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La laicidad en EspañaRafael Díaz Salazar
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Autor del libro “España Laica”
Soy ilustrado, y al serlo, sospecho de todo, incluso de mí mismo. Como buen laicista me gusta cultivar la cultura de la sospecha, especialmente de lo que escribo y pienso, por lo que me dispongo a exponer un conjunto de reflexiones, por supuesto discutibles, que generen un debate adulto sobre lo que son los movimientos laicistas en nuestro país.
En primer lugar, me gustaría centrarme más en las tendencias ideológicas que en las sociológicas, para definir el término laicismo, exponiendo seis puntos fundamentales:
1) La autonomía y neutralidad religiosa del Estado. El Laicismo, que como veremos también tiene raíces religiosas, nace como movimiento emancipatorio. En un momento existen personas religiosas, básicamente protestantes, y personas claramente no religiosas, para liberar al Estado del yugo del poder eclesiástico.
Pero también el laicismo es emancipatorio de la ideología del partido único ya que, por ejemplo, en Cuba el laicismo tiene las mismas dificultades que tenía en ese país el nacional catolicismo.
2) La autonomía moral y la libertad de conciencia. El laicismo es uno de los principales avances civilizatorios que ha habido en la historia de la humanidad y una potentísima contribución a la constitución del sujeto moral, desde la autonomía de lo moral que exige una responsabilidad y una coherencia ética.
3) La escuela laica y la educación laica. Es un elemento sustancial del proyecto laicista.
4) El humanismo de virtudes. El laicismo es una escuela de virtudes. Ahora a través del neo aristotelismo se ha recuperado. Las virtudes vienen de la filosofía griega, que era pagana, por cierto. El laicismo es un humanismo de virtudes entre las que destacan la tolerancia activa, la interculturalidad, el pluralismo ideológico, el pluralismo religioso y el libre pensamiento crítico.
5) La emancipación de la dominación política, económica, cultural y eclesiástica.
6) La autonomía de la vida espiritual. Desde mi discutible concepción del laicismo, y podía abducir debates que hay en Francia y en otros países como en Bélgica y en Italia, hay una espiritualidad laica. La espiritualidad, como se ha visto en el debate francés en torno a Nicolás Sarkozy, no es patrimonio de la religión. Las religiones pueden ser espirituales o materialismos.
Estos seis puntos tienen que ver con la situación y los retos ideológicos del laicismo en nuestro país. Pero antes de entrar en los retos ideológicos, es necesario hacer una reflexión sobre la tipología de las asociaciones laicistas en nuestro país, en torno a dos ejes. Uno desde el eje autonomía dominación, dominación cultural ideológica y dominación económica. Desde el eje autonomía dominación, y basándome en los estudios de dos maestros como son Luis Gómez Llorente y Antonio García Santesmases, se podría hablar de laicismo liberal y laicismo socialista. Un laicismo liberal en el que lo que importa es la desamortización, y utilizo ese término, del poder político económico e ideológico de los eclesiásticos como parte de un poder conservador más amplio e instauración del poder de la burguesía. Lo importante para este laicismo es ir hacia una nueva desamortización lo más integral posible para liberar al país de la dominación, utilizando la categoría sociológica de casta, de la casta sacerdotal. Pero ahora llega la burguesía progre, que tiene como proyecto abolir el poder de la burguesía, sea progre o “carca”, y empoderar económica, política y culturalmente a la clase obrera, a los trabajadores, al campesinado, a los inmigrantes y a los excluidos sociales. En definitiva, a todos aquellos que trabajen en una empresa independientemente de su cualificación, que experimenten la ausencia de democracia económica, empresarial e industrial. Por lo tanto, el laicismo socialista no tiene como perspectiva solo la dominación de casta sacerdotal, sino la dominación de clase que sigue existiendo en nuestro país.
Desde el binomio religión-aparato eclesiástico como mecanismo de asfixia de la autonomía del Estado, de la autonomía
del orden jurídico, de la autonomía de la moral y de la autonomía de las costumbres, he construido en el libro “España laica” la siguiente tipología:
Laicismo religioso. Es el primero en la historia, en la génesis del laicismo. Emilio Castelar era un laicista religioso. Era un hombre cristiano, y desde sus convicciones, se hizo más laicista, más cristiano y más anti-católico. Otro ejemplo sería Francisco Jiménez de los Ríos, otro santo laico, estaba en contra de la enseñanza aconfesional en la escuela, pero hablaba de algo mucho más radical, la educación del sentimiento religioso en la escuela. Fernando de los Ríos, en el famoso discurso de las cortes republicanas, cuando la bancada católica se le tiró encima, se dirigió a ellos y dijo “algunos no somos católicos no porque no queramos ser religiosos, sino porque queremos serlo más. Y para poder ser religiosos, tenemos que dejar de ser católicos. Es más, para poder ser cristianos tenemos que salirnos de la iglesia católica”.
El laicismo religioso es, por tanto, un laicismo de neutralidad respecto a la religión, un laicismo inclusivo y un laicismo excluyente de la religión, que no es otra cosa que una dimensión política del ateísmo y del anticlericalismo.
Más allá de esta tipología podemos hablar de la perspectiva más orgánica de un laicismo organizado y de un laicismo no organizado. En España hay una tradición tremenda respecto a las comunidades de memoria. Hay una comunidad de memoria republicana, una comunidad de memoria del papel negro de la iglesia católica, o ciertos sectores de la iglesia católica a lo largo de la historia. Es un laicismo no organizado pero que está presente en le país a través de personas que tienen una clara identidad eclesiástica y anticlerical.
Hay dos grandes redes organizadas en el mundo del laicismo en España. Por un lado, la plataforma por una sociedad laica, y por otro, la coordinadora laicista.
Respecto al peso sociológico que tiene el movimiento laicista en nuestro país, lo primero que hay que decir es que en el año 2002, respecto a la reivindicación fundamental de la religión fuera de la escuela, ésta era apoyada por el 11% de los electores del PSOE y el 18% de los electores de IU. La posición de los obispos de una enseñanza confesional obligatoria era defendida por el 18% de los electores del PSOE, y por el 5% de los electores de IU. Y respecto al resto, la mayoría de los electores de la izquierda se decantaban por una enseñanza de la religión, bien por la vía de la optatividad o bien por la vía comparada de las religiones.
Muchas veces se identifica laicismo con no religiosidad, y respecto a este componente en nuestro país las personas que se declaran no religiosas son el 18%, ateos el 6%, católicos practicantes el 31%, personas que creen en Dios el 73%, y los que afirman tener una identidad cultural católica el 80%. Respecto al pluralismo religioso, el 2% de las personas religiosas no son católicas.
Los retos ideológicos para el laicismo y las organizaciones laicistas en nuestro país son, en primer lugar, seguir profundizando en la neutralidad ideológica del Estado, resolviendo algunas cuestiones, como el Estatuto de la asignatura de religión. En este sentido, hay una posición mayoritaria, que es la religión fuera de la escuela, y una posición minoritaria, que cree que el movimiento laicista de este país tiene que decantarse por conseguir una enseñanza laica y no confesional de las religiones en la escuela.
Aún queda mucho por hacer en el movimiento laicista español, como un análisis del hecho religioso y de la pluralidad y complejidad de las personas religiosas que pertenecen a la iglesia. La iglesia católica es sumamente compleja y no se divide entre los obispos y redes cristianas. La religión es algo que ha sido tremendamente nociva para la humanidad y lo sigue siendo, además de algo profundamente emancipatorio. Por lo tanto, hay que afinar más en el tratamiento de los fenómenos religiosos y pasar de una laicidad de ignorancia y desprecio de los fenómenos religiosos y eclesiales a una laicidad de reconocimiento y diálogo con ese mundo complejo de lo religioso y de las instituciones.
Por todo ello, el laicismo tiene que plantearse si de hecho tiene como objetivo el fin de la hierocracia del poder de los curas y la privatización total de la iglesia o si, más allá del tema de la iglesia y religión, tiene un programa propio. Un ejemplo de esto sería el tema de la escuela laica como un eje fundamental. La escuela laica no es solo la escuela que logra que desaparezcan los símbolos religiosos y logra que no se dé la asignatura de religión, que eso pertenece al programa de la laicidad en la escuela. Un profesor laicista no es el mero sindicalista que lo que pide es menos horas y mejor horario y más salario, sino que tiene una exigencia moral tremendamente fuerte y un proyecto educativo que va mucho más allá.
Me considero socialista, y para mí, el laicismo socialista es el más decisivo. Precisamente por ser muy socialista y no comunista no estoy en el Partido Socialista. Si yo quiero un partido socialista, ante todo, es para que se instauren dos cosas. En primer lugar, la democracia en la empresa que es donde las personas viven la dominación en su vida cotidiana. La democracia económica, el replantear la cuestión del empoderamiento económico y cultural de los trabajadores. El segundo reto ideológico tiene que ser la autonomía moral. Es muy importante recoger la tradición de las Casas del Pueblo, de los ateneos libertarios. Para eso no necesitamos solo profesores, necesitamos organizaciones.
Estas son algunas reflexiones hacia un movimiento laicista que recree la laicidad y sea capaz de tener un programa que incluya todo lo necesario para reforzar la autonomía y la neutralidad del Estado. Por un lado, que sea capaz de comprender la complejidad de todos esos procesos, que aprenda más de las laicidades europeas, y, sobre todo, hacer hincapié en la idea del laicismo educativo y del laicismo socialista en el ámbito económico.