La fascinación por el mal
Publicado: Dom Dic 07, 2008 8:39 pm
A veces me pregunto por qué carajo ando buscando por la red foros cristianos, y a ser posible de lo más radicales, si soy ateo convencido y sin preocupaciones por serlo.
La contemplación del mal, que no el ejercerlo, provoca en muchas personas una fascinación irresistible, como al mirar las llamas de una hoguera o el discurrir de una corriente de agua. No lo puedo explicar, pero cuando en televisión echan un documental sobre el nazismo, el fascismo, el estalinismo, la mafia, la esclavitud, la trata de mujeres y niños, el terrorismo, el satanismo, las sectas destructivas, etc., no puedo dejar de mirarlos. Me fascina, y me espanta, cómo es posible que ciertas personas consigan la sumisión absoluta de otras para hacer con ellas lo que quieran. Eso es, sin duda, la mayor expresión del mal sobre la Tierra.
El mismo sentimiento, y aumentado, se me desata cuando me enfrento a las religiones, cualquiera que sean estas. Y no me refiero sólo a sus expresiones más fanáticas, si no a las más normales. Esa capacidad que tienen para lograr que la gente haga cosas que no desea, por que es un mandato divino (pero expresado a través de sus representantes en la Tierra); esa capacidad que tienen para hacer que la gente se sienta culpable por no seguir las reglas más estrictas; esa capacidad que tienen para logra que una persona renuncie a sus deseos más humanos sólo por la promesa de un premio o el miedo a un castigo tras la muerte; esa capacidad que tiene para que la gente crea como ciertas cosas notoriamente falsas, en suma, esa capacidad de dominación de las personas es, sin duda, una expresión del mal sobre la Tierra de las más abyectas.
Eso es el mal, no me cabe duda: el convertir a las personas libres en esclavos de los representantes de una ideología, religión, superstición o lo que sea. Y encima, la religión lo hace proclamándose los representantes del bien. Eso, me fascina aún más.
La contemplación del mal, que no el ejercerlo, provoca en muchas personas una fascinación irresistible, como al mirar las llamas de una hoguera o el discurrir de una corriente de agua. No lo puedo explicar, pero cuando en televisión echan un documental sobre el nazismo, el fascismo, el estalinismo, la mafia, la esclavitud, la trata de mujeres y niños, el terrorismo, el satanismo, las sectas destructivas, etc., no puedo dejar de mirarlos. Me fascina, y me espanta, cómo es posible que ciertas personas consigan la sumisión absoluta de otras para hacer con ellas lo que quieran. Eso es, sin duda, la mayor expresión del mal sobre la Tierra.
El mismo sentimiento, y aumentado, se me desata cuando me enfrento a las religiones, cualquiera que sean estas. Y no me refiero sólo a sus expresiones más fanáticas, si no a las más normales. Esa capacidad que tienen para lograr que la gente haga cosas que no desea, por que es un mandato divino (pero expresado a través de sus representantes en la Tierra); esa capacidad que tienen para hacer que la gente se sienta culpable por no seguir las reglas más estrictas; esa capacidad que tienen para logra que una persona renuncie a sus deseos más humanos sólo por la promesa de un premio o el miedo a un castigo tras la muerte; esa capacidad que tiene para que la gente crea como ciertas cosas notoriamente falsas, en suma, esa capacidad de dominación de las personas es, sin duda, una expresión del mal sobre la Tierra de las más abyectas.
Eso es el mal, no me cabe duda: el convertir a las personas libres en esclavos de los representantes de una ideología, religión, superstición o lo que sea. Y encima, la religión lo hace proclamándose los representantes del bien. Eso, me fascina aún más.