Carta abierta a un cura pederasta
Publicado: Sab Jun 07, 2008 2:15 pm
CARTA ABIERTA A UN CURA PEDERASTA
La muerte de Mari Luz Cortés, la niña de cinco años presuntamente asesinada por el pederasta Santiago del Valle, ha sido el detonante que ha convulsionado la conciencia de este país al señalarse la posibilidad de que todavía permaneciese viva si las cosas de la justicia se hubiesen hecho mejor.
Su padre Juan José Cortés, su mujer Irene Suárez, el abuelo paterno, su tío Valentín y un gran número de simpatizantes con la causa, se han recorrido como la “caravana pro cadena perpetua” más de 4.000 kilómetros alrededor de 26 provincias recogiendo firmas. Pese a que ya se han alcanzado cerca del millón un “ejército” de voluntarios continuará con esa labor hasta el próximo mes de octubre que termina el plazo de presentación en el Congreso de los Diputados.
También han solicitado encarecidamente a todo el mundo que continúen descargando de la red (www.nuevodrom.net) las hojas para las firmas y que ayuden a recogerlas en cada una de sus ciudades para enviarlas por correo. Aseguran que diariamente están recibiendo la nada despreciable cantidad de 20.000 firmas.
Juan José Cortés insiste en que “todo esfuerzo es poco” para lograr las medidas que propone contra la pederastia: cadena perpetua para los asesinos pederastas; confeccionar una lista pública de pederastas y el diseño de un protocolo de actuación para la desaparición de un menor.
Entre todos lo conseguiremos, hemos de erradicar esta lacra de nuestra sociedad civilizada.
Reproduzco la carta abierta que han publicado los periódicos de un adulto que en su niñez sufrió abusos sexuales de un pederasta y que no es necesario comentar. Sobran las palabras.
“Te quiero”. “Me has llegado muy hondo”. “Eres alguien muy especial para mí”. Me decías después de haberme utilizado. Y yo te creía. Porque habías escuchado mis sueños de adolescente y me habías alentado a perseguirlos. Porque me habías dado ese cariño paternal que tantas veces me había faltado. Porque me habías hecho sentir importante, valioso y apreciado. En resumen, porque pensaba que era afortunado de tenerte a mi lado, porque eras como el padre que nunca había tenido.
Hasta que comprendí que el amor no te hace sentir sucio, avergonzado, temeroso de que descubran tu terrible secreto y que por tanto no eres digno de ser amado. Que no te provoca tal sentimiento de culpa, que te carcome las entrañas, por ese “terrible delito” en que has participado. Que no te genera un dolor tan hondo, que buscas consuelo en cualquier conducta autodestructiva que pueda apaciguarlo, aunque sepas que en el fondo te está destrozando.
Hasta que descubres que eso no es amor, es abuso. Y quienes lo cometen no son padres, hermanos, vecinos, sacerdotes,… gente honorable y respetable, pilares de nuestra comunidad de conducta pública intachable, sino vulgares criminales y delincuentes, lobos con piel de cordero, de conducta privada deleznable.
Hasta que te muestran el verdadero rostro del amor. Por esa madre coraje, que aún rota de dolor, encuentra las fuerzas para seguir luchando por protegerte. Por esas amistades, que aún desconcertadas y confusas encuentran la forma de apoyarte. Por esos compañeros del grupo de terapia, que te llenan de cariño y comprensión sin nunca caer en la tentación de juzgarte.
El abuso al que me sometiste me podría haber destrozado la vida. El amor que ellos me dieron me dio la oportunidad de rehacerla. Por eso, por más que te empeñes, nunca podrán ser lo mismo. Lo que tú hiciste no es amar, es abusar.
Miguel H. C.
Tiene 25 años, es licenciado en Medicina y sufrió abusos sexuales en su adolescencia por parte de un cura.
Luis Viadel
FUENTE: http://www.eltorrenti.com/editoriales/2 ... 06-002.htm
La muerte de Mari Luz Cortés, la niña de cinco años presuntamente asesinada por el pederasta Santiago del Valle, ha sido el detonante que ha convulsionado la conciencia de este país al señalarse la posibilidad de que todavía permaneciese viva si las cosas de la justicia se hubiesen hecho mejor.
Su padre Juan José Cortés, su mujer Irene Suárez, el abuelo paterno, su tío Valentín y un gran número de simpatizantes con la causa, se han recorrido como la “caravana pro cadena perpetua” más de 4.000 kilómetros alrededor de 26 provincias recogiendo firmas. Pese a que ya se han alcanzado cerca del millón un “ejército” de voluntarios continuará con esa labor hasta el próximo mes de octubre que termina el plazo de presentación en el Congreso de los Diputados.
También han solicitado encarecidamente a todo el mundo que continúen descargando de la red (www.nuevodrom.net) las hojas para las firmas y que ayuden a recogerlas en cada una de sus ciudades para enviarlas por correo. Aseguran que diariamente están recibiendo la nada despreciable cantidad de 20.000 firmas.
Juan José Cortés insiste en que “todo esfuerzo es poco” para lograr las medidas que propone contra la pederastia: cadena perpetua para los asesinos pederastas; confeccionar una lista pública de pederastas y el diseño de un protocolo de actuación para la desaparición de un menor.
Entre todos lo conseguiremos, hemos de erradicar esta lacra de nuestra sociedad civilizada.
Reproduzco la carta abierta que han publicado los periódicos de un adulto que en su niñez sufrió abusos sexuales de un pederasta y que no es necesario comentar. Sobran las palabras.
“Te quiero”. “Me has llegado muy hondo”. “Eres alguien muy especial para mí”. Me decías después de haberme utilizado. Y yo te creía. Porque habías escuchado mis sueños de adolescente y me habías alentado a perseguirlos. Porque me habías dado ese cariño paternal que tantas veces me había faltado. Porque me habías hecho sentir importante, valioso y apreciado. En resumen, porque pensaba que era afortunado de tenerte a mi lado, porque eras como el padre que nunca había tenido.
Hasta que comprendí que el amor no te hace sentir sucio, avergonzado, temeroso de que descubran tu terrible secreto y que por tanto no eres digno de ser amado. Que no te provoca tal sentimiento de culpa, que te carcome las entrañas, por ese “terrible delito” en que has participado. Que no te genera un dolor tan hondo, que buscas consuelo en cualquier conducta autodestructiva que pueda apaciguarlo, aunque sepas que en el fondo te está destrozando.
Hasta que descubres que eso no es amor, es abuso. Y quienes lo cometen no son padres, hermanos, vecinos, sacerdotes,… gente honorable y respetable, pilares de nuestra comunidad de conducta pública intachable, sino vulgares criminales y delincuentes, lobos con piel de cordero, de conducta privada deleznable.
Hasta que te muestran el verdadero rostro del amor. Por esa madre coraje, que aún rota de dolor, encuentra las fuerzas para seguir luchando por protegerte. Por esas amistades, que aún desconcertadas y confusas encuentran la forma de apoyarte. Por esos compañeros del grupo de terapia, que te llenan de cariño y comprensión sin nunca caer en la tentación de juzgarte.
El abuso al que me sometiste me podría haber destrozado la vida. El amor que ellos me dieron me dio la oportunidad de rehacerla. Por eso, por más que te empeñes, nunca podrán ser lo mismo. Lo que tú hiciste no es amar, es abusar.
Miguel H. C.
Tiene 25 años, es licenciado en Medicina y sufrió abusos sexuales en su adolescencia por parte de un cura.
Luis Viadel
FUENTE: http://www.eltorrenti.com/editoriales/2 ... 06-002.htm