LA GRAN VERDURA
Publicado: Dom Oct 18, 2009 1:02 am
Arturo (A): Sabes, en mi jardín hay enanos verdes
Escéptico (E): ¿En serio, me los puedes mostrar?
A: No, no son visibles
E: ¿Y entonces como sabes que son verdes?
A: Porque con su color se confunden con el pasto, por esto no se les puede ver
E: ¿Y si no los puedes ver, como sabes que existen?
A: Yo se que están ahí, me lo han dicho en sueños, no tengo porqué dudar de ellos
E: ¿Puedo visitarte un día para observar?
A: ¿Y que sacas, si no los podrás ver?
E: ¿Cómo me puedes demostrar que es cierto lo que me dices?
A: Yo no te tengo que demostrar nada, yo se que existen, y que están ahí
E: O sea, no existen
A: Oye, antes de decirme que no existen, ¿me púeles demostrar fehacientemente que no existen?
E: Eres tú el que afirma la existencia de ellos, eres tu el que tiene la carga de la demostración.
A: El sagrado libro del pensamiento verde, al comienzo lo dice bien claro: “Yo la gran Verdura he creado a los enanos verdes a mi semblante y semejanza y les he dado como herencia aquel jardín”, ¿Te queda alguna duda?
E: ¿Y como sabes que ese libro dice la verdad?
A: Porque lo dictó la gran VERDURA a sus redactores, por clorofílica inspiración.
E: ¿Como sabes que la gran Verdura existe?
A: ¿No lo leíste? Lo dice el libro del Pensamiento Verde, luego la gran VERDURA existe
E: ¡Oye, pero esto es un argumento circular!
A: ¿Pones en duda lo que dice el libro del Pensamiento Verde?
E: Si, lo pongo en duda
A: Como te atreves a poner en duda la palabra de la gran VERDURA. Vas a ver lo que te va a pasar cuando te encuentras frente a Ella. Me voy a reír cuando te convierta en ensalada.
E: ¿Me estás amenazando?
A: Espero que encuentres misericordia de la gran VERDURA. ¿Que se habrá imaginado este pobre escéptico dudar de la existencia de los enanos verdes que hay en mi jardín. No hay peor ciego que no quiere ver
Que la gran VERDURA les de su clorofila todos los días
Escéptico (E): ¿En serio, me los puedes mostrar?
A: No, no son visibles
E: ¿Y entonces como sabes que son verdes?
A: Porque con su color se confunden con el pasto, por esto no se les puede ver
E: ¿Y si no los puedes ver, como sabes que existen?
A: Yo se que están ahí, me lo han dicho en sueños, no tengo porqué dudar de ellos
E: ¿Puedo visitarte un día para observar?
A: ¿Y que sacas, si no los podrás ver?
E: ¿Cómo me puedes demostrar que es cierto lo que me dices?
A: Yo no te tengo que demostrar nada, yo se que existen, y que están ahí
E: O sea, no existen
A: Oye, antes de decirme que no existen, ¿me púeles demostrar fehacientemente que no existen?
E: Eres tú el que afirma la existencia de ellos, eres tu el que tiene la carga de la demostración.
A: El sagrado libro del pensamiento verde, al comienzo lo dice bien claro: “Yo la gran Verdura he creado a los enanos verdes a mi semblante y semejanza y les he dado como herencia aquel jardín”, ¿Te queda alguna duda?
E: ¿Y como sabes que ese libro dice la verdad?
A: Porque lo dictó la gran VERDURA a sus redactores, por clorofílica inspiración.
E: ¿Como sabes que la gran Verdura existe?
A: ¿No lo leíste? Lo dice el libro del Pensamiento Verde, luego la gran VERDURA existe
E: ¡Oye, pero esto es un argumento circular!
A: ¿Pones en duda lo que dice el libro del Pensamiento Verde?
E: Si, lo pongo en duda
A: Como te atreves a poner en duda la palabra de la gran VERDURA. Vas a ver lo que te va a pasar cuando te encuentras frente a Ella. Me voy a reír cuando te convierta en ensalada.
E: ¿Me estás amenazando?
A: Espero que encuentres misericordia de la gran VERDURA. ¿Que se habrá imaginado este pobre escéptico dudar de la existencia de los enanos verdes que hay en mi jardín. No hay peor ciego que no quiere ver
Que la gran VERDURA les de su clorofila todos los días