"Ir a la playa era un lujo inexistente para la mayoría de la gente del interior y solo las clases media y alta podían acceder a unos lugares de elección o de moda que indicarían claramente diferencias económicas. La moralidad acompañará a los denominados veraneantes, y no turistas aún, en dos modalidades según escojan la playa o la montaña. la playa sería un lugar de perversión, un lugar peligroso para los fieles cristianos hispanos por la cantidad de carne y tentaciones que conllevaba, mientras que la montaña, símbolo de pureza por aquello de las cumbres blancas y su proximidad con el cielo, sería el lugar recomendado. Era el viejo truco del almendruco, que el mal estaba en el mundo y, dentro de éste, en determinados lugares más que en otros, y no en la actitud de quienes lo practicaban.
Al señor Fraga Iribarne (quien les recuerdo fuera ministro de Información y Turismo de Franco) antes de que el turismo incipiente le abriera los ojos, pensó en 1958 que las lindas playas de que disponíamos se podían arrendar mientras tanto entre las entidades de carácter apostólico que fomentasen las buenas costumbres, tipo Acción Católica, Asociación Católica de Padres de Familia y demás instituciones amparadas.
Veamos otro caso. El semanario de información y cultura de Cindadela (Menorca), denominado El iris, en una sección de recuerdos, «Hace hoy 33 años», aparecida el 2 de julio de 1977, recordaba el siguiente y curioso bando de la alcaldía sobre baños que data exactamente de 1944:
«Habiendo dado comienzo la temporada veraniega y a fin de evitar espectáculos anti morales en las playas de este término municipal y que aten-ten al pudor y buenas costumbres de esta católica ciudad, se diclan las siguientes instrucciones:
1ª Queda terminantemente prohibido bañarse en las playas sin vestir el bañador, y éste, por su forma o parte del cuerpo que deje desnudo, no resulte ofensivo al pudor o decencia pública.
2ª Se prohibe la permanencia en las playas de los bañistas fuera del agua, sin vestir el albornoz o prenda análoga.
3ª Los que deseen tomar baños de sol, lo harán con la debida separación de sexos y totalmente aislados del público.
4ª En la playa Grande o del Degollar, los bañistas tomarán el baño por separado, al igual que en años anteriores.
5ª Se prohibe igualmente la organización de bailes en las playas y mucho más, usando el traje de baño.
6ª Los agentes de la autoridad velarán por el exacto cumplimiento de estas disposiciones, y en el acto cursarán las denuncias por las faltas que se observen, deteniendo a los infractores cuando la falta a ello diere lugar, y sancionando con multas las más leves faltas de este carácter.»
Huelga cualquier comentario, pero piensen en el ambiente de represión que se vivía, que este bando fue totalmente integrado como positivo y normal por la mayor parte de la comunidad.
Moral católica en la playa, años 50
Re: Moral católica en la playa, años 50
Perdón, se me olvido poner la referencia.
Está tomado del libro "Que tiempos aquellos, ¡coño!" cuyo autor es García Curado.
Eliseo
Está tomado del libro "Que tiempos aquellos, ¡coño!" cuyo autor es García Curado.
Eliseo
Re: Moral católica en la playa, años 50
Eso sí que era moral, y no el relativismo ni el voraz y agresivo laicismo de hoy, que leñe!
Pensar que ese mismo Fraga fue ministro de turismo años más tarde, en vida de Paco el cruel caudillo, siendo su misión fomentar el turismo y acabar con la ñoñería santa y pura, que no permitiría el desarrollo del negocio del turismo...
Huy, cuidado, que éste es capaz de entrar aquí!
Para que vengan los jóvenes que no conocieron otros tiempos, desilusionados y desesperanzados diciendo que las cosas nunca cambian. Que se lo pregunten a Fraga, si cambian o no cambian.
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