¿Que la gente necesita la religión? Puede, por eso prolifera la basura de nuevas sectas, teléfonos de tarot y adivinaciones varias, y series televisivas ad nauseam sobre vampiros, ángeles, demonios, muertos que se manifiestan, etc.
Pero acabar con el poder de las más fuertes, empezando por el cristianismo, no parece tan complicado. Está instaurado en los países, si podemos decirlo así, más avanzados, y en mi opinión, está en un declive dificil de enderezar. El judaismo fundamentalista terminará cuando los gobiernos de EEUU y de Israel decidan prescindir de ellos. El Islam es cuestión más lenta, pero una culturización de sus países sin duda ayudará en unas décadas.
El objetivo no es acabar con las religiones, que cada uno haga lo que le salga de sus reales narices con su tiempo y su intelecto. El objetivo es echarles del poder de influir en la vida ciudadana y en la legislación, construir sociedades laicas, en las que la religión sea irrelevante.
Entonces
todos tendremos leyes que verdaderamente cumplan su papel de regular con justicia la convivencia, y
algunos tendrán además que flagelarse por las noches, renunciar al control de su propia vida, llorar de arrepentimiento constantemente, madrugar para asistir a su templo el día que les toque y todas las demás cosas que les mande hacer su líder. Pero lo harán sin subvenciones ni el apoyo tácito de los gobiernos de los estados.
Ya no los tendremos gritando al unísono en total libertad de acción e impunidad legal, que quienes defienden una ley determinada somos unos asesinos, o que queremos romper su familia tradicional, o que atentamos contra la democracia y la libertad porque no queremos que obliguen a los niños a ver a un tío crucificado a todas horas en la escuela. Sin subvenciones estatales, sin recepciones al máximo nivel del Papa, con un apoyo ciudadano decreciente, al menos los cristianos quedarán reducidos al nivel que deberían tener: sectas más o menos peligrosas, a ser vigiladas. Y no creo que sean muchas décadas, francamente.