Vitriólico escribió:La verdad es que debieras instar a tus amigos a denunciar lo que afirman.
Yo se los he sugerido, sin éxito.
Uno de ellos era amigo mío en la escuela naval y hace que no lo veo desde que acabamos la escuela en 1975 cuando nos destinaron a lugares diferentes. Cuando le sugerí que delatara su experiencia me contó lo que la policía y el seminario les hizo a otros que delataron al seminario. No se que habrá sido de el o si ha delatado el asunto mas tarde.
Dos eran primos de mi madre, y éramos también amigos porque solo tenían unos años más que yo. La familia los internó en una escuela católica porque sus padres se murieron. Uno salió de la escuela interna a los 18 años y su hermano menor se escapó ese año. La familia iba a regresarlo a la escuela Salesiana y el mayor de los dos rogó a la familia que no le hicieran eso a su hermano y entonces contó su experiencia. Hace que no veo a esos familiares más de cuarenta años, pero en aquel entonces no se atrevía mi familia a delatar a la ICAR.
Un cura amigo de mi tío era inteligente, maduro, y una gran persona en todos los sentidos. Intentaba ayudar a la gente contra el sistema durante los años 60. Cuando vio que la iglesia era una de las herramientas del sistema, dejo los hábitos y se casó. Dejó de ir a misa y después le contó a mi tío que sus malas experiencias con la ICAR no eran nuevas ni aisladas, y añadió sus experiencias en el seminario.
Otra victima era la madre de una antigua novia. Los fascistas mataron a su padre y la madre se murió de pena y sufrimiento. La familia la llevó a un colegio interno y las vejaciones que me contó que les hacían a ella y a otras internas me hacían caer las lágrimas a chorro y sin expresión. En aquel entonces no podía creer que nadie pudiese cometer tales atrocidades a niñas indefensas.
Esa señora era incapaz de contarme ciertas cosas por vergüenza y por dolor emocional, pero las cosas que me contó eran atrocidades. No puedo ni imaginarme las cosas que para ella eran tabú contar. La gran ironía del caso es que a esta señora le infundieron el miedo del infierno aquí en la tierra y es sumamente religiosa y católica.
Un compañero activista y político mío era cura y fue expulsado de la iglesia por sus actividades políticas desde el pulpito. Los dos éramos miembros y fundadores de un partido político que ya no existe. Me contó lo que había sido su vida en el seminario con grandes detalles. Acabamos nuestra amistad cuando intentó violar a mi hermano menor (tenia trece años). Nosotros fuimos criados sin miedo y mi hermano le lanzó una lluvia de puñetazos. No lo delatamos porque lo vimos como un pobre infeliz, porque a mi hermano no consiguió hacerle nada, porque mi hermano no estaba traumatizado y porque mi hermano dijo que el castigo ya se lo había dado mi mismo hermano, y porque mi hermano dijo que de eso no se tenía que enterar “ni dios”.
Mi amigo Colombiano es también muy católico y me dijo que el nunca denunciaría a la iglesia. Su opinión es que “esas cosas pasan y lo mejor es prevenir”. La experiencia de el no fue tan atroz porque la primera vez que lo intentaron con el, el salió corriendo a su casa y su padre lo sacó del colegio en ese instante.