FUNDAMENTOS RELIGIOSOS DEL VELO
El uso del velo y similares va unido al concepto de
Purdah o Pardaa (urdu e hindi, "cortina"), coincidiendo con
hijab ("cortina"). Le oí a un imam que en el calor sofocante de Arabia, las mujeres (y los hombres también) se cubrían completamente para estar al sol, pero se ponían cómodas para andar por casa; el profeta recibía a mucha gente que iba a hablar con él, y entonces las mujeres seguían en ropa ligera, pero detrás de una cortina de tela.
Distintas culturas tienen distintas apreciaciones de la desnudez. Los nórdicos, como los japoneses, en invierno van tapados hasta la nariz pero luego comparten la sauna o el baño comunitario sin hacer alharaca, muy a nuestro estilo: por la mañana a la playa nudista, pero al trabajo y a la fiesta, vestidos de bonito. Nuestros antepasados grecorromanos iban vestidos o desnudos según la ocasión, como en el gymnasium (="lugar donde se está desnudo"). Las mujeres vaishnavas de India y Nepal pueden lucir los brazos, y hasta el vientre por encima del ombligo pero, ¡cuidado!, el contacto físico y aún visual es tabú. Cogerse de la mano en la calle ya provoca una tosecilla nerviosa de los viejos, y un beso es pornografía; existe el kamasutra pero confinado al lecho conyugal.
Parece que los árabes tomaron el purdah de los persas preislámicos. Es más amplio que el hijab islámico, e incluye la segregación física de sexos, es ajeno al Corán, pero presente en los hádices, y bastante controvertido en cuanto a su alcance. Así, nos consta que el profeta prohibió que se impidiera a las fieles acudir a la oración. Si en aquel tiempo se ponían simplemente detrás de los hombres, ahora se sitúan en otra estancia, o detrás de celosías, o incluso en algún país se les recomienda orar en su casa.
El conjunto hijab-purdah tiene consecuencias sociales importantes. Limita la movilidad de las mujeres y cierra su horizonte laboral. No es un problema derivado del bajo nivel económico: el país más desarrollado de oriente medio ha registrado una ocupación no agrícola femenina del 2,6%, cinco veces inferior al país latinoamericano menos desarrollado. Antes bien es una
causa del subdesarrollo. También está detrás de los crímenes de "honor" (
Namus) tan frecuentes entre los musulmanes, con gran incidencia en Pakistán, Turquía, Alemania, Reino Unido y España.
El Corán dedica a este asunto sólo tres versos, a saber:
Sura 24 "La Luz":
30: "Di a los [hombres] creyentes que bajen la mirada y guarden sus partes privadas, eso es más puro para ellos".
31: "Y di a las creyentes que bajen la mirada y guarden sus partes privadas, y que no muestren sus atractivos a excepción de los que sean externos..."
Sura 59 "Los Clanes", 59
¡Profeta! Di a tus esposas e hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran desde arriba con sus vestidos. Esto es lo más adecuado para que se las reconozca y no se las ofenda".
El imam Mohamed Baianonie, sirio residente en los USA, comenta el verso 59:59 así: "En los tiempos de la
jahiliyya (=ignorancia anterior al islam) las mujeres se cubrían la cabeza dejando caer el velo por la espalda, lo que dejaba al descubierto el cuello y la parte alta del pecho".
Un hádice de Abu Dawud refiere que según Aísha, el profeta le dijo a Asmá (su joven cuñada) cuando se presentó ante él con ropa fina, que una mujer que alcanza la pubertad no debe mostrar más que esto y esto, señalando la cara y las manos.
La tradición mayoritaria sunní lo entiende así:
- modestia y discreción en público, tanto hombres como mujeres, incluyendo no ostentación de joyas, maquillaje, oro, seda, ropa ajustada, completamente roja, o que arrastre por el suelo.
- con su marido, no hay norma, porque el marido puede ver o tocar lo que quiera.
- con los niños, otras mujeres y sus parientes, esclavas y ancianos, la mujer debe cubrir sus partes privadas, que son desde las rodillas hasta la parte alta del pecho. Similar para los hombres, cuyas partes privadas son de las rodillas hasta encima del ombligo.
- en la calle, las mujeres deben llevar un vestido largo que cubra todo el cuerpo (y los hombres preferiblemente también).
En 2006 se hizo famoso un imam sudanés, el Dr. Hasan al-Turabi, al afirmar que el Corán manda taparse el pecho, no la cara. Esto que es verdad, le valió sin embargo una acusación de apostasía. Sin ser el tío más progresista del mundo, ideólogo de la dictadura militar islámica sudanesa y amiguete de ben Laden, tiene muchísima gente a su derecha.
En cuanto al apartheid de género, se suele fundar en un hádice "fuerte" (
sahih) de Hanbal que pone en boca de uno de los primeros conversos: "Los dos ojos cometen
zina (fornicación), los dos pies cometen
zina, los genitales cometen
zina".
Entender esto como que la mujer no puede pisar la calle si no es acompañada de un hombre de la familia y que no puede hablar con nadie que no sea su pariente o su marido, es... raro, porque sabemos que el profeta era un empleado a sueldo de su primera esposa antes de casarse con ella y para eso digo yo que algo tendrían que hablar. También sabemos que las esposas del profeta hablaban libremente con los hombres de Medina.
Y dejo ya la exégesis no me vaya a convertir.
Mi impresión personal es que la mujer está confinada al interior de la casa de su marido o de su padre, y pasa por el mundo de los hombres con el "manto de invisibilidad". Tienes la impresión de estar en un cuartel, puedes pasar semanas sin ver a una sola mujer y cuando las ves, no las ves. Y si las miras, estás perdido. Tomando el té con un señor bastante culto en un oasis africano, me explicaba que estaba prohibido beber licor en la calle, razón por la cual lo beben en casa. Mientras nosotros entendemos que la moral es para que cada uno la interiorice, parece que la
sharia trata de construir un mundo sin tentaciones. No sólo en oriente medio, sino también en Amsterdam o en el barrio de Kreuzberg (Berlín). Cuando esos turcos vuelven de vacaciones a su país, dan la impresión de venir directamente del siglo XVI. Si ya es bien triste que "el enfermo de Europa", hasta ahora el único intento en la historia de un estado laico en el islam, haya fracasado completamente, más lo es que alemanes de tercera y cuarta generación residentes en la ciudad más avanzada del mundo parezcan retrógrados ante sus correligionarios campesinos.
Taprón.