LOS COMPLEJOS ATEOS
Publicado: Sab Abr 25, 2009 12:39 pm
La razón del siguiente comentario es doble. Por un lado, me gustaría aportar mi opinión (sin pretensiones de sentar cátedra) sobre cuestiones que se repiten hasta el aburrimiento (definición de ateo, ideario ateo, asociacionismo ateo,…), que acaban desvirtuando un buen número de hilos potencialmente interesantes y hasta causan roces que no hacen el cariño, sino tan sólo rozaduras. Por otra parte, quiero contestar y hasta combatir los complejos que tienen algunos y que, consciente o inconscientemente, tratan de exportar a la generalidad de los ateos.
1º Definición de ateo
Hay muchas y buenas definiciones de ateo/a. Sin embargo, la RAE es tan telegráfica que casi no define nada sin ayuda del sentido común. Si basta con no creer en dioses, una persona puede rezar a la Virgen, invocar a los ángeles o al Espíritu Santo, y declararse indiscutiblemente atea.
No hay más que echar un vistazo al primer diccionario de castellano, para pensar que no es casual la aparentemente inocua indefinición de la versión actual.
Dicho de otra manera: Tengo la impresión de que, cada vez que nos enzarzamos y malgastamos nuestras energías en estos enfrentamientos sin sentido, estamos cayendo en su trampa semántica. Porque, si el lenguaje determina el pensamiento, quien controla el lenguaje, controla en buena medida el pensamiento ajeno.
2º Ideario ateo
En parte, gracias a la indefinición anterior, los ateos muestran actitudes muy diversas respecto a todo lo que no sea la creencia en dioses. Personalmente, encuentro maravillosa la ateo-diversidad, y no creo que haya que ponerles puertas al campo. Es del todo absurdo pretender redefinir el término ateo a nuestra imagen y semejanza, o elaborar un catecismo ateo.
3º Asociacionismo ateo
Algunos ateos presentan un gran complejo de creyente, que se caracteriza por una exagerada esquivación de lo que ellos consideran la conducta propia de los creyentes. Esta conducta les lleva con frecuencia a adoptar a actitudes ridículas. Por ejemplo: si los religiosos se asocian, los ateos no debemos organizarnos, porque nos convertiríamos en una forma de religión. Siendo coherente con esta línea de pensamiento, cuando se nos caiga un billete de 50 € no debemos agacharnos para cogerlo, porque sólo los creyentes se arrodillan.
No hace falta ser ningún “iluminado” para darse cuenta que los ateos tenemos sobrados motivos para unir nuestros esfuerzos en pro de la plena laicidad. Ejercer nuestros derechos políticos no nos hace menos ateos. No sé a quién se le habrá ocurrido semejante estupidez, pero sí sé a quién beneficia nuestro silencio y pasividad.
No se trata de lograr ninguna “unificación” milagrosa, pero hasta los gatos debieran organizarse y actuar eficazmente en grupo cuando sus intereses lo requieran. De hecho, esto es lo que muestra el panorama; una pluralidad de asociaciones que, en casos puntuales, como el Bus Ateo, sorprenden a propios y a extraños, actuando espontáneamente, como si fuésemos una eficiente macro-organización internacional, que gasta con abundancia en comunicaciones y congresos.
Según los hechos, los ateos no somos como los gatos, sino como los dedos de una mano; todos diferentes y frágiles por separado. Sin embargo, podemos unirnos puntualmente, y convertirnos en un impresionante puño que golpee la conciencia de la sociedad y la haga reaccionar, favoreciendo así la extensión del pensamiento crítico, racional y libre.
En este contexto, sí tiene sentido que un grupo de ateos establezca unas bases comunes y elabore un proyecto con el que muchos se puedan sentir identificados. No se trata de “homologar” el ateismo, ni de imponer nada a nadie, sino que delimitamos nuestro espacio dentro de la diversidad para alcanzar un mínimo grado de afinidad. De esta manera, las personas se asocian con conocimiento de causa, los acuerdos se logran como por generación espontánea, y no hay lugar ya para diferencias irreconciliables dentro del equipo.
1º Definición de ateo
Hay muchas y buenas definiciones de ateo/a. Sin embargo, la RAE es tan telegráfica que casi no define nada sin ayuda del sentido común. Si basta con no creer en dioses, una persona puede rezar a la Virgen, invocar a los ángeles o al Espíritu Santo, y declararse indiscutiblemente atea.
No hay más que echar un vistazo al primer diccionario de castellano, para pensar que no es casual la aparentemente inocua indefinición de la versión actual.
Dicho de otra manera: Tengo la impresión de que, cada vez que nos enzarzamos y malgastamos nuestras energías en estos enfrentamientos sin sentido, estamos cayendo en su trampa semántica. Porque, si el lenguaje determina el pensamiento, quien controla el lenguaje, controla en buena medida el pensamiento ajeno.
2º Ideario ateo
En parte, gracias a la indefinición anterior, los ateos muestran actitudes muy diversas respecto a todo lo que no sea la creencia en dioses. Personalmente, encuentro maravillosa la ateo-diversidad, y no creo que haya que ponerles puertas al campo. Es del todo absurdo pretender redefinir el término ateo a nuestra imagen y semejanza, o elaborar un catecismo ateo.
3º Asociacionismo ateo
Algunos ateos presentan un gran complejo de creyente, que se caracteriza por una exagerada esquivación de lo que ellos consideran la conducta propia de los creyentes. Esta conducta les lleva con frecuencia a adoptar a actitudes ridículas. Por ejemplo: si los religiosos se asocian, los ateos no debemos organizarnos, porque nos convertiríamos en una forma de religión. Siendo coherente con esta línea de pensamiento, cuando se nos caiga un billete de 50 € no debemos agacharnos para cogerlo, porque sólo los creyentes se arrodillan.
No hace falta ser ningún “iluminado” para darse cuenta que los ateos tenemos sobrados motivos para unir nuestros esfuerzos en pro de la plena laicidad. Ejercer nuestros derechos políticos no nos hace menos ateos. No sé a quién se le habrá ocurrido semejante estupidez, pero sí sé a quién beneficia nuestro silencio y pasividad.
No se trata de lograr ninguna “unificación” milagrosa, pero hasta los gatos debieran organizarse y actuar eficazmente en grupo cuando sus intereses lo requieran. De hecho, esto es lo que muestra el panorama; una pluralidad de asociaciones que, en casos puntuales, como el Bus Ateo, sorprenden a propios y a extraños, actuando espontáneamente, como si fuésemos una eficiente macro-organización internacional, que gasta con abundancia en comunicaciones y congresos.
Según los hechos, los ateos no somos como los gatos, sino como los dedos de una mano; todos diferentes y frágiles por separado. Sin embargo, podemos unirnos puntualmente, y convertirnos en un impresionante puño que golpee la conciencia de la sociedad y la haga reaccionar, favoreciendo así la extensión del pensamiento crítico, racional y libre.
En este contexto, sí tiene sentido que un grupo de ateos establezca unas bases comunes y elabore un proyecto con el que muchos se puedan sentir identificados. No se trata de “homologar” el ateismo, ni de imponer nada a nadie, sino que delimitamos nuestro espacio dentro de la diversidad para alcanzar un mínimo grado de afinidad. De esta manera, las personas se asocian con conocimiento de causa, los acuerdos se logran como por generación espontánea, y no hay lugar ya para diferencias irreconciliables dentro del equipo.