Pues nada, nada, el arzobispo que representa al todopoderosotodoamor en la tierra insiste en que las mujeres hemos de someternos, dejar de pensar y apoyar al marido, aunque el marido pudiera parecerse, pongamos por caso, a él mismo.
Pero no se da cuenta, o no quiere reconocer, que nadie pretende hacer daño a la "institución del pueblo cristiano". Manda narices, cuando le interesa, los creyentes son la institución, cuando no le interesa, la institución es la ICAR y los católicos están obligados a obedecerle.
Que no, que decir que la mujer no tiene que someterse al hombre -ni a nadie, igual que todos los humanos adultos- no es pretender dañar a los católicos, ni mucho menos a las católicas: solo es hacer constar un hecho, un derecho universalmente reconocido, aunque de dificil aplicación por culpa de cretinos como este.
Felizmente, no es el caso en España, en donde las mujeres, católicas, agnósticas o ateas, nos descojonamos -y entristecemos- junto con los hombres, católicos, agnósticos o ateos, ante afirmaciones semejantes. Excepción hecha, claro, de algunos fundamentalistas religiosos como los del opus, los musulmanes, los kikos y algunos otros grupos de gente mentalmente castrada por el poder religioso. Es más, estaría por afirmar que buena parte de las monjas -y curas- de este país se descojonan y entristecen al mismo tiempo con la mayoría al leer los exabruptos ideológicos de este imbécil.
Agradezcámosle su labor de alejamiento de una mayoría de católicos, que, ante líderes así, se encuentran huérfanos de tutor mental y se ven obligados a pensar por sí mismos sobre las cosas de la vida. Aunque sus afirmaciones no sean sino el reflejo de los postulados cristianos más arraigados en esta fe, postulados que no son tan aceptados entre la cada vez más discola grey católica.
El arzobispo de la "esposa sumisa" dice que la única violencia es la del aborto
El prelado granadino defiende que el libro 'Cásate y sé sumisa' está "ayudando a muchas personas"
EUROPA PRESS Granada 15/11/2013 18:21 Actualizado: 15/11/2013 18:36
EUROPA PRESS
El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, ha señalado este viernes que la polémica surgida en torno al libro 'Cásate y sé sumisa', que ha publicado la editorial Nuevo Inicio, resulta "ridícula e hipócrita" y ha rechazado que promueva algún tipo de violencia sobre la mujer, que sí que la "favorece y facilita" la legislación que "liberaliza" el aborto.
"Las personas medianamente informadas saben perfectamente, a estas alturas, que el libro, y hasta mi pobre persona, no somos más que una excusa. Quienes promueven y agitan esta polémica tienen otros intereses y otros motivos que no son precisamente la defensa de la mujer o la preocupación por su dignidad. Se trata, más bien, de dañar a la única institución, al único sector de la sociedad, al único trozo de pueblo vivo, que se resiste a ser domesticado por el rodillo de la cultura dominante: el pueblo cristiano. Ése es el estorbo, y todo lo demás son excusas. Hasta el tiempo elegido para montar todo este ruido está en función de ese fin", mantiene.
En un comunicado difundido este viernes por la Diócesis granadina, el prelado ha incidido en que su intención no es "defender" el libro, "que se defiende por sí solo", y está "ayudando a muchas personas", ni la de justificar a la editorial "que tiene voz propia", y recuerda que tanto el título de este primer volumen como el segundo, que será publicado en breve', 'Cásate y da la vida por ella' se inspiran "casi literalmente" en un pasaje de la Epístola a los Efesios.
"La sumisión y la donación, el amor, de que se habla en ese pasaje tienen poco o nada que ver con las relaciones de poder que envenenan las relaciones entre hombre y mujer (y no sólo las relaciones entre hombre y mujer) en el contexto del nihilismo contemporáneo", indica.
Además, señala que la obra ha sido "positivamente reconocida" como "evangelizadora" por 'L'Observatore Romano' y que su autora, la periodista Constaza Miriano, ha sido invitada a participar en el reciente seminario organizado por el Pontificio Consejo para los Laicos con la ocasión del XXV aniversario de la publicación de la Carta Apostólica del Beato Juan Pablo II 'Mulieris Dignitatem', sobre la dignidad de la mujer.
En su opinión, la polémica generada por este libro, que entiende "acorde en su contenido con las enseñanzas sobre el amor esponsal de Juan Pablo II, pero que no pretende más que ser el precioso testimonio de amor y de libertad de una mujer cristiana de hoy", resulta "ridícula" e "hipócrita".
El arzobispo considera que la valoración y la opinión personal sobre la obra que ha desatado la polémica, como sobre cualquier obra literaria, de cualquier tipo, o sobre cualquier pronunciamiento humano, "es, por supuesto, libre y legítima, pero no lo son la ofensa, el insulto o la calumnia".
"Lo que favorece y facilita la violencia a las mujeres es la legislación que liberaliza el aborto"
"Ni esta obra, ni ninguna declaración mía jamás, ha justificado o excusado, y menos aún, promovido, ningún acto de violencia a la mujer. Sí que favorece y facilita la violencia a las mujeres, en cambio, la legislación que liberaliza el aborto, al igual que todas las medidas que debiliten o eliminen el matrimonio, en la medida en que tienden a hacer recaer toda la responsabilidad de un eventual embarazo sobre la mujer dejada a sí misma, sin responsabilidad alguna por parte del varón", apunta.
Para el responsable del Arzobispado granadino, quien acusa al libro de fomentar la violencia "deberá ser riguroso y especificar la página y el párrafo en que aparezca la más mínima justificación o excusa de ningún tipo de violencia, porque, aparte de descalificaciones gratuitas que cualquiera puede hacer, o de manipulaciones groseras, no las encontrará".
"Como tampoco las encontrará en mis palabras. Sencillamente porque esos pensamientos que algunos gratuitamente me atribuyen no son ni han sido nunca míos, ni de mi entorno eclesial, ni de la Tradición cristiana. Quien me acuse de ellos sólo podrá hacerlo tergiversando mis palabras, cuyo contenido es notorio y público, puesto que mi ministerio de predicación tiene lugar siempre en público en la cátedra episcopal que la Iglesia ha confiado", concluye.
Público, 15 de noviembre 2013