La vida de Brian
Publicado: Jue Oct 23, 2008 12:22 pm
Bueno. Este es mi primer mensaje en el Foro.
Desde hace tiempo sentía yo la necesidad de hacer ateismo militante. Ya no basta con posicionarse en la intimidad, sino que hay que salir a la luz. Motivo por el cual, y desde Cáceres, un grupo de personas estamos empeñados en hacer actividades relacionadas con la crítica a las religiones, fundamentos del laicismo, etc.
Deciros que dentro de unos días proyectamos en el Ateneo de Cáceres"La vida de Brian" (Life of Brian) de los Monty Python (1979). Una verdadera gozada que os recomiendo.
El Vaticano consideró en su momento la película una blasfemia y grupos católicos integristas se situaban en los cines intentando impedir su proyección. La reacción fue considerablemente mayor que la que se viviría con la futura “La última tentación de Cristo” (1988).
La película hace una sutil y divertida crítica a las religiones y a la credulidad ante cualquier fenómeno. En un giro sorprendente en el argumento, incluso incorpora la burla a los fenómenos paranormales y las historias de ovnis que presentan a seres extraterrestres interviniendo en el pasado – en este caso de manera fortuita – y siendo responsables de los denominados “misterios” o “enigmas”.
Es difícil señalar algún momento memorable. Tiene demasiados. Desde el sermón de la montaña (cuántas veces hemos visto el mismo con miles de personas oyendo las bienaventuranzas y aquí se plantea, por primera vez, que, en una época sin megáfonos, ¿cómo oían las personas el mensaje desde lejos?) al “¡Qué nos han dado los romanos!” o el favorito de mucha gente “¿acaso le paguece ggisible el nombge de Pijus Magníficus?” a cargo de un Poncio Pilatos incapaz de pronunciar las erres.
Por cierto, que este film, pese a sus exageraciones para divertir, presenta sin embargo una visión más histórica y más coherente del mundo de Judá en el siglo I que otras películas megalómanas de afirmación cristiana.
Por ejemplo:
“No blasfemarás”:
Una de las primeras escenas representa la lapidación de un judío que ha pronunciado el nombre de Yavhé en vano. Tal y como se dice en la misma, las mujeres tenían prohibido asistir al evento.
Para la religión judía pronunciar el nombre de Dios de una manera informal o en un contexto sacrílego era una afrenta. Nunca pronuncian su nombre, y el mismo se transcribe como YHWH (pronunciado como Yahvhé o Jehová). De hecho, dos de sus mandamientos se consagran a prohibir hacer imágenes de Dios o blasfemar:
Deuteronomio 5, 7-21: “2. No te harás imagen de escultura, ni de figura alguna de cuanto hay arriba, en los cielos, ni abajo, sobre la tierra, ni de cuanto hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto, porque yo, YHWH, tu Dios, soy un dios celoso que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen” (Este segundo mandamiento en la recopilación católica ha desaparecido, como es lógico)
“3. No tomarás el nombre de YHWH, tu Dios, en falso, porque YHWH no dejará impune al que tome en falso su nombre” (“No tomarás el nombre de Dios en vano” en el catecismo católico)
El castigo por la blasfemia se estipula en el Levítico 24, 10-16: “Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre (…) Le pusieron en prisión hasta decidir sobre él (…) Entonces YHWH habló a Moisés diciendo “haz salir al blasfemo fuera del campamento y cuántos le han oído pongan sus manos sobre su cabeza y que toda la asamblea le lapide. Después hablarás a los hijos de Ysrael diciendo: todo hombre que blasfema a su Dios incurrirá en pecado y el que blasfemare el nombre de YHWH morirá, toda la asamblea deberá lapidarle.” (dicha historia viene recogida en el capítulo con el título “Prescripciones rituales complementarias”)
Mesías y profetas:
El pueblo judío conserva muchos textos de profetas. Se ha comprobado que algunas de las “profecías” fueron añadidas varias decenas y centenas de años después al texto original y otras responden a momentos de especial preocupación y turbulencias: desmembramiento del reino, invasiones, exilio y esclavitud de las familias dirigentes en Babilonia o Egipto, etc.
Y en sus momentos más negros, el pueblo judío confiaba en la llegada del vástago prometido de la Casa Real de David, el libertador, surgiendo a lo largo de los períodos profetas que lo anuncian e incluso personajes que se hacen llamar así.
En el siglo I había un mesias o un profeta en cada esquina, fundando su respectiva "secta": la cristiana sería una de ellas.
Desde hace tiempo sentía yo la necesidad de hacer ateismo militante. Ya no basta con posicionarse en la intimidad, sino que hay que salir a la luz. Motivo por el cual, y desde Cáceres, un grupo de personas estamos empeñados en hacer actividades relacionadas con la crítica a las religiones, fundamentos del laicismo, etc.
Deciros que dentro de unos días proyectamos en el Ateneo de Cáceres"La vida de Brian" (Life of Brian) de los Monty Python (1979). Una verdadera gozada que os recomiendo.
El Vaticano consideró en su momento la película una blasfemia y grupos católicos integristas se situaban en los cines intentando impedir su proyección. La reacción fue considerablemente mayor que la que se viviría con la futura “La última tentación de Cristo” (1988).
La película hace una sutil y divertida crítica a las religiones y a la credulidad ante cualquier fenómeno. En un giro sorprendente en el argumento, incluso incorpora la burla a los fenómenos paranormales y las historias de ovnis que presentan a seres extraterrestres interviniendo en el pasado – en este caso de manera fortuita – y siendo responsables de los denominados “misterios” o “enigmas”.
Es difícil señalar algún momento memorable. Tiene demasiados. Desde el sermón de la montaña (cuántas veces hemos visto el mismo con miles de personas oyendo las bienaventuranzas y aquí se plantea, por primera vez, que, en una época sin megáfonos, ¿cómo oían las personas el mensaje desde lejos?) al “¡Qué nos han dado los romanos!” o el favorito de mucha gente “¿acaso le paguece ggisible el nombge de Pijus Magníficus?” a cargo de un Poncio Pilatos incapaz de pronunciar las erres.
Por cierto, que este film, pese a sus exageraciones para divertir, presenta sin embargo una visión más histórica y más coherente del mundo de Judá en el siglo I que otras películas megalómanas de afirmación cristiana.
Por ejemplo:
“No blasfemarás”:
Una de las primeras escenas representa la lapidación de un judío que ha pronunciado el nombre de Yavhé en vano. Tal y como se dice en la misma, las mujeres tenían prohibido asistir al evento.
Para la religión judía pronunciar el nombre de Dios de una manera informal o en un contexto sacrílego era una afrenta. Nunca pronuncian su nombre, y el mismo se transcribe como YHWH (pronunciado como Yahvhé o Jehová). De hecho, dos de sus mandamientos se consagran a prohibir hacer imágenes de Dios o blasfemar:
Deuteronomio 5, 7-21: “2. No te harás imagen de escultura, ni de figura alguna de cuanto hay arriba, en los cielos, ni abajo, sobre la tierra, ni de cuanto hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto, porque yo, YHWH, tu Dios, soy un dios celoso que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen” (Este segundo mandamiento en la recopilación católica ha desaparecido, como es lógico)
“3. No tomarás el nombre de YHWH, tu Dios, en falso, porque YHWH no dejará impune al que tome en falso su nombre” (“No tomarás el nombre de Dios en vano” en el catecismo católico)
El castigo por la blasfemia se estipula en el Levítico 24, 10-16: “Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre (…) Le pusieron en prisión hasta decidir sobre él (…) Entonces YHWH habló a Moisés diciendo “haz salir al blasfemo fuera del campamento y cuántos le han oído pongan sus manos sobre su cabeza y que toda la asamblea le lapide. Después hablarás a los hijos de Ysrael diciendo: todo hombre que blasfema a su Dios incurrirá en pecado y el que blasfemare el nombre de YHWH morirá, toda la asamblea deberá lapidarle.” (dicha historia viene recogida en el capítulo con el título “Prescripciones rituales complementarias”)
Mesías y profetas:
El pueblo judío conserva muchos textos de profetas. Se ha comprobado que algunas de las “profecías” fueron añadidas varias decenas y centenas de años después al texto original y otras responden a momentos de especial preocupación y turbulencias: desmembramiento del reino, invasiones, exilio y esclavitud de las familias dirigentes en Babilonia o Egipto, etc.
Y en sus momentos más negros, el pueblo judío confiaba en la llegada del vástago prometido de la Casa Real de David, el libertador, surgiendo a lo largo de los períodos profetas que lo anuncian e incluso personajes que se hacen llamar así.
En el siglo I había un mesias o un profeta en cada esquina, fundando su respectiva "secta": la cristiana sería una de ellas.