Notas de prensa
Publicado: Sab Mar 15, 2014 1:06 am
63
La Iglesia española
63.1. 11 M: ¿una década retrasados?, Juan José Laborda
Las palabras del cardenal Rouco Varela, en el funeral de Estado por las víctimas del 11-M-2004, podrían servir para mantener los tópicos que sobre España hicieron las delicias de malvados extranjeros. El cardenal Rouco Valera, en efecto, es un clérigo con todos los atributos de un gran poder temporal. A sus muchos cargos dentro de la Iglesia, se añadían los que le facultaron para presidir la ceremonia estatal del décimo aniversario del criminal atentado de Atocha
Aunque fue un acto de Estado, ni siquiera el Jefe del Estado intervino en él. el encargado de trasmitir a las familias de las víctimas, a los ciudadanos de Madrid (cuya solidaridad ese día trágico fue magnífica), al Rey y demás representantes de la Nación Española, y a la opinión pública mundial (incluyendo a los sectarios de Al Qaeda y demás secuaces) fue don Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la conferencia episcopal española (saliente).
No desaprovechó la ocasión. En medio de un gran silencio, sólo alterado por toses de alguno de los asistentes, y del ruido de la calle que sonaba vital como siempre, el cardenal manifestó lo siguiente: “Hubo personas dispuestas a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder”.
Como se trataba de una ceremonia estatal, aunque tenía lugar en un templo religioso, el cardenal no hizo consideraciones éticas sobre aquel hecho terrible. Tratándose de un acto político, el relativismo propio de la política laica obligaba a que el cardenal Rouco Valera no se detuviera en hechos morales como fue el asesinato de 191 personas llevado a cabo por creyentes en Dios. Teológicamente planteaba un tremendo problema: ¿cómo un Dios que es el bien absoluto puede consentir que quienes creen en Él puedan matar en su nombre? El cardenal sabía perfectamente que esas reflexiones teológicas y morales no cabían en una ceremonia estatal, máxime por respeto a las autoridades gubernamentales, cuyo pensamiento sobre el carácter no confesional del Estado es conocido en España, e incluso en el extranjero, como se comprobó en Turquía, cuando nuestro presidente del Gobierno participó en un acto celebrado con los partidarios de la fe en Alá y del Estado islámico.
El cardenal, de acuerdo con los límites del acto, desarrolló, no obstante, un interesante análisis que se apoyó en la epistemología escolástica. En otro momento de su intervención precisó: “No sabemos exactamente cuáles fueron los propósitos e intenciones últimos de los que pensaron, programaron y ejecutaron los atentados de Atocha”.
El cardenal, con el rigor de la filosofía escolástica, que fue capaz de resolver todos los interrogantes del hombre con Dios, se erigió como depositario de la duda sobre quiénes fueron los autores intelectuales de un hecho que sólo lo podrá juzgar, en sus propósitos o fines últimos, el mismo Dios.
Esa postura epistemológica fue también, como es lógico, la misma que aplicaron la cadena de radios y de televisión dependientes de la autoridad del presidente Rouco Valera. Aunque los primeros en utilizar ese método de conocimiento fueron el ex-presidente Aznar y el periodista Ramírez, no parece que hubieran alcanzado tanta credulidad en la opinión pública sin la posterior cobertura intelectual de mentes como la del cardenal y sus seguidores, por cuanto Aznar y Ramírez apenas poseían formación rigurosa al efecto.
Al análisis escolástico de los crímenes de Atocha no se le puede exigir conclusiones que se apoyan en la verdad científica, siempre relativa e incapaz de llegar a las causas últimas. Apoyándose en ese método -que sólo se usa, en comparación, hace pocos años en las democracias-, la Justicia, los servicios de inteligencia de todas las potencias mundiales, y la opinión pública secularizada, llegaron a la conclusión que el atentado fue cometido por terroristas islámicos.
http://www.elimparcial.es/nacional/11-m ... 35247.html" onclick="window.open(this.href);return false;
63.2. La iglesia sin vergüenza, Luis García Montero
El cardenal Rouco Varela perdió la vergüenza en el funeral de Estado en recuerdo de las víctimas de Atocha. Después de repasar en un galope largo todos los caballos de batalla de la Iglesia contra las libertades democráticas, acabó por soltar las riendas y por alentar las interpretaciones falsas que hemos padecido sobre aquel crimen
Lo malo para la democracia española no es que Rouco y sus hermanos pierdan la vergüenza y mientan a conciencia, sino que sigan formando parte de los poderes y la hacienda pública gracias a los acuerdos con el Vaticano de 1976-1979 y a la Ley Hipotecaria de 1946. En realidad es la democracia española la que no tiene vergüenza.
España es un país de mentira. Se miente sobre la historia, sobre los atentados terroristas, sobre la gestión política… y no pasa nada. Nos gobierna hoy un presidente que se atrevió a mentir sobre los autores de un crimen masivo, con los cadáveres de las víctimas todavía calientes, y no pasa nada. Se trata del mismo presidente que ha mentido después sobre las cuentas y el tesorero de su partido. Y no pasa nada. Somos así, vivimos de la mentira, con una política y una democracia de mentira.
http://blogs.publico.es/luis-garcia-mon ... verguenza/" onclick="window.open(this.href);return false;
63.3. Rouco y el dogmatismo reduccionista, Fernando González Urbaneja
Como despedida la misa de recuerdo del terrible atentado del 11M y de homenaje a las víctimas presidida por el cardenal con sentido hegemónico, sin dejar espacio y acogida a otros sentimientos que generosamente cedieron sus inquebrantables derechos a la catedral de Rouco y a su inoportuna homilía. Un dogmatismo oportunista que ni es ejemplar ni ayuda a la convivencia.
El Gobierno encargó el homenaje a las víctimas y el recuerdo del atentado a la Iglesia católica. Había otras opciones más civiles, más inclusivas, pero cedió a la tradición. Y la Iglesia católica no ha estado a la altura del encargo, se ha aprovechado para su propio interés sin tener en cuenta el pluralismo de la sociedad. Las asociaciones de víctimas han primado la unidad, la humanidad, la generosidad y han dado una lección a todos, especialmente a un cardenal que no será capaz de aprender de otros.
http://www.republica.com/2014/03/12/rou ... ta_777417/" onclick="window.open(this.href);return false;
63.4. La Iglesia, ante el reto del cambio, Juan José Tamayo
Con Blázquez al frente, la jerarquía católica debe responder a los nuevos desafíos de la sociedad española caracterizada por la secularización, la indiferencia religiosa, el pluralismo cultural, religioso y étnico y las dramáticas consecuencias de la crisis económica en los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellas el incremento de la desigualdad.
El nuevo presidente ha dicho que no tiene programa. Con la idea de ayudarle a conformarlo, le sugiero tres tareas que me parecen prioritarias: 1) ubicarse en el mundo de la marginación y de la exclusión, lugar social del cristianismo, para luchar contra las causas que las provocan; 2) fomentar la cultura del diálogo dentro y fuera de la Iglesia católica; 3) crear una Iglesia inclusiva de todos los sectores ahora excluidos: mujeres, inmigrantes, jóvenes, homosexuales y transexuales, parejas de hecho, personas divorciadas que han vuelto a casarse, colectivos cristianos críticos, religiosas y religiosos de zonas populares, etcétera.
http://www.elperiodicodearagon.com/noti ... 27406.html" onclick="window.open(this.href);return false;
64
Un año del papa Francisco
64.1. Mi primer año como papa. Entrevista con el papa Francisco, en el Corriere della Sera
http://site.adital.com.br/site/noticia. ... cod=796552" onclick="window.open(this.href);return false;
64.2. Uno como nosotros, Juan Arias
Los esfuerzos del papa Francisco por parecer una persona normal y no un superhéroe son bien visibles y explícitos.
¿No será ese esfuerzo por aparecer revestido de normalidad lo que está cautivando de su persona?
http://sociedad.elpais.com/sociedad/201 ... 98192.html" onclick="window.open(this.href);return false;
64.3. Un papa en busca de un pueblo, Pablo Ordaz
Francisco ha conseguido calmar las luchas intestinas en el Vaticano y ha dado voz a los católicos de a pie para que opinen de los temas más espinosos para la Iglesia
“La seguridad es fiarse de un pueblo”, dijo Jorge Mario Bergoglio, “siempre existe el peligro de que un loco haga algo, pero la verdadera locura es poner un espacio blindado entre el obispo y el pueblo. Prefiero el riesgo a esa locura”.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/201 ... 95930.html" onclick="window.open(this.href);return false;
64.4. Francisco, la cara amable de una Iglesia que se mantiene inamovible
El pontificado del sonriente papa cumple un año rodeado de un aura de apertura que, de momento, se ha quedado en meros gestos de cara a la galería
El número de católicos practicantes ha crecido en España más de un 2% desde que Bergoglio accedió al cargo
Europa Laica: "La actitud del papa es populista. Todo sigue igual y no ha hecho nada para cambiarlo"
http://www.publico.es/internacional/507 ... inamovible" onclick="window.open(this.href);return false;
La Iglesia española
63.1. 11 M: ¿una década retrasados?, Juan José Laborda
Las palabras del cardenal Rouco Varela, en el funeral de Estado por las víctimas del 11-M-2004, podrían servir para mantener los tópicos que sobre España hicieron las delicias de malvados extranjeros. El cardenal Rouco Valera, en efecto, es un clérigo con todos los atributos de un gran poder temporal. A sus muchos cargos dentro de la Iglesia, se añadían los que le facultaron para presidir la ceremonia estatal del décimo aniversario del criminal atentado de Atocha
Aunque fue un acto de Estado, ni siquiera el Jefe del Estado intervino en él. el encargado de trasmitir a las familias de las víctimas, a los ciudadanos de Madrid (cuya solidaridad ese día trágico fue magnífica), al Rey y demás representantes de la Nación Española, y a la opinión pública mundial (incluyendo a los sectarios de Al Qaeda y demás secuaces) fue don Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la conferencia episcopal española (saliente).
No desaprovechó la ocasión. En medio de un gran silencio, sólo alterado por toses de alguno de los asistentes, y del ruido de la calle que sonaba vital como siempre, el cardenal manifestó lo siguiente: “Hubo personas dispuestas a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder”.
Como se trataba de una ceremonia estatal, aunque tenía lugar en un templo religioso, el cardenal no hizo consideraciones éticas sobre aquel hecho terrible. Tratándose de un acto político, el relativismo propio de la política laica obligaba a que el cardenal Rouco Valera no se detuviera en hechos morales como fue el asesinato de 191 personas llevado a cabo por creyentes en Dios. Teológicamente planteaba un tremendo problema: ¿cómo un Dios que es el bien absoluto puede consentir que quienes creen en Él puedan matar en su nombre? El cardenal sabía perfectamente que esas reflexiones teológicas y morales no cabían en una ceremonia estatal, máxime por respeto a las autoridades gubernamentales, cuyo pensamiento sobre el carácter no confesional del Estado es conocido en España, e incluso en el extranjero, como se comprobó en Turquía, cuando nuestro presidente del Gobierno participó en un acto celebrado con los partidarios de la fe en Alá y del Estado islámico.
El cardenal, de acuerdo con los límites del acto, desarrolló, no obstante, un interesante análisis que se apoyó en la epistemología escolástica. En otro momento de su intervención precisó: “No sabemos exactamente cuáles fueron los propósitos e intenciones últimos de los que pensaron, programaron y ejecutaron los atentados de Atocha”.
El cardenal, con el rigor de la filosofía escolástica, que fue capaz de resolver todos los interrogantes del hombre con Dios, se erigió como depositario de la duda sobre quiénes fueron los autores intelectuales de un hecho que sólo lo podrá juzgar, en sus propósitos o fines últimos, el mismo Dios.
Esa postura epistemológica fue también, como es lógico, la misma que aplicaron la cadena de radios y de televisión dependientes de la autoridad del presidente Rouco Valera. Aunque los primeros en utilizar ese método de conocimiento fueron el ex-presidente Aznar y el periodista Ramírez, no parece que hubieran alcanzado tanta credulidad en la opinión pública sin la posterior cobertura intelectual de mentes como la del cardenal y sus seguidores, por cuanto Aznar y Ramírez apenas poseían formación rigurosa al efecto.
Al análisis escolástico de los crímenes de Atocha no se le puede exigir conclusiones que se apoyan en la verdad científica, siempre relativa e incapaz de llegar a las causas últimas. Apoyándose en ese método -que sólo se usa, en comparación, hace pocos años en las democracias-, la Justicia, los servicios de inteligencia de todas las potencias mundiales, y la opinión pública secularizada, llegaron a la conclusión que el atentado fue cometido por terroristas islámicos.
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63.2. La iglesia sin vergüenza, Luis García Montero
El cardenal Rouco Varela perdió la vergüenza en el funeral de Estado en recuerdo de las víctimas de Atocha. Después de repasar en un galope largo todos los caballos de batalla de la Iglesia contra las libertades democráticas, acabó por soltar las riendas y por alentar las interpretaciones falsas que hemos padecido sobre aquel crimen
Lo malo para la democracia española no es que Rouco y sus hermanos pierdan la vergüenza y mientan a conciencia, sino que sigan formando parte de los poderes y la hacienda pública gracias a los acuerdos con el Vaticano de 1976-1979 y a la Ley Hipotecaria de 1946. En realidad es la democracia española la que no tiene vergüenza.
España es un país de mentira. Se miente sobre la historia, sobre los atentados terroristas, sobre la gestión política… y no pasa nada. Nos gobierna hoy un presidente que se atrevió a mentir sobre los autores de un crimen masivo, con los cadáveres de las víctimas todavía calientes, y no pasa nada. Se trata del mismo presidente que ha mentido después sobre las cuentas y el tesorero de su partido. Y no pasa nada. Somos así, vivimos de la mentira, con una política y una democracia de mentira.
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63.3. Rouco y el dogmatismo reduccionista, Fernando González Urbaneja
Como despedida la misa de recuerdo del terrible atentado del 11M y de homenaje a las víctimas presidida por el cardenal con sentido hegemónico, sin dejar espacio y acogida a otros sentimientos que generosamente cedieron sus inquebrantables derechos a la catedral de Rouco y a su inoportuna homilía. Un dogmatismo oportunista que ni es ejemplar ni ayuda a la convivencia.
El Gobierno encargó el homenaje a las víctimas y el recuerdo del atentado a la Iglesia católica. Había otras opciones más civiles, más inclusivas, pero cedió a la tradición. Y la Iglesia católica no ha estado a la altura del encargo, se ha aprovechado para su propio interés sin tener en cuenta el pluralismo de la sociedad. Las asociaciones de víctimas han primado la unidad, la humanidad, la generosidad y han dado una lección a todos, especialmente a un cardenal que no será capaz de aprender de otros.
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63.4. La Iglesia, ante el reto del cambio, Juan José Tamayo
Con Blázquez al frente, la jerarquía católica debe responder a los nuevos desafíos de la sociedad española caracterizada por la secularización, la indiferencia religiosa, el pluralismo cultural, religioso y étnico y las dramáticas consecuencias de la crisis económica en los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellas el incremento de la desigualdad.
El nuevo presidente ha dicho que no tiene programa. Con la idea de ayudarle a conformarlo, le sugiero tres tareas que me parecen prioritarias: 1) ubicarse en el mundo de la marginación y de la exclusión, lugar social del cristianismo, para luchar contra las causas que las provocan; 2) fomentar la cultura del diálogo dentro y fuera de la Iglesia católica; 3) crear una Iglesia inclusiva de todos los sectores ahora excluidos: mujeres, inmigrantes, jóvenes, homosexuales y transexuales, parejas de hecho, personas divorciadas que han vuelto a casarse, colectivos cristianos críticos, religiosas y religiosos de zonas populares, etcétera.
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64
Un año del papa Francisco
64.1. Mi primer año como papa. Entrevista con el papa Francisco, en el Corriere della Sera
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64.2. Uno como nosotros, Juan Arias
Los esfuerzos del papa Francisco por parecer una persona normal y no un superhéroe son bien visibles y explícitos.
¿No será ese esfuerzo por aparecer revestido de normalidad lo que está cautivando de su persona?
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64.3. Un papa en busca de un pueblo, Pablo Ordaz
Francisco ha conseguido calmar las luchas intestinas en el Vaticano y ha dado voz a los católicos de a pie para que opinen de los temas más espinosos para la Iglesia
“La seguridad es fiarse de un pueblo”, dijo Jorge Mario Bergoglio, “siempre existe el peligro de que un loco haga algo, pero la verdadera locura es poner un espacio blindado entre el obispo y el pueblo. Prefiero el riesgo a esa locura”.
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64.4. Francisco, la cara amable de una Iglesia que se mantiene inamovible
El pontificado del sonriente papa cumple un año rodeado de un aura de apertura que, de momento, se ha quedado en meros gestos de cara a la galería
El número de católicos practicantes ha crecido en España más de un 2% desde que Bergoglio accedió al cargo
Europa Laica: "La actitud del papa es populista. Todo sigue igual y no ha hecho nada para cambiarlo"
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