Reflexión sobre el paracaidismo
Publicado: Mié Dic 30, 2009 11:03 pm
Gracias a las palabras de Hagamenon
Puedo afirmar sin temor a exagerar que la práctica del paracaidismo es una actividad fuera de todo raciocinio. ¿Podemos considerar sensato lanzarse desde alturas ridículas, arriesgando la propia integridad física sin más resguardo que un dispositivo que por más seguro que pueda ser, tiene un margen de falla cuyo costo es demasiado alto?. Y sin embargo, no se ve que hayan grupos organizados haciendo campañas para proscribir esta actividad. Se asume que cada quien tiene el derecho de poner en riesgo su vida, en tanto ello no interfiera o perjudique a un tercero (más allá del plano sentimental, se entiende).
Quienes son paracaidistas disfrutan cada vez que se lanzan, por el aumento de la adrenalina que les da la sensación de “estar vivo”. Hasta donde sé, los paracaidistas no sufren de depresión ni otro tipo de afecciones propias de quienes tienen una vida sin mayor sentido ni disfrute. Ellos la pasan bien con su acto irracional que no perjudica a nadie más que a ellos mismos, si es que.
Siendo así, no veo inconveniente alguno.
Luego de esto y sin proponérmelo, se me ocurrió lo que sigue.
Supongamos que un paracaidista, de pronto y sin razón aparente, tiene una revelación: hay un creador de todo lo que existe. ¿Su nombre? El Gran Parachute (léase en castellano, no con pronunciación en inglés). De acuerdo a esta revelación, éste paracaidista hace todo lo que esté a su alcance para aunar a todos los grupos de paracaidismo existentes, con el fin de dar a conocer esta revelación al resto del mundo.
Sólo quienes sean paracaidistas se salvarán en el final de los tiempos, cuando la tierra se abra y aparezcan los Grandes Abismos de la Perdición Eterna. El Gran Parachute ha creado la fuerza de gravedad para tenernos a todos apegados al suelo y caer. ¿Por qué? porque para demostrar nuestro amor hacia él, debemos buscar la forma de sobreponernos a tal fuerza, alcanzar las alturas y acercárnosle para que nos corresponda enseñándonos la forma de volver a tierra de manera segura y estar a salvo en caso de caída. Ícaro fue el primero en intentar esto, pero falló. Sin embargo, la infinita benevolencia de El Gran Parachute reveló a Leonardo Da Vinci, el primer paracaidista, la ciencia con la que no solo podría diseñar el dispositivo que permite enfrentar la muerte y salir airoso de ello si se cae desde los cielos, sino también cómo llegar a ellos.
Luego y por amor a todas las personas, esta revelación debe ser difundida. No sólo eso: al ser una verdad incuestionable, debe ser impuesta. Esto es en beneficio de la humanidad. De esta forma, los paracaidistas se unen y hacen todo lo que esté a su alcance para lograr que las leyes se modifiquen, a fin de que todo el mundo se someta a los dictámenes de El Gran Parachute. Por supuesto que habría resistencia por parte de los descreídos de siempre, pero nada que un buen salto en paracaídas no pueda cambiar. A este proceso se le llama “conversión”.
Bueno, podría seguir con esto. De más está decir que esta “revelación” no resiste análisis, pero si lo pienso un poco ¡¡he inventado una religión!! y una que podría resultar muy lucrativa.
que dijo aquí, tuve un momento de inspiración y se me ocurrió la sgte. reflexión.conviene darse cuenta de que lo racional es genial, pero lo que hace que la vida merezca la pena ser vivida es lo irracional.
Puedo afirmar sin temor a exagerar que la práctica del paracaidismo es una actividad fuera de todo raciocinio. ¿Podemos considerar sensato lanzarse desde alturas ridículas, arriesgando la propia integridad física sin más resguardo que un dispositivo que por más seguro que pueda ser, tiene un margen de falla cuyo costo es demasiado alto?. Y sin embargo, no se ve que hayan grupos organizados haciendo campañas para proscribir esta actividad. Se asume que cada quien tiene el derecho de poner en riesgo su vida, en tanto ello no interfiera o perjudique a un tercero (más allá del plano sentimental, se entiende).
Quienes son paracaidistas disfrutan cada vez que se lanzan, por el aumento de la adrenalina que les da la sensación de “estar vivo”. Hasta donde sé, los paracaidistas no sufren de depresión ni otro tipo de afecciones propias de quienes tienen una vida sin mayor sentido ni disfrute. Ellos la pasan bien con su acto irracional que no perjudica a nadie más que a ellos mismos, si es que.
Siendo así, no veo inconveniente alguno.
Luego de esto y sin proponérmelo, se me ocurrió lo que sigue.
Supongamos que un paracaidista, de pronto y sin razón aparente, tiene una revelación: hay un creador de todo lo que existe. ¿Su nombre? El Gran Parachute (léase en castellano, no con pronunciación en inglés). De acuerdo a esta revelación, éste paracaidista hace todo lo que esté a su alcance para aunar a todos los grupos de paracaidismo existentes, con el fin de dar a conocer esta revelación al resto del mundo.
Sólo quienes sean paracaidistas se salvarán en el final de los tiempos, cuando la tierra se abra y aparezcan los Grandes Abismos de la Perdición Eterna. El Gran Parachute ha creado la fuerza de gravedad para tenernos a todos apegados al suelo y caer. ¿Por qué? porque para demostrar nuestro amor hacia él, debemos buscar la forma de sobreponernos a tal fuerza, alcanzar las alturas y acercárnosle para que nos corresponda enseñándonos la forma de volver a tierra de manera segura y estar a salvo en caso de caída. Ícaro fue el primero en intentar esto, pero falló. Sin embargo, la infinita benevolencia de El Gran Parachute reveló a Leonardo Da Vinci, el primer paracaidista, la ciencia con la que no solo podría diseñar el dispositivo que permite enfrentar la muerte y salir airoso de ello si se cae desde los cielos, sino también cómo llegar a ellos.
Luego y por amor a todas las personas, esta revelación debe ser difundida. No sólo eso: al ser una verdad incuestionable, debe ser impuesta. Esto es en beneficio de la humanidad. De esta forma, los paracaidistas se unen y hacen todo lo que esté a su alcance para lograr que las leyes se modifiquen, a fin de que todo el mundo se someta a los dictámenes de El Gran Parachute. Por supuesto que habría resistencia por parte de los descreídos de siempre, pero nada que un buen salto en paracaídas no pueda cambiar. A este proceso se le llama “conversión”.
Bueno, podría seguir con esto. De más está decir que esta “revelación” no resiste análisis, pero si lo pienso un poco ¡¡he inventado una religión!! y una que podría resultar muy lucrativa.