendió la figura de Enrique para convertirse en el relato del Madrid profundo de los años de la transición, de los duros años ochenta y de una crisis económica que para muchos es consustancial a su propia existencia.

Es la historia de las calles sin asfaltar, las casas sin cemento, las familias rotas, las agujas de ida y vuelta y de las largas noches en la puerta de una comisaria. Así como es la historia de otro tipo de Iglesia, la que no se resigna a reducir la fe a la simple lectura de las escrituras sin traducción al mundo real ni capacidad crítica. La iglesia de los pobres frente a la del poder. Enrique, de hecho, no pierde oportunidad de recodar que Jesucristo renunció al poder y situó a las personas por encima de las leyes y de la propia religión.

En este punto cuando entra en juego el Vaticano en su argumentación. Enrique ha reconocido en repetidas ocasiones que no entiende ni su existencia ni su status de Estado. "Sólo miraré con agrado el Vaticano el día que vea que el Papa se marcha de allí, lo cierra y se va a vivir a las chabolas", ha repetido Enrique en más de una ocasión, quien asegura que es "demasiado pronto" para emitir un juicio correcto del nuevo papa Francisco I. "Al menos se ha quitado los zapatos rojos", ironiza.

Amenazas, palizas y rebajas
A Enrique de Castro lo han amenazado de muerte por su forma de entender la eucaristía e, incluso, los propios chavales que ha acogido en su casa lo han amenazado en busca de unos duros para una nueva dosis de heroína. Lo han apalizado, detenido y llevado preso. Pero nadie ha conseguido hacerle callar. Ni siquiera el paso de los años, las arrugas o el cansancio acumulado. Su voz continúa alzándose contra las injusticas. Como la que cometió el arzobispado de Madrid en 2007 cuando amenazó a este sacerdote con cerrar la parroquia de San Carlos de Borromeo.

"Sólo miraré con agrado el Vaticano el día que vea que el Papa se marcha de allí y se va a vivir a chabolas"Es en este punto donde arranca el relato de Sarrats. El punto en el que Castro, tras varias décadas de lucha contra la marginación, situó a su parroquia en el mapa tras su conflicto con la jerarquía eclesiástica. El Obispado consideró entonces que la liturgia y la catequesis que allí se impartía no eran "eclesialmente homologables". Tras la amenaza de cierre, finalmente, el conflicto se resolvió rebajando la categoría de San Carlos Borromeo de parroquia a centro pastoral.

Un genocidio
Si hay una batalla que ha tenido que librar Enrique por encima de todas las demás, esa ha sido la de la lucha contra la drogadicción y el apoyo a las víctimas y familiares. De la noche a la mañana una nueva sustancia llamada heroína conquistó el barrio y se llevó por delante a dos generaciones enteras de chavales, que sin apenas información, pasaron de comprar hachís en la esquina de casa a consumir caballo por el mismo precio.

"No hay continuidad entre la generación de chavales de los 80 y los del 2000. Han desaparecido la mayoría. Una juventud luchadora, fuerte y brava, los atontaron y los mataron", dice. A la hora de buscar algunos de los responsables Enrique dirige la mirada hacia los policías y, sobre todo, los políticos. Considera que las drogas se convirtió en las primeras grandes entrada de dinero en sus bolsillos a condición de que ellos hicieran la vista gorda.

Por eso, a Enrique no le extraña nada ver fotos como la de Feijóo. "Recorrí las Rias Baixas con gente de allí en enero del 80. Entrabas a un hotel y no había prácticamente clientes pero sí mucho personal. Estos lugares se utilizaban para el blanqueo de dinero. Así que no me puedo extrañar de la foto de Feijóo y lo digo sin saber nada de Feijóo ni de sus relaciones personales. Todo el mundo del lugar sabe que no se ha hecho nada", explica.

Pero las razones económicos no son las únicas a las que alude Enrique. "Ningún gobierno sea del PSOE o del PP le ha interesado una lucha real contra la drogadicción. Al gobierno le viene muy bien una juventud dormida. Las madres hablan de un genocidio y nosotros estamos de acuerdo", sentencia.


Fuente:
PUBLICO.ES
http://www.publico.es/455511/enrique-de ... la-iglesia" onclick="window.open(this.href);return false;
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Pastranec
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Re: Curas a favor del derecho al aborto

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Shé
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Re: Curas a favor del derecho al aborto

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Esos simpáticos, empáticos y comprensivos curas no lo serían si no hubieran sido adoctrinados de pequeños. Hasta es muy posible que esas cosas sobrenaturales en las que oficialmente creen, estén, empezando por el altísimo, en segundo plano para ellos.

El problema es que no se les obliga a elegir entre su trabajo social y la adoración divina. Y es que ni en el Vaticano ni en la CEE son tontos.

Como resultado tenemos a una serie de personas con vocación de servicio a la sociedad que, en vez de trabajar como funcionarios en un estado democrático desarrollado en pos de la equidad, están ahí actuando en nombre de dios en una monarquía bananera.
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