España es el único país europeo que permite emitir sin restricciones espacios de videntes que cobran por las llamadas telefónicas. El Consejo Audiovisual andaluz reclama a Industria y a los grupos del Congreso una reforma legal para proteger a colectivos vulnerables y frenar a los timadores
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“Que quiten todos los programas de videncia. Lo estamos pasando muy mal con una hermana mía de 37 años que está siendo timada por una vidente y está dándole todo su dinero. Sabemos que le entregó 2.000 euros y también han llegado facturas muy altas del número 806″. Así se resume el caso real de una familia angustiada por la dependencia emocional de uno de sus miembros a una determinada echadora de cartas de una cadena de televisión local. Acudieron, como muchas otras, a buscar ayuda al Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA), donde se muestran preocupados por la absoluta impunidad del fenómeno contra el que llevan luchando varios años. Su último intento: una petición al Ministerio de Industria y a los grupos del Congreso para que modifiquen la Ley Audiovisual, que acaba de cumplir tres años, y que ha dejado a los timadores de los astros en un limbo legal del que están sacando buena tajada a costa de los espectadores más indefensos.
“Que quiten todos los programas de videncia. Lo estamos pasando muy mal con una hermana mía de 37 años que está siendo timada por una vidente y está dándole todo su dinero. Sabemos que le entregó 2.000 euros y también han llegado facturas muy altas del número 806″. Así se resume el caso real de una familia angustiada por la dependencia emocional de uno de sus miembros a una determinada echadora de cartas de una cadena de televisión local. Acudieron, como muchas otras, a buscar ayuda al Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA), donde se muestran preocupados por la absoluta impunidad del fenómeno contra el que llevan luchando varios años. Su último intento: una petición al Ministerio de Industria y a los grupos del Congreso para que modifiquen la Ley Audiovisual, que acaba de cumplir tres años, y que ha dejado a los timadores de los astros en un limbo legal del que están sacando buena tajada a costa de los espectadores más indefensos.
“Al considerarse un programa de entretenimiento y no un espacio de televenta, no tienen ni las restricciones, ni los límites, ni las sanciones que les deberían corresponder”, explica Fernández Soriano. España es el único país de su entorno que permite esta situación: en toda Europa existe un marco legal específico con el que constreñir estos espacios, y o bien se restringen al tipificarlos como televenta, o bien se prohíben directamente (como es el caso de Rumanía y Bélgica). “Al fin y al cabo, venden un producto a cambio del dinero que los espectadores gastan al teléfono”, explica Fernández Soriano, “pero que además es un engaño dirigido a los más frágiles”.
En los programas de tarot o adivinación del futuro se estaría produciendo “una comunicación audiovisual de ofertas directas al público con miras al suministro de bienes o la prestación de servicios”, según una sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas respecto de los espacios denominados Call TV, programas en los que se ofrece al público un determinado servicio al que se accede a través de números de teléfono de tarificación adicional. Ahí está la clave: no es lo mismo Jiménez del Oso avisando de la llegada de los marcianos que un adivino dando consejos a cambio de dinero. Los exagerados precios de esas llamadas suponen una transacción a cambio de un servicio: y si se considerase una venta, sus días estarían contados.
Como ventas fraudulentas
“En ese caso, se tendrían que someter a la normativa específica de la televenta, con límites horarios y lo que es más importante: sin ventas fraudulentas”, afirma la presidenta del Consejo andaluz. Así, todos estos videntes incurrirían en su mayor parte en un supuesto de publicidad ilícita, al tratarse de comunicaciones comerciales engañosas por falsedad y confusión de lo ofrecido, según la Ley de Competencia Desleal y la Ley General de Publicidad. “A ver si son capaces de demostrar las propiedades de su producto”, ironiza Fernández Soriano. Además, en España ya hoy son ilegales la publicidad y la televenta que “inciten a la violencia o a comportamientos antisociales, que apelen al miedo o a la superstición”.
Esta petición para endurecer la regulación llegó a la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información (SETSI) hace tres meses, y se supone que desde entonces lo están estudiando, tras agradecer el completo informe que adjuntó el CAA. Actualmente, la ley asegura que “los prestadores del servicio de comunicación audiovisual tendrán responsabilidad subsidiaria sobre los fraudes que se puedan producir a través de estos programas”. Pero desde la SETSI se limitan a insistir en que “los programas de tarot y videncia, en los canales de TDT que operan a nivel nacional, actualmente no vulneran la ley”. Y ese es precisamente el objetivo, cambiar una norma que ya se ha retocado cuando ha convenido para facilitar la privatización de las autonómicas.
En su día, el legislador tuvo la poca fortuna de incluir “los contenidos de esoterismo y paraciencias” en la normativa pero únicamente para proteger a los menores, limitando su emisión entre las 22.00 de la noche y las 7.00 horas de la mañana. Se considerarían nocivos para el desarrollo mental de los niños espacios como Cuarto Milenio, en Cuatro, o Más allá de la vida, en Telecinco. Pero no se tuvo en cuenta las engañifas con contraprestación económica vía telefónica. No obstante, pocos meses después de aprobarse la norma, sólo en Andalucía se registraron 300 horas de videncia en horario infantil a lo largo de 12 días.
El Consejo andaluz llevó ante la Fiscalía estos programas, pero no prosperó. Eso sí, en el ámbito de sus competencias ha metido mano a los canales que los emitían vulnerando los horarios que tienen prohibidos: el CAA sancionó con 300.001 euros al Canal 10 y con 135.000 euros a Metropolitan TV por emitir programas de videncia en horario de protección infantil. Pero en Andalucía tienen claro que los niños no son sus únicas víctimas. “La proliferación de programas de esoterismo supone una alarma importante, porque estamos recibiendo una gran cantidad de testimonios de colectivos vulnerables que están siendo engañados para realizar llamadas de tarificación adicional que suponen mucho dinero para ancianos o gente con poca cultura”, denuncia Fernández Soriano.