Reficul escribió:Xasto: Muy bueno ese escrito, y muy bueno el hecho de que lograras publicarlo.
Además de los enlaces que te recomiende Pablov, no dejes de echar un vistazo al trabajo de nuestra compañera Carmen:
http://www.ateismopositivo.com.ar/
Saludos
Muy interesantes las aportaciones de Carmen.
Eso me recuerda el código de Mario Bunge:
"La actividad científica es una escuela de moral, por exigir la adquisición o el afianzamiento de los siguientes hábitos o actitudes:
1) La honestidad intelectual (o culto a 1a verdad), el aprecio por la objetividad y la comprobabilidad, el desprecio por la falsedad y el autoengaño. La observancia de la honestidad intelectual exige:
2) La independencia de juicio, el hábito de convencerse por sí mismo con pruebas, y de no someterse e la autoridad. La honestidad intelectual y la independencia de juicio requieren, para ser practicados, una dosis de:
3) Coraje intelectual (y aún físico en ocasiones): decisión para defender la verdad y criticar el error cualquiera que sea su fuente y, muy particularmente, cuando el error es propio. La crítica y la autocrítica practicadas con coraje infunden:
4) Amor por la libertad intelectual y, por extensión, amor por las libertades individuales y sociales que las posibilitan; concretamente desprecio por toda autoridad infundada -sea intelectual, religiosa o política- y por todo poder injusto. La honestidad intelectual y el amor por la libertad llevan a afianzar el
5) Sentido de la justicia, que no es precisamente la servidumbre a la ley positiva -que nos imponen y que puede ser injusta- sino la disposición a tomar en cuenta los derechos y opiniones del prójimo, evaluando sus fundamentos respectivos.
Honestidad intelectual, independencia de juicio, coraje intelectual, amor por la libertad y sentido de la justicia: cinco virtudes que el oficio de conocer exige y refuerza mucho más que el oficio de la ley, porque surge de un código interno, autoimpuesto, que responde a la mecánica de la investigación y no dependen de una sanción exterior. Cinco virtudes que acompañan la búsqueda de la verdad tanto en la ciencia como en las humanidades, donde las exigencias de rigor lógico y de comprobación -empírica son máximas.
La misión de la ciencia no es acatar sino innovar, no es ocultar sino descubrir. De ahí que la moral de la ciencia sea autónoma (por oposición a los códigos autoritarios morales) e iluminista, por oposición a la moral de la guerra (militar o comercial), de la religión y del humor, todos los cuales son oscurantistas en el sentido que mandan no aclarar ciertos puntos. La explicación, que mata el secreto militar y comercial, mata también el sentido religioso y el chiste, pero es, en cambio, la sal de la ciencia que adopta el mandamiento:"explicarás, aclararás y difundirás hasta donde puedas".
La ciencia es un medio de producción con una modalidad ética bien precisa: no puede haber ciencia deshonesta, ciencia en búsqueda deliberada del error, o que eluda la crítica, o que suprima la verdad. La búsqueda de la verdad objetiva impone una recta conducta, al menos dentro del recinto de investigación y en lo que se refiere al proceso de planteo y solución de problemas. Ninguna otra actividad posee esta característica en forma tan marcada. Se puede fabricar un manual de historia repleto de mentiras, un cosmético fraudulento o un acontecimiento político tenebroso sin escrúpulo moral alguno, no así una teoría verdadera o un experimento auténtico. En principio, pues, la ciencia es una fuerza moral a la vez que productiva.
CODIGO ETICO DE FILOSOFIA
1) No filosofarás sobre la ignorancia, sino fundándote sobre el conocimiento; para esto empezarás por adquirirlo. O sea, "primum cognoscere, deinde filosophare".
2) No te jactarás de poseer poderes cognoscitivos especiales de alcanzar el conocimiento por vías suprarracionales o supraempíricas: aprenderás con trabajo sin creerte dueño privilegiado de una intuición especial, visión de las esencias, sentimiento de los valores o comprensión simpática que te permita ahorrarte el aprendizaje y la investigación y eximirte de ser criticado.
3) Intentarás expresarte con sentido y con claridad, formulando enunciados que, por poseer significado, sean susceptibles de ser convalidados o, al menos, justificados pragmáticamente: rehuirás la frase sonora pero hueca o irrefutable, no disimularás la vaciedad conceptual con un lenguaje oscuro o metafórico, no reemplazarás al análisis por el juego de palabras.
4) Justificarás lo que afirmes: intentarás ofrecer los medios para el test lógico o empírico de tus aserciones, y recurrirás a la autoridad solamente como expediente pragmático transitorio.
5) No te atarás a dogma alguno: en particular no acatarás filosofías de iglesia ni de partido, y no te encerrarás obstinadamente en una escuela; tomarás el partido de la verdad, no cesarás de dudar, de criticar, de poner a prueba, de preguntar y de preguntarte; te rectificarás cuantas veces lo exija el ajuste a la verdad sin vergüenza, ya que lo vergonzoso es seguir creyendo que puedan existir, fuera de las ciencias formales, verdades irrefutables y definitivas, y que un individuo o una secta puedan poseer la suma del saber.
6) Te renovarás: no te fosilizarás, sino que te mantendrás alerta a las grandes novedades del saber, sin intentar forzarlas en tus esquemas preconcebidos: antes bien, reajustarás de continuo tus esquemas a la novedad, aunque sin abandonar la cautela propia del sabio que impide aclamar lo último como lo mejor o lo más verdadero.
7) Tolerarás toda investigación científica de hipótesis que no creas; pero serás intolerante con la ignorancia organizada, con el oscurantismo, con el mito, con las barreras a la búsqueda y la difusión del conocimiento.
Sostener que el goce ético y una educación para refinarlo deben ocupar un lugar más importante que la búsqueda de la verdad, de la utilidad y del bien social, no es hoy signo de cultura refinada, sino de incultura, de egoísmo, de frivolidad propia de salones victorianos” (Mario Bunge en “Etica y ciencia”)
¿Cumplen esos requisitos las religiones?