Origen de las creencias?
Publicado: Vie Abr 22, 2011 12:05 pm
Origen de las creencias.
De siempre, más que los detalles de mi ateísmo, me ha interesado preguntarme sobre el origen de que tanta gente en el mundo y a lo largo de los tiempos haya creído en las diferentes historias que les cuentan sus respectivas religiones. El asombro ha sido mayor al constatar que no siempre los más tontos han sido objetivo de la estafa religiosa sino que personajes ilustrados y con niveles notables de cultura eran igualmente víctimas de las creencias más absurdas.
Ya de mayor, cayeron en mis manos los primeros libros de etología. Desmond Morris, Konrad Lorenz y Eibl Eibesfeldt me hicieron pensar que, probablemente, la naturaleza social de nuestra especie y su estructura jerárquica (que aunque no muy visible, se puede rastrear en ciertos comportamientos) podrían ser los resortes que disparasen las creencias. La necesidad de un líder (no siempre admitida conscientemente, debido a nuestro orgullo individual) facilitaba la idea de un lider virtual que, sugerida por los líderes reales, funcionaría eficazmente como una herramienta de control.
Pero la imagen de un lider no visible no podría ser posible sin otro sustrato previo: la creencia en un mundo imaginario en el que la existencia de tales seres pudieran desenvolverse. Y ese mundo imaginario era de existencia muy plausible; por una parte; la imaginación y la fantasía eran propiedades notables de nuestra especie que facilitaban el razonamiento, la previsión de futuro y la planificación pero que, descontroladas, podían funcionar en cualquier sentido.
Por otra parte, la muerte de nuestros allegados provocaba algo que la Selección Natural no había llegado a eliminar: el dolor por los ausentes sólo se mitigaba imaginando que éstos seguían vivos en algún lugar, aunque no fuese visible. La creencia en la ultratumba estaba asegurada y, con ella, cualquier idea sobre mundos imaginarios. Sobre este sustrato tan vulnerable, cualquier hechicero tramposo podía colocar cualquier idea estúpida sobre antepasados, ángeles protectores o dioses castigadores que sería aceptada sin críticas por el vulgo poco dado a los análisis.
Todo ello me ha forzado al desánimo sobre la posible desaparición de las creencias en un futuro siquiera lejano. La necesidad de apoyarse en algo 'superior' debe de estar inscrita tan profundamente en nuestros genes que no será capaz de eliminarse por mucho que la información circule por nuestro entorno. Los ateos y, por extensión, los escépticos, somos desgraciadamente la excepción a la regla. Una minoría que siempre estará forzada a mirar por encima del hombro para vigilar qué fuerzas establecidas y poderosas siguen dispuestas a cortar las cabezas que sobresalgan de la masa conformista y ausente.
Saludos.
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Mis residuos mentales, en:
http://personal.telefonica.terra.es/web/fmercaderr" onclick="window.open(this.href);return false;
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De siempre, más que los detalles de mi ateísmo, me ha interesado preguntarme sobre el origen de que tanta gente en el mundo y a lo largo de los tiempos haya creído en las diferentes historias que les cuentan sus respectivas religiones. El asombro ha sido mayor al constatar que no siempre los más tontos han sido objetivo de la estafa religiosa sino que personajes ilustrados y con niveles notables de cultura eran igualmente víctimas de las creencias más absurdas.
Ya de mayor, cayeron en mis manos los primeros libros de etología. Desmond Morris, Konrad Lorenz y Eibl Eibesfeldt me hicieron pensar que, probablemente, la naturaleza social de nuestra especie y su estructura jerárquica (que aunque no muy visible, se puede rastrear en ciertos comportamientos) podrían ser los resortes que disparasen las creencias. La necesidad de un líder (no siempre admitida conscientemente, debido a nuestro orgullo individual) facilitaba la idea de un lider virtual que, sugerida por los líderes reales, funcionaría eficazmente como una herramienta de control.
Pero la imagen de un lider no visible no podría ser posible sin otro sustrato previo: la creencia en un mundo imaginario en el que la existencia de tales seres pudieran desenvolverse. Y ese mundo imaginario era de existencia muy plausible; por una parte; la imaginación y la fantasía eran propiedades notables de nuestra especie que facilitaban el razonamiento, la previsión de futuro y la planificación pero que, descontroladas, podían funcionar en cualquier sentido.
Por otra parte, la muerte de nuestros allegados provocaba algo que la Selección Natural no había llegado a eliminar: el dolor por los ausentes sólo se mitigaba imaginando que éstos seguían vivos en algún lugar, aunque no fuese visible. La creencia en la ultratumba estaba asegurada y, con ella, cualquier idea sobre mundos imaginarios. Sobre este sustrato tan vulnerable, cualquier hechicero tramposo podía colocar cualquier idea estúpida sobre antepasados, ángeles protectores o dioses castigadores que sería aceptada sin críticas por el vulgo poco dado a los análisis.
Todo ello me ha forzado al desánimo sobre la posible desaparición de las creencias en un futuro siquiera lejano. La necesidad de apoyarse en algo 'superior' debe de estar inscrita tan profundamente en nuestros genes que no será capaz de eliminarse por mucho que la información circule por nuestro entorno. Los ateos y, por extensión, los escépticos, somos desgraciadamente la excepción a la regla. Una minoría que siempre estará forzada a mirar por encima del hombro para vigilar qué fuerzas establecidas y poderosas siguen dispuestas a cortar las cabezas que sobresalgan de la masa conformista y ausente.
Saludos.
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