Puesto que el compañero Orwel ha solicitado de nosotros, entre los que me incluye, cual es la opinión que me merece este “deporte-espectáculo” que atrae a las masas de todos los continentes, intentaré hacer un esbozo de lo que en mi calidad de no aficionado pienso al respecto.
No tengo ni idea de cómo arrancar con el asunto, ya que como he anunciado, no soy aficionado y pienso que esta “enfermedad” se me ha hecho crónica.
Lo que en un principio fue una posición vehementemente anti-futbolera producto de su utilización como “válvula de escape” que el franquismo utilizó para que el “pueblo” se desahogara de la falta de libertades y así, paralelamente afianzar el “espíritu patrio” mediante competiciones que únicamente solo tenían como eje central la figura del dictador.
Una que me viene a la memoria fue la otrora “copa del generalísimo”, con culto a la personalidad incluida hacía el enano con fajín que, hacía las delicias del régimen. También recuerdo todos los “uno de mayo”, que para la izquierda era el “Primero de Mayo”, donde el régimen días antes de su celebración metía a la cárcel (medidas preventivas, lo llamaban), a todos los que estábamos fichados, al objeto de abortar las manifestaciones. Paso el tiempo y, el régimen decidió ahorrarse la represión y las huelgas y declaró el “uno de mayo” fiesta nacional. Apoyado por la iglesia le pusieron el nombre onomástico de “San José obrero”, a fin de consagrar al nacional-catolicismo y usurpar el día reivindicativo y símbolo de lucha de la clase obrera mundial para balance de inventario partidista. Claro que, la izquierda convocaba manifestaciones que naturalmente eran reprimidas pero se habían ahorrado las huelgas respectivas, con lo que el régimen tenía que contrapesar sólo lo que ellos denominaban “alteración del orden público”. Entonces idearon los “festejos populares”, coros y danzas de la sección femenina representando a todas las “sensibilidades del espíritu nacional”, para después gran partido de futbol en el que naturalmente el Real Madrid era la figura estelar, todo esto televisado en directo en una programación que comenzaba a las nueve de la mañana y acababa con el puto partido partidista (valga la redundancia) en el que siempre ganaba el Real Madrid. No voy a seguir contando los orígenes de mi fobia hacía el futbol porque con este esbozo creo que ha quedado claro.
Naturalmente que no sólo está incluido el futbol en el paquete de mis fobias, tengo más espectáculos en ese paquete y con más o menos intensidad fóbica, que depende y es proporcional a la instrumentalización que el régimen hizo de algunos eventos “culturales”.
Dicho lo anterior y pasando a la actualidad, la fobia ha desaparecido pero el dilema sigue siendo el mismo, los actores no son los mismos, aunque la instrumentalización con fines políticos sigue existiendo, sin soslayar los intereses económicos. Las normas del “juego” (¿sigue siendo un juego?), no han cambiado sustancialmente, pero los clubes ya no son sociedades populares, como pienso que deberían serlo, sino sociedades anónimas donde mandan los accionistas mayoritarios, algo que es normal en cualquier sociedad que se reclame como tal.
Este “salto cualitativo” es primordial para entender que el fútbol no solo da réditos económicos, sino también políticos, esto último no ha variado. Las competiciones siguen teniendo sus “copas” y lo único que han cambiado son los honores, Franco por el Rey y además, gane quién gane, una de las primeras honras es ir a dar gracias a la Virgen de turno, en Bilbao es la de Begoña y en Madrid supongo que será la de la Almudena, no tengo ni idea, pero seguro que alguna habrá.
Lo que no falla es la foto con los políticos de turno, estos son los que cuando el “equipo nuestro”, necesite un nuevo centro deportivo ellos serán los que estrujen el bolsillo de los “otros” para subvencionar el entuerto, seas o no seas futbolero. Por lo tanto el
“futbol se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores”, como bien dice Eduardo Galeano, gran aficionado al fútbol e izquierdista confeso.
Bueno, como no soy nada fervoroso del fútbol y habiéndome quitado la fobia que me invadía, doy paso a la palabra de mi admirado Galeano que no solo entiende de futbol, sino que es un notable crítico del acontecer diario. Entre sus comentarios introduzco los míos, aunque no lo haga notar, pero las ideas son propias de él. Cuando sean de otros lo haré notar.
Dice este fino uruguayo,
¿es el futbol el opio del pueblo?, a está pregunta se hace otra y se contesta:
¿En qué se parece el fútbol a Dios?, en que es la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales". La enjundia está servida.
Rudyard Kipling ya en 1880 afirmaba burlándose de los aficionados al futbol, que estos eran
"las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan". Borges, el día que se celebraba el primer partido de Argentina en el mundial de 1978, dictó una conferencia sobre el tema de la “inmortalidad” el mismo día, y a la misma hora. Borges fue más sutil pero este también tenía aversión al futbol. Galeano se pringa en descomponer las razones que los intelectuales de derechas objetan contra los aficionados y dice;
“El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere”. Estoy de acuerdo por completo, esta visión elitista de los conservadores es tal y como la describe como muy buen tino nuestro compañero Galeano.
Debo aclarar que mis fobias eran contra el futbol como herramienta eficaz del poder, como puede ser la religión o los programas amarillistas-basurade cualquier calaña, o sea, sin ningún substrato elitista, ni nada que se le asemeje, mi fobia estaba dirigida hacía las causas. A lo que me opongo en este momento y ciñéndome exclusivamente al espectáculo en si, es que
“la tecnología del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”, ya que prevalece la eficacia productiva y utilitarista, por lo que la única meta es el resultado, ganar a toda costa, puesto que esto es únicamente lo que genera dividendos, con lo que la escalada (espiral) de contrataciones con cifras de escándalo es la tónica general. A todo ello contribuyen los medios de comunicación, revistas especializadas, diarios que llenan páginas y páginas, televisiones que pagan cifras desorbitadas y futbolistas que reciben parte de esos beneficios, donde muy pocos se atreven a denunciar el desatino, de que un jugador gane más que un investigador que trata de encontrar una vacuna contra cualquiera de las enfermedades existentes.
César Luis Menotti (el flaco) lo denunciaba según lo cuenta en un libro escrito por el austriaco Harald Irnberger;
"Hay un fútbol de derecha y otro de izquierda: El fútbol de derecha nos quiere sugerir: la vida es lucha, exige sacrificios, debemos volvernos de acero y ganar con todos los métodos. El entrenador les dice a los jugadores que para no disgustarse con el presidente del club se abstiene de decir sus ideas políticas. Obedecer y funcionar, eso es lo que quieren los del poder con respecto a los jugadores”. No está nada mal lo que “el flaco”denuncia. En una entrevista a Ángel Cappa y en perfecta sintonía con él, afirma;
"A la izquierda sí le interesa el contenido, la ilusión, la emoción. A la derecha no le importa la emoción, le importa ganar guita y punto. Y para ganar guita, destruyen el planeta, destruyen a la gente. Es el “písalo, písalo”. Desde los medios te forman una opinión. Pero también hay una paradoja: aparece Huracán, hace tres pases seguidos, y la gente se olvida de lo que le estuvieron diciendo los medios durante treinta años". Al hilo de esto recuerdo que Valdano dijo del “flaco filósofo” (que lo era), que éste siempre les recordaba diciendo,
“jamás meter un gol con violencia”.
Galeano dice al respecto;
“En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase”, para tabién y a continuación recordar que,
“el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo".
Con todo este tocho que he escrito, trato de posicionarme (aunque no sea aficionado) a favor de lo siguiente; si bien el fútbol está manipulado por el poder económico y a sabiendas que su único interés está en los beneficios y no en la estética, no por ello hay que dejar la batalla por dignificar este deporte y darle la vuelta para mejor deleite de los aficionados, con lo que me mi crítica es hacía las S.A. futboleras, que no contra los aficionados que estoicamente tienen que soportar en la mayoría de las ocasiones un lamentable y agresivo espectáculo que nada tiene que ver con el juego limpio que debiera prevalecer, siendo uno de sus efectos la violencia que se proyecta. Saludos compañero Orwel, pero tú te lo has buscado.