Ahí me encontraba, frente al monitor, dispuesto a iniciar la que será mi obra consagratoria. Después de "El desfile de los delfines" y "Los halcones sin cojones", seguro que con "Las serpientes despiertas" me ganaré todos los premios habidos y por haber.
Nada. Ni una palabra. No surge la primera frase, la que se inscribirá entre las más célebres de la literatura del mundo y sus alrededores. ¿Qué significa esto? ¡¡si hasta tengo el título!! y las dos anteriores las inicié de igual manera. ¿Será eso, que la fórmula ya expiró?. Tal vez sea cierto lo que dicen los detractores de mis obras, que no tengo talento sino un prolongado momento de inspiración, eufemismo que esos escritores frustrados autodenominados "críticos" usan para decir suerte. Canallas.
No. Eso no puede ser. Los delfines no desfilan por mera suerte. Tal vez deba pensar en una trama. O seguir el lisérgico consejo de mi vecino (hippie trasnochado), que me habló de las bondades creativas de un buen porro. Si hoy no escribo línea, mañana me la aspiro.
No de nuevo, falló el maldito PC. Bill Gates, púdrete. Tú y tu Windows ¡¡a volar!!. Esta va a ser la última vez que se te cae el sistema, porque una caída desde el quinto piso no la sobrevives ni con un terabyte de RAM.
Sin máquina de escribir, sin inspiración y sin paciencia. Me pongo el abrigo, salgo del departamento rumbo al bar mientras llamo a mi amiga E. Lisa Beth para distraerme un rato. Pues nada: que me cuente su tira-afloja con el novio de turno, le cambio la ciudad, agrego y quito algunos detalles y por mientras hago un cuento rosa en capítulos para el periódico donde trabaja mi cuñado. Si no puedes crear mundos, cambia el color del que tienes a mano. Eso sí, asegúrate que el copyright esté a tu nombre.
Día siguiente. No he escrito línea, ya me la aspiré y aún así, nada. Está claro: los halcones, aún sin cojones, depredaron a mis despiertas serpientes. Por otra parte, E. Lisa Beth está felizmente casada hace más de dos meses. Su vida es un monumento a la rutina, veneno para la creatividad e inspiración. Sin historia para (robar y) editar, no hay cuento rosa. Mi amor, dile a tu hermano que acepto el puesto de crítico de literatura que me ofreció hace un par de semanas.
Los canallas tenían razón: fue suerte. Y ahora, a leer libros de nóveles autores para criticarles sus prolongados momentos de inspiración. Si no puedes crear mundos ni cambiar el color de los que tienes a mano, toma los ajenos y hazlos trizas. Pero con eufemismos, o si no cualquiera se vuelve canalla y ahí ya no hay cuñado que pague salario. Buenas noches.
El genio con mal genio
- cesarmilton
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Las religiones son muletas para gente sana, a la que le han hecho creer que es coja - pablov63 -
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Re: El genio con mal genio
Que lio .