“El síndrome antigubernamental de los obispos es desmesurado y perjudicial”
El jesuita Masiá: “La sexualidad es una piscina en la que, aunque no cubra el agua, la Iglesia se ahoga”
ELPLURAL.COM
Juan Masiá, el teólogo jesuita exiliado en Japón desde que el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, le purgara -presuntamente- de la Universidad Pontificia de Comillas en 2006, ha reaparecido en una entrevista en la que califica “el síndrome antigubernamental de los obispos” de “desmesurado”. Masiá ha contestado a las interpelaciones de la periodista Virginia Miranda en el semanario El Siglo, y a pesar de sus malas experiencias con la censura episcopal no se ha mordido la lengua: además de calificar como “desatinada” la comparación del aborto y los abusos sexuales” sacada al trasluz por el cardenal Antonio Cañizares, el especialista ha criticado la falta de credibilidad de la Iglesia en cuanto a la interrupción voluntaria del embarazo por su férrea oposición “a la anticoncepción” y a la “educación sexual”. “Es que el tema de la sexualidad es una piscina en la que, aunque no cubra el agua, la Iglesia no hace pie y se ahoga”, ha asegurado.
Masiá, al que algunos recuerdan como el jesuita cesado de la Dirección de la Cátedra de Bioética de Comillas el 20 de enero de 2006 por defender el uso de los anticonceptivos y la educación sexual –aquel episodio también se saldó con el secuestro de su libro "Tertulias de Bioética" por parte del Vaticano- ha reaparecido desde Japón, donde es asesor de la Conferencia Episcopal y profesor de Bioética.
Síndrome gubernamental.
Este jesuita, alineado habitualmente al ala progresista de la Iglesia –en su momento defendió al doctor del Severo Ochoa, Luis Montes, criticó a la Cope y elogió la Ley de muerte digna de la Junta andaluza-, ha abandonado su exilio nipón para criticar, una vez más, la vertiente politizada de la jerarquía católica. “Los obispos pueden, en igualdad de condiciones con otros grupos sociales, proponer sus opiniones sin imponerlas. Pero su síndrome antigubernamental es desmesurado y perjudicial. La intromisión de la Conferencia Episcopal ante el parlamentariado católico, cuando se votaron las leyes sobre reproducción asistida e investigación bioética, desconcertó a profesionales católicos de ciencia o política y a quienes hacemos teología con amor a la iglesia y disentimos, no ‘de la Iglesia’ sino ‘en la Iglesia’”, asegura.
Cañizares y los abusos.
Preguntado por las declaraciones hechas a finales de mayo por el cardenal Antonio Cañizares, quien sostuvo que “no es comparable” el abuso a niños en el seno católico irlandés “con los millones de vidas destruidas por el aborto”, Masiá recuerda que “la comparaciones son odiosas”. “La de esta vez ha sido desatinada. Ni el valor de las vidas suprimidas ni el de las víctimas de abusos se calculan numéricamente. (El ex presidente de Estados Unidos) Truman justificaba la bomba atómica porque el número de muertos en una invasión por tierra habría sido mayor, manera de razonar que merecía suspenso en ética”, opina.
Libertad de conciencia.
En cuanto al tema del aborto, Masiá cree que “ni partidos ni iglesias deberían imponer disciplina de voto porque ambas ideologías “frenan el debate ético”. “Se puede coincidir afirmando que el aborto no es deseable ni aconsejable, que hay que desarraigar sus causas, que nadie debe sufrir coacción para abortar y que debe mejorarse la educación sexual. Ni las religiones deberían amenaza con la excomunión, ni las posturas defensoras de la mujer deberían abusar de la apelación a derechos ilimitados de esta para decidir sobre su cuerpo”, indica.
El tabú de la anticoncepción.
Según este teólogo jesuita, la oposición de la Iglesia a los anticonceptivos es un “problema” que “debería estar superado hace medio siglo. “La encíclica Humanae vital de Pablo VI causó la mayor pérdida de credibilidad de la Iglesia católica en el siglo pasado. Sin tomar en serio la anticoncepción, no hay credibilidad para oponerse al aborto; hay que fomentar la educación sexual integral, que incluya suficiente conocimiento de recursos contraceptivos, interceptivos y contragestativos. Sobre la píldora del día siguiente, hay que evitar malentendidos: ni es abortiva, ni es un anticonceptivo habitual, sino de emergencia” apunta, en evidente contradicción con los postulados del Episcopado español.
“Desliz” del preservativo.
Inquirido por el tema, Masiá define las declaraciones sobre el preservativo hechas por el Papa Benedicto XVI en marzo, durante su último viaje a África, como “un lamentable desliz del que estará arrepentido”. En la misma línea crítica, el teólogo planta cara a Alfa y Omega, la revista del arzobispado de Madrid presidido por Antonio María Rouco Varela, que recientemente defendió que, en una sociedad con el sexo banalizado, la tipificación de la violación como delito no tiene sentido. Para Masiá, los extremos no son buenos.
La Iglesia se ahoga.
“Ni banalizar la sexualidad, ni demonizarla. Lo de no disociar lo procreativo y lo unitivo es una expresión repetida por Juan Pablo II (…) Pero en la situación actual de involución, se repiten maneras de hablar sobre sexualidad más propias de los días del Papa Pío XI y su encíclica Casti connubii de 1930. En el tema de la sexualidad, la teología y la moral católica arrastran un lastre de siglos de fijación y obsesión del que no acaban de liberarse. Es que el tema e la sexualidad es una piscina en la que, aunque no cubra el agua, la Iglesia hace pie y se ahoga” sentencia quien, precisamente, pagó las consecuencias de contradecir a Rouco por hablar de educación sexual.
ntrabolsi@elplural.com
Fuente: http://www.elplural.com/macrovida/detail.php?id=34821
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Solo se que nada se.
Sócrates, filosofo griego 470 a.c
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