La Segunda Venida
Publicado: Sab Ago 15, 2009 4:08 pm
Vaya sorpresa encontrarme con este subforo. Ya he estado leyendo algunos de vuestros post... y ahora voy a poner un pequeño relato mío, a ver si os gusta.
Se situó frente a la mesa utilizando el saludo que habían usado los militares hasta el siglo pasado y que ahora utilizaban los funcionarios de las agencias espaciales. Esperó pacientemente mientras el Director terminaba de leer un informe y lo situaba sobre un montón de informes similares.
— ¿Qué desea, Explorador?— preguntó el Director.
Utilizó el título y no el nombre ya que el segundo carecía de importancia mientras que el primero indicaba la posición social del individuo, su importancia y muchas cosas más. La sociedad clasista se había hecho necesaria tras los despilfarros de la generación anterior, tiempo atrás. Tan sólo los Físicos y los Héroes eran llamados por sus nombres, aunque los primeros con el poco honroso título de Doctor delante.
— He venido a verle para solicitar un estudio más a fondo de la Exploración 6448. Necesitamos mejores datos, sabe que la Federación necesita encontrar materias primas donde sea y según apuntaba mi primera apreciación la Exploración 6448 prometía mucho.
— Explorador, tenemos muchos problemas— le dijo el Director bajando la vista hacia los papeles que aún quedaban sobre su mesa —. El DEXEP tiene graves problemas económicos, como toda la Federación, y no podemos iniciar nuevas Exploraciones o revisar las que están en espera. Tenemos en funcionamiento a pleno rendimiento la Exploración 14588 y la 16674, así como las Explotaciones 2459 y 14425. De momento el DEXEP y la Federación no se pueden permitir nada más— con lentitud levantó de nuevo la vista y habló en tono de amonestación —. No sea impaciente, Explorador, me han dicho que la Federación puede ampliarse y solucionar sus problemas políticos en breve. Si lo conseguimos el dinero fluirá a raudales hacia este Departamento y entonces se atenderá su petición, ¿de acuerdo?
El Explorador miró hacia el frente y saludó de nuevo.
— De acuerdo, Director, esperaré pacientemente.
— Así me gusta— dijo satisfecho —. ¿Alguna cosa más?
— No, Director. Con su permiso me retiro.
El Director asintió y cogió un nuevo informe mientras observaba al Explorador que se retiraba. Todos los Exploradores eran difíciles de manejar, eran el último aliento de libertad y desobediencia que le quedaba al cansado mundo. Los desastres del siglo anterior habían hecho sentir miedo a la población haciéndola ultraconservadora, y los únicos que quedaban más liberales eran los que trabajaban en el espacio, como siempre había sucedido. Exploradores, Explotadores, Comerciantes y Mineros Espaciales no habían caído en el miedo que atenazaba al resto y seguían libres e indisciplinados. Éste en especial era, quizá, el más insubordinado de todos los Exploradores. Por su culpa la Exploración 6448, exploración que él mismo había iniciado hacía veinticinco años, había fracasado y por ello había sido degradado a Funcionario Oficinista, tardando varios años en volver a ascender a Explorador. Tendría que vigilar sus movimientos de ahora en adelante, podría sufrir la tentación de escapar con una nave en dirección a la Exploración 6448, y en esos momentos la Federación y el DEXEP no podían permitírselo. Avisó a los astropuertos.
El año 2098 llegaba a su fin. No había sido un buen año, como muchos de los anteriores, pero aunque no se había encontrado una solución definitiva a los problemas de contaminación y energía, el problema alimenticio estaba por fin solucionado. La Federación de Estados del Norte y la Federación Oceánica habían conseguido por fin alimentos sintéticos fabricados a partir de residuos sólidos urbanos con lo que la Federación Africana, que producía mucho de los últimos, terminaría con el hambre que asolaba su territorio.
Para marzo de 2099 se celebraría en Ciudad de El Cabo una reunión extraordinaria de la Organización de Federaciones Unidas para informar sobre un nuevo hallazgo en materia energética que podría resolver a la vez el problema energético y el problema de la contaminación. El Doctor Tomás Fernández Salcedo sería el encargado de dar la noticia a los representantes mundiales así como de explicarles los detalles sobre su investigación.
En la Puerta del Sol de Madrid, capital de la FEN, sonaron las doce campanadas que anunciaban la entrada del penúltimo año del siglo XXI.
Los primeros meses del año pasaron lentamente mientras el Doctor Fernández Salcedo ultimaba los detalles de su proyecto para presentarlo a la OFU. El mundo seguía su ritmo normal y pausado conteniendo la respiración en espera del Informe Salcedo, como empezaba a llamársele. Por fin comenzaban a cosecharse éxitos.
En el siglo XX y comienzos del XXI se habían dilapidado las principales materias primas mundiales y los principales recursos energéticos. Debido a las injusticias económicas, en 2043 y 2044 se habían producido las Hambres que acabaron con la vida de dos mil millones de personas, principalmente en el hemisferio Sur del planeta. El mundo estaba en una fase oscura de la que comenzó a salir, muy lentamente, en 2091. Las guerras habían terminado, en 2045 se había producido la última, y con ellas los ejércitos. Únicamente quedaban fuerzas policiales y la Fuerza de Misiles Nucleares, apuntados ahora hacia el espacio en espera de un poco probable, pero no imposible, ataque alienígena. Era el mejor uso que se les podía dar en vista de que su desmantelamiento total era imposible.
El mundo miraba con buenos ojos a la OFU, que poco a poco iba asumiendo responsabilidades y que en muy pocos años, quizá meses, asumiría el gobierno mundial dando un descanso a los pueblos de la Tierra.
Aparte del previsible conservacionismo que había asaltado el planeta, la cosa más curiosa e imprevista había sido, en la década de los cuarenta y los cincuenta, el progresivo abandono de las religiones por parte de las nuevas generaciones, hasta tal punto que el Papa de la Iglesia Católica había tenido que arrendar el Vaticano a una multinacional alimenticia y vender la mayor parte de sus posesiones, incluidas todas las catedrales y casi todas las iglesias repartidas por el mundo. Los hombres del siglo XXII se habían hecho bastante incrédulos después de los problemas sufridos por el mundo en el siglo XXI. El fin de la Edad Oscura (1900-2100) iba a llegar y el mundo esperaba impaciente el suceso.
El Explorador vagaba por el hangar del DEXEP en el Astropuerto General Norte admirando las naves que esperaban una misión. Eran las Exploradoras, naves armadas hasta los dientes para el caso de encontrarse con vida inteligente hostil, cosa que nunca había sucedido, además de multitud de sistemas de sondeo para la búsqueda de materias primas y de agua.
El Explorador acarició la superficie brillante de la Constelación, oficialmente la Exploradora 294, en la cual había viajado decenas de veces y cuya tripulación, según él, era la mejor de todo el Departamento.
Últimamente había estado muy atento a las noticias mundiales ya que de ellas dependía por completo su Exploración (la consideraba suya) 6448-2, y en los últimos tiempos estaban resultando perfectas para sus propósitos.
El mes pasado había intentado hacerse con una Exploradora, pero el Director había previsto dicha eventualidad y había restringido su acceso a todas las naves del DEXEP. Incluso su acceso a naves comerciales estaba completamente restringido, lo que en un principio le había enfurecido bastante consiguiendo calmarse cuando comprendió que aquello no le conducía a ninguna parte. Quedaba poco tiempo para que él y su tripulación partiesen hacia la Exploración 6448 y consiguiesen así su inclusión en la Galería de Héroes por conseguir una Explotación completa para la Federación.
La Galería no suponía únicamente una foto colgada de una pared con su nombre debajo, suponía que a partir de ese momento dejarían de ser Exploradores y conseguirían que su nombre se viese precedido de la palabra Héroe y que se utilizase siempre para dirigirse a ellos. Era el honor más alto ya que ni siquiera el Presidente de la Federación era llamado por su nombre. También tendrían una vivienda independiente con suministro continuado de agua en el lugar que eligiesen del planeta así como una gran cantidad de dinero ingresada anualmente en su cuenta bancaria.
El Explorador despertó de sus sueños y salió del Hangar DEXEP dirigiéndose hacia la ciudad para realizar su trabajo de rutina en el edificio central del Departamento.
La reunión de todos los diputados de la OFU en Ciudad de El Cabo se celebró por fin el siete de marzo. Hombres y mujeres de todo el mundo convergían a la ciudad para ver los resultados del trabajo realizado por el Doctor Fernández Salcedo después de tantos años de investigaciones y fracasos.
Fue una reunión secreta, ya que muchos de los detalles facilitados por el Doctor Fernández habrían hecho millonarios a muchas personas sin escrúpulos, pero a su término el Consejo Ejecutivo de la OFU, formado por dos hombres y cuatro mujeres, apareció en todos los televisores del mundo para dar la gran noticia. Habló el Presidente de la OFU.
— Anunciamos al mundo que el Doctor Fernández Salcedo y su equipo de Ayudantes han conseguido por fin una fuente de energía gratuita y casi inagotable. Toda la radiación solar recibida sobre la superficie de la Tierra y en el espacio cercano al planeta será completamente aprovechada en nuestro beneficio, disminuyendo la contaminación atmosférica al poder utilizar sistemas de limpieza que siempre resultaron inapropiados por falta de energía. Por fin lo tenemos todo, paz, alimentos, energía y un medio ambiente sano. Mantendremos la exploración del espacio en aras de la curiosidad humana, aunque desde este momento la Tierra es ya una casa segura para todos nosotros. Gracias a todo el mundo por trabajar en la consecución de este sueño. Lo hemos logrado, juntos.
Los festejos se iniciaron por todo el planeta y una nueva era, la Edad de la Prosperidad, se inició en la Tierra. La OFU asumió el control del planeta proclamando la Federación Terrestre y eliminando las fronteras en un mundo en el cual habían causado demasiado daño. La población acogió con agrado el control de la OFU y los encargados de la exploración espacial suspiraron aliviados al conservar su trabajo. El mundo era, quizá por primera vez, completamente feliz.
— Hemos estado cerca— comentó el Director sonriente al Explorador —, pero lo hemos conseguido. El presupuesto del Departamento ha recibido una gran cantidad de dinero de la Federación y podemos iniciar nuevas Exploraciones. La Exploración 6448-2 es la primera en la lista, esté tranquilo— dijo ante el evidente nerviosismo del Explorador —, y partirán dentro de una semana en la Exploradora 500 con la tripulación de la 294.
— ¿La Exploradora 500? No la conozco— dijo extrañado.
— Es un nuevo modelo, creo que le han dado el nombre de Estrella Lejana y tiene los nuevos motores, le gustará. El sistema de navegación es idéntico al de la 294, no tiene que preocuparse por eso, pero hemos conseguido aumentar su velocidad. Podrá llegar a la Exploración 6448 en menos de dos semanas.
— ¿Tan pronto?— preguntó más que sorprendido — La Exploradora 294 tardaba un mes y dos días.
— Pues sí— respondió con satisfacción —. Está en el Hangar DEXEP del Astropuerto Siete Norte. Su equipo le espera allí.
— ¿Alguna instrucción especial respecto a la misión?— preguntó tímidamente.
— ¿Alguna vez la ha necesitado?— preguntó a su vez sonriente el Director — Ninguna en especial, investigar, explorar e informar. Si encuentra algo extraño investíguelo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la Exploración original?
— Diez años y medio— respondió rápidamente —. Bueno, faltan tres semanas para eso. Nos hemos excedido en seis meses el tiempo máximo usual para pasar de Exploración a Explotación. De todas maneras no creo que haya inconvenientes, solo han sido seis meses.
— Puede ser mucho tiempo, Explorador— objetó el Director —, pero esperemos que en este caso no suceda nada. ¿Dejó usted en la primera Exploración el equipo de mantenimiento usual?
Una ligera inquietud se apoderó del Explorador.
— No, Director. Sólo tenía a mano el Equipo de Mantenimiento 54, el Estándar ya lo había utilizado y gastado.
— El 54... — el Director intentó recordar pero tuvo que recurrir a su computadora. Cuando esta se lo mostró miró algo cabreado hacia el Explorador — ¿Está usted loco? El EM54 es un equipo obsoleto que ha demostrado casi siempre ser inútil. Tan solo ha tenido éxito en la Exploración 455, y en ese caso el tiempo entre la primera y segunda Exploración no superó los cuatro años. Dudo que esté aún en funcionamiento.
El Explorador se sentía ofendido. En esos temas él tenía la última palabra y que un Explorador retirado hace veinticinco años le llevase la contraria y le amonestase por su decisión, aunque fuese un Director, le cabreaba profundamente. Su respuesta no tenía precisamente el tono respetuoso que su interlocutor merecía.
— El caso era claro y el EM54 me pareció el adecuado para el terreno. Sigo creyendo que era el mejor equipo que se podía utilizar en ausencia del Estándar, y lo demostraré convirtiendo la Exploración 6448 en la Explotación 15664.
El Director miró asombrado al otro lado de su mesa y después comenzó a sonreír, hablando no obstante en tono serio y calculador.
— Sus palabras rayan la insubordinación, pero usted es mi mejor Explorador y se lo permitiré, por esta vez. Sin embargo no quiero que olvide que yo soy su superior y que una palabra mía bastaría para degradarle y convertirle en un Operario de Mantenimiento Minero— esperó a que aquellas palabras entrasen profundamente en la mente del otro —. Puedo incluso sacarle del espacio y recluirle en una Prisión Federacional. No juegue conmigo, Explorador, recuérdelo. Puede retirarse, le espera un vehículo para llevarlo al Astropuerto Siete Norte.
El Explorador saludó y salió del despacho. Su carrera y escalada a la Galería de Héroes podría verse interrumpida, tendría que andar con pies de plomo.
El Centro de Defensa Aeroespacial Federacional era el organismo encargado de la vigilancia del espacio cercano a la Tierra, y se centraba en la búsqueda de asteroides, cometas y todo tipo de objetos capaces de causar daños a la multitud de naves que salían o entraban en el planeta y a la propia Tierra. Antiguamente, cuando dependía de la Federación de Estados del Norte, también había tenido la secreta misión de vigilar las naves y aviones de las otras Federaciones, enemigos potenciales, así como de sus estaciones espaciales.
Ahora ya no había enemigos potenciales en el mundo, pero mantenía una misión secreta que era la búsqueda de naves espaciales alienígenas que pudiesen acercarse a la Tierra, permaneciendo en contacto continuo con la Fuerza de Misiles Nucleares para el caso, prácticamente imposible, de que aquella amenaza se volviese real. Naturalmente este hecho no se hacía público para evitar las seguras carcajadas de la prensa mundial y el cabreo de la opinión pública mundial por ese gasto superfluo.
Los hombres encargados de la vigilancia, tres Técnicos Superiores en Astronomía, no apartaban su vista de las pantallas y computadoras en busca de algo notable, que nunca habían encontrado.
Pero aquel día uno de los técnicos se puso rígido al observar en la pantalla un “pip” que no emitía la señal identificativa que era de uso obligatorio en todas las naves de la Federación, aunque era evidente que aquel objeto era artificial y metálico. Comprobó que no se trataba de ningún error y llamó a la Fuerza de Misiles Nucleares.
— Tenemos un pip en la pantalla en el Sector 7-5 que no corresponde con ninguna de nuestras naves. Solicito confirmación inmediata, el objeto se acerca a gran velocidad.
Al otro lado del teléfono se miraron con la incredulidad asomando a sus ojos y conectaron sus pantallas de vigilancia recibiendo mucha más información que en el CEDAF.
— Nave no identificada, no es de las nuestras— anunció por el equipo de radio. Una nueva información apareció en su pantalla —. Un momento, no puede ser una nave, tiene un tamaño descomunal.
— Repita, FUMIN, repita su última transmisión.
— Atención, CEDAF, no puede ser una nave. Tiene dos mil kilómetros de largo y quinientos de diámetro. Ha pasado junto a Sonda de Vigilancia Plutón 7 a doce mil kilómetros por segundo y junto a SV Neptuno 3 a diez mil. Ahora entran datos de SV Urano 4, velocidad ocho mil kilómetros por segundo y bajando.
Se pudo sentir el nerviosismo al otro lado del micrófono.
— ¿Y qué demonios es sino una nave? ¿Acaso un planetoide puede reducir así su velocidad? Informe al Consejo Ejecutivo de la OFU, ¡ahora!
En la FUMIN una mano cogió un teléfono azul mientras la otra activaba los ocho mil misiles nucleares y abría las compuertas de sus silos. La hora de comprobar su funcionamiento estaba cerca.
Eran las cinco de la mañana en la sede de gobierno de la OFU, en lo que en otro tiempo había sido la ciudad de Nueva York. En el dormitorio del Presidente de la Federación un teléfono azul sonó desesperadamente para despertar al máximo dirigente mundial. Éste abrió los ojos sobresaltado y lo cogió con algo de miedo, ese teléfono nunca era emisor de buenas noticias.
— Soy el Presidente— dijo todavía soñoliento.
— Señor Presidente, llamo desde la FUMIN. Una nave alienígena se acerca a la Tierra. Está en estos momentos en la órbita de Júpiter y lleva una velocidad de dos mil kilómetros por segundo, estable. Creemos que alcanzará la Tierra dentro de ochenta y ocho horas y veinte minutos. Hemos puesto en alerta a todos los misiles nucleares y están a punto para ser disparados, señor.
— ¿Solo una nave?— preguntó el Presidente, aun sin reponerse de la noticia.
— Sí, señor Presidente, pero su tamaño es de dos mil kilómetros de eslora por quinientos de diámetro.
El Presidente inspiró varias veces para recuperar el aliento que había perdido.
— Mantengan la alerta pero no disparen hasta recibir la orden o ante una acción hostil por parte de la nave, ¿me ha comprendido?
— Perfectamente, señor Presidente. No dispararemos hasta recibir sus órdenes o mientras no realice acciones hostiles.
— Muy bien— dijo colgando el teléfono azul al tiempo que descolgaba uno blanco situado en la misma mesita —. Convoque inmediatamente una reunión del Comité de Crisis en el Salón Presidencial.
El Explorador seguía estudiando su nueva nave cuando un Piloto corrió a su encuentro.
— Le llama el Director, es más que urgente— dijo entre jadeos
— Voy ahora mismo.
Llegó a la sala de comunicaciones de la nave en pocos segundos cogiendo el micrófono.
— ¿Qué sucede?
— Hay problemas. Van a suspender toda salida de naves del planeta dentro de veinte minutos. Tienes que partir inmediatamente o no podrás salir en mucho tiempo.
El Explorador miró el micrófono sin comprender.
— ¡No podemos! ¡Aún falta un día para nuestra salida oficial, el Controlador no nos dará un cono de despegue!
— Tenéis uno dentro de doce minutos. Despega, tengo que cortar.
El Explorador se quedó inmóvil durante unos instantes y después saltó de su asiento saliendo al exterior de la nave. Utilizó los altavoces del hangar.
— Tripulación de la Exploradora 500, preséntense a bordo inmediatamente. Partimos dentro de once minutos. Despejen la salida.
Cientos de Operarios comenzaron a apartar material del camino de la Estrella Lejana mientras los tripulantes de la misma corrían para acceder a ella y ocupar sus puestos. El techo del hangar comenzó a abrirse mientras los que lo manejaban miraban sus relojes pidiendo a las compuertas que se abriesen aún más rápido. Dos minutos antes de la partida toda la tripulación y material estaban a bordo de la nave y el techo del Hangar DEXEP se había abierto completamente.
En el puente de mando las computadoras mostraban el cono de despegue virtual que proporcionaba una ruta a través de la atmósfera hacia el espacio abierto. Debido a la urgencia de la salida lo harían por el polo Sur del planeta y no por el ecuador como era habitual.
A la hora exacta la Estrella Lejana encendió sus motores elevándose por el interior del cono de despegue hacia el espacio profundo. Tenían por delante dos semanas de viaje tras las cuales llegarían al lugar que los convertiría, al menos oficialmente, en Héroes. Estaban ansiosos porque llegase ese momento.
El Comité de Crisis de la OFU estaba formado por once hombres y mujeres, analistas y militares, que aconsejaban al Presidente sobre las acciones a tomar. Todos tenían una amplia experiencia en sus campos correspondientes y ninguno era menor de cuarenta y cinco años.
La situación era delicada en extremo. La nave alienígena se encontraba a ochenta horas de la Tierra, de mantener su velocidad, y aún no habían recibido ningún tipo de comunicación. Había posibilidades de que ignorasen que el planeta estaba habitado y por ello la primera decisión fue la de suspender todo tráfico de naves por el sistema, mientras se ordenaba a las estaciones espaciales apagar sus luces exteriores y reducir su consumo energético al mínimo imprescindible. Si la nave se dirigía directamente a la Tierra era un gesto inútil, pero si pasaba de largo o se detenía en Marte podría ser suficiente protección. Entrar en contacto con una civilización que había hecho una nave como aquella podía ser demasiado arriesgado. Comenzaron a barajar todas las posibilidades.
Finalmente la nave abandonó el sistema. Desde que años atrás se había logrado una nave que alcanzase la velocidad de la luz los viajes interestelares se habían hecho posibles, lo cual era una suerte ya que en todo el sistema no había ninguna materia prima de las buscadas por las Exploradoras, a excepción de algunos metales ligeros en los asteroides.
La nave viajaba justo por debajo de la velocidad de la luz, por lo que en dos semanas alcanzarían su objetivo. El Explorador se dedicó a comprobar el funcionamiento de los Equipos de Exploración de Superficie mientras llegaban a su destino.
La nave no se había detenido en Marte como muchos habían esperado, y continuaba viaje ahora ya a treinta y dos horas de la Tierra. La FUMIN esperaba temerosa la llamada por el teléfono azul que les indicaría el momento exacto del disparo. Era una espera tensa que destrozaba los nervios de todos.
Los días pasaban rápidamente a bordo de la Estrella Lejana, aunque en realidad el Tiempo se deslizaba mucho más lentamente de lo que los sentidos indicaban. Viajando a la velocidad de la luz el tiempo se ralentizaba y lo que a los tripulantes les parecían horas podían ser días, semanas e incluso años en el exterior.
Transcurridos siete octavos del viaje el punto de destino ya se detectaba con los sensores, aunque para el Explorador lo más preocupante era que el Equipo de Mantenimiento 54 no emitía su característica especial detectable por los sistemas que llevaban a bordo. Decidió no preocuparse innecesariamente hasta que estuviesen más cerca.
La nave se había detenido. Se hallaba a ciento cincuenta millones de kilómetros del planeta y no daba señales de vida. Ninguna comunicación partió de la nave en respuesta a las miles de señales que partían de una Tierra que había decidido que ya no se podía esconder. El Comité de Crisis dudaba en disparar los misiles nucleares al desconocer las intenciones de aquella nave. Las discusiones proseguían en el Salón Presidencial.
El Explorador ordenó detener la nave a una distancia prudencial para realizar una exploración preventiva así como una última comprobación de los equipos. Al segundo día de viaje se habían estropeado los equipos de comunicaciones y no tenían contacto alguno con la Federación. No quería que sucediese lo mismo con los equipos de supervivencia, vitales en esa atmósfera venenosa por la que iban a caminar.
Cuando la comprobación terminó se dirigió hacia el puente de mando con prisa para realizar una prueba virtual. Esta consistía en una especie de teletransportación en la que la mente del Explorador era enviada a un sitio predeterminado experimentando todas las sensaciones como si verdaderamente estuviese allí (adquiría incluso forma y tacto material) manteniéndose sin embargo perfectamente a salvo a bordo de la nave. Era el último avance técnico en la materia y el Explorador dudaba que se pudiese superar como no fuese en su alcance, limitado a media unidad astronómica que era la distancia que ahora les separaba de la Exploración 6448.
— Transportador, localice la mayor concentración de materia prima básica.
— Coordenadas fijadas en la prueba virtual— respondió mecánicamente —. Transporte preparado.
— Active el transporte.
En el Comité de Crisis el Presidente escuchaba con creciente enfado las discusiones que continuaban en torno a la gran mesa. Casi había decidido atacar a la nave para finalizar el parloteo cuando una luz muy brillante llenó el Salón Presidencial, aumentando en intensidad para luego comenzar a apagarse y más tarde desaparecer. Cuando los presentes abrieron los ojos descubrieron que ante ellos, en medio de la mesa circular y flotando en el aire, se encontraba la figura de un hombre vestido con una túnica blanca que le llegaba a los tobillos, descalzo, con una barba oscura y rizosa y un pelo igualmente oscuro y rizoso. Su cara expresaba paz. Abrió la boca para hablar.
— Que la paz sea con vosotros— dijo en un perfecto latín —. He regresado para traer la felicidad a este mundo y para unir a todos los pueblos bajo un mismo ideal, el amor.
— ¡Jesucristo!— dijo el Presidente tras unos instantes de asombrado silencio.
La Segunda Venida, profetizada por tantos, se había convertido en realidad.
En el cuartel general del DEXEP el Director estudiaba los informes de todas las naves que regresaban al planeta, faltando únicamente el de la Exploradora 500. De repente la puerta se abrió y entró el Explorador con cara de pocos amigos.
— ¡Explorador! Tengo su medalla de Héroe esperando. ¿Lo ha conseguido?
Por toda respuesta el Explorador posó sobre la mesa un papel. Estaba escrito en latín, idioma que el Director entendía perfectamente. Se podía leer:
“En nombre del pueblo de la Tierra agradecemos su interés por nuestro planeta y los beneficios que su primera visita haya podido traer a nuestra civilización, pero los problemas del mundo los hemos solucionado por nuestros propios medios y su ayuda espiritual y material ya no es necesaria. Su religión ha desaparecido de la faz de la Tierra, pero le invitamos a venir nuevamente si lo desea como un turista más. Lo siento, pero han llegado cien años tarde.
Joseph Sakiris, Presidente de la Federación Terrestre”
El Director, a cuya voz veinticinco años atrás habían llamado Yahvé, giró su cabeza hacia la ventana y mirando fijamente a la estrella doble que otros habían llamado Alfa Centauri supo que su carrera había finalizado, nadie escapaba a un fracaso semejante.
La Segunda Venida
A paso rápido cruzó los pasillos del Departamento de Exploración y Explotación del Espacio Profundo sin devolver los saludos que recibía de muchos con los que se cruzaba. Atravesó varias puertas de seguridad y finalmente montó en un ascensor restringido al que pudo acceder gracias a su categoría. El ascensor llegó al piso cuarenta y allí sus puertas se abrieron apareciendo tras ellas una habitación lujosamente decorada, como correspondía al Director.Se situó frente a la mesa utilizando el saludo que habían usado los militares hasta el siglo pasado y que ahora utilizaban los funcionarios de las agencias espaciales. Esperó pacientemente mientras el Director terminaba de leer un informe y lo situaba sobre un montón de informes similares.
— ¿Qué desea, Explorador?— preguntó el Director.
Utilizó el título y no el nombre ya que el segundo carecía de importancia mientras que el primero indicaba la posición social del individuo, su importancia y muchas cosas más. La sociedad clasista se había hecho necesaria tras los despilfarros de la generación anterior, tiempo atrás. Tan sólo los Físicos y los Héroes eran llamados por sus nombres, aunque los primeros con el poco honroso título de Doctor delante.
— He venido a verle para solicitar un estudio más a fondo de la Exploración 6448. Necesitamos mejores datos, sabe que la Federación necesita encontrar materias primas donde sea y según apuntaba mi primera apreciación la Exploración 6448 prometía mucho.
— Explorador, tenemos muchos problemas— le dijo el Director bajando la vista hacia los papeles que aún quedaban sobre su mesa —. El DEXEP tiene graves problemas económicos, como toda la Federación, y no podemos iniciar nuevas Exploraciones o revisar las que están en espera. Tenemos en funcionamiento a pleno rendimiento la Exploración 14588 y la 16674, así como las Explotaciones 2459 y 14425. De momento el DEXEP y la Federación no se pueden permitir nada más— con lentitud levantó de nuevo la vista y habló en tono de amonestación —. No sea impaciente, Explorador, me han dicho que la Federación puede ampliarse y solucionar sus problemas políticos en breve. Si lo conseguimos el dinero fluirá a raudales hacia este Departamento y entonces se atenderá su petición, ¿de acuerdo?
El Explorador miró hacia el frente y saludó de nuevo.
— De acuerdo, Director, esperaré pacientemente.
— Así me gusta— dijo satisfecho —. ¿Alguna cosa más?
— No, Director. Con su permiso me retiro.
El Director asintió y cogió un nuevo informe mientras observaba al Explorador que se retiraba. Todos los Exploradores eran difíciles de manejar, eran el último aliento de libertad y desobediencia que le quedaba al cansado mundo. Los desastres del siglo anterior habían hecho sentir miedo a la población haciéndola ultraconservadora, y los únicos que quedaban más liberales eran los que trabajaban en el espacio, como siempre había sucedido. Exploradores, Explotadores, Comerciantes y Mineros Espaciales no habían caído en el miedo que atenazaba al resto y seguían libres e indisciplinados. Éste en especial era, quizá, el más insubordinado de todos los Exploradores. Por su culpa la Exploración 6448, exploración que él mismo había iniciado hacía veinticinco años, había fracasado y por ello había sido degradado a Funcionario Oficinista, tardando varios años en volver a ascender a Explorador. Tendría que vigilar sus movimientos de ahora en adelante, podría sufrir la tentación de escapar con una nave en dirección a la Exploración 6448, y en esos momentos la Federación y el DEXEP no podían permitírselo. Avisó a los astropuertos.
El año 2098 llegaba a su fin. No había sido un buen año, como muchos de los anteriores, pero aunque no se había encontrado una solución definitiva a los problemas de contaminación y energía, el problema alimenticio estaba por fin solucionado. La Federación de Estados del Norte y la Federación Oceánica habían conseguido por fin alimentos sintéticos fabricados a partir de residuos sólidos urbanos con lo que la Federación Africana, que producía mucho de los últimos, terminaría con el hambre que asolaba su territorio.
Para marzo de 2099 se celebraría en Ciudad de El Cabo una reunión extraordinaria de la Organización de Federaciones Unidas para informar sobre un nuevo hallazgo en materia energética que podría resolver a la vez el problema energético y el problema de la contaminación. El Doctor Tomás Fernández Salcedo sería el encargado de dar la noticia a los representantes mundiales así como de explicarles los detalles sobre su investigación.
En la Puerta del Sol de Madrid, capital de la FEN, sonaron las doce campanadas que anunciaban la entrada del penúltimo año del siglo XXI.
Los primeros meses del año pasaron lentamente mientras el Doctor Fernández Salcedo ultimaba los detalles de su proyecto para presentarlo a la OFU. El mundo seguía su ritmo normal y pausado conteniendo la respiración en espera del Informe Salcedo, como empezaba a llamársele. Por fin comenzaban a cosecharse éxitos.
En el siglo XX y comienzos del XXI se habían dilapidado las principales materias primas mundiales y los principales recursos energéticos. Debido a las injusticias económicas, en 2043 y 2044 se habían producido las Hambres que acabaron con la vida de dos mil millones de personas, principalmente en el hemisferio Sur del planeta. El mundo estaba en una fase oscura de la que comenzó a salir, muy lentamente, en 2091. Las guerras habían terminado, en 2045 se había producido la última, y con ellas los ejércitos. Únicamente quedaban fuerzas policiales y la Fuerza de Misiles Nucleares, apuntados ahora hacia el espacio en espera de un poco probable, pero no imposible, ataque alienígena. Era el mejor uso que se les podía dar en vista de que su desmantelamiento total era imposible.
El mundo miraba con buenos ojos a la OFU, que poco a poco iba asumiendo responsabilidades y que en muy pocos años, quizá meses, asumiría el gobierno mundial dando un descanso a los pueblos de la Tierra.
Aparte del previsible conservacionismo que había asaltado el planeta, la cosa más curiosa e imprevista había sido, en la década de los cuarenta y los cincuenta, el progresivo abandono de las religiones por parte de las nuevas generaciones, hasta tal punto que el Papa de la Iglesia Católica había tenido que arrendar el Vaticano a una multinacional alimenticia y vender la mayor parte de sus posesiones, incluidas todas las catedrales y casi todas las iglesias repartidas por el mundo. Los hombres del siglo XXII se habían hecho bastante incrédulos después de los problemas sufridos por el mundo en el siglo XXI. El fin de la Edad Oscura (1900-2100) iba a llegar y el mundo esperaba impaciente el suceso.
El Explorador vagaba por el hangar del DEXEP en el Astropuerto General Norte admirando las naves que esperaban una misión. Eran las Exploradoras, naves armadas hasta los dientes para el caso de encontrarse con vida inteligente hostil, cosa que nunca había sucedido, además de multitud de sistemas de sondeo para la búsqueda de materias primas y de agua.
El Explorador acarició la superficie brillante de la Constelación, oficialmente la Exploradora 294, en la cual había viajado decenas de veces y cuya tripulación, según él, era la mejor de todo el Departamento.
Últimamente había estado muy atento a las noticias mundiales ya que de ellas dependía por completo su Exploración (la consideraba suya) 6448-2, y en los últimos tiempos estaban resultando perfectas para sus propósitos.
El mes pasado había intentado hacerse con una Exploradora, pero el Director había previsto dicha eventualidad y había restringido su acceso a todas las naves del DEXEP. Incluso su acceso a naves comerciales estaba completamente restringido, lo que en un principio le había enfurecido bastante consiguiendo calmarse cuando comprendió que aquello no le conducía a ninguna parte. Quedaba poco tiempo para que él y su tripulación partiesen hacia la Exploración 6448 y consiguiesen así su inclusión en la Galería de Héroes por conseguir una Explotación completa para la Federación.
La Galería no suponía únicamente una foto colgada de una pared con su nombre debajo, suponía que a partir de ese momento dejarían de ser Exploradores y conseguirían que su nombre se viese precedido de la palabra Héroe y que se utilizase siempre para dirigirse a ellos. Era el honor más alto ya que ni siquiera el Presidente de la Federación era llamado por su nombre. También tendrían una vivienda independiente con suministro continuado de agua en el lugar que eligiesen del planeta así como una gran cantidad de dinero ingresada anualmente en su cuenta bancaria.
El Explorador despertó de sus sueños y salió del Hangar DEXEP dirigiéndose hacia la ciudad para realizar su trabajo de rutina en el edificio central del Departamento.
La reunión de todos los diputados de la OFU en Ciudad de El Cabo se celebró por fin el siete de marzo. Hombres y mujeres de todo el mundo convergían a la ciudad para ver los resultados del trabajo realizado por el Doctor Fernández Salcedo después de tantos años de investigaciones y fracasos.
Fue una reunión secreta, ya que muchos de los detalles facilitados por el Doctor Fernández habrían hecho millonarios a muchas personas sin escrúpulos, pero a su término el Consejo Ejecutivo de la OFU, formado por dos hombres y cuatro mujeres, apareció en todos los televisores del mundo para dar la gran noticia. Habló el Presidente de la OFU.
— Anunciamos al mundo que el Doctor Fernández Salcedo y su equipo de Ayudantes han conseguido por fin una fuente de energía gratuita y casi inagotable. Toda la radiación solar recibida sobre la superficie de la Tierra y en el espacio cercano al planeta será completamente aprovechada en nuestro beneficio, disminuyendo la contaminación atmosférica al poder utilizar sistemas de limpieza que siempre resultaron inapropiados por falta de energía. Por fin lo tenemos todo, paz, alimentos, energía y un medio ambiente sano. Mantendremos la exploración del espacio en aras de la curiosidad humana, aunque desde este momento la Tierra es ya una casa segura para todos nosotros. Gracias a todo el mundo por trabajar en la consecución de este sueño. Lo hemos logrado, juntos.
Los festejos se iniciaron por todo el planeta y una nueva era, la Edad de la Prosperidad, se inició en la Tierra. La OFU asumió el control del planeta proclamando la Federación Terrestre y eliminando las fronteras en un mundo en el cual habían causado demasiado daño. La población acogió con agrado el control de la OFU y los encargados de la exploración espacial suspiraron aliviados al conservar su trabajo. El mundo era, quizá por primera vez, completamente feliz.
— Hemos estado cerca— comentó el Director sonriente al Explorador —, pero lo hemos conseguido. El presupuesto del Departamento ha recibido una gran cantidad de dinero de la Federación y podemos iniciar nuevas Exploraciones. La Exploración 6448-2 es la primera en la lista, esté tranquilo— dijo ante el evidente nerviosismo del Explorador —, y partirán dentro de una semana en la Exploradora 500 con la tripulación de la 294.
— ¿La Exploradora 500? No la conozco— dijo extrañado.
— Es un nuevo modelo, creo que le han dado el nombre de Estrella Lejana y tiene los nuevos motores, le gustará. El sistema de navegación es idéntico al de la 294, no tiene que preocuparse por eso, pero hemos conseguido aumentar su velocidad. Podrá llegar a la Exploración 6448 en menos de dos semanas.
— ¿Tan pronto?— preguntó más que sorprendido — La Exploradora 294 tardaba un mes y dos días.
— Pues sí— respondió con satisfacción —. Está en el Hangar DEXEP del Astropuerto Siete Norte. Su equipo le espera allí.
— ¿Alguna instrucción especial respecto a la misión?— preguntó tímidamente.
— ¿Alguna vez la ha necesitado?— preguntó a su vez sonriente el Director — Ninguna en especial, investigar, explorar e informar. Si encuentra algo extraño investíguelo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la Exploración original?
— Diez años y medio— respondió rápidamente —. Bueno, faltan tres semanas para eso. Nos hemos excedido en seis meses el tiempo máximo usual para pasar de Exploración a Explotación. De todas maneras no creo que haya inconvenientes, solo han sido seis meses.
— Puede ser mucho tiempo, Explorador— objetó el Director —, pero esperemos que en este caso no suceda nada. ¿Dejó usted en la primera Exploración el equipo de mantenimiento usual?
Una ligera inquietud se apoderó del Explorador.
— No, Director. Sólo tenía a mano el Equipo de Mantenimiento 54, el Estándar ya lo había utilizado y gastado.
— El 54... — el Director intentó recordar pero tuvo que recurrir a su computadora. Cuando esta se lo mostró miró algo cabreado hacia el Explorador — ¿Está usted loco? El EM54 es un equipo obsoleto que ha demostrado casi siempre ser inútil. Tan solo ha tenido éxito en la Exploración 455, y en ese caso el tiempo entre la primera y segunda Exploración no superó los cuatro años. Dudo que esté aún en funcionamiento.
El Explorador se sentía ofendido. En esos temas él tenía la última palabra y que un Explorador retirado hace veinticinco años le llevase la contraria y le amonestase por su decisión, aunque fuese un Director, le cabreaba profundamente. Su respuesta no tenía precisamente el tono respetuoso que su interlocutor merecía.
— El caso era claro y el EM54 me pareció el adecuado para el terreno. Sigo creyendo que era el mejor equipo que se podía utilizar en ausencia del Estándar, y lo demostraré convirtiendo la Exploración 6448 en la Explotación 15664.
El Director miró asombrado al otro lado de su mesa y después comenzó a sonreír, hablando no obstante en tono serio y calculador.
— Sus palabras rayan la insubordinación, pero usted es mi mejor Explorador y se lo permitiré, por esta vez. Sin embargo no quiero que olvide que yo soy su superior y que una palabra mía bastaría para degradarle y convertirle en un Operario de Mantenimiento Minero— esperó a que aquellas palabras entrasen profundamente en la mente del otro —. Puedo incluso sacarle del espacio y recluirle en una Prisión Federacional. No juegue conmigo, Explorador, recuérdelo. Puede retirarse, le espera un vehículo para llevarlo al Astropuerto Siete Norte.
El Explorador saludó y salió del despacho. Su carrera y escalada a la Galería de Héroes podría verse interrumpida, tendría que andar con pies de plomo.
El Centro de Defensa Aeroespacial Federacional era el organismo encargado de la vigilancia del espacio cercano a la Tierra, y se centraba en la búsqueda de asteroides, cometas y todo tipo de objetos capaces de causar daños a la multitud de naves que salían o entraban en el planeta y a la propia Tierra. Antiguamente, cuando dependía de la Federación de Estados del Norte, también había tenido la secreta misión de vigilar las naves y aviones de las otras Federaciones, enemigos potenciales, así como de sus estaciones espaciales.
Ahora ya no había enemigos potenciales en el mundo, pero mantenía una misión secreta que era la búsqueda de naves espaciales alienígenas que pudiesen acercarse a la Tierra, permaneciendo en contacto continuo con la Fuerza de Misiles Nucleares para el caso, prácticamente imposible, de que aquella amenaza se volviese real. Naturalmente este hecho no se hacía público para evitar las seguras carcajadas de la prensa mundial y el cabreo de la opinión pública mundial por ese gasto superfluo.
Los hombres encargados de la vigilancia, tres Técnicos Superiores en Astronomía, no apartaban su vista de las pantallas y computadoras en busca de algo notable, que nunca habían encontrado.
Pero aquel día uno de los técnicos se puso rígido al observar en la pantalla un “pip” que no emitía la señal identificativa que era de uso obligatorio en todas las naves de la Federación, aunque era evidente que aquel objeto era artificial y metálico. Comprobó que no se trataba de ningún error y llamó a la Fuerza de Misiles Nucleares.
— Tenemos un pip en la pantalla en el Sector 7-5 que no corresponde con ninguna de nuestras naves. Solicito confirmación inmediata, el objeto se acerca a gran velocidad.
Al otro lado del teléfono se miraron con la incredulidad asomando a sus ojos y conectaron sus pantallas de vigilancia recibiendo mucha más información que en el CEDAF.
— Nave no identificada, no es de las nuestras— anunció por el equipo de radio. Una nueva información apareció en su pantalla —. Un momento, no puede ser una nave, tiene un tamaño descomunal.
— Repita, FUMIN, repita su última transmisión.
— Atención, CEDAF, no puede ser una nave. Tiene dos mil kilómetros de largo y quinientos de diámetro. Ha pasado junto a Sonda de Vigilancia Plutón 7 a doce mil kilómetros por segundo y junto a SV Neptuno 3 a diez mil. Ahora entran datos de SV Urano 4, velocidad ocho mil kilómetros por segundo y bajando.
Se pudo sentir el nerviosismo al otro lado del micrófono.
— ¿Y qué demonios es sino una nave? ¿Acaso un planetoide puede reducir así su velocidad? Informe al Consejo Ejecutivo de la OFU, ¡ahora!
En la FUMIN una mano cogió un teléfono azul mientras la otra activaba los ocho mil misiles nucleares y abría las compuertas de sus silos. La hora de comprobar su funcionamiento estaba cerca.
Eran las cinco de la mañana en la sede de gobierno de la OFU, en lo que en otro tiempo había sido la ciudad de Nueva York. En el dormitorio del Presidente de la Federación un teléfono azul sonó desesperadamente para despertar al máximo dirigente mundial. Éste abrió los ojos sobresaltado y lo cogió con algo de miedo, ese teléfono nunca era emisor de buenas noticias.
— Soy el Presidente— dijo todavía soñoliento.
— Señor Presidente, llamo desde la FUMIN. Una nave alienígena se acerca a la Tierra. Está en estos momentos en la órbita de Júpiter y lleva una velocidad de dos mil kilómetros por segundo, estable. Creemos que alcanzará la Tierra dentro de ochenta y ocho horas y veinte minutos. Hemos puesto en alerta a todos los misiles nucleares y están a punto para ser disparados, señor.
— ¿Solo una nave?— preguntó el Presidente, aun sin reponerse de la noticia.
— Sí, señor Presidente, pero su tamaño es de dos mil kilómetros de eslora por quinientos de diámetro.
El Presidente inspiró varias veces para recuperar el aliento que había perdido.
— Mantengan la alerta pero no disparen hasta recibir la orden o ante una acción hostil por parte de la nave, ¿me ha comprendido?
— Perfectamente, señor Presidente. No dispararemos hasta recibir sus órdenes o mientras no realice acciones hostiles.
— Muy bien— dijo colgando el teléfono azul al tiempo que descolgaba uno blanco situado en la misma mesita —. Convoque inmediatamente una reunión del Comité de Crisis en el Salón Presidencial.
El Explorador seguía estudiando su nueva nave cuando un Piloto corrió a su encuentro.
— Le llama el Director, es más que urgente— dijo entre jadeos
— Voy ahora mismo.
Llegó a la sala de comunicaciones de la nave en pocos segundos cogiendo el micrófono.
— ¿Qué sucede?
— Hay problemas. Van a suspender toda salida de naves del planeta dentro de veinte minutos. Tienes que partir inmediatamente o no podrás salir en mucho tiempo.
El Explorador miró el micrófono sin comprender.
— ¡No podemos! ¡Aún falta un día para nuestra salida oficial, el Controlador no nos dará un cono de despegue!
— Tenéis uno dentro de doce minutos. Despega, tengo que cortar.
El Explorador se quedó inmóvil durante unos instantes y después saltó de su asiento saliendo al exterior de la nave. Utilizó los altavoces del hangar.
— Tripulación de la Exploradora 500, preséntense a bordo inmediatamente. Partimos dentro de once minutos. Despejen la salida.
Cientos de Operarios comenzaron a apartar material del camino de la Estrella Lejana mientras los tripulantes de la misma corrían para acceder a ella y ocupar sus puestos. El techo del hangar comenzó a abrirse mientras los que lo manejaban miraban sus relojes pidiendo a las compuertas que se abriesen aún más rápido. Dos minutos antes de la partida toda la tripulación y material estaban a bordo de la nave y el techo del Hangar DEXEP se había abierto completamente.
En el puente de mando las computadoras mostraban el cono de despegue virtual que proporcionaba una ruta a través de la atmósfera hacia el espacio abierto. Debido a la urgencia de la salida lo harían por el polo Sur del planeta y no por el ecuador como era habitual.
A la hora exacta la Estrella Lejana encendió sus motores elevándose por el interior del cono de despegue hacia el espacio profundo. Tenían por delante dos semanas de viaje tras las cuales llegarían al lugar que los convertiría, al menos oficialmente, en Héroes. Estaban ansiosos porque llegase ese momento.
El Comité de Crisis de la OFU estaba formado por once hombres y mujeres, analistas y militares, que aconsejaban al Presidente sobre las acciones a tomar. Todos tenían una amplia experiencia en sus campos correspondientes y ninguno era menor de cuarenta y cinco años.
La situación era delicada en extremo. La nave alienígena se encontraba a ochenta horas de la Tierra, de mantener su velocidad, y aún no habían recibido ningún tipo de comunicación. Había posibilidades de que ignorasen que el planeta estaba habitado y por ello la primera decisión fue la de suspender todo tráfico de naves por el sistema, mientras se ordenaba a las estaciones espaciales apagar sus luces exteriores y reducir su consumo energético al mínimo imprescindible. Si la nave se dirigía directamente a la Tierra era un gesto inútil, pero si pasaba de largo o se detenía en Marte podría ser suficiente protección. Entrar en contacto con una civilización que había hecho una nave como aquella podía ser demasiado arriesgado. Comenzaron a barajar todas las posibilidades.
Finalmente la nave abandonó el sistema. Desde que años atrás se había logrado una nave que alcanzase la velocidad de la luz los viajes interestelares se habían hecho posibles, lo cual era una suerte ya que en todo el sistema no había ninguna materia prima de las buscadas por las Exploradoras, a excepción de algunos metales ligeros en los asteroides.
La nave viajaba justo por debajo de la velocidad de la luz, por lo que en dos semanas alcanzarían su objetivo. El Explorador se dedicó a comprobar el funcionamiento de los Equipos de Exploración de Superficie mientras llegaban a su destino.
La nave no se había detenido en Marte como muchos habían esperado, y continuaba viaje ahora ya a treinta y dos horas de la Tierra. La FUMIN esperaba temerosa la llamada por el teléfono azul que les indicaría el momento exacto del disparo. Era una espera tensa que destrozaba los nervios de todos.
Los días pasaban rápidamente a bordo de la Estrella Lejana, aunque en realidad el Tiempo se deslizaba mucho más lentamente de lo que los sentidos indicaban. Viajando a la velocidad de la luz el tiempo se ralentizaba y lo que a los tripulantes les parecían horas podían ser días, semanas e incluso años en el exterior.
Transcurridos siete octavos del viaje el punto de destino ya se detectaba con los sensores, aunque para el Explorador lo más preocupante era que el Equipo de Mantenimiento 54 no emitía su característica especial detectable por los sistemas que llevaban a bordo. Decidió no preocuparse innecesariamente hasta que estuviesen más cerca.
La nave se había detenido. Se hallaba a ciento cincuenta millones de kilómetros del planeta y no daba señales de vida. Ninguna comunicación partió de la nave en respuesta a las miles de señales que partían de una Tierra que había decidido que ya no se podía esconder. El Comité de Crisis dudaba en disparar los misiles nucleares al desconocer las intenciones de aquella nave. Las discusiones proseguían en el Salón Presidencial.
El Explorador ordenó detener la nave a una distancia prudencial para realizar una exploración preventiva así como una última comprobación de los equipos. Al segundo día de viaje se habían estropeado los equipos de comunicaciones y no tenían contacto alguno con la Federación. No quería que sucediese lo mismo con los equipos de supervivencia, vitales en esa atmósfera venenosa por la que iban a caminar.
Cuando la comprobación terminó se dirigió hacia el puente de mando con prisa para realizar una prueba virtual. Esta consistía en una especie de teletransportación en la que la mente del Explorador era enviada a un sitio predeterminado experimentando todas las sensaciones como si verdaderamente estuviese allí (adquiría incluso forma y tacto material) manteniéndose sin embargo perfectamente a salvo a bordo de la nave. Era el último avance técnico en la materia y el Explorador dudaba que se pudiese superar como no fuese en su alcance, limitado a media unidad astronómica que era la distancia que ahora les separaba de la Exploración 6448.
— Transportador, localice la mayor concentración de materia prima básica.
— Coordenadas fijadas en la prueba virtual— respondió mecánicamente —. Transporte preparado.
— Active el transporte.
En el Comité de Crisis el Presidente escuchaba con creciente enfado las discusiones que continuaban en torno a la gran mesa. Casi había decidido atacar a la nave para finalizar el parloteo cuando una luz muy brillante llenó el Salón Presidencial, aumentando en intensidad para luego comenzar a apagarse y más tarde desaparecer. Cuando los presentes abrieron los ojos descubrieron que ante ellos, en medio de la mesa circular y flotando en el aire, se encontraba la figura de un hombre vestido con una túnica blanca que le llegaba a los tobillos, descalzo, con una barba oscura y rizosa y un pelo igualmente oscuro y rizoso. Su cara expresaba paz. Abrió la boca para hablar.
— Que la paz sea con vosotros— dijo en un perfecto latín —. He regresado para traer la felicidad a este mundo y para unir a todos los pueblos bajo un mismo ideal, el amor.
— ¡Jesucristo!— dijo el Presidente tras unos instantes de asombrado silencio.
La Segunda Venida, profetizada por tantos, se había convertido en realidad.
En el cuartel general del DEXEP el Director estudiaba los informes de todas las naves que regresaban al planeta, faltando únicamente el de la Exploradora 500. De repente la puerta se abrió y entró el Explorador con cara de pocos amigos.
— ¡Explorador! Tengo su medalla de Héroe esperando. ¿Lo ha conseguido?
Por toda respuesta el Explorador posó sobre la mesa un papel. Estaba escrito en latín, idioma que el Director entendía perfectamente. Se podía leer:
“En nombre del pueblo de la Tierra agradecemos su interés por nuestro planeta y los beneficios que su primera visita haya podido traer a nuestra civilización, pero los problemas del mundo los hemos solucionado por nuestros propios medios y su ayuda espiritual y material ya no es necesaria. Su religión ha desaparecido de la faz de la Tierra, pero le invitamos a venir nuevamente si lo desea como un turista más. Lo siento, pero han llegado cien años tarde.
Joseph Sakiris, Presidente de la Federación Terrestre”
El Director, a cuya voz veinticinco años atrás habían llamado Yahvé, giró su cabeza hacia la ventana y mirando fijamente a la estrella doble que otros habían llamado Alfa Centauri supo que su carrera había finalizado, nadie escapaba a un fracaso semejante.