Los 'lobbies' de Dios
Publicado: Vie Feb 05, 2010 11:39 pm
Los poderes político y religioso se solapan en una nación donde el 92% de la población es creyente.
Los héroes de la Revolución Americana siempre iban acompañados por un pastor con librea y Biblia. Y muchos rezaban a diario, con la esperanza de que Dios atendiera sus plegarias. Nada que ver con la francesa, donde más valía esconder la sotana en el baúl de los recuerdos si no querías que te cortaran la cabeza. En los orígenes de EE UU, allá por 1776, el papel de Dios era vital. Y ahí sigue, tan imponente como siempre.
Prueba de ello es la influencia que ejercen los 'lobbies' religiosos en la patria de Barack Obama. Además de organizar actos sociales o pedagógicos (barbacoas con empresarios, cursillos sobre educación sexual...), los hay que incluso financian la campaña presidencial de los candidatos. Bien es verdad que no manejan cifras astronómicas como los grupos de presión relacionados con las farmacéuticas, que se han gastado casi 245 millones de dólares en gran medida para cargarse los proyectos del presidente relativos a la reforma de la sanidad. Ellos no disponen de tantos fondos: ocupan el puesto 71 en el ranking de contribuciones. Entre el 1 de enero de 2007 y el 31 de diciembre de 2008, apenas superaron los tres millones.
Aun así, su peso en la vida pública es tremendo. No hay más que recordar la que se montará mañana en la capital estadounidense: el Desayuno de la Oración, encabezado por Barack Obama, va a acoger a unas 3.000 personas en el hotel Washington Hilton. Y se trata, ni más ni menos, de un acto organizado por un grupo religioso ultraconservador conocido como 'The Family' o 'The Fellowship' ('La Familia' o 'La Hermandad'). Gracias a ellos, se concentrará lo más granado de la política nacional para tomarse un café y poner los ojos en el Altísimo. Más les vale. Sobre todo porque el 70% de los estadounidenses piensa que su presidente debe tener «fuertes sentimientos religiosos». Es decir, cualquiera que tenga ambiciones, ha de pasar por el aro y decir 'amén'. Está muy mal visto ser ateo: sólo el 3% de los estadounidense admite dar la espalda a Dios. Ahora bien, en un ejercicio de tolerancia que se ha consolidado con Obama, en el Desayuno de la Oración se aceptan agnósticos y hasta ateos.
No se sentirá fuera de lugar el presidente del Gobierno español, el laico José Luis Rodríguez Zapatero, que este año acude como invitado especial y pronunciará un discurso. Igual que en su día hicieron la madre Teresa de Calcuta, Bono, Tony Blair y Benazir Bhutto. Todo un hito.
Hasta ahora ninguna personalidad española se había hecho oír en este evento, que se remonta a 1953 y derrocha 'glamour', poder y tráfico de influencias. Al margen de algún que otro ministro de Franco, como Federico Silva Muñoz, sólo se tiene constancia de la discreta participación del diputado de Alianza Popular Antonio Hernández Mancha en 1986. Su foto con Ronald Reagan se aireó en los medios de comunicación de nuestro país, pero apenas trascendió lo que se dijeron. Sólo se sabe que Reagan hizo aspavientos ante la juventud de Hernández Mancha. En esta ocasión, pase lo que pase, correrán ríos de tinta. Hay mucha expectación en el Ejecutivo de Madrid, aunque, eso sí, todos han eludido hablar de la entidad que gestiona el evento.
Detrás de 'The Family' hay un 'lobby' apegado a las élites, que fue fundado en los años 30 por un pastor metodista de origen noruego llamado Abraham Vereide. Pues bien, resulta que este religioso era «un admirador confeso de Stalin, Hitler y Mao», según revela el periodista Jeff Sharlet en un libro que levantó ampollas en EE UU hace un par de años. Es un volumen de casi 500 páginas con un título sacado de un episodio de la serie 'Expediente X'. O eso parece. No hay más que echarle un vistazo a la portada: en un fondo negro destacan en blanco las palabras 'La Familia: El fundamentalismo secreto en el corazón del poder de América'.
Su autor (hijo de padre judío y madre pentecostal) carga las tintas en los trapos sucios de una agrupación que defiende el liberalismo a ultranza sin ningún tipo de control -«porque lo guía la mano de Dios»- y no le hace ascos a los déspotas. Sirva de ejemplo que mantuvo relaciones estrechas con el régimen militar de Brasil, la dictadura indonesia de Suharto y el tirano Siad Barre de Somalia. Una tropa que «vino a nosotros y no tuvimos más alternativa que aceptarlos; la Biblia está llena de criminales en serie», justifica Doug Coe, actual líder de 'The Family'. En resumidas cuentas, saben hacer la vista gorda cuando conviene a sus intereses.
Una actitud que también asumen los políticos, «porque, seamos sinceros, a estas alturas muy pocos se acuerdan de los orígenes o el trasfondo de todo ese espectáculo», reconoce Bruce Malina, profesor de Teología de la Universidad de Creighton, en Nebraska. En su opinión, lo que realmente cuenta es el escaparate o 'show-business', «algo imprescindible en una sociedad donde la única religión oficial es el capitalismo». Y esto lo dice Malina en un país donde el 60% de la población reza a diario y un 50% entiende que Dios responde a sus plegarias, según los datos que arroja el centro de estudios Pew especializado en Religión y Vida Pública.
-¿Cómo se concilia el lucro y la fe?
-Fácil. La propia fe tiende a verse como un negocio. Buen ejemplo de ello son los 'lobbies' religiosos. No son más que el brazo alargado de algunos credos, ansiosos por influir en la política y hacerse fuertes en la sociedad. En un sentido amplio, no es más que competencia de mercado pura y dura.
-En última instancia, ¿qué es la fe para la mayoría de los estadounidenses?
-Una seña de identidad . Piense que en EE UU es habitual cambiar de casa y alejarse cientos de kilómetros cada vez. Por eso es tan importante la parroquia, la sinagoga, la mezquita... Facilita la integración.
Requisitos para no saltarse la ley
Queda la duda de cómo se explica el peso de estos 'lobbies' en un sistema político que, como decía Thomas Jefferson, debe levantar «un muro de piedra» entre el Ejecutivo y las iglesias. Esta idea, recogida en la Constitución, se respeta a rajatabla a nivel institucional, o sea, de poder a poder. Ahora bien, hay dos matices muy importantes.
Uno: ningún rabino, obispo, pastor, imán... puede reclamar el voto para un partido pero, al margen de eso, sí puede abrir un debate público sobre temas que considere de su interés. Lo cual viene a ser la cuadratura del círculo: ¿cómo evitar, cuando se habla sobre el aborto o el matrimonio gay, que se hagan evidentes las preferencias políticas?
Dos: el 'lobbying' de colectivos como 'The Family' (que son asociaciones, no instituciones) se admite siempre que la presión sobre el poder legislativo y ejecutivo no supere «el 15% del total de sus actividades», tal y como ha dejado sentado la jurisprudencia. Qué complicado. ¿Cómo cuantificar con exactitud ese porcentaje? Según las listas de 'Top 25' de los últimos años, entre los grupos de presión más influyentes destaca el American Israel Public Affairs (Comité de Asuntos Públicos EE UU-Israel), hasta el punto de que en 2005 llegó a adelantarse a la poderosísima Asociación Nacional del Rifle y se aupó al segundo puesto. Sólo fue superado por el Colectivo de Jubilados.
A ninguna de estas agrupaciones les hace falta aportar millonadas a los partidos políticos para inclinar la balanza a su favor. Su dinamismo y redes de contactos les basta para presionar. De modo que ahora viene la pregunta del millón: ¿ya limitan estas agrupaciones su 'lobbying' a ese 15%? Si se exceden, la penalización es la supresión de sus beneficios fiscales. ¿No merecen ya ser sancionadas? Con esa pregunta en el aire, los hay que prefieren hacer hincapié en la legitimidad de su compromiso político.
Esa es la visión que sostiene Allen Hertzke, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Oklahoma, al recordar que «las iglesias conocen muy bien el impacto de las decisiones de los gobernantes en la sociedad». Lo saben de primera mano, insiste, gracias a su labor en centros escolares, universidades, hospitales, agencias de ayuda internacional... Esta implicación tan arraigada es lo que les lleva, añade, a comprometerse políticamente, «en coherencia con las inquietudes morales de su propia fe». Y esto lo hacen caiga quien caiga, sin seguir a ciegas unas siglas u otras.
Así se explica que 'The Friends Commitee on National Legislation' (un grupo que defiende los intereses de los cuáqueros) no dude en apretar la tuercas al partido de la familia Bush. Los cuáqueros, tradicionalmente escorados hacia el bando republicano, batieron en 2006 récords al invertir casi 2 millones de dólares para presionar al Gobierno federal. Hasta entonces ningún colectivo de naturaleza religiosa había soltado tantos dólares por sus ideales. Se rascaron el bolsillo para fomentar «la paz internacional, la eliminación de la tortura, las libertades civiles y la sostenibilidad medioambiental», especifica el Centro para una Política Eficaz, un organismo de control al que no se le escapa ni un céntimo invertido por los 'lobbies', ya sean empresas de energía o grupos de budistas o bahai's. Un trabajo ingente, sobre todo cuando se cae en la cuenta de que sólo en Washington habrá más de 200 oficinas de colectivos relacionados con un sinfín de tradiciones espirituales. No hay país con mayor pluralidad religiosa y, como decía Bruce Malina, «la rivalidad es durísima».
Más aún cuando resulta que un 92% de los estadounidenses cree en Dios y la mayoría hace gala de una flexibilidad pasmosa: el 70% está convencido de que «la religión que lleva a la vida eterna no es sólo la propia sino muchas». Y los judíos se llevan la palma: esa misma certeza es compartida por el 82% de sus fieles. Una falta de dogmatismo que fomenta el cambio de confesión a lo largo de la vida y estimula a líderes religiosos y 'lobbies'.
Los creyentes cada vez se aferran más al mejor postor, a la luz de los porcentajes que baraja el centro de investigación Pew: un 44% de la población ha dejado la tradición de sus padres y se ha convertido a otra fe. Esto es América.
Fuente:ideal.es
Los héroes de la Revolución Americana siempre iban acompañados por un pastor con librea y Biblia. Y muchos rezaban a diario, con la esperanza de que Dios atendiera sus plegarias. Nada que ver con la francesa, donde más valía esconder la sotana en el baúl de los recuerdos si no querías que te cortaran la cabeza. En los orígenes de EE UU, allá por 1776, el papel de Dios era vital. Y ahí sigue, tan imponente como siempre.
Prueba de ello es la influencia que ejercen los 'lobbies' religiosos en la patria de Barack Obama. Además de organizar actos sociales o pedagógicos (barbacoas con empresarios, cursillos sobre educación sexual...), los hay que incluso financian la campaña presidencial de los candidatos. Bien es verdad que no manejan cifras astronómicas como los grupos de presión relacionados con las farmacéuticas, que se han gastado casi 245 millones de dólares en gran medida para cargarse los proyectos del presidente relativos a la reforma de la sanidad. Ellos no disponen de tantos fondos: ocupan el puesto 71 en el ranking de contribuciones. Entre el 1 de enero de 2007 y el 31 de diciembre de 2008, apenas superaron los tres millones.
Aun así, su peso en la vida pública es tremendo. No hay más que recordar la que se montará mañana en la capital estadounidense: el Desayuno de la Oración, encabezado por Barack Obama, va a acoger a unas 3.000 personas en el hotel Washington Hilton. Y se trata, ni más ni menos, de un acto organizado por un grupo religioso ultraconservador conocido como 'The Family' o 'The Fellowship' ('La Familia' o 'La Hermandad'). Gracias a ellos, se concentrará lo más granado de la política nacional para tomarse un café y poner los ojos en el Altísimo. Más les vale. Sobre todo porque el 70% de los estadounidenses piensa que su presidente debe tener «fuertes sentimientos religiosos». Es decir, cualquiera que tenga ambiciones, ha de pasar por el aro y decir 'amén'. Está muy mal visto ser ateo: sólo el 3% de los estadounidense admite dar la espalda a Dios. Ahora bien, en un ejercicio de tolerancia que se ha consolidado con Obama, en el Desayuno de la Oración se aceptan agnósticos y hasta ateos.
No se sentirá fuera de lugar el presidente del Gobierno español, el laico José Luis Rodríguez Zapatero, que este año acude como invitado especial y pronunciará un discurso. Igual que en su día hicieron la madre Teresa de Calcuta, Bono, Tony Blair y Benazir Bhutto. Todo un hito.
Hasta ahora ninguna personalidad española se había hecho oír en este evento, que se remonta a 1953 y derrocha 'glamour', poder y tráfico de influencias. Al margen de algún que otro ministro de Franco, como Federico Silva Muñoz, sólo se tiene constancia de la discreta participación del diputado de Alianza Popular Antonio Hernández Mancha en 1986. Su foto con Ronald Reagan se aireó en los medios de comunicación de nuestro país, pero apenas trascendió lo que se dijeron. Sólo se sabe que Reagan hizo aspavientos ante la juventud de Hernández Mancha. En esta ocasión, pase lo que pase, correrán ríos de tinta. Hay mucha expectación en el Ejecutivo de Madrid, aunque, eso sí, todos han eludido hablar de la entidad que gestiona el evento.
Detrás de 'The Family' hay un 'lobby' apegado a las élites, que fue fundado en los años 30 por un pastor metodista de origen noruego llamado Abraham Vereide. Pues bien, resulta que este religioso era «un admirador confeso de Stalin, Hitler y Mao», según revela el periodista Jeff Sharlet en un libro que levantó ampollas en EE UU hace un par de años. Es un volumen de casi 500 páginas con un título sacado de un episodio de la serie 'Expediente X'. O eso parece. No hay más que echarle un vistazo a la portada: en un fondo negro destacan en blanco las palabras 'La Familia: El fundamentalismo secreto en el corazón del poder de América'.
Su autor (hijo de padre judío y madre pentecostal) carga las tintas en los trapos sucios de una agrupación que defiende el liberalismo a ultranza sin ningún tipo de control -«porque lo guía la mano de Dios»- y no le hace ascos a los déspotas. Sirva de ejemplo que mantuvo relaciones estrechas con el régimen militar de Brasil, la dictadura indonesia de Suharto y el tirano Siad Barre de Somalia. Una tropa que «vino a nosotros y no tuvimos más alternativa que aceptarlos; la Biblia está llena de criminales en serie», justifica Doug Coe, actual líder de 'The Family'. En resumidas cuentas, saben hacer la vista gorda cuando conviene a sus intereses.
Una actitud que también asumen los políticos, «porque, seamos sinceros, a estas alturas muy pocos se acuerdan de los orígenes o el trasfondo de todo ese espectáculo», reconoce Bruce Malina, profesor de Teología de la Universidad de Creighton, en Nebraska. En su opinión, lo que realmente cuenta es el escaparate o 'show-business', «algo imprescindible en una sociedad donde la única religión oficial es el capitalismo». Y esto lo dice Malina en un país donde el 60% de la población reza a diario y un 50% entiende que Dios responde a sus plegarias, según los datos que arroja el centro de estudios Pew especializado en Religión y Vida Pública.
-¿Cómo se concilia el lucro y la fe?
-Fácil. La propia fe tiende a verse como un negocio. Buen ejemplo de ello son los 'lobbies' religiosos. No son más que el brazo alargado de algunos credos, ansiosos por influir en la política y hacerse fuertes en la sociedad. En un sentido amplio, no es más que competencia de mercado pura y dura.
-En última instancia, ¿qué es la fe para la mayoría de los estadounidenses?
-Una seña de identidad . Piense que en EE UU es habitual cambiar de casa y alejarse cientos de kilómetros cada vez. Por eso es tan importante la parroquia, la sinagoga, la mezquita... Facilita la integración.
Requisitos para no saltarse la ley
Queda la duda de cómo se explica el peso de estos 'lobbies' en un sistema político que, como decía Thomas Jefferson, debe levantar «un muro de piedra» entre el Ejecutivo y las iglesias. Esta idea, recogida en la Constitución, se respeta a rajatabla a nivel institucional, o sea, de poder a poder. Ahora bien, hay dos matices muy importantes.
Uno: ningún rabino, obispo, pastor, imán... puede reclamar el voto para un partido pero, al margen de eso, sí puede abrir un debate público sobre temas que considere de su interés. Lo cual viene a ser la cuadratura del círculo: ¿cómo evitar, cuando se habla sobre el aborto o el matrimonio gay, que se hagan evidentes las preferencias políticas?
Dos: el 'lobbying' de colectivos como 'The Family' (que son asociaciones, no instituciones) se admite siempre que la presión sobre el poder legislativo y ejecutivo no supere «el 15% del total de sus actividades», tal y como ha dejado sentado la jurisprudencia. Qué complicado. ¿Cómo cuantificar con exactitud ese porcentaje? Según las listas de 'Top 25' de los últimos años, entre los grupos de presión más influyentes destaca el American Israel Public Affairs (Comité de Asuntos Públicos EE UU-Israel), hasta el punto de que en 2005 llegó a adelantarse a la poderosísima Asociación Nacional del Rifle y se aupó al segundo puesto. Sólo fue superado por el Colectivo de Jubilados.
A ninguna de estas agrupaciones les hace falta aportar millonadas a los partidos políticos para inclinar la balanza a su favor. Su dinamismo y redes de contactos les basta para presionar. De modo que ahora viene la pregunta del millón: ¿ya limitan estas agrupaciones su 'lobbying' a ese 15%? Si se exceden, la penalización es la supresión de sus beneficios fiscales. ¿No merecen ya ser sancionadas? Con esa pregunta en el aire, los hay que prefieren hacer hincapié en la legitimidad de su compromiso político.
Esa es la visión que sostiene Allen Hertzke, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Oklahoma, al recordar que «las iglesias conocen muy bien el impacto de las decisiones de los gobernantes en la sociedad». Lo saben de primera mano, insiste, gracias a su labor en centros escolares, universidades, hospitales, agencias de ayuda internacional... Esta implicación tan arraigada es lo que les lleva, añade, a comprometerse políticamente, «en coherencia con las inquietudes morales de su propia fe». Y esto lo hacen caiga quien caiga, sin seguir a ciegas unas siglas u otras.
Así se explica que 'The Friends Commitee on National Legislation' (un grupo que defiende los intereses de los cuáqueros) no dude en apretar la tuercas al partido de la familia Bush. Los cuáqueros, tradicionalmente escorados hacia el bando republicano, batieron en 2006 récords al invertir casi 2 millones de dólares para presionar al Gobierno federal. Hasta entonces ningún colectivo de naturaleza religiosa había soltado tantos dólares por sus ideales. Se rascaron el bolsillo para fomentar «la paz internacional, la eliminación de la tortura, las libertades civiles y la sostenibilidad medioambiental», especifica el Centro para una Política Eficaz, un organismo de control al que no se le escapa ni un céntimo invertido por los 'lobbies', ya sean empresas de energía o grupos de budistas o bahai's. Un trabajo ingente, sobre todo cuando se cae en la cuenta de que sólo en Washington habrá más de 200 oficinas de colectivos relacionados con un sinfín de tradiciones espirituales. No hay país con mayor pluralidad religiosa y, como decía Bruce Malina, «la rivalidad es durísima».
Más aún cuando resulta que un 92% de los estadounidenses cree en Dios y la mayoría hace gala de una flexibilidad pasmosa: el 70% está convencido de que «la religión que lleva a la vida eterna no es sólo la propia sino muchas». Y los judíos se llevan la palma: esa misma certeza es compartida por el 82% de sus fieles. Una falta de dogmatismo que fomenta el cambio de confesión a lo largo de la vida y estimula a líderes religiosos y 'lobbies'.
Los creyentes cada vez se aferran más al mejor postor, a la luz de los porcentajes que baraja el centro de investigación Pew: un 44% de la población ha dejado la tradición de sus padres y se ha convertido a otra fe. Esto es América.
Fuente:ideal.es