Me presento
Publicado: Lun Mar 14, 2011 9:09 am
Saludos a todos,
He seguido el foro desde hace algún tiempo, pero hasta ahora he decidido terminar de integrarme.
Vivo en la ciudad de Querétaro, en México.
Como muchos, nací y crecí en un ambiente teísta y supersticioso. Cuando era niño creía que había "un algo" sobrenatural, que había creado todo, sin embargo, la iglesia siempre fue muy aburrida para mí. Era terriblemente agresivo a mi mente infantil ver un Jesús de madera, horrendo, casi de tamaño natural colgar del altar del templo. Por eso abandoné el catecismo, idea que mi madre, afortunadamente, respaldó.
Ya entrado en la pubertad me sentí curioso por conocer todo tipo de pintorescos sistemas de creencias. Como un agricultor separando el grano, tomaba algunas cosas de un lugar y de otro. En realidad nunca me afilié a la totalidad de un sistema (aunque a veces lo haya dicho por sentirme interesante.), pues siempre había algo en lo que discrepaba.
Así fui más o menos involucrándome en "cosas que creer" hasta que entré a la universidad. Entonces comenzó un proceso gradual en que fui aclarándome muchos conceptos. En un lapso breve de tiempo dejé de hacer cosas como: leer los horóscopos, preocuparme por la vida después de la muerte, escuchar historias de fantasmas, mirar hacia el cielo en busca de OVNIs y algunas otras cosas muy hilarantes como para confesarlas.
Un día, un anónimo (para no desprestigiar a nadie) me habló de la mala noche que pasó después de leer un libro sobre demonología que le presté. Aquello me pareció por demás peculiar, porque en ese libro yo no veía nada diferente de lo que cualquiera vería en Hera, o las Valquirias. Era sólo mitología, y no me explicada cómo una persona podía sugestionarse tanto para temer una fantasía.
Para entonces ya tenía mis 19 añitos, y estaba despojado de todo aquello había considerado cierto unos años atrás. Bastó con ponerme a leer un poco y charlar con algunas personas para desenmascarar ante mí tantas incongruencias y explicaciones fáciles.
Desde entonces, comencé a definirme como ateo y he encontrado ideas y personas muy interesantes a través de mi ateísmo. En mi caso, el ateísmo fue la consecuencia ineludible de ilustrarme. Evidentemente, el pensamiento mágico puede perdurar en algunas personas instruidas, pero en mi caso ese pensamiento se fue disolviendo con cada momento que convivía con nuevas ideas.
Así que, básicamente, esa es mi experiencia.
Siento que me he extendido mucho con esta narración, así que agradezco a todos los que llegaron hasta este punto.
Ya me verán por aquí, aunque sea discretamente.
De nuevo, un saludo a todos,
hasta luego
He seguido el foro desde hace algún tiempo, pero hasta ahora he decidido terminar de integrarme.
Vivo en la ciudad de Querétaro, en México.
Como muchos, nací y crecí en un ambiente teísta y supersticioso. Cuando era niño creía que había "un algo" sobrenatural, que había creado todo, sin embargo, la iglesia siempre fue muy aburrida para mí. Era terriblemente agresivo a mi mente infantil ver un Jesús de madera, horrendo, casi de tamaño natural colgar del altar del templo. Por eso abandoné el catecismo, idea que mi madre, afortunadamente, respaldó.
Ya entrado en la pubertad me sentí curioso por conocer todo tipo de pintorescos sistemas de creencias. Como un agricultor separando el grano, tomaba algunas cosas de un lugar y de otro. En realidad nunca me afilié a la totalidad de un sistema (aunque a veces lo haya dicho por sentirme interesante.), pues siempre había algo en lo que discrepaba.
Así fui más o menos involucrándome en "cosas que creer" hasta que entré a la universidad. Entonces comenzó un proceso gradual en que fui aclarándome muchos conceptos. En un lapso breve de tiempo dejé de hacer cosas como: leer los horóscopos, preocuparme por la vida después de la muerte, escuchar historias de fantasmas, mirar hacia el cielo en busca de OVNIs y algunas otras cosas muy hilarantes como para confesarlas.
Un día, un anónimo (para no desprestigiar a nadie) me habló de la mala noche que pasó después de leer un libro sobre demonología que le presté. Aquello me pareció por demás peculiar, porque en ese libro yo no veía nada diferente de lo que cualquiera vería en Hera, o las Valquirias. Era sólo mitología, y no me explicada cómo una persona podía sugestionarse tanto para temer una fantasía.
Para entonces ya tenía mis 19 añitos, y estaba despojado de todo aquello había considerado cierto unos años atrás. Bastó con ponerme a leer un poco y charlar con algunas personas para desenmascarar ante mí tantas incongruencias y explicaciones fáciles.
Desde entonces, comencé a definirme como ateo y he encontrado ideas y personas muy interesantes a través de mi ateísmo. En mi caso, el ateísmo fue la consecuencia ineludible de ilustrarme. Evidentemente, el pensamiento mágico puede perdurar en algunas personas instruidas, pero en mi caso ese pensamiento se fue disolviendo con cada momento que convivía con nuevas ideas.
Así que, básicamente, esa es mi experiencia.
Siento que me he extendido mucho con esta narración, así que agradezco a todos los que llegaron hasta este punto.
Ya me verán por aquí, aunque sea discretamente.
De nuevo, un saludo a todos,
hasta luego