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Hymm To Tourach

Publicado: Lun Jun 15, 2009 9:21 pm
por Tarek
Hymm to tourach.


Por fin es luna llena,

Por fin se marchó el sol,

Por fin el día es noche,

Y esa noche ya llegó.

Por fin el viento sopla,

Con su aliento abrasador,

Por fin el mundo es sombra,

A la sombra de mi dios.

Por fin la noche empieza,

La campana suena ya.

¡Venid oscuros demonios,

Ya no hay tiempo que esperar!

En el centro del pentágono,

Un cáliz ya me espera,

Alrededor siete vírgenes,

Que a este mi dios veneran.

Y me acerco sin vacilar,

Pues esta noche es la gran noche,

Cada paso ya resuena,

Y siento que me llama el ponche.

Y levanto la fría copa,

Esa de marfil y carbón,

Y de dentro bebo sangre,

Sangre de algún corazón.

Las siete vírgenes gimen,

Y al suelo caen inanimadas,

Y la sangre de sus venas,

Encharca mi nueva morada

Y dentro de mis propias venas,

Siento crecer a las sombras,

Y un rugido en mi interior,

Busca en la tierra honda

Y ya oigo los gritos,

Ya los puedo oír crecer,

¡A mi, ejercito en sombra,

Esta noche hemos de vencer!

Quinientos mil esqueletos,

Con pesadas cimitarras,

Protegidos con negros petos,

Atados todos a mi alma.

Tres mil o más demonios,

De oscuro color rojo,

Que responden veloces y raudos,

A la compasión con enojo.

Y por fin llega el Maestro,

Sobre un carro tirado por ciegos,

Con séquito de mil tullidos,

Y a su paso, cien mil enfermos.

Es su cara reflejo de sombra,

Y a su paso deja oscuridad,

Y su voz es como un aullido,

Una sirena del mas allá

Recogeos mortales del mundo,

Pues esta noche la noche es nuestra,

Solo queremos beber tu sangre,

Somos la orden Mano Siniestra.

Y la sangre de mi interior,

Se agolpa al lado de las venas,

Y cuando pasa Lucifer,

Me las arranco como ofrenda.

Y cuando Belcebú alza el brazo,

Hasta el silencio se hace mudo.

“Ahora hermanos mios,

¡Ahora conquistad el mundo!”

Y salimos casi aullando,

Entre la negra oscuridad,

Y un río de sangre queda,

Un torrente, gran caudal.

Arrasamos los poblados,

Quemamos casas y coches,

Violamos y torturamos,

Esta noche es la gran noche.

Pasamos a cuchillo al mundo,

Niños, mujeres y ancianos,

Segamos sus cabezas

Y después los empalamos

Y la luna se tiñe de rojo,

Y la muerte va por la acera,

Cogida de la mano,

Por cien mil almas en pena.

Y de sus cuerpos brota hiel,

Y con la hiel el mar llenamos,

Y las almas de los peces,

También vienen con sus amos.

Y la noche se hace larga,

Y parece que no se acaba

Y la vida es amarga,

E igual que una vela, se apaga.

Y a las puertas del cielo llegamos,

A sembrar la destrucción

Y sus muros calcinamos

Destruimos lo que quedó.

Pero la noche se hace día,

Y con el día llega el sol,

Tras el sol la luz divina,

Tras la luz divina, dios.

Una hermosa figura nívea,

Pone fin a la destrucción,

Y cuando vamos a matarlo,

Alza el brazo y dice: no!

No, parad.

Hasta aquí ha llegado el terror

No, parad,

Al infierno os recluyo yo.

No, parad,

A demasiados ya habéis apresado,

No, parad,

Queda alguien que no hayáis torturado?

Y con el mismo brazo alzado,

Repelió todo nuestro ataque,

Al infierno nos devolvía,

Y puso nuestras tropas en jaque.

“Atrás criaturas deformes,

Atrás os digo yo,

¿Quien osare entrar en el cielo?,

Violar la casa de dios!”

Y entonces nuestro Amo,

Avanzó un paso al frente,

Y alli se encaró con dios,

Respondiole brevemente.

“No”

Las fuerzas de dios fallaron,

Nuestro amo arrancole el brazo,

Lanzo su cuerpo a las hordas,

Estas lo hicieron mil pedazos.

De su sangre brotaban rios,

De su cuerpo brotaba sal,

Toda esa blancura nívea,

Se perdió en la oscuridad.

“Ahora, malditos perros,

Nada nos puede parar!

Cielo y tierra por fin nuestros,

Abolid la libertad!”

Y comió el resto de Dios,

Casi casi de un bocado,

Y quedó ahí triunfante.

Sobre el níveo sol perlado.

Y alzo la vista al astro,

Que también es rey de todo,

Y de un salto lo atrapó,

Y lo sumergió en el lodo.

Y las masas de malditos,

Camparon por el ancho mundo,

Cual plaga desgarradora.

Como un animal furibundo.

Y esto sería así,

De no ser por nuestro amo.

Ya que dios lo intimidó,

Cambiando nuestro hado.

Y a mí, nuevo demonio,

Me arrancó la libertad,

Por servir a tal señor,

Me convirtió en un cristal.

Y ahora tan solo reflejo,

Lo que pudo ser y no fue,

Y mi dicha será grande,

Si dios vuelve a caer.
K.V.E.