El dragón del garaje
Publicado: Mié Jul 16, 2008 3:10 pm
"En mi garaje vive un dragón que escupe fuego"
Supongamos que yo le hago a usted una afirmación como esa, le gustaría comprobarlo, descubrirlo, a lo largo de los años ha habido innumerosos cuentos de dragones pero ninguna prueba real, una gran oportunidad.
-Enseñemelo- me dice usted
Lo llevo a mi garaje, pero no llega a encontrar mas que polvo, algunas herramientas, una bicicleta y otras cosas más.
Me pregunta, ¿donde está el dragón?
Y yo le digo, Oh esta aquí, solo que es un dragón invisible
Entonces usted propone que cubra de harina todo el suelo para que asi las huellas del dragón queden marcadas.
Yo contesto, es buena idea, pero el dragón flota en el aire
Entonces me dice que podriamos detectar el calor con un sensor infrarrojo.
Buena idea, le digo, pero el fuego invisible tampoco da calor
Usted propone pintar con spray al dragón para finalmente poder verlo.
Y refuto, podría funcionar, pero este dragón es incorpóreo
Asi sucesivamente, cada prueba física es contrarrestada por alguna explicación de por qué no funcionaría.
Ahora ¿Cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo, flotante, que exhala fuego que no da calor y un dragón que no existe? Si no hay manera de contradecir mi opinión y tampoco ningún experimento válido contra ella ¿Qué significa decir que mi dragón existe? Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones immunes a la refutación son verdaderamente inútiles. Lo que yo he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.
Esto es exactamente lo que sucede con el tema de Dios, no podemos afirmar que existe, ni tampoco que no existe, pero aún asi, alguien lo afirmó.
Imaginemos que las cosas hubiesen sido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura de spray revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que se pueda ser en cuanto a la existencia de dragones – por no hablar de seres invisibles – ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.
Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas "pruebas", por muy importante que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos físicos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.
Lamentable es lo mismo que pasa con el tema de Dios, tendemos a creer sin ninguna prueba o evidencia, y nos aferramos tan fuerte en nuestra afirmación. Además como el dragón, si hubiese alguna manifestación se podría colocar en debate tal existencia, sin embargo, hay mil maneras de explicar ciertos fenómenos que ocurren.
En conclusión, el hecho de aceptar algo como una verdad y justificarla como improbable, ajena a la experimentación no es razón para afimar su existencia, es más, lo mas probable es que se afirme su inexistencia, pero esta también esta sujeta a pruebas y demostraciones de las que carece nuestra querida aseveración.
Fuente: Carl Sagan "El mundo y sus demonios"
Supongamos que yo le hago a usted una afirmación como esa, le gustaría comprobarlo, descubrirlo, a lo largo de los años ha habido innumerosos cuentos de dragones pero ninguna prueba real, una gran oportunidad.
-Enseñemelo- me dice usted
Lo llevo a mi garaje, pero no llega a encontrar mas que polvo, algunas herramientas, una bicicleta y otras cosas más.
Me pregunta, ¿donde está el dragón?
Y yo le digo, Oh esta aquí, solo que es un dragón invisible
Entonces usted propone que cubra de harina todo el suelo para que asi las huellas del dragón queden marcadas.
Yo contesto, es buena idea, pero el dragón flota en el aire
Entonces me dice que podriamos detectar el calor con un sensor infrarrojo.
Buena idea, le digo, pero el fuego invisible tampoco da calor
Usted propone pintar con spray al dragón para finalmente poder verlo.
Y refuto, podría funcionar, pero este dragón es incorpóreo
Asi sucesivamente, cada prueba física es contrarrestada por alguna explicación de por qué no funcionaría.
Ahora ¿Cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo, flotante, que exhala fuego que no da calor y un dragón que no existe? Si no hay manera de contradecir mi opinión y tampoco ningún experimento válido contra ella ¿Qué significa decir que mi dragón existe? Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones immunes a la refutación son verdaderamente inútiles. Lo que yo he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.
Esto es exactamente lo que sucede con el tema de Dios, no podemos afirmar que existe, ni tampoco que no existe, pero aún asi, alguien lo afirmó.
Imaginemos que las cosas hubiesen sido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura de spray revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que se pueda ser en cuanto a la existencia de dragones – por no hablar de seres invisibles – ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.
Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas "pruebas", por muy importante que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos físicos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.
Lamentable es lo mismo que pasa con el tema de Dios, tendemos a creer sin ninguna prueba o evidencia, y nos aferramos tan fuerte en nuestra afirmación. Además como el dragón, si hubiese alguna manifestación se podría colocar en debate tal existencia, sin embargo, hay mil maneras de explicar ciertos fenómenos que ocurren.
En conclusión, el hecho de aceptar algo como una verdad y justificarla como improbable, ajena a la experimentación no es razón para afimar su existencia, es más, lo mas probable es que se afirme su inexistencia, pero esta también esta sujeta a pruebas y demostraciones de las que carece nuestra querida aseveración.
Fuente: Carl Sagan "El mundo y sus demonios"