Otro asunto doméstico
Publicado: Mié Ago 12, 2009 2:50 am
Bueno amigos míos, en otras ocasiones he compartido con vosotros mis vicisitudes domésticas, esas pequeñas cosas que terminan por convertirse en agujeros negros en nuestras vidas, alguno recordará mi guerra con la lavadora, hoy gran amiga y aliada, mañana podemos volver a estar en trincheras diferentes. Hoy toca una parte de mi dulce vida hogareña, una anécdota sin moraleja, otra de esas pequeñas patadas en toda la boca que nos da la vida doméstica para recordarnos que no somos nadie. En momentos como en el que a continuación relato me hace más evidente que si hay un dios, el día que me lo encuentre espero poder decirle cuatro cositas. Pero no dejaré que la ira me embargue, continuaré contando mi pequeña historia.
Todo ha empezado esta mañana poco después de levantarme, mientras paladeaba para desayunar un tibio café recalentado en el microondas (espero que el café no tenga fecha de caducidad, está en una jarra a la que pronto le saldrán patas). Mi cabeza ha empezado a imaginar lo dulce y sabroso que sería en esos momentos tener una macedonia de frutas casera, con sus trocitos de manzana, plátano y zumo natural exprimido. Y mientras seguía degustando la sosa bebida que tenía entre las manos, imaginaba la sabrosa y saludable macedonia; de hecho, cada vez le añadía más ingredientes, vamos, se me caía la baba. El problema: mi nevera está pelada, esta semana vuelven mis hermanos y no voy a llenársela yo para que ellos se la zampen, así que tengo kit de supervivencia y poco más, congelados maternos (de vete tú a saber de cuando, igual a las lentejas le han salido raíces y hasta tengo cosecha para este año), espagueti, macarrones y arroz, alguna lata despistada que sobrevivió a la rapiña fraternal y poco más hasta que lleguen ellos. De alimentos frescos, los justos, que no estamos para alimentar a las alimañas y la fruta está por las nubes, en el fin de semana se hará reposición de abastos.
Bueno pues mientras realizaba mis quehaceres diarios no podía dejar de pensar en la macedonia, no sé, igual he tenido un sueño erótico con frutas pero no me acuerdo, el caso es que seguía añadiendo ingredientes y cada vez se me antojaba con más fuerza. Al mediodía me rendí, iría a comprar al supermercado lo justo para hacerme una macedonia para un par de días, ahora en verano es lo que más me apetece. Pero claro, a esas horas no se puede salir con la solana y menos para volver cargada con bolsas de fruta. Hice un plan, iría a última hora de la tarde para que no se derritiera el poco seso que aún me queda. Seguí pensando posibles ingredientes a mi macedonia, se me hacía la boca agua pensando en lo bien que me iba a sentar por la mañana coger un tazón, llenarlo de mi macedonia casera bien fría y tomármelo recién levantada. Era tan feliz, necesito TAN POCO para ser feliz. De hecho seguía pensando, si pelo y corto en cuanto vuelva del super y hago el zumo, me da tiempo para probarlo está noche. Así me animaba yo durante mi aburrida tarde. Estaba deseando irme a comprar la fruta.
Bueno, pues llegó la hora de comprar la fruta en el super. Estaba atestado, lleno de niños (no tengo nada contra ellos, pero en las zonas públicas alguno tendría que ir atado y con bozal, por su seguridad y la de los demás), familia que decide que el carro en mitad del mini pasillo queda estupendamente mientras discuten con el menor de los miembros de las cosas que sí se hacen y las que no se hacen (nadie les explicó a esos progenitores cuando eran más críos que cuando te paras hay que echarse a un lado). Pero yo estaba feliz, no me molestaba nada, yo iba en busca de mi fruta, esquivaba pizpireta con donaire y rapidez todos los obstáculos hasta llegar a la zona de frutería. ¿y qué había? Una cola para pesar la fruta, pero no importaba, yo pensaba en mi macedonia y lo buena que me iba a salir. Después de esquivar todos los obstáculos que se interponían entre la frutería y la caja, me toca esperar la cola de la caja, pero no importa, todo fuese por una alimentación saludable y quitarme el antojo.
Por fin salí del supermercado cargada de bolsas, porque claro, ya que estaba no solo he compré fruta,... Ahora los diez minutos hasta casa a patita y bajo el sol, no de mediodía pero de las ocho de la tarde, que tampoco es agradable cuando vas cargada. Bueno pues ya llego y rápidamente me pongo a hacer mi soñada macedonia para poder probarla fría por la noche, llena de ilusión y contento. Pelé y corté fruta durante una hora (es que quería mucha macedonia, para que me durase varios días) y exprimí quince naranjas, a mano, como lo leéis, con estos mismos dedos que golpean las teclas, exprimí las naranjas en un exprimidor que creo ha conocido a Franco. Mañana me levantaré con agujetas, pero no importa, todo fuese por mi macedonia. Pelé y corté manzanas, peras, plátanos, kiwis, melocotones y ciruelas, tenía un cubo de macedonia. Vale, lo reconozco, me emocioné demasiado, pero es que tenía muchas ganas de macedonia, imaginad que lleváis todo el día pensando en ella, ha crecido mucho. Sigo intentando recordar que habré soñado esta noche, pero debió de ser un sueño muy afrutado.
Bueno, ya había terminado de cortar, pelar y exprimir, todo a la nevera y a esperar. Tan contenta e inocente yo me puse a recoger todo lo que había ensuciado, limpié toda la cocina menos el suelo, que recogería antes de irme a la cama, total, tampoco estaba tan sucio. Dejé que se enfriase mi cubo de macedonia durante tres largas horas, tenía ya ganas de probarla. Y allí fui, saqué el cubo de macedonia de la nevera, lo puse encima de la mesa de la cocina y me fui a coger una cuchara para probarla. ¿Cómo describir la sensación de satisfacción y alegría que me invadió tras probar mi ansiada macedonia? Si es que me había salido con el punto de azúcar justo. Estaba tan feliz que me fui a buscar el tazón para darle el primer viaje a mi cubo de macedonia. Encontré uno con el tamaño justo para que resultase suficiente para cenar mi macedonia. Allá iba yo con el tazón, tan feliz, tan inocente, tan satisfecha de mi misma cuando me di con una banqueta volví el cuerpo y con el codo... Sí tiré la macedonia por todo el suelo de la cocina, MI MACEDONIA, mi soñada macedonia por todo el suelo ¿por qué a mi? ¿qué había hecho yo para merecer tal castigo? Si existe dios tiene un sentido del humor que se podía meter en su agujero más oscuro, mi macedonia desparramada por todos sitios. Encima he tardado una hora en recoger todo el desaguisado y no he podido más que probar la macedonia. No ha habido recompensa para mis desvelos y mi esfuerzo, nada más que volver a limpiar la cocina.
Pero no podrán conmigo, estoy planeando el contraataque, mañana volveré a comprar fruta (y un exprimidor, no me rindo, pero no estoy idiota y los brazos me están matando) y volveré a hacer mi cubo de macedonia y está vez nada ni nadie podrá interponerse entre nosotros, entre mi macedonia y yo, cogeré el cubo y nos iremos solos al salón para disfrutar de nuestra mutua compañía.
Supongo que nadie le interesa mi guerra particualr con la fruta, pero yo me he desahogado después del tremendo disgusto que me he llevado cuando he visto como volcaba el cubo de mi macedonia, daba una vuelta de campana en el aire y aterrizaba con un sonoro golpe en el suelo. He visto a cámara lenta como se suicidaba sin darme opción a convencerla para que se quedase sobre la mesa, ha sido muy duro para mi.
Todo ha empezado esta mañana poco después de levantarme, mientras paladeaba para desayunar un tibio café recalentado en el microondas (espero que el café no tenga fecha de caducidad, está en una jarra a la que pronto le saldrán patas). Mi cabeza ha empezado a imaginar lo dulce y sabroso que sería en esos momentos tener una macedonia de frutas casera, con sus trocitos de manzana, plátano y zumo natural exprimido. Y mientras seguía degustando la sosa bebida que tenía entre las manos, imaginaba la sabrosa y saludable macedonia; de hecho, cada vez le añadía más ingredientes, vamos, se me caía la baba. El problema: mi nevera está pelada, esta semana vuelven mis hermanos y no voy a llenársela yo para que ellos se la zampen, así que tengo kit de supervivencia y poco más, congelados maternos (de vete tú a saber de cuando, igual a las lentejas le han salido raíces y hasta tengo cosecha para este año), espagueti, macarrones y arroz, alguna lata despistada que sobrevivió a la rapiña fraternal y poco más hasta que lleguen ellos. De alimentos frescos, los justos, que no estamos para alimentar a las alimañas y la fruta está por las nubes, en el fin de semana se hará reposición de abastos.
Bueno pues mientras realizaba mis quehaceres diarios no podía dejar de pensar en la macedonia, no sé, igual he tenido un sueño erótico con frutas pero no me acuerdo, el caso es que seguía añadiendo ingredientes y cada vez se me antojaba con más fuerza. Al mediodía me rendí, iría a comprar al supermercado lo justo para hacerme una macedonia para un par de días, ahora en verano es lo que más me apetece. Pero claro, a esas horas no se puede salir con la solana y menos para volver cargada con bolsas de fruta. Hice un plan, iría a última hora de la tarde para que no se derritiera el poco seso que aún me queda. Seguí pensando posibles ingredientes a mi macedonia, se me hacía la boca agua pensando en lo bien que me iba a sentar por la mañana coger un tazón, llenarlo de mi macedonia casera bien fría y tomármelo recién levantada. Era tan feliz, necesito TAN POCO para ser feliz. De hecho seguía pensando, si pelo y corto en cuanto vuelva del super y hago el zumo, me da tiempo para probarlo está noche. Así me animaba yo durante mi aburrida tarde. Estaba deseando irme a comprar la fruta.
Bueno, pues llegó la hora de comprar la fruta en el super. Estaba atestado, lleno de niños (no tengo nada contra ellos, pero en las zonas públicas alguno tendría que ir atado y con bozal, por su seguridad y la de los demás), familia que decide que el carro en mitad del mini pasillo queda estupendamente mientras discuten con el menor de los miembros de las cosas que sí se hacen y las que no se hacen (nadie les explicó a esos progenitores cuando eran más críos que cuando te paras hay que echarse a un lado). Pero yo estaba feliz, no me molestaba nada, yo iba en busca de mi fruta, esquivaba pizpireta con donaire y rapidez todos los obstáculos hasta llegar a la zona de frutería. ¿y qué había? Una cola para pesar la fruta, pero no importaba, yo pensaba en mi macedonia y lo buena que me iba a salir. Después de esquivar todos los obstáculos que se interponían entre la frutería y la caja, me toca esperar la cola de la caja, pero no importa, todo fuese por una alimentación saludable y quitarme el antojo.
Por fin salí del supermercado cargada de bolsas, porque claro, ya que estaba no solo he compré fruta,... Ahora los diez minutos hasta casa a patita y bajo el sol, no de mediodía pero de las ocho de la tarde, que tampoco es agradable cuando vas cargada. Bueno pues ya llego y rápidamente me pongo a hacer mi soñada macedonia para poder probarla fría por la noche, llena de ilusión y contento. Pelé y corté fruta durante una hora (es que quería mucha macedonia, para que me durase varios días) y exprimí quince naranjas, a mano, como lo leéis, con estos mismos dedos que golpean las teclas, exprimí las naranjas en un exprimidor que creo ha conocido a Franco. Mañana me levantaré con agujetas, pero no importa, todo fuese por mi macedonia. Pelé y corté manzanas, peras, plátanos, kiwis, melocotones y ciruelas, tenía un cubo de macedonia. Vale, lo reconozco, me emocioné demasiado, pero es que tenía muchas ganas de macedonia, imaginad que lleváis todo el día pensando en ella, ha crecido mucho. Sigo intentando recordar que habré soñado esta noche, pero debió de ser un sueño muy afrutado.
Bueno, ya había terminado de cortar, pelar y exprimir, todo a la nevera y a esperar. Tan contenta e inocente yo me puse a recoger todo lo que había ensuciado, limpié toda la cocina menos el suelo, que recogería antes de irme a la cama, total, tampoco estaba tan sucio. Dejé que se enfriase mi cubo de macedonia durante tres largas horas, tenía ya ganas de probarla. Y allí fui, saqué el cubo de macedonia de la nevera, lo puse encima de la mesa de la cocina y me fui a coger una cuchara para probarla. ¿Cómo describir la sensación de satisfacción y alegría que me invadió tras probar mi ansiada macedonia? Si es que me había salido con el punto de azúcar justo. Estaba tan feliz que me fui a buscar el tazón para darle el primer viaje a mi cubo de macedonia. Encontré uno con el tamaño justo para que resultase suficiente para cenar mi macedonia. Allá iba yo con el tazón, tan feliz, tan inocente, tan satisfecha de mi misma cuando me di con una banqueta volví el cuerpo y con el codo... Sí tiré la macedonia por todo el suelo de la cocina, MI MACEDONIA, mi soñada macedonia por todo el suelo ¿por qué a mi? ¿qué había hecho yo para merecer tal castigo? Si existe dios tiene un sentido del humor que se podía meter en su agujero más oscuro, mi macedonia desparramada por todos sitios. Encima he tardado una hora en recoger todo el desaguisado y no he podido más que probar la macedonia. No ha habido recompensa para mis desvelos y mi esfuerzo, nada más que volver a limpiar la cocina.
Pero no podrán conmigo, estoy planeando el contraataque, mañana volveré a comprar fruta (y un exprimidor, no me rindo, pero no estoy idiota y los brazos me están matando) y volveré a hacer mi cubo de macedonia y está vez nada ni nadie podrá interponerse entre nosotros, entre mi macedonia y yo, cogeré el cubo y nos iremos solos al salón para disfrutar de nuestra mutua compañía.
Supongo que nadie le interesa mi guerra particualr con la fruta, pero yo me he desahogado después del tremendo disgusto que me he llevado cuando he visto como volcaba el cubo de mi macedonia, daba una vuelta de campana en el aire y aterrizaba con un sonoro golpe en el suelo. He visto a cámara lenta como se suicidaba sin darme opción a convencerla para que se quedase sobre la mesa, ha sido muy duro para mi.