JJSánchez escribió:Estimado Reficult: Gracias por tu intervención, pues por ahí van mis tiros; pero no sé en dónde ponerlos !! No sé si hay un apartado DEBATES, para comenzar a exponer !!! (aún no aterricé)
Tengo el escrito completo de la Dra que empezó anunciando la unión entre Ciencia y Religión (cosa imposible), es decir, lo que la gente cree y la realidad de las creencias, habándonos de NEURO - TEOLOGÍA = Dios estudiado por el cerebro.
Cosa que ya es bien conocida, porque en el estudio de la Mística, Ovidio, nos aclara que " Dios, está en nosotros: nos abraza cuando nos vivifíca", lo que en lenguaje cristiano, quiere decir que lo llevamos dentro del cerebro (y este autor, no sabía nada del cerebro).
Un saludo de Juanjo.-
Hace unos años escribí esto:
DIOS EN PASTILLAS
Sabemos, gracias a los avances en neurociencia y a los experimentos realizados con diversos grupos de voluntarios, que cualquier persona es capaz de tener una experiencia mística.
Dependiendo de nuestra cultura y convicciones, nuestro cerebro concretará los detalles. Mientras que un monje franciscano, condicionado por su adoctrinamiento religioso, puede llegar a ver y oír a Dios; un ateo puede sentir que su yo se disuelve en el cosmos. Y cabe suponer que los pastafaris notarán como son palpados por los apéndices de pasta del Monstruo de Espaguetis Volador, o que los ufomaníacos disfrutarán (aunque digan lo contrario) con los implantes anales de gran calibre que se gastan los alienígenas.
Hasta hace una década se pensaba, en base a las experiencias místicas que relatan los enfermos de epilepsia, que existía un “punto de Dios” en nuestro cerebro; concretamente, en el lóbulo temporal. Sin embargo, los últimos estudios han revelado que en estas vivencias entra en juego una red neuronal que integra una docena de regiones cerebrales.
Mientras se desactivan o aminoran su funcionamiento algunas regiones del cerebro, como la responsable de la propia identidad, el área de orientación del lóbulo parietal o la amígdala que dispara el miedo; en otras se refuerza la actividad. Así, en el núcleo caudado (región del central del cerebro relacionada con el aprendizaje, la memoria o el enamoramiento) se cocina el amor incondicional que invade a los místicos. La participación de corteza insular o ínsula, vinculada a las emociones y a los sentimientos, explicaría la felicidad absoluta que sienten los creyentes en los estados de éxtasis. Por su parte, el lóbulo parietal, encargado de la conciencia espacial, sería el responsable de esa sensación de fusión con el infinito.
En experimentos recientes se han estimulado regiones específicas del cerebro con campos magnéticos débiles que provocan pequeñas tormentas eléctricas en los lóbulos temporales, produciendo sensaciones que los voluntarios describen como sobrenaturales o espirituales. Involuntariamente, se pueden obtener resultados similares por la ansiedad, crisis personal, falta de oxígeno, baja glucosa en sangre o simple fatiga.
Ahora bien, si deseas estrecharle la mano a Dios o sentirte uno con el universo, pero te da demasiada pereza pasarte toda la noche meditando o rezando y dándole al cilicio; o si eres de los que sólo ayunan después de hartos, no te preocupes; también hay solución para ti. Ya puedes apartar de tu mente esa estúpida idea de pegarte con esparadrapos en la cabeza todos los imanes que encuentres por casa. Tienes una experiencia mística garantizada mediante el consumo de la dosis adecuada del hongo psilocybin.
Científicos norteamericanos han comprobado que un alucinógeno presente en este hongo es capaz de provocar lo que universalmente se conoce como experiencia mística, así como cambios positivos en los comportamientos y actitudes de las personas que permanecen al menos varios meses. Según los voluntarios que se sometieron al experimento, y como atestiguan sus familiares, amigos y compañeros de trabajo o estudio, esta experiencia cambió sus vidas.
El psilocybin es un hongo “mágico” usado en ritos religiosos por culturas milenarias, y estudiado por la ciencia desde hace cuarenta años. Esta sustancia no es adictiva ni tóxica, al contrario que el éxtasis, las anfetaminas o el alcohol. Produce alucinaciones algo más leves que el LSD; su agente activo tiene un efecto similar al de la serotonina en el cerebro humano. Sin embargo, además del entusiasmo místico, algunas personas pueden sentir miedo y paranoia, por lo que un consumo excesivo podría provocar comportamientos peligrosos. En algunos casos, también puede producir ansiedad en las horas posteriores al consumo.
Ahora, los efectos positivos que se atribuyen a la oración y a la meditación, están al alcance de todos; siempre,
con las precauciones y la supervisión adecuada (jamás probéis una sustancia de forma irresponsable).
Si algún adulto prudente está interesado en cultivar el hongo, le invito a adquirir el libro PSILOCYBIN PRODUCTION de Adam Gottlieb. Eso sí, está escrito en perfecto inglés.
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