Las claves del ‘Kamasutra católico’
Publicado: Sab Dic 26, 2009 5:49 am
“Los esposos católicos pueden vivir con Cristo cuando rezan juntos, se ayudan, se expresan ternura, se acarician y tienen relaciones sexuales”.
Así lo afirma el sacerdote polaco Ksawery Knotz, autor del libro “Sexo como Dios manda”, más conocido como el 'Kamasutra católico’ y que editorial Lumen acaba de lanzar.
La obra sitúa las relaciones sexuales bajo las enseñanzas de la Iglesia, razón por la cual entiende que éstas se dan sólo en el marco del matrimonio y objeta una serie de prácticas que el Catecismo también condena como son el uso de los preservativos y anticonceptivos.
Su lectura puede resultar ilustradora respecto del pensar de la Iglesia sobre el sexo por cuanto, desmitifica algunas concepciones. Es así como Knotz sostiene “el amor descrito (en el Cantar de los Cantares) muestra la igualdad real entre el varón y la mujer”.
“No propone un modelo que acepta sólo la iniciativa masculina en el campo de la sexualidad –dice. Es la amada quien demuestra más actividad; ella toma la iniciativa, busca la proximidad del amado, goza con su amor y su excitación sexual”.
Así, cada línea de este libro va revelando la visión católica de la sexualidad, guiada absolutamente por el magisterio de la Iglesia. Aquí algunas afirmaciones:
“El matrimonio católico rodea su lecho conyugal con un respeto particular. Prepara una habitación especial para la celebración del acto conyugal. Ubica en ella un lecho lo suficientemente amplio como para posibilitar una vivencia cómoda de ese momento tan particular”.
“Los esposos que consideran su vínculo como un camino de santidad valoran adecuadamente la sexualidad. El amor erótico en el marco de la fidelidad marital deja de ser considerado como un obstáculo para alcanzar la perfección cristiana.... La sexualidad es bella y buena, porque Dios así lo quiso”.
“La esencia de la unión marital es darse mutuamente. El placer proveniente del sexo no es silenciado con vergüenza, ni calificado negativamente”.
“Las personas no creyentes no advierten ningún misterio de Dios en sus vidas. También viven su cuerpo de un modo descreído y en él, la esfera sexual. En contacto sexual tiene sólo una dimensión que es percibida de forma inmediata por los sentidos, porque el cuerpo no tiene nada en común con el espíritu. Es sólo biológico”.
“Algunas (personas) están convencidas de que allí donde está Dios hay que comportarse de modo muy reverente...no se puede coquetear, besarse, acariciarse y mantener relaciones sexuales. Cuando oyen hablar de la santidad del acto conyugal de inmediato imaginan que el sexo debe estar privado de alegría, jueguitos frívolos, fantasías y posiciones agradables para los esposos. Que tiene que ser tan triste como las canciones sacras tradicionales. Ni se les cruza por la mente que lo sagrado puede ser completamente natural, una vida marital normal y familiar”.
“Es difícil imaginarse un matrimonio feliz sin un diálogo sobre su vida sexual. Por eso es tan importante que los esposos se informen mutuamente sobre lo que les gusta y lo que no en la relación sexual”.
“El diálogo sobre temas íntimos a menudo suele estar entorpecido por las erradas creencias acerca de la masculinidad y feminidad, las que sugieren que el varón siempre debe saber lo que brinda más placer a la mujer y ésta debe esperar hasta que él caiga en la cuenta de qué es lo que más le gusta”.
“El comienzo de la celebración del encuentro conyugal incluye expresiones de ternura, besos, masajes, caricias sexuales que actúan sobre la armonía emocional de los esposos y la conciencia del vínculo erótico. El fin inmediato de esas conductas no es despertar rápidamente la excitación, sino reforzar el sentimiento de amor...”.
“Cuando los esposos comienzan a acariciarse con la intención de llevar a cabo un acto sexual pleno, entonces cada conducta (clases de caricias, posiciones sexuales) que tiene como fin la excitación está permitida y es grata a Dios. Durante el acto, los esposos pueden demostrarse amor de todos los modos, pueden brindarse incluso las caricias más rebuscadas. Pueden recurrir a la estimulación manual u oral. No hay justificación religiosa ni indicaciones precisas que definan qué gestos y caricias son permitidas y cuáles no deben incluirse dentro del acto sexual”.
“Los intentos de establecer límites en las expresiones de amor y la exclusión arbitraria de algunos modos de vivir el placer no ayudan en nada a los esposos... El fin de la ética católica no es la regulación escrupulosa y metódica de la vida sexual de los esposos”.
“La cultura consumista promueve el orgasmo como la culminación del acto sexual. Mirando al acto sexual desde el ángulo del placer, considera que el orgasmo es el momento más importante del intercambio sexual. Es un punto de vista erróneo. El momento más significativo y culminante es el momento de la penetración en la vagina de la mujer”.
“Una excesiva concentración sobre el aspecto fisiológico de la convivencia sexual empequeñece sus elementos más importantes. Lograr el orgasmo no es la pauta para evaluar la calidad de la comunicación interpersonal”.
“Dios, quien creó el placer sexual, acepta plenamente esa sensación humana, permite que se goce durante el acto conyugal”.
“La pasión en el lecho conyugal no puede ser entendida negativamente como un brutal deseo carnal que embota el entendimiento, anula la capacidad del hombre para elegir el bien y degrada el acto sexual”.
“Una vida sexual satisfactoria durante el período infértil depende en gran medida de la buena relación entre los esposos en el período anterior a la convivencia sexual. Por eso es tan importante que el período de abstinencia sea una especie de preludio que prepare el acercamiento sexual”.
“El aborto, el dispositivo intrauterino, la anticoncepción hormonal, el preservativo, el coitus interruptus o las caricias que conducen al orgasmo fuera del acto sexual se diferencian notablemente entre sí por las consecuencias en la vida conyugal”.
“La decisión de utilizar medios anticonceptivos pone al descubierto una mala predisposición, al mismo tiempo que la crea. Significa que ha sido roto el diálogo real de los esposos entre sí y con Dios. Permite prever que a un lazo más largo también puede quedar rota la unidad matrimonial”.
“El sexo anal, entendido como la penetración del miembro en el ano, no es un acto sexual normal. Es una conducta que no construye el vínculo marital y es perjudicial para la salud”.
“El coitus interruptus, como conducta que perturba la creación del vínculo, y al mismo tiempo, método poco efectivo para prevenir embarazos no deseados, en algunas personas puede provocar ansiedad... Hay una relación inconsciente entre (éste) y la actitud hostil de los esposos entre sí”.
“(El preservativo) imposibilita el pleno encuentro de las personas y la real comunión de sus cuerpos... El preservativo molesta, priva de una intimidad plena, impide permanecer más tiempos juntos en un abrazo de amor”.
Más perlas pinchando aquí.
Así lo afirma el sacerdote polaco Ksawery Knotz, autor del libro “Sexo como Dios manda”, más conocido como el 'Kamasutra católico’ y que editorial Lumen acaba de lanzar.
La obra sitúa las relaciones sexuales bajo las enseñanzas de la Iglesia, razón por la cual entiende que éstas se dan sólo en el marco del matrimonio y objeta una serie de prácticas que el Catecismo también condena como son el uso de los preservativos y anticonceptivos.
Su lectura puede resultar ilustradora respecto del pensar de la Iglesia sobre el sexo por cuanto, desmitifica algunas concepciones. Es así como Knotz sostiene “el amor descrito (en el Cantar de los Cantares) muestra la igualdad real entre el varón y la mujer”.
“No propone un modelo que acepta sólo la iniciativa masculina en el campo de la sexualidad –dice. Es la amada quien demuestra más actividad; ella toma la iniciativa, busca la proximidad del amado, goza con su amor y su excitación sexual”.
Así, cada línea de este libro va revelando la visión católica de la sexualidad, guiada absolutamente por el magisterio de la Iglesia. Aquí algunas afirmaciones:
“El matrimonio católico rodea su lecho conyugal con un respeto particular. Prepara una habitación especial para la celebración del acto conyugal. Ubica en ella un lecho lo suficientemente amplio como para posibilitar una vivencia cómoda de ese momento tan particular”.
“Los esposos que consideran su vínculo como un camino de santidad valoran adecuadamente la sexualidad. El amor erótico en el marco de la fidelidad marital deja de ser considerado como un obstáculo para alcanzar la perfección cristiana.... La sexualidad es bella y buena, porque Dios así lo quiso”.
“La esencia de la unión marital es darse mutuamente. El placer proveniente del sexo no es silenciado con vergüenza, ni calificado negativamente”.
“Las personas no creyentes no advierten ningún misterio de Dios en sus vidas. También viven su cuerpo de un modo descreído y en él, la esfera sexual. En contacto sexual tiene sólo una dimensión que es percibida de forma inmediata por los sentidos, porque el cuerpo no tiene nada en común con el espíritu. Es sólo biológico”.
“Algunas (personas) están convencidas de que allí donde está Dios hay que comportarse de modo muy reverente...no se puede coquetear, besarse, acariciarse y mantener relaciones sexuales. Cuando oyen hablar de la santidad del acto conyugal de inmediato imaginan que el sexo debe estar privado de alegría, jueguitos frívolos, fantasías y posiciones agradables para los esposos. Que tiene que ser tan triste como las canciones sacras tradicionales. Ni se les cruza por la mente que lo sagrado puede ser completamente natural, una vida marital normal y familiar”.
“Es difícil imaginarse un matrimonio feliz sin un diálogo sobre su vida sexual. Por eso es tan importante que los esposos se informen mutuamente sobre lo que les gusta y lo que no en la relación sexual”.
“El diálogo sobre temas íntimos a menudo suele estar entorpecido por las erradas creencias acerca de la masculinidad y feminidad, las que sugieren que el varón siempre debe saber lo que brinda más placer a la mujer y ésta debe esperar hasta que él caiga en la cuenta de qué es lo que más le gusta”.
“El comienzo de la celebración del encuentro conyugal incluye expresiones de ternura, besos, masajes, caricias sexuales que actúan sobre la armonía emocional de los esposos y la conciencia del vínculo erótico. El fin inmediato de esas conductas no es despertar rápidamente la excitación, sino reforzar el sentimiento de amor...”.
“Cuando los esposos comienzan a acariciarse con la intención de llevar a cabo un acto sexual pleno, entonces cada conducta (clases de caricias, posiciones sexuales) que tiene como fin la excitación está permitida y es grata a Dios. Durante el acto, los esposos pueden demostrarse amor de todos los modos, pueden brindarse incluso las caricias más rebuscadas. Pueden recurrir a la estimulación manual u oral. No hay justificación religiosa ni indicaciones precisas que definan qué gestos y caricias son permitidas y cuáles no deben incluirse dentro del acto sexual”.
“Los intentos de establecer límites en las expresiones de amor y la exclusión arbitraria de algunos modos de vivir el placer no ayudan en nada a los esposos... El fin de la ética católica no es la regulación escrupulosa y metódica de la vida sexual de los esposos”.
“La cultura consumista promueve el orgasmo como la culminación del acto sexual. Mirando al acto sexual desde el ángulo del placer, considera que el orgasmo es el momento más importante del intercambio sexual. Es un punto de vista erróneo. El momento más significativo y culminante es el momento de la penetración en la vagina de la mujer”.
“Una excesiva concentración sobre el aspecto fisiológico de la convivencia sexual empequeñece sus elementos más importantes. Lograr el orgasmo no es la pauta para evaluar la calidad de la comunicación interpersonal”.
“Dios, quien creó el placer sexual, acepta plenamente esa sensación humana, permite que se goce durante el acto conyugal”.
“La pasión en el lecho conyugal no puede ser entendida negativamente como un brutal deseo carnal que embota el entendimiento, anula la capacidad del hombre para elegir el bien y degrada el acto sexual”.
“Una vida sexual satisfactoria durante el período infértil depende en gran medida de la buena relación entre los esposos en el período anterior a la convivencia sexual. Por eso es tan importante que el período de abstinencia sea una especie de preludio que prepare el acercamiento sexual”.
“El aborto, el dispositivo intrauterino, la anticoncepción hormonal, el preservativo, el coitus interruptus o las caricias que conducen al orgasmo fuera del acto sexual se diferencian notablemente entre sí por las consecuencias en la vida conyugal”.
“La decisión de utilizar medios anticonceptivos pone al descubierto una mala predisposición, al mismo tiempo que la crea. Significa que ha sido roto el diálogo real de los esposos entre sí y con Dios. Permite prever que a un lazo más largo también puede quedar rota la unidad matrimonial”.
“El sexo anal, entendido como la penetración del miembro en el ano, no es un acto sexual normal. Es una conducta que no construye el vínculo marital y es perjudicial para la salud”.
“El coitus interruptus, como conducta que perturba la creación del vínculo, y al mismo tiempo, método poco efectivo para prevenir embarazos no deseados, en algunas personas puede provocar ansiedad... Hay una relación inconsciente entre (éste) y la actitud hostil de los esposos entre sí”.
“(El preservativo) imposibilita el pleno encuentro de las personas y la real comunión de sus cuerpos... El preservativo molesta, priva de una intimidad plena, impide permanecer más tiempos juntos en un abrazo de amor”.
Más perlas pinchando aquí.