Como en una endiablada ecuación la ‘x’ se resiste a ser despejada en el caso del ‘Partido del Futuro’ (o ‘Partido X’). La jornada de presentación, que nos tenía en ascuas desde el día de Reyes, se cerró ayer con más preguntas que respuestas: entre las más acuciantes, quiénes están detrás de la iniciativa (¿el 15-M?), porqué han optado por un anonimato que se percibe como sospechoso y cómo puede transformarse la aparente excentricidad en una opción política ‘seria’ (¿cuál es su programa? ¿se presentarán a las elecciones?). Todas estas cuestiones y otras tantas nacen de un error básico de planteamiento que no ayuda a resolver el problema: pensar al ‘partido del Futuro’ como un ‘partido‘ -valga la redundancia- y tratar de interpretarlo desde un marco mental circunscrito a su lógica. Tenemos ante nosotros un auténtico desafío imposible de resolver sin algunas pistas que me gustaría lanzar en este artículo para que cada uno saque sus propias conclusiones. Adelanto dos palabras ‘mágicas’ que nos ayudarán a despejar la X (y quizás la Y): ‘hacktivismo’ y ‘prototipo’.
La primera clave para analizar qué y porqué el partido X se encuentra en la comunión del activismo y la figura y ética del hacker: el hacktivismo. Dentro de esta corriente debemos indagar en otro concepto de nuevo cuño, la tecnopolítica. Una vez trazada la línea, no nos será difícil dar con los impulsores del Partido X: el grupo de afines a estas teorías, sobre las que se construye en parte el 15-M y Democracia Real Ya (DRY) , es lo suficientemente reducido y activo como para no pasar desapercibido. Todo esto es, por supuesto, una suposición: no tengo más ‘pruebas’ que la lógica y tampoco es el objetivo de este artículo señalar a nadie. Que cada uno haga sus propias cuentas.
Pero sigamos.
Teniendo en cuenta que para la mayoría de los españoles un hacker no es otra cosa que un “delincuente informático”, el patidifuso recibimiento al ‘Partido X’ es fácil de entender. Empiezo intentando aclarar estos conceptos sin aburrir demasiado. Desde la literatura académica se suele interpretar al hacker como un apasionado de las ‘nuevas’ tecnologías, un curioso irremediable ansioso por diseccionarlas y manipularlas a su antojo: el hacker es ese chico que se encierra en su habitación (o tradicionalmente en su ‘garaje’) y escribe código insaciablemente -Linus Torvalds, padre de Linux, por ejemplo-. Pero es mucho más que eso. Es un geek concienciado con una ética muy particular -la ‘ética hacker’- una “nueva moral” fundamentada en el valor social del conocimiento libre (ese ”bien común’ tan citado ultimamente).
¿Qué ocurre cuando fusionamos a un ‘hacker’ como el descrito y a un activista? Pues que tenemos a un ‘hacktivista‘, es decir, a un ‘friki‘ consciente del poder e impacto políticos de las nuevas tecnologías. El hacktivista no sólo opera ‘en la red’, piensa en red, mira en red, es red. La red es su lenguaje y su lógica. Es la novedad de esa lógica revolucionaria y su colisión con la lógica ‘clásica’ la que provoca los malentendidos (los mismos que hubo y hay en torno al 15-M). Los unos hablan el lenguje de una Era, los otros, el de otra (si te interesa profundizar en este tema, aquí tienes mi estudio personal sobre el asunto).
‘X’: NO ES UN PARTIDO, ES UN ‘MÉTODO‘
“¿Cuál es la ideología del Partido X?” “¿Cuáles son sus propuestas?” “¿Cómo van a presentarse a las elecciones si no nos dicen quienes son?” Todas ellas son preguntas incorrectas. Porque el Partido X no es un partido, sino más bien un experimento en curso. En el lenguaje utilizado por los hackers, es un ‘prototipo’, o una ‘versión beta’ de un abstracto partido del futuro. En el mío, es una ‘idea de limón’. No pretende ser un producto ‘acabado’, ni una respuesta a nuestros acuciantes dilemas: sino una pregunta o más bien, muchas. El objetivo es desafiar la lógica clásica y perfeccionar la nueva: desarrollar un ‘método’ (un ‘molde’), como ellos mismos aclaran, que pueda ser copiado e incorporado después por propios y ajenos. Si el 15-M cambió nuestra forma de protestar, el Partido X parece buscar provocar un movimiento similar a una nueva escala, la institucional.
La intriga nos llama a tratar de ‘despejar la x’ y, en ese esfuerzo, generamos un debate colectivo. Si las respuestas son más o menos atinadas no importa, lo que importa es que estamos reflexionando sobre algo que antes no teníamos en cuenta, estamos generando conocimiento nuevo para alimentar el ‘prototipo’ (ese ‘partido del futuro’): pensemos, por ejemplo, en las airadas discusiones en torno a los artículos de Wikipedia y en su estado de edición permanente. Las lógicas que mueven a ambos proyectos son exactamente las mismas. La cuestión de fondo es que, sin querer, estamos aprehendiendo y diseñando ‘los partidos del futuro‘.
Pero arrojemos un poco de luz sobre esta cuestión. En una entrevista a ElDiario.es, uno de los miembros del Partido X afirma que, una vez pulido el ‘método’ (es decir, una vez que el debate colectivo haya dado sus frutos) su intención es poner en marcha unas licencias abiertas (‘copiables’ sin perjuicio legal) para que otros grupos políticos implementen el método desarrollado colectivamente. La siguiente cita es especialmente reveladora: “Una victoria también sería que otro partido pusiera en práctica nuestro método (…) Si todo cambia tanto como para que PP o PSOE lo usen tal y como lo hemos pensado, pues perfecto. El que aplique ese método, será el partido X que ganará el futuro”.
‘Y’ EL ANONIMATO COMO ESTRATEGIA
Aquí llegamos al punto polémico de la cuestión: todo muy bonito, ¿pero por qué el anonimato? Muchos, incluida yo misma, hemos lamentado que los impulsores de esta iniciativa no diesen la cara. Lo hemos tachado de ‘opaco’ (en clara oposición a su defensa de la transparencia) y cobarde. Personalmente, he criticado la escasa empatía que semejante decisión genera entre quienes pudieran estar dispuestos a colaborar: ¿Quién va a prestarle su trabajo y sus esperanzas a quien no le dice ni siquiera su nombre? A todas estas alegaciones han contestado el Partido X afirmando que ellos pretenden debatir “sobre las ideas, y no sobre las personas”. Un argumento que no ha terminado de calar, pero que tiene más inri del que parece.
Si mis cábalas son ciertas y los impulsores del Partido X son los que parece claro que son (es decir, personas del núcleo más activo del 15-M) el anonimato era la única vía que tenían para que, efectivamente, se hablase de ‘ideas’ y el debate no quedase manchado por las reticencias del 15-M a cualquier forma de acción en el marco legal, la traición y el afán de protagonismo.
Atemos algunos cabos: No hay que ser muy listo para ver que quienes más están apoyando la iniciativa en las redes son activistas del entorno de DRY Barcelona, ciudad en la que el hacktivismo ha tenido especial arraigo. Resulta evidente, por ejemplo, que el discurso sobre participación y soberanía del Partido X es calcado al del proyecto Democracia 4.0, perteneciente a los conocidos como ‘hackabogados‘. Estos colectivos siempre han tenido un peso notorio en el 15-M y sus esfuerzos están detrás de varias iniciativas en la misma línea del Partido X, como la #OpEuribor o el #15MPaRato. En este libro, escrito por algunos de ellos, se puede profundizar más sobre su pensamiento, en la línea de la mencionada tecnopolítica.
Con todos estos datos sobre la mesa sacar conclusiones es sencillo. Ellos lo saben (aunque han afirmado que negarán taxativamente su pertenencia al Partido X), como saben que se han metido en un tremendo barrizal y que serán muy criticados, pero asumen el riesgo porque -según dicen en su vídeo, desde mi punto de vista, muy sensatamente- la lucha en la calle topa invariablemente con un “techo de cristal”, el marcado por las instituciones.Dicen que, llegado el momento y si el ‘experimento’ cobrase la suficiente fuerza como para pensar en elecciones, se presentarían a ellas con nombre y apellidos y a rostro descubierto. Ver veremos si llegamos hasta ahí y si llega un solo partido (mi intuición es que de este ‘método’ nacerán varios, cada uno con su ideología [ dicho matemáticamente si PP = AY y PSOE = AZ -> Partido del futuro 1 = XY y Partido del futuro 2 = XZ).
El sociólogo Manuel Castells -de cuyos estudios beben muchos de estos activistas, y yo misma- afirma en su libro ‘Comunicación y Poder’ que el cambio político siempre es posterior al cambio social. Primero cambian las mentalidades -a través de movimientos sociales-, luego las instituciones -a través de los ‘partidos’-. En ese proceso, es muy frecuente que algunos de los actores de la primera fase acaben liderando la segunda.
Sea como sea, ya ha empezado.
~ Para saber más:
*Entrevista: “Queremos desarrollar un método, no una ideología”
*Aclaraciones sobre el ‘partido-método’:
http://partidodelfuturo.net/el-partido/el-plan/" onclick="window.open(this.href);return false;
*Libros:
‘Tecnopolítica, Internet y R-Evoluciones’
‘La ética hacker’ – Pekka Himanem
Jóvenes, hacktivismo & sociedad de la información’ – Aceros’