FuenteMañana se cumplen cinco años desde que asumió como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica:
Benedicto XVI, seis claves de su persona y su pontificado
"Si el observador se atiene a los hechos ya comprobables y a los textos directos, debiera concordar con el gran teólogo que es el cardenal de Viena, Christoph Schönborn. Él sostiene que Benedicto XVI es quien más ha procurado la mayor transparencia en la dramática cuestión de los sacerdotes pedófilos".
P. Joaquín Alliende De la Academia Chilena de la Lengua
"Juan Pablo II era una fotografía en colores, Benedicto XVI es un agudo texto a pie de foto", me dice un politólogo romano. Cultísimo, rápido y exacto en el diálogo, como hace un par de semanas lo pude experimentar en una sesión de trabajo con él. Desde la persona buscaremos el personaje. Propongo seis aproximaciones:
Bávaro terrenal
La forma de hablar de la gente en Baviera delata una cierta rudeza campestre. En su autobiografía, Josef Ratzinger describe las casas y registra los sabores, los aromas y las temperaturas. Sin ser para nada un gourmet, en los restaurantes en torno a la plaza de San Pedro, los cocineros recuerdan cómo el pálido Cardenal Ratzinger disfrutaba unos platos preferidos. La calidez humana es evidente. Varias veces en el año cena con una antigua empleada que servía su departamento romano. Conversan del cielo y de la tierra. Desde la Congregación para la Fe, decidió que se volviera a usar en el Credo la venerable fórmula de los primeros siglos del cristianismo: "el Verbo se hizo carne", y no lo que se estaba diciendo, "el Verbo se hizo hombre". Es un realista, es un encarnacional que parte de lo concreto y se interesa por el avance de las ciencias físicas. Es un bávaro marcado por la cultura optimista y aterrizada de los tiempos del barroco popular, mariano y festivo.
"Cada uno cuenta"
Con los últimos papas quedó atrás el pensamiento neo-escolástico. Juan Pablo II y Benedicto XVI se han confesado deudores de la filosofía personalista. En ella se entiende al hombre como sujeto único, como protagonista libre, como persona en diálogo que se expande y crece por el encuentro con el tú. Desde esa relación dual nace el nosotros fraterno y responsable de la sociedad. Ratzinger confiesa su simpatía por San Agustín, argumentando que este clásico parte desde la subjetividad, desde la existencia estremecida por las preguntas, las angustias y los desafíos. Este yo personal y comunitario puede recibir la oferta de la fe. En su primera encíclica define la esencia del cristianismo con los conceptos claves del personalismo moderno. "Encuentro", "opción", "vitalidad". "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva". En su primera prédica como Papa, había enfatizado: "Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario".
La fe inteligente
El origen latino de la palabra significa "leer por dentro". Ser inteligente es descifrar más allá de las apariencias. Es acoger lo que las cosas son antes de mirarlas o de vivirlas. En Ratzinger hay un optimismo católico sobre el hombre, según el cual, a pesar del pecado y de la fragilidad individual, puede llegar a la verdad. Cada uno puede ver lo esencial para vivir con dignidad de persona libre, de hijo de Dios. Él cree en el poder de la razón y en la grandeza del conocimiento científico, y en la importancia de seguir explorando los horizontes del mundo real. Sobre todo, sostiene que el hombre puede acoger esa luz íntima y verídica que es la irradiación de Dios. La fe no es contra la razón, es desde la razón, es más que la razón, culmina inefablemente la razón. Desde esta postura, el creyente verdadero se constituye en dialogante con todos los hombres y todas las culturas. La razón le da al hombre la posibilidad de saber que vive, que piensa y que reza en conversación del tú libre al Tú infinito. Para Ratzinger, el conocer no es un acto meramente cerebral. Es desde la totalidad de la persona, con historia y emoción. Desde el centro existencial y lúcido del hombre se conoce algo real. El acto más inteligente es el acto de amor desprendido. Así lo ha escrito muchas veces. El entender es ver, pero el ojo más inteligente termina siendo el corazón que ama. Y todo el cristianismo culmina en el adagio agustiniano que Benedicto asume como propio: "Ves la Trinidad si ves el amor".
Pianista mozartiano
Pensador amplio, pero muy artista. Lo que más lo descansa es interpretar a Mozart. Dice el Papa que su música lo coge en un flujo intrínseco, en un acto de plenitud humana y orante. Esta preferencia por el genio de Salzburgo no es casual. De las partituras de Mozart emerge un gozo palpitador. Los visitantes, sean diplomáticos o cardenales o artistas, certifican que lo que más ha crecido en el profesor Ratzinger, hasta el actual Papa Benedicto, es la alegría. Durante el último Sínodo Episcopal sobre África, tenido en Roma, un inmenso obispo mozambiqueño me confidenció: "Él lleva tres semanas escuchándonos, casi sin hablar. Vea su sonrisa. Porque él es tan alegre, lo sentimos uno de nosotros".
"Sólo la verdad"
Si el observador se atiene a los hechos ya comprobables y a los textos directos, debiera concordar con el gran teólogo que es el Cardenal de Viena, Christoph Schönborn. Él sostiene que Benedicto XVI es quien más ha procurado la mayor transparencia en la dramática cuestión de los sacerdotes pedófilos. La verdad fue siempre la gran pasión de Ratzinger. Por ejemplo, en el terrible caso del P. Maciel, investigó los hechos y los llamó por su nombre. Al conocerse la realidad, propuso medidas prácticas y sanciones. No quería que el vergonzoso historial quedase puertas adentro. El Papa Benedicto afirma que sólo la verdad defiende a la Iglesia. En el Cónclave pesaron mucho en el ánimo de los Cardenales sus palabras del Viernes Santo, mientras Juan Pablo II estaba muriendo. "¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta suficiencia... cuántas palabras vacías!". A la hora de implorar perdón se incluye en un nosotros muy sufriente. "A nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes, perdónanos". También sus discursos en Tierra Santa son una obra maestra de esta opción radical por la verdad, desde la cual se inicia la purificación, la sanación y la primavera.
Esperanza desértica
Después de una Cuaresma de vergüenza y dolor, también de muchísimas acusaciones injustas, Benedicto XVI le habló a la multitud que repletaba la plaza de San Pedro a pesar del frío y de la lluvia. Les recordó que la resurrección de Jesús es como el paso a través del Mar Rojo. Dijo que después de cruzar esas aguas, "el desierto continúa". Este Papa realista lucha contra cualquier espejismo: tanto en la labor ecuménica como en las múltiples gestiones de paz de la Santa Sede. Se niega al optimismo insensato y al derrotismo trágico. Su respuesta brota de la actualidad de la cruz y del cambio absoluto de la resurrección de Cristo como cabeza de la humanidad. Esta fe inspira amistad social y enfrenta a todos los Caínes de cualquier tiempo y cualquier latitud. Dijo este último Viernes Santo: "El acto de amor de la cruz... lo envuelve y lo transforma todo: de la traición puede nacer la amistad; de la negación, el perdón, y del odio, el amor".
¿Es idea mía o este es otro intento, infructuoso por cierto, de lavar la deteriorada imagen del papa y de la ICAR?.
Por lo demás, ya estoy harto de frases como "La fe no es contra la razón, es desde la razón, es más que la razón, culmina inefablemente la razón" o la descarada "El Papa Benedicto afirma que sólo la verdad defiende a la Iglesia". Cuando la rata cantante no está desafinando, lo hacen sus seguidores.