¿Qué es el wahabismo?
Publicado: Mié Sep 29, 2010 1:26 am
¿Qué es el wahabismo?
Por Ibrahim Lone en faithfreedom.org
Introducción: ¿Qué es el wahabismo?
Esta es una pregunta fundamental que surge en la mente de aquellos que no estén familiarizados con los matices de esta secta dentro de la secta del Islam. Wahabismo es el Islam personificado en la era actual. Wahabismo reitera la misma filosofía que el Profeta del Islam había traído hace unos 1400 años - la filosofía de la superioridad de los árabes. Antes de seguir adelante, vamos a entender lo que el wahabismo no es. No se trata de religión, no es acerca de la espiritualidad o de Dios, se trata de la superioridad de los árabes sobre todas las demás naciones. He intentado arrojar luz sobre el carácter y la personalidad del Profeta de esta sub-secta y su mentor Abdullah Ibn Saúd. Es muy importante que sepamos quiénes son los padres fundadores de esta secta con el fin de comprenderla. Simplemente porque es importante pasar por la mente del líder antes de examinar la secta. Al igual que ningún estudio del Islam es completo sin el estudio de su Profeta. Del mismo modo, el estudio de wahabismo es incompleta sin estudiar a su padre fundador.
Contexto histórico de las condiciones en Arabia en los orígenes del wahabismo
El wahabismo tiene sus orígenes en los desiertos de Arabia, que desde tiempo inmemorial han sido el refugio de bandoleros y nómadas, que no toleran ninguna norma u organización social aparte de sus sistemas ancestrales propios.
Incluso la así llamada hermandad del Islam sólo pudo unirlos temporalmente en grupos inestables aliados para una redada o saqueo. Los beduinos continuaron con sus venganzas familiares, y su historia siguió siendo prácticamente la misma historia eterna de los celos tribales que antes de la llegada de Mohamed y la posterior propagación de su culto. Como era el deber del califa salvaguardar el paso a las ciudades de La Meca y Medina, las rutas de la costa occidental estaban más o menos bajo su control. Los otomanos, como titulares del califato no tenían otro deseo que el de ser los gobernantes musulmanes más poderosos, a pesar de que para mantener su autoridad era esencial la protección de las ciudades santas y los caminos de peregrinación. Pero en todos los demás aspectos Arabia permaneció prácticamente independiente del gobierno turco. Los jerifes de la Meca, que poseían la soberanía eclesiástica nominal, eran tan débiles políticamente como el Gobierno turco, y fueron incapaces de controlar a las tribus.
Los habitantes de las ciudades u oasis en su mayoría pertenecían a la más conservadora y rígida de las cuatro Escuelas ortodoxas suníes del Islam, la de Ibn Hanbal, mientras que el Oriente Saúdita albergaba a algunos shafiíes, la costa de Quwait a algunos malikíes, y algunas costas del este incluso a algunos chiítas que eran los restos de las sectas cármatas. Económicamente, el país carecía. Ni siquiera una población que aumenta lentamente podría prosperar en su suelo, y un flujo de salida constante hacia Mesopotamia y Siria sólo sirve para mantener al resto prácticamente al límite de la inanición.
Como las condiciones económicas se mantuvieron estacionarias, las condiciones sociales quedaron también prácticamente sin cambios desde la época de Mohamed.
Comprender a Wahab Ibn Abdul
En Arabia, los historiadores tienen la rara oportunidad de estudiar las condiciones sociales originales petrificadas en su entorno natural, ya que el tiempo parece haberse dormido en el desierto. La historia moderna árabe no es más que un espejismo que refleja su pasado. En el último siglo, el nacionalismo árabe ha encontrado su expresión en las doctrinas de resurgimiento islámico de Ibn Taymiya (1263–1328), en la que Muhhamad bin Abdul Wahab (1703-1791) se inspiró.
Ibn Abdul Wahab nació en Uyayna, un pequeño pueblo en Najid [30 Km NO de Riyad]. El nombre de su padre, quien por cierto era un ulema hanbalí, aunque lejos de estar de acuerdo con las enseñanzas de su hijo, le dio denominación al movimiento llamado wahabismo. Wahabi es más o menos un apodo en Arabia; los árabes gustan de llamarse a sí mismos "muwahhidun" o monoteístas, pues creen practicar el monoteísmo en su forma prístina.
Muhammad Ibn Abdul Wahab siguió el currículo de estudios islámicos habitual, durante el cual probablemente se desarrolló su entusiasmo por las enseñanzas de Ibn Taymiya en Medina, donde vivió por algún tiempo. Tras la muerte de su padre en 1740 comenzó a predicar sus doctrinas en público. Arremetió contra la costumbre de rendir homenaje a seres humanos y a sus tumbas. Censuró el misticismo por su indiferencia a la ley del Profeta. La veneración de los santos era una abominación para él cualquier forma. No reconocía la autoridad humana en ninguna forma, y predicaba la vuelta a las dos fuentes del Islam, "el Corán y la Sunna primitiva". Dijo: "Tenéis el Corán y la Sunna, el estudio de la Palabra de Dios y actuar de acuerdo con ella, aunque la mayoría no esté de acuerdo con vosotros". Prohibió todas las explicaciones especulativas en la exégesis y la jurisprudencia y se aferró, como los zahiritas, al sentido literal del Corán y el Hadith. Rechazó todas las innovaciones en la que el Islam había tratado de adaptarse a las condiciones cambiantes, y emprendió una guerra implacable contra el relajamiento introducido por el espíritu mundano a costa de la austeridad primitiva.
Las enseñanzas de Ibn Abul Wahhab despertaron ansiedad, incluso entre los hanbalíes de Arabia. Los conservadores piadosos probablemente simpatizaban con el tono de sus doctrinas, pero su insistencia en la práctica de los principios puritanos aterrorizaba a los que solían permitirse trasgresiones.
En 1744, debido a la persecución de los ulemas, se vio obligado a buscar refugio en Darriya, en la casa de Amir Mohamed Ibn Saúd, y desde este momento la controversia teológica entró en una fase política. Ibn Saúd aceptó convertirse en su protector, y selló un pacto con él. El propagandista religioso había logrado el apoyo de una autoridad ejecutiva (asab as-seyf). A los que creían en su causa se les invitó a defender la fe, los que dudaban fueron atraídos por la perspectiva de botín, y los que se resistieron fueron intimidados. Las rencillas hereditarias de los beduinos fueron prohibidas o refrenadas, y su incansable energía se dirigió contra los kafir, o al menos aquellos a quienes Ibn Saúd y los wahabitas consideraban como tales.
Este nuevo movimiento avanzó como un reflejo de su predecesor del siglo VI. No hay otra línea de la ventaja era posible. El Estado, según la doctrina wahabí, seguía únicamente las acciones del Profeta del Islam, tomaba una quinta parte del botín, y también recogía el Zakat de los creyentes. Los habitantes de la provincia rebelde de Kasim fueron convertidos en aparceros según el principio de kharadj [impuesto sobre las tierras agrícolas de los dhimmis].
La Arabia del siglo VII revivió de nuevo. El Estado se basaba en el ejército, y éste tiene que mantenerse ocupado para sufragar sus gastos. Los nómadas siempre deseosos de unirse a los movimientos prometedores de Arabia, se interesaron en el wahabismo, y las perspectivas de botín pronto atrajeron a los beduinos de Arabia central y oriental al campamento de Saúd. Hacia el final del siglo XVIII, Saúd y su wahabíes se convirtieron en el mayor poder de la península. Empezaron a hostigar a los peregrinos a Meca, y a robar los presentes de los sultanes, del mismo modo que el Profeta del Islam solía hacer al principio de su campaña. Luego atacaron a las comunidades chiítas de Nadjaf y Karbala, exactamente igual que Mohamed solía atacar a las comunidades judías. La historia se repite incluso en los más mínimos detalles. El celo iconoclasta de los wahabíes destruyó los mausoleos y las cúpulas erigidas sobre las tumbas, y quitaron las alfombras de seda densamente recamadas de la Kaaba. La tumba de Mohamed en Medina fue despojada de sus tesoros acumulados a través de los siglos. Los ulemas intimidados por el tafkir [acusación de apostasía] eran impotentes frente a estos vandalismos. Los wahabíes continuaron robando a los peregrinos y en última instancia, el Hajj se suspendió por completo.
Decadencia y auge del wahabismo
Alentados por el éxito inesperado, hordas de árabes presionaron hacia el norte, hacia Siria y Mesopotamia. Los otomanos, impotentes contra Saúd, se vieron obligados a confiar a la pacificación de Arabia al pachá de Egipto, Muhammad Ali. No fue una tarea fácil. la guerra del desierto era difícil incluso para los mejores ejércitos organizados. La campaña de los egipcios encontró graves dificultades hasta que recurrieron a armas más brillantes que las espadas. Hicieron correr el dinero entre los beduinos que, como en los tiempos del profeta Mohamed, tenían más fe en el oro que en las doctrinas sagradas. La capital de Abdullah Saúd al Darriya fue asaltada en 1818, y el emir y algunos líderes de los wahabíes fueron apresados y enviados a Constinopla, donde fueron ejecutados.
Este fue un duro golpe para el wahabismo. La familia de Saúd se retiró primero a Riyad, y después a Quwait en el Golfo Pérsico, ya que no podían soportar la rivalidad de sus antiguos enemigos, los Ibn Rashid del monte Shammar.
La extensión de la influencia política de Alemania sobre Turquía, que encontró su expresión económica en la construcción del ferrocarril de Bagdad extendiendo sus tentáculos hacia el Golfo Pérsico, creó una nueva situación. El Gobierno británico estaba buscando nuevos aliados en Arabia contra la alianza turco-germana. En el siglo VI la situación era exactamente la misma. Los bizantinos establecieron a los gasánidas en Siria como amortiguadores contra los lajmíes de Hira que fueron feudatarios de los sasánidas. Estas dos dinastías árabes permanecieron en continuo conflicto; ganaron y perdieron batallas exactamente como iba a suceder de nuevo. En la misma línea, hubo luchas entre los rashidíes y los saudíes. Al principio, los rashidíes ganaron una ventaja importante. Pero más tarde Saúd inventó una estratagema más eficaz. Estableció varios campamentos en los puntos importantes donde reunió a sus beduinos y los entrenó en la doctrina rígida del wahabismo, y también les enseñó el arte de la agricultura. Formó una hermandad de elementos de confianza para servir como núcleo para las organizaciones nuevas. Los turcos debilitados por su derrota en la guerra de los Balcanes se vieron obligados a mantener una actitud pasiva en Arabia. Mucho antes de la "marcia su Roma" se creó el fiasco wahabí. Tenían su orgullo nacional, su credo rígido nacional carente de toda influencia extranjera y un "esprit de corps" que reconocía la obediencia implícita a una sola idea y un solo maestro. Incluso tenían su propio uniforme distintivo - un equivalente a los camisas negras de Mussolini, túnica y turbante blancos.
La hermandad de los wahabbíes, conocida como la Ukhuwwat fue una organización militar lista para atacar en cualquier momento. Muy característico, al igual que las primeras comunidades del Islam, la Ukhuwwat no reconoce la organización tribal. Es una organización de los árabes, sin importar sus lealtades tribales, guiada por los ideales del Islam.
La astucia de Saúd, como la de su profeta, obtuvo sus frutos codiciados. En 1921 derrotó a su antiguo rival Ibn Rashid, y masacró a su familia. En 1924 entró victorioso en Taif y Meca, desde donde Hussain Ibn Ali, el jerife y el califa habían huido. El reino de Hijaz había dejado de existir. Un nuevo sultanato de Saúd, un estado independiente árabe, subió al escenario de la historia, conocido hoy como Arabia Saudita.
Efectos y conclusión
La intransigencia en asuntos de religión, su perspectiva nacional y su actitud hacia la política exterior encuentran muchos partidarios en el extranjero. En India y Pakistán, la Salafiya (conservadores) y el Hadith Ahle (tradicionalistas) se inspiran más o menos en las tendencias wahabíes. Simplemente porque les ayuda a apartar a los musulmanes de una educación secular.
El wahabismo es un estado militante. No podía conformarse con sus logros. Con el fin de ampliar el status del que gozaba en el mundo musulmán tenía que ampliar sus fronteras económicas. Vemos esta influencia hoy en día, cuando la Arabia Saudita wahabí exporta sus ciudadanos, establece cátedras islámicas en las universidades occidentales, levanta maddrassas en el sur y el sudeste asiático. Estos son todos los medios posibles para expandirse. Con el advenimiento de la era del petróleo la tendencia militante del Islam, que hoy se manifiesta a través de los wahabíes, tiene la herramienta más importante para propagarse en el mundo actual. Si el mundo no reconoce la amenaza que esta ideología agresiva representa para la humanidad, aún podríamos enfrentarnos a otra Guerra Mundial.
Por Ibrahim Lone en faithfreedom.org
Introducción: ¿Qué es el wahabismo?
Esta es una pregunta fundamental que surge en la mente de aquellos que no estén familiarizados con los matices de esta secta dentro de la secta del Islam. Wahabismo es el Islam personificado en la era actual. Wahabismo reitera la misma filosofía que el Profeta del Islam había traído hace unos 1400 años - la filosofía de la superioridad de los árabes. Antes de seguir adelante, vamos a entender lo que el wahabismo no es. No se trata de religión, no es acerca de la espiritualidad o de Dios, se trata de la superioridad de los árabes sobre todas las demás naciones. He intentado arrojar luz sobre el carácter y la personalidad del Profeta de esta sub-secta y su mentor Abdullah Ibn Saúd. Es muy importante que sepamos quiénes son los padres fundadores de esta secta con el fin de comprenderla. Simplemente porque es importante pasar por la mente del líder antes de examinar la secta. Al igual que ningún estudio del Islam es completo sin el estudio de su Profeta. Del mismo modo, el estudio de wahabismo es incompleta sin estudiar a su padre fundador.
Contexto histórico de las condiciones en Arabia en los orígenes del wahabismo
El wahabismo tiene sus orígenes en los desiertos de Arabia, que desde tiempo inmemorial han sido el refugio de bandoleros y nómadas, que no toleran ninguna norma u organización social aparte de sus sistemas ancestrales propios.
Incluso la así llamada hermandad del Islam sólo pudo unirlos temporalmente en grupos inestables aliados para una redada o saqueo. Los beduinos continuaron con sus venganzas familiares, y su historia siguió siendo prácticamente la misma historia eterna de los celos tribales que antes de la llegada de Mohamed y la posterior propagación de su culto. Como era el deber del califa salvaguardar el paso a las ciudades de La Meca y Medina, las rutas de la costa occidental estaban más o menos bajo su control. Los otomanos, como titulares del califato no tenían otro deseo que el de ser los gobernantes musulmanes más poderosos, a pesar de que para mantener su autoridad era esencial la protección de las ciudades santas y los caminos de peregrinación. Pero en todos los demás aspectos Arabia permaneció prácticamente independiente del gobierno turco. Los jerifes de la Meca, que poseían la soberanía eclesiástica nominal, eran tan débiles políticamente como el Gobierno turco, y fueron incapaces de controlar a las tribus.
Los habitantes de las ciudades u oasis en su mayoría pertenecían a la más conservadora y rígida de las cuatro Escuelas ortodoxas suníes del Islam, la de Ibn Hanbal, mientras que el Oriente Saúdita albergaba a algunos shafiíes, la costa de Quwait a algunos malikíes, y algunas costas del este incluso a algunos chiítas que eran los restos de las sectas cármatas. Económicamente, el país carecía. Ni siquiera una población que aumenta lentamente podría prosperar en su suelo, y un flujo de salida constante hacia Mesopotamia y Siria sólo sirve para mantener al resto prácticamente al límite de la inanición.
Como las condiciones económicas se mantuvieron estacionarias, las condiciones sociales quedaron también prácticamente sin cambios desde la época de Mohamed.
Comprender a Wahab Ibn Abdul
En Arabia, los historiadores tienen la rara oportunidad de estudiar las condiciones sociales originales petrificadas en su entorno natural, ya que el tiempo parece haberse dormido en el desierto. La historia moderna árabe no es más que un espejismo que refleja su pasado. En el último siglo, el nacionalismo árabe ha encontrado su expresión en las doctrinas de resurgimiento islámico de Ibn Taymiya (1263–1328), en la que Muhhamad bin Abdul Wahab (1703-1791) se inspiró.
Ibn Abdul Wahab nació en Uyayna, un pequeño pueblo en Najid [30 Km NO de Riyad]. El nombre de su padre, quien por cierto era un ulema hanbalí, aunque lejos de estar de acuerdo con las enseñanzas de su hijo, le dio denominación al movimiento llamado wahabismo. Wahabi es más o menos un apodo en Arabia; los árabes gustan de llamarse a sí mismos "muwahhidun" o monoteístas, pues creen practicar el monoteísmo en su forma prístina.
Muhammad Ibn Abdul Wahab siguió el currículo de estudios islámicos habitual, durante el cual probablemente se desarrolló su entusiasmo por las enseñanzas de Ibn Taymiya en Medina, donde vivió por algún tiempo. Tras la muerte de su padre en 1740 comenzó a predicar sus doctrinas en público. Arremetió contra la costumbre de rendir homenaje a seres humanos y a sus tumbas. Censuró el misticismo por su indiferencia a la ley del Profeta. La veneración de los santos era una abominación para él cualquier forma. No reconocía la autoridad humana en ninguna forma, y predicaba la vuelta a las dos fuentes del Islam, "el Corán y la Sunna primitiva". Dijo: "Tenéis el Corán y la Sunna, el estudio de la Palabra de Dios y actuar de acuerdo con ella, aunque la mayoría no esté de acuerdo con vosotros". Prohibió todas las explicaciones especulativas en la exégesis y la jurisprudencia y se aferró, como los zahiritas, al sentido literal del Corán y el Hadith. Rechazó todas las innovaciones en la que el Islam había tratado de adaptarse a las condiciones cambiantes, y emprendió una guerra implacable contra el relajamiento introducido por el espíritu mundano a costa de la austeridad primitiva.
Las enseñanzas de Ibn Abul Wahhab despertaron ansiedad, incluso entre los hanbalíes de Arabia. Los conservadores piadosos probablemente simpatizaban con el tono de sus doctrinas, pero su insistencia en la práctica de los principios puritanos aterrorizaba a los que solían permitirse trasgresiones.
En 1744, debido a la persecución de los ulemas, se vio obligado a buscar refugio en Darriya, en la casa de Amir Mohamed Ibn Saúd, y desde este momento la controversia teológica entró en una fase política. Ibn Saúd aceptó convertirse en su protector, y selló un pacto con él. El propagandista religioso había logrado el apoyo de una autoridad ejecutiva (asab as-seyf). A los que creían en su causa se les invitó a defender la fe, los que dudaban fueron atraídos por la perspectiva de botín, y los que se resistieron fueron intimidados. Las rencillas hereditarias de los beduinos fueron prohibidas o refrenadas, y su incansable energía se dirigió contra los kafir, o al menos aquellos a quienes Ibn Saúd y los wahabitas consideraban como tales.
Este nuevo movimiento avanzó como un reflejo de su predecesor del siglo VI. No hay otra línea de la ventaja era posible. El Estado, según la doctrina wahabí, seguía únicamente las acciones del Profeta del Islam, tomaba una quinta parte del botín, y también recogía el Zakat de los creyentes. Los habitantes de la provincia rebelde de Kasim fueron convertidos en aparceros según el principio de kharadj [impuesto sobre las tierras agrícolas de los dhimmis].
La Arabia del siglo VII revivió de nuevo. El Estado se basaba en el ejército, y éste tiene que mantenerse ocupado para sufragar sus gastos. Los nómadas siempre deseosos de unirse a los movimientos prometedores de Arabia, se interesaron en el wahabismo, y las perspectivas de botín pronto atrajeron a los beduinos de Arabia central y oriental al campamento de Saúd. Hacia el final del siglo XVIII, Saúd y su wahabíes se convirtieron en el mayor poder de la península. Empezaron a hostigar a los peregrinos a Meca, y a robar los presentes de los sultanes, del mismo modo que el Profeta del Islam solía hacer al principio de su campaña. Luego atacaron a las comunidades chiítas de Nadjaf y Karbala, exactamente igual que Mohamed solía atacar a las comunidades judías. La historia se repite incluso en los más mínimos detalles. El celo iconoclasta de los wahabíes destruyó los mausoleos y las cúpulas erigidas sobre las tumbas, y quitaron las alfombras de seda densamente recamadas de la Kaaba. La tumba de Mohamed en Medina fue despojada de sus tesoros acumulados a través de los siglos. Los ulemas intimidados por el tafkir [acusación de apostasía] eran impotentes frente a estos vandalismos. Los wahabíes continuaron robando a los peregrinos y en última instancia, el Hajj se suspendió por completo.
Decadencia y auge del wahabismo
Alentados por el éxito inesperado, hordas de árabes presionaron hacia el norte, hacia Siria y Mesopotamia. Los otomanos, impotentes contra Saúd, se vieron obligados a confiar a la pacificación de Arabia al pachá de Egipto, Muhammad Ali. No fue una tarea fácil. la guerra del desierto era difícil incluso para los mejores ejércitos organizados. La campaña de los egipcios encontró graves dificultades hasta que recurrieron a armas más brillantes que las espadas. Hicieron correr el dinero entre los beduinos que, como en los tiempos del profeta Mohamed, tenían más fe en el oro que en las doctrinas sagradas. La capital de Abdullah Saúd al Darriya fue asaltada en 1818, y el emir y algunos líderes de los wahabíes fueron apresados y enviados a Constinopla, donde fueron ejecutados.
Este fue un duro golpe para el wahabismo. La familia de Saúd se retiró primero a Riyad, y después a Quwait en el Golfo Pérsico, ya que no podían soportar la rivalidad de sus antiguos enemigos, los Ibn Rashid del monte Shammar.
La extensión de la influencia política de Alemania sobre Turquía, que encontró su expresión económica en la construcción del ferrocarril de Bagdad extendiendo sus tentáculos hacia el Golfo Pérsico, creó una nueva situación. El Gobierno británico estaba buscando nuevos aliados en Arabia contra la alianza turco-germana. En el siglo VI la situación era exactamente la misma. Los bizantinos establecieron a los gasánidas en Siria como amortiguadores contra los lajmíes de Hira que fueron feudatarios de los sasánidas. Estas dos dinastías árabes permanecieron en continuo conflicto; ganaron y perdieron batallas exactamente como iba a suceder de nuevo. En la misma línea, hubo luchas entre los rashidíes y los saudíes. Al principio, los rashidíes ganaron una ventaja importante. Pero más tarde Saúd inventó una estratagema más eficaz. Estableció varios campamentos en los puntos importantes donde reunió a sus beduinos y los entrenó en la doctrina rígida del wahabismo, y también les enseñó el arte de la agricultura. Formó una hermandad de elementos de confianza para servir como núcleo para las organizaciones nuevas. Los turcos debilitados por su derrota en la guerra de los Balcanes se vieron obligados a mantener una actitud pasiva en Arabia. Mucho antes de la "marcia su Roma" se creó el fiasco wahabí. Tenían su orgullo nacional, su credo rígido nacional carente de toda influencia extranjera y un "esprit de corps" que reconocía la obediencia implícita a una sola idea y un solo maestro. Incluso tenían su propio uniforme distintivo - un equivalente a los camisas negras de Mussolini, túnica y turbante blancos.
La hermandad de los wahabbíes, conocida como la Ukhuwwat fue una organización militar lista para atacar en cualquier momento. Muy característico, al igual que las primeras comunidades del Islam, la Ukhuwwat no reconoce la organización tribal. Es una organización de los árabes, sin importar sus lealtades tribales, guiada por los ideales del Islam.
La astucia de Saúd, como la de su profeta, obtuvo sus frutos codiciados. En 1921 derrotó a su antiguo rival Ibn Rashid, y masacró a su familia. En 1924 entró victorioso en Taif y Meca, desde donde Hussain Ibn Ali, el jerife y el califa habían huido. El reino de Hijaz había dejado de existir. Un nuevo sultanato de Saúd, un estado independiente árabe, subió al escenario de la historia, conocido hoy como Arabia Saudita.
Efectos y conclusión
La intransigencia en asuntos de religión, su perspectiva nacional y su actitud hacia la política exterior encuentran muchos partidarios en el extranjero. En India y Pakistán, la Salafiya (conservadores) y el Hadith Ahle (tradicionalistas) se inspiran más o menos en las tendencias wahabíes. Simplemente porque les ayuda a apartar a los musulmanes de una educación secular.
El wahabismo es un estado militante. No podía conformarse con sus logros. Con el fin de ampliar el status del que gozaba en el mundo musulmán tenía que ampliar sus fronteras económicas. Vemos esta influencia hoy en día, cuando la Arabia Saudita wahabí exporta sus ciudadanos, establece cátedras islámicas en las universidades occidentales, levanta maddrassas en el sur y el sudeste asiático. Estos son todos los medios posibles para expandirse. Con el advenimiento de la era del petróleo la tendencia militante del Islam, que hoy se manifiesta a través de los wahabíes, tiene la herramienta más importante para propagarse en el mundo actual. Si el mundo no reconoce la amenaza que esta ideología agresiva representa para la humanidad, aún podríamos enfrentarnos a otra Guerra Mundial.