Foro de Iniciativa Atea

Hace ya tiempo que se ha vuelto relativamente normal aplicar el término "marca" a conceptos que, ciertamente, no lo son.

Pero cuando miro esta moda y me detengo en un poco en el análisis de los objetivos que puede haber detrás, directamente me pongo enferma.

Cuando ciudades, comunidades o países, confían su imagen y sus planes de acercamiento al ciudadano, a los turistas, a otras comunidades, etc. a expertos en marketing, éstos se emplean a fondo, y, en ocasiones hacen un trabajo excelente (mejorar la imagen, atraer turismo, identificar y aprovechar recursos, etc.)

Me gusta el marketing, es mi especialidad, y tiene claros objetivos de mercado no tan denostables como pudiera parecer a simple vista.

Peeero, me mosquea enormemente que los políticos se hayan quedado con la copla marketiniana y ahora se hable tanto en nuestras relaciones exteriores de "la marca España".

Porque si nos acercamos a los chinos enarbolando la "marca España" ellos hablan de Zara, no de un país europeo con tal y cual cultura o este o aquel paisaje o aficciones y gustos de sus ciudadanos.

Porque dentro de poco será poco patriótico simpatizar con los saharauis o con los palestinos, no sea que la "marca España" en Marruecos, o Israel o EEUU salga perjudicada.

Porque la puta "marca" elimina de un plumazo todo lo que de valor tiene un país, su cultura y sus ciudadanos, convirtiéndolo en un producto de mercadeo, y elevando a un pedestal en las relaciones internacionales con otras culturas, países y gentes, la compraventa de productos, y dejando, condicionado a que esto funcione bien y sea rentable, cualquier otro intercambio.

Es que estamos dudando entre romper España o venderla.

Pastranec escribió:Es que estamos dudando entre romper España o venderla.

Y quien iba a comprarla? (ni troceada)


Mi indignación no es porque, en este caso, se trate de España. No me preocupan los países, sino la importancia de los ciudadanos sean del país que sean, para los políticos. Ya sabemos que a la gran mayoría lo único que les preocupa es que votamos de vez en cuando.

Me indigno porque, por parte de los políticos, los contactos internacionales adopten un enfoque que ningunea a los ciudadanos, la cultura, la democracia... reduciendo todo a una imagen comercial a la que se espera que contribuyamos todos. Desde luego, los medios de comunicación no pueden contribuir más. Y que esto de "la marca" no llame la atención negativamente.

Encima queda moderno y guay.

She, la comercialización es algo imparable en el mundo en que vivimos.

Hasta los valores y movimientos sociales han sido víctimas del puro marketing y se han prostituido. Movimientos hippies, festivales, música protesta, diversión, cultura, educación, salud, etc. Todo se vende y se compra. Es más, se le da valor a las cosas sólo por la capacidad que tienen de generar dinero, y si no lo hacen todavía, ya se le ocurrirá a alguien la manera de hacerlo. Dentro de poco le pondrán precio a las puestas de sol, a la brisa veraniega, al olor de la montaña y al cocido de tu abuela. Un momento, ¡si las agencias de viajes y "Fabada Litoral" ya lo están haciendo! . Se que suena a demagogia, pero es una realidad como un templo.

La cuestión es darse cuenta de ello y evitar caer en el juego.

Por cierto, el bebe gigante de Isabel Coixet en la expo de Shanghai... ¿no os da un poco de grima? Debe de ser lo del valle valle inexplicable http://es.wikipedia.org/wiki/Valle_inexplicable

JohnyFK escribió: La cuestión es darse cuenta de ello y evitar caer en el juego.

Este es el punto, efectivamente.

Pero es difícil cuando parece que de lo que se trata es de un divertido juego de palabras "moderno" y simpático.

No estoy en contra de los intercambios comerciales, que es para lo que los gobiernos organizan, propician y financian, o participan en eventos tipo Ferias, o reuniones internacionales con empresarios de dos o más países. El comercio es necesario, y el marketing también (y me apasiona, además). Pero cada cosa en su lugar.

Estoy en contra de que el nuevo aíre frívolo del marketing politico internacional entierre realidades (costumbres, música, literatura, gastronomía, etc.) y evite otros intercambios y de que no se aprovechen estos presupuestos (de todos) para propiciar un mutuo conocimiento social y cultural que, a la postre, une mucho más a las poblaciones que todos los Zaras, Telefónicas o Repsoles juntos. Y son mejores antídotos contra las fobias y las guerras.

En Francia y Alemania invirtieron mucho dinero en publicidad de cada país en el otro. Pero al final ha sido una cadena de televisión francoalemana la que, con la emisión de documentales y programas conjuntos de acercamiento social, ha ido cambiando poco a poco los prejuicios que ambos países tenían contra el otro por razones históricas.

La "marca" francesa puede ser el vino o el queso. Pero lo que "vende" a Francia en Alemania, es que éstos vean la vida cotidiana de un agricultor del midi, de una camarera en París, o de un pescador de Normandía (y viceversa). Eso es lo que les muestra el lado humano, despierta el aprecio y el acercamiento y termina con los prejuicios alimentados durante siglos y basados en el desconocimiento mutuo.

Claro, que políticos como los de hace 20 o 30 años en Europa (me da igual si de derechas o de izquierdas) hoy escasean.

Tú sabes bien (creo) que el marketing de un producto puede abrir muchas puertas. Pero es la solvencia del mismo y la formación sobre él la que impide que luego se cierren. Hablar de Zara para "vender" a España es "vender" humo.

Me temo que no es cuestión de frivolidad, sino que -como bien decís- se trata de un reduccionismo en el que lo único que se pone en valor de algo es su aspecto económico. Y el problema no es que la clase ejecutivo-analfabeta los utilice, sino que esto va calando en todo el mundo a base de repetirlo.

A mí me pone de los nervios el que se hable de una obra o una vivienda como de un "producto". De los nervios.

Aprende de Felipe.



Conviene mantenerse relajado (sin llegar a entrar en coma, que tampoco es bueno para los nervios)

Vitriólico escribió:Me temo que no es cuestión de frivolidad, sino que -como bien decís- se trata de un reduccionismo en el que lo único que se pone en valor de algo es su aspecto económico. Y el problema no es que la clase ejecutivo-analfabeta los utilice, sino que esto va calando en todo el mundo a base de repetirlo.

A mí me pone de los nervios el que se hable de una obra o una vivienda como de un "producto". De los nervios.

Efectivamente, hoy en día si no se pone «precio» a una cosa no tiene valor, y no se la considera. Hasta lo ecologistas se ocupan de qué valor económico tiene conservar un paisaje.

Así es.

Es más, os voy a estimar el precio de impedir un intercambio humano y cultural en condiciones: los políticos de los países implicados siempre podrán manipular mejor a sus ciudadanos en contra de los de otro país, esos auténticos desconocidos que antes compraban en Zara y luego comprarán en Wal Mart o donde toque.

O sea, que les sale más rentable lo que hacen que lo que deberían hacer en nombre del enriquecimiento cultural global y de la concordia humana.

Políticos al paredón!