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La Revancha

Publicado: Lun Ago 24, 2009 4:23 pm
por Wilalgar
Seguimos entreteniendo al personal.

Voy a ir poniendo bastantes relatos cortos que tengo, unos mejores y otros peores. Con tal de que a alguien le resulte entretenido me vale, no hace ninguna falta que sean comentados, admirados o repudiados. Hombre, si alguien quiere poner algo es bien libre de hacerlo, por supuesto, sólo digo que obligación, ninguna.
Los hice por propia diversión (en su día se me acabaron los libros de la biblioteca del pueblo y los empecé a "fabricar" yo xD), pero resulta agradable que otros los lean (desde luego en el cajón del escritorio no hacen nada).

La Revancha


Joseph Mordim tamborileaba con sus dedos sobre la mesa de trabajo de su oficina en el Winter Building de Londres. A su lado se encontraba Andrew Drake, su compañero de trabajo. A las tres de la mañana de aquel dos de marzo de 2.024 eran los únicos que quedaban en el edificio a parte del personal de seguridad, y la luz de la oficina en el piso 25 destacaba en la oscuridad del resto como una luz en una noche oceánica. Drake miró a Mordim.
— ¿Quieres dejar de hacer eso?— dijo cabreado.
— ¿El qué?— respondió Mordim despertando de sus pensamientos.
— Dar golpes sobre la mesa, me estás poniendo nervioso.
Mordim levantó su mano sorprendido tras lo cual inspiró profundamente.
— No soy yo precisamente quien te está poniendo nervioso.
— Lo sé, lo sé. Repasemos de nuevo la situación.
Mordim soltó un gemido quejumbroso y se recostó en su sillón. Comenzó a hablar pausadamente en tono cansino.
— Todos los bancos de datos de todo el mundo se están destruyendo a la vez, y ningún virus se ha introducido en ellos. A los computadores centrales de casi todos los gobiernos les está sucediendo lo mismo salvándose los de pequeños e insignificantes países. Se prevé un colapso total dentro de...— consultó su reloj — ciento setenta y tres horas, y todavía no tenemos ni idea de lo que pasa. ¿Me he dejado algo?
— Sí— dijo Drake levantando su pluma —, que lo mismo está sucediendo en todos los sistemas de almacenamiento pasivo de la información los cuales no pueden verse afectados por ningún tipo de virus. Incluso los computadores autónomos aislados completamente de las redes de información tienen ese problema. Sólo un 25% de la información está almacenada en forma impresa, nos enfrentamos al caos mundial.
Mordim sonrió amargamente.
— Esa es, en resumidas cuentas, la situación.
Drake volvió a meditar el asunto.
— ¿Qué bancos de datos no se están viendo afectados? Me refiero a los de gran importancia.
Mordim consultó la lista por enésima vez.
— El gobierno finlandés, Greenpeace, British Imperial Museum, WWF, BP Solar, Naviera Argos, NASA y ESA.
— ¿Y qué tienen esos de particular?— preguntó Drake al aire.
— Quizá sea obra de un loco ecologista.
Drake miró con reproche a Mordim y volvió a sumirse en sus pensamientos. A las 06:50 nuevas informaciones aparecieron en el monitor de Mordim.
— Vaya, vaya. Más problemas— dijo inclinándose hacia su monitor.
— ¿Qué sucede?
— Las centrales nucleares y térmicas de todo el mundo han tenido que detenerse. Sus computadores comienzan a fallar. Los grandes buques regresan a puerto, los sistemas de navegación ya no son fiables.
— Quizá sea verdad que nos enfrentamos a alguna acción de un grupo ecologista— conjeturó Drake —, ¿por qué sino los otros sistemas siguen operativos?
La pregunta quedó en el aire, ninguno de los dos conseguía respuestas.

El plazo de iba acabando. Tan solo quedaban cincuenta y ocho horas para el colapso final y ningún grupo de investigadores conseguía resultados. Mordim y Drake continuaban en el Winter Building, uno de los pocos alimentados por energía solar, rodeados de los restos de la última comida. En las últimas horas se habían destruido los sistemas principales de los Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea, y el mundo se estaba deslizando cada vez más deprisa hacia el caos.
— Ya no podemos recurrir a la lógica, tenemos que empezar a buscar imposibles. ¿Qué se te ocurre?
Mordim sonrió (siempre le dejaba las fantasías a él) y levantándose comenzó a dar vueltas por la oficina.
— La posibilidad de una acción extraterrestre queda descartada— comenzó diciendo —, se ha sondeado el espacio cercano y no se ha encontrado nada. En cuanto a la adquisición de inteligencia por parte de los computadores...
— Los sistemas de seguridad no han fallado— interrumpió Drake —, ya se había barajado esa posibilidad. Creía que tenías más imaginación, Joseph— dijo en tono sarcástico mientras encendía un cigarrillo.
Mordim giró su cabeza hacia Drake, pero no acompañó a la sonrisa del otro.
— Estoy cansado... déjame pensar— comenzó a hablar para sí diciendo frases inconexas —. Ecologismo... ¿un grupo?... ¡Claro, una persona!... Demasiado rápido... aunque, a escala global... Global... Escala mundial... Poder... NASA... Greenpeace... Argos...
Continuó así durante varios minutos en los que Drake perdió la línea de razonamiento absurdo seguida por su compañero. Finalmente Mordim se sentó y tras clavar su vista en el techo recostado en su sillón habló en voz baja.
— Tengo una posibilidad, aunque parezca una locura.
— Acaba de llegar una información— dijo con calma Drake —. Ucrania ha tenido que desactivar manualmente sus misiles nucleares porque los computadores casi los disparan por error. No me hables de locuras, ¿qué se te ha ocurrido?
— Tengo a un posible autor, mejor dicho autora. Es la única explicación que encuentro.
— Adelante, dime, ¿quién?— preguntó impaciente.
Mordim se puso recto y apoyó los codos sobre la mesa.
— ¿Quién se está salvando de la quema? Greenpeace, que intenta salvar a la Naturaleza, el British Imperial Museum, que trata de recuperar las glorias de la evolución, el gobierno finlandés, ecologista desde hace décadas, WWF, que protege la fauna, Naviera Argos, que siembra plancton en los mares...
Drake, impaciente, se levantó e interrumpió a su compañero.
— ¿Y qué me dices de la NASA y la ESA? No creo que ambas sean nada ecologistas.
— No, pero interesan mucho a quien yo digo porque, ¿qué persiguen en realidad? Llevar al Hombre a las estrellas.
— ¿Y eso qué tiene que ver con el resto?— preguntó confuso — ¡Vamos, dime en quién estás pensando!
Mordim inspiró y pronunció el nombre.
— Gaia.
— ¿Gaia? ¿Quién o qué demonios es Gaia?
— Así era llamado el planeta representándolo como un ser vivo. Nos enfrentamos al propio mundo, Andrew.
Drake iba a replicar cuando una nueva información apareció en la pantalla.
Una gran grieta volcánica se había tragado toda la zona industrial alemana mientras que un terremoto había destruido Detroit. Llegaban informes sobre un gran tsunami que avanzaba sobre Japón, el más grande de todos los tiempos.
Drake y Mordim se miraron, hablando el segundo.
— La Humanidad ha cabreado demasiado a Gaia y ahora nos enfrentamos a su furia. No podemos luchar contra ella, es el fin de nuestra civilización.
Se sentaron sin poder hablar más.
Después de milenios aguantando, Gaia tomaba su revancha.