(Comunicado oficial)
En julio de 1909 el gobierno español decretó la movilización de los reservistas ante el ataque sufrido por el equipo que construía las vías férreas que comunicarían Melilla con Beni-Buifur, y que permitirían la explotación de las minas controladas por el conde de Romanones y el marqués de Comillas. No importaba que la mayor parte de esos reservistas fueran padres de familia y su única posibilidad de sustento. Eso sí, se podía eludir el reclutamiento pagando 6.000 reales (cuando el salario de un obrero era de 10 reales al día). Es decir, se enviaba al pueblo llano a morir defendiendo intereses privados en Marruecos.
Al conocerse la noticia de la masacre del Barranco del Lobo, donde perecieron entre 200 y 300 reservistas que habían salido de Barcelona hacía poco más de una semana, se desató una insurrección en Cataluña que fue duramente castigada y se saldó con la muerte de 75 civiles y 3 militares.
A la hora de entender cómo unas protestas en principio antibelicistas se tornaron también anticlericales, y por qué de los 112 edificios que ardieron 80 eran religiosos, hay que tener en cuenta que la Iglesia jugaba un papel protagonista a la hora de someter al pueblo a los intereses de la nobleza y la burguesía, ya fuera inculcando a los niños valores contrarios a la causa obrera en sus escuelas, o impulsando los “sindicatos amarillos” a fin de deshacer la unidad y restar fuerza al movimiento obrero. En cierto modo, la Iglesia personificaba mejor que cualquier otra institución el yugo de un pueblo oprimido por el caciquismo y carente de vías democráticas para hacer valer sus derechos.
Una vez sofocada la insurrección, se procedió a una represión desmedida y arbitraria contra el pueblo. Se detuvo a miles de personas y hubo numerosas condenas perpetuas, de destierro y cinco a muerte, entre las que se encontraba la de Francesc Ferrer i Guardia (cofundador de la Escuela Moderna), quien había sido declarado culpable de instigar a la revuelta sin más pruebas que la acusación deshonesta de los prelados de Barcelona. También se aprovechó la ocasión para disolver los sindicatos y cerrar las escuelas laicas (única alternativa a un sistema de enseñanza completamente dominado por la Iglesia).
En la actualidad gozamos de derechos y garantías que nos otorgan cierto margen de maniobra a la hora de promover nuestra causa por medio de la razón y el respeto. Por consiguiente, las pintadas y actos vandálicos contra edificios religiosos están fuera de contexto en la España del siglo XXI. Sus autores estarán muy satisfechos por haber logrado su “minuto de gloria” atrayendo la atención de los medios de comunicación, pero en realidad sólo han conseguido generar rechazo social hacia el movimiento ateo y frenar su avance.
Desde nuestra asociación invitamos a construir un mundo laico y racional desde la tolerancia, la responsabilidad y la perseverancia. De poco sirven las poses combativas cuando son anónimas y efímeras, sino que debemos presentar un frente cohesionado, coherente y constante. Por ello, las puertas de CyberAteos están abiertas a quienes rechacen la violencia y se comprometan a participar con seriedad y rigor a favor del ateísmo y la laicidad.