¡Hola a tod@s! Soy nueva en el foro
Publicado: Jue Jul 03, 2014 1:38 am
¡Hola a tod@s!
Mi nombre es Natalia y desde siempre, o por lo menos desde que tengo uso de razón, he sido atea. Sin embargo, como a muchas personas les ha sucedido, he sido bautizada en el catolicismo cuando era pequeña. No obstante, mis padres nunca me han intentado hacer creer que existe un Dios. He tenido la libertad de pensar por mí misma. Así que indagando y leyendo algunos libros sobre el ateísmo me han hecho confirmar lo que ya pensaba desde pequeña. Y, sobre todo, a definir mis pensamientos y definir lo que soy: una atea fiel.
Para explicar lo que es ser ateo fiel debo compartir varios párrafos del libro “El alma del ateísmo: introducción a una espiritualidad sin Dios” del escritor André Compte-Sponville:
«Por eso he llegado a definirme como ateo fiel: ateo, porque no creo en ningún Dios ni en ninguna potencia sobrenatural; pero fiel, porque me reconozco en una determinada historia, una determinada tradición, una determinada comunidad, y especialmente en esos valores judeocristianos (o grecojudiocristianos) que son los nuestros».
Lo que quiere decir es que aunque una persona no crea en ningún Dios ni en ningún ser sobrenatural, no se puede obviar que formamos parte de esa historia grecojudiocristiana y, sobre todo, en esos valores que se han ido adquiriendo a lo largo de los años.
Sin embargo, quiero puntualizar lo que para mí son esos valores morales, es decir, no esos valores que los religiosos quieren hacernos creer que tienen, pues a mi entender, el comportamiento de aquél que solo se prohíbe matar a otra persona por el temor de un castigo divino no tiene valor moral ninguno. Eso se llama egoísmo, pues el que sólo hiciera el bien pensando en su salvación no haría el bien (puesto que actuaría en función de su propio interés, y no por deber o por amor).
«Es un momento cumbre de Kant, de la Ilustración y de la humanidad: no porque Dios me lo ordene algo está bien (porque entonces hubiera podido ser bueno, para Abraham, degollar a su hijo), sino que podemos creer que Dios ordena una acción porque es buena. Ya no es la religión la que funda la moral, sino la moral la que funda la religión. Ahí es donde comienza la modernidad. Tener una religión, puntualiza la Crítica de la razón práctica, consiste en “reconocer todos los deberes como mandamientos divinos”. Para quienes no la tienen, o han dejado de tenerla, ya no hay mandamientos o, más bien, ya no son divinos, pero quedan los deberes, que son los mandamientos que nos imponemos a nosotros mismos.
[…]
¿Robar, violar, matar? No sería digno de mí: ni digno de lo que la humanidad ha alcanzado, ni digno de la educación que he recibido, ni digno de lo que soy y quiero ser. Por tanto, yo me lo prohíbo, y a esto es a lo que podemos llamar “moral”. Para ello, no hay ninguna necesidad de creer en Dios: basta con creer a los propios maestros, a los amigos (si uno los ha sabido elegir) y a la conciencia. »
Por todo lo que he mencionado anteriormente se observa claramente que hay diferencias entre la fe religiosa y la moral, pues la primera no afecta “casi” nada a la segunda. Determinados aspectos conciernen menos a la moral que a la teología. Un ejemplo de ello es el problema del aborto. Es un problema moral: se plantea tanto para los creyentes como para los ateos, ya que se plantea sí lo que hay en el vientre de la madre es un ser vivo o no des del primer momento en el que es engendrado.
Otro aspecto sería la utilización o no del preservativo, sin embargo, si no eres creyente solo hay que recurrir a la medicina, pues el uso del preservativo es un buen método anticonceptivo para protegerse mutuamente contra el sida. Este aspecto se resuelve rápidamente, el preservativo no es un problema moral, sino un problema teológico (ni siquiera eso pues en la Biblia dudo mucho que se plantearan dicha cuestión pues en esos tiempos no existía y, por tanto, no se podría plantear ningún debate sobre ello). Por tanto, el problema teológico se halla en que el uso del preservativo va en contra de la ley de Dios, ya que las facultades reproductoras son supuestamente un don del "Creador".
Y, por último, queda la cuestión de la homosexualidad que no es más
que la equivocación de aquellos que confunden moral con religión, especialmente para quienes buscan en la lectura literal de la Biblia o el Corán algo que los exime de pensar por sí mismos. Así que «¿Por qué motivo habría de someter mi alma a una fe que no comparto, a una religión que no es la mía y, en suma, a los dictados de un jefe de clan o de guerra que vivió hace siglos o milenios? Fidelidad, sí, pero crítica, reflexiva y actualizada. No sumisión ciega.»
Mi nombre es Natalia y desde siempre, o por lo menos desde que tengo uso de razón, he sido atea. Sin embargo, como a muchas personas les ha sucedido, he sido bautizada en el catolicismo cuando era pequeña. No obstante, mis padres nunca me han intentado hacer creer que existe un Dios. He tenido la libertad de pensar por mí misma. Así que indagando y leyendo algunos libros sobre el ateísmo me han hecho confirmar lo que ya pensaba desde pequeña. Y, sobre todo, a definir mis pensamientos y definir lo que soy: una atea fiel.
Para explicar lo que es ser ateo fiel debo compartir varios párrafos del libro “El alma del ateísmo: introducción a una espiritualidad sin Dios” del escritor André Compte-Sponville:
«Por eso he llegado a definirme como ateo fiel: ateo, porque no creo en ningún Dios ni en ninguna potencia sobrenatural; pero fiel, porque me reconozco en una determinada historia, una determinada tradición, una determinada comunidad, y especialmente en esos valores judeocristianos (o grecojudiocristianos) que son los nuestros».
Lo que quiere decir es que aunque una persona no crea en ningún Dios ni en ningún ser sobrenatural, no se puede obviar que formamos parte de esa historia grecojudiocristiana y, sobre todo, en esos valores que se han ido adquiriendo a lo largo de los años.
Sin embargo, quiero puntualizar lo que para mí son esos valores morales, es decir, no esos valores que los religiosos quieren hacernos creer que tienen, pues a mi entender, el comportamiento de aquél que solo se prohíbe matar a otra persona por el temor de un castigo divino no tiene valor moral ninguno. Eso se llama egoísmo, pues el que sólo hiciera el bien pensando en su salvación no haría el bien (puesto que actuaría en función de su propio interés, y no por deber o por amor).
«Es un momento cumbre de Kant, de la Ilustración y de la humanidad: no porque Dios me lo ordene algo está bien (porque entonces hubiera podido ser bueno, para Abraham, degollar a su hijo), sino que podemos creer que Dios ordena una acción porque es buena. Ya no es la religión la que funda la moral, sino la moral la que funda la religión. Ahí es donde comienza la modernidad. Tener una religión, puntualiza la Crítica de la razón práctica, consiste en “reconocer todos los deberes como mandamientos divinos”. Para quienes no la tienen, o han dejado de tenerla, ya no hay mandamientos o, más bien, ya no son divinos, pero quedan los deberes, que son los mandamientos que nos imponemos a nosotros mismos.
[…]
¿Robar, violar, matar? No sería digno de mí: ni digno de lo que la humanidad ha alcanzado, ni digno de la educación que he recibido, ni digno de lo que soy y quiero ser. Por tanto, yo me lo prohíbo, y a esto es a lo que podemos llamar “moral”. Para ello, no hay ninguna necesidad de creer en Dios: basta con creer a los propios maestros, a los amigos (si uno los ha sabido elegir) y a la conciencia. »
Por todo lo que he mencionado anteriormente se observa claramente que hay diferencias entre la fe religiosa y la moral, pues la primera no afecta “casi” nada a la segunda. Determinados aspectos conciernen menos a la moral que a la teología. Un ejemplo de ello es el problema del aborto. Es un problema moral: se plantea tanto para los creyentes como para los ateos, ya que se plantea sí lo que hay en el vientre de la madre es un ser vivo o no des del primer momento en el que es engendrado.
Otro aspecto sería la utilización o no del preservativo, sin embargo, si no eres creyente solo hay que recurrir a la medicina, pues el uso del preservativo es un buen método anticonceptivo para protegerse mutuamente contra el sida. Este aspecto se resuelve rápidamente, el preservativo no es un problema moral, sino un problema teológico (ni siquiera eso pues en la Biblia dudo mucho que se plantearan dicha cuestión pues en esos tiempos no existía y, por tanto, no se podría plantear ningún debate sobre ello). Por tanto, el problema teológico se halla en que el uso del preservativo va en contra de la ley de Dios, ya que las facultades reproductoras son supuestamente un don del "Creador".
Y, por último, queda la cuestión de la homosexualidad que no es más
que la equivocación de aquellos que confunden moral con religión, especialmente para quienes buscan en la lectura literal de la Biblia o el Corán algo que los exime de pensar por sí mismos. Así que «¿Por qué motivo habría de someter mi alma a una fe que no comparto, a una religión que no es la mía y, en suma, a los dictados de un jefe de clan o de guerra que vivió hace siglos o milenios? Fidelidad, sí, pero crítica, reflexiva y actualizada. No sumisión ciega.»