No lo conocía. Lo he visto ahora mediante estos tres videos, gracias.
Menudo infierno lo del mes de ramadán, y menuda inutilidad. Ningún dios se lo va a tener en cuenta. Me encantó que la reportera no aguantara más y se comiera un plátano, y un yogur, que encima es de lo más sano.
Por dios y qué obsesión con el sexo y las tentaciones carnales! Eso de no enseñar carne ni marcar siluetas, o de no quedarse solos un hombre casado y una mujer soltera... Lo único que demuestran es lo contrario de lo que pretenden, tienen una mente más sucia que nosotros!
Buenísimo el momento en que Adela se prueba el velo islámico, a lo que el musulmán le responde:
-Eres otra Adela. Con valor. Con peso.
-¿Qué pasa? ¿No tenía valor antes, o qué? -pregunta Adela, perpleja.
-Ahora tienes más.
-¿Ahora tengo más?
-Como un plus.
-¿Un plus?
Para ti es un plus.
-Y para ti también.
....
Delirante.
Las jóvenes musulmanas nacidas en España parecen un poco más abiertas. Desgraciadamente han tenido demasiado influencia de sus padres y aún tienen sus delirios.
Se ponen velo para ocultar su belleza exterior y resaltar así la interior, dicen, pero luego se decoran poniéndose encima collares llamativos, o se lo quitan para bañarse en la playa. Intento entenderlo, pero no consigo verle sentido. ¿No se supone que es responsabilidad de la otra persona evaluar el interior de uno mismo? ¿De verdad no entienden que podemos permitirnos mostrarnos físicamente tal como somos porque tenemos la suficiente madurez como para no obsesionarnos con eso?
Además, si una musulmana tiene unos piños horribles, una nariz enorme y un ojo bizco, por mucho velo que se ponga no va a conseguir desviar la atención a su belleza interior.
-Ellos se piensan que el velo te tapa la mentalidad o algo -dice una joven musulmana, indignada-. Que dejas de oír o pensar o algo.
Pues sí, hija mía, es que es eso...