Pero es que, además del tradicional afán de culpabilizar al maquinista -antes culpar a una persona que reconocer fallos de diseño o de funcionamiento-, no solo por parte de ADIF y RENFE, sino también por los medios de comunicación, ahora resulta que una inversión de 14.000 euros hubiera evitado el accidente -más allá de las opiniones ya facilitadas desde el primer día por expertos pero sin concretar-, y que lo ocurrido inmediatamente después del accidente coloca nuestro país a la altura de una república bananera sin mecanismos de emergencia bien diseñados, además de con poco presupuesto.
El País, 27 de julio 2013Falló la coordinación durante el rescate
- El parte de Emergencias 112 revela retraso en declarar la alerta 2
- El camión de comunicaciones tardó 106 minutos
- ESPECIAL Tragedia ferroviaria en Santiago
- El maquinista esquiva a la policía
- DESCARGABLE Parte oficial de las llamadas al 112: “Hay gente muerta en Angrois”
JOSÉ PRECEDO / LUIS GÓMEZ Santiago 27 JUL 2013 - 22:54 CET
Personal de Emergencias y Cruz Roja atiende a los heridos en Angrois. / ÓSCAR CORRALLa coordinación en las labores de auxilio tras el accidente del tren Alvia fue deficiente, según se desprende de los partes oficiales del servicio de Emergencias 112 de la Xunta, a los que ha tenido acceso este periódico. Se tardó más de dos horas en decretar el nivel de alerta 2, el requerido para un siniestro así y durante una hora y 46 minutos no llegó el camión de las comunicaciones desde donde se debería dirigir el dispositivo. Durante 100 minutos, el hombre al frente del operativo lo coordinó a través de teléfonos móviles. Los dos helicópteros movilizados no llegaron a despegar y hubo dificultades para disponer de grupos electrógenos para iluminar la zona. La solidaridad de los vecinos y el empeño de todos los profesionales de emergencias desplazados suplieron los fallos del operativo, según varios testigos que participaron en el rescate.
“Ya en las imágenes de televisión se observaba a gente co n pantalón corto y zapatillas deportivas ayudando en el rescate”, sostiene uno de los técnicos consultados. “Eso, visto por un experto es todo un ejemplo de descoordinación. Dos horas después, eso no puede suceder. Todo tiene que estar en manos de los profesionales”.
El registro de llamadas revela que no hubo coordinador sanitario
Según el informe confidencial en poder de EL PAÍS, la primera llamada al 112 se produce a las 20.41 horas del día 24 de julio de 2013. Es una vecina que alerta no solo de un accidente de tren. Ya en ese primer momento avisa de la existencia de fallecidos. Esa llamada se tramita y se pone a la testigo en contacto con el 061 (urgencias sanitarias) para que describa la situación. Santiago es ese día una ciudad blindada por las fiestas del Apóstol, con 500 efectivos entre policía nacional, policía local y Protección Civil, según la Delegación de Gobierno.
Tras recibir esa primera llamada, el 112 moviliza a bomberos, ambulancias, policía nacional y policía local y vuelve a poner en contacto a los bomberos con la persona que lanza el aviso. Del análisis de las llamadas no se desprende qué tipo de alerta se está aplicando. Según los expertos que han repasado el parte oficial de esa fatídica noche, “se tardó mucho en declarar el nivel —exactamente dos horas— que permite pedir recursos a otras provincias, pero, además, la coordinación en los niveles previos al 2 brilla por su ausencia”. La Xunta alega que los medios se pidieron mucho antes de decretar esa alerta. Según el plan de emergencias de Galicia, en el nivel 0 la coordinación compete al alcalde; en el nivel 0E, al alcalde con asesoramiento de la Xunta; en el nivel 1, el responsable es el delegado de la Xunta en la provincia. Un portavoz de la vicepresidencia de la Xunta, responsable de las emergencias, sostiene que “el mando lo ejerció el director general de emergencias” y que la coordinación “se llevó a cabo en el 112 y se desplazó un centro avanzado al lugar”. Los partes oficiales constatan que el puesto de mando avanzado llegó a la curva de A Grandeira a las 22.27 horas, una hora y tres cuartos después del accidente y cuando bomberos, policía y Protección Civil ya llevaban mucho rato rescatando heridos y cubriendo los cadáveres. La Xunta explica que no pudo entrar hasta que salieron camiones de bomberos y ambulancias.
El informe también destapa que el 061 solicitó el envío del primer helicóptero a la zona de la catástrofe a las 20.51, diez minutos después del choque del tren. Y 90 segundos más tarde, da la orden de despegar al segundo helicóptero. Ninguna de las dos aeronaves llega a hacerlo. El primero alega dificultades por la niebla y avisa de que los médicos esperan para ser trasladados en ambulancia. Lo comunica al 112 a las 21.05 horas. A las 21.06, el segundo helicóptero explica que también se queda en tierra “por una avería”.
Un profesional curtido en emergencias durante más de 30 años asegura que “el 112 opera como un centro de atención de llamadas, lo cual sí parece hacer durante el accidente. El problema surge cuando no se activa un centro de coordinación y eso parece ocurrir, pues si se hubiera activado, las peticiones de los miembros de la policía y bomberos se habrían realizado a través de sus delegados en ese centro de coordinación”. Un segundo técnico lanza esta pregunta: “A las 22.15 horas, el 061 pide al 112 que le ponga en contacto con la policía, ¿todavía no hay puesto de mando ni fijo ni avanzado?”. El mando avanzado, según se desprende de las conversaciones, llegó a la zona diez minutos más tarde (22.27).
Según los partes del 112, la policía local de Santiago pidió generadores de energía para alumbrar la zona cero a las 21.41. Los bomberos de Santiago insistieron en esa demanda a las 22.14 horas. Y el 061 reclama lo mismo a las 22.33 horas. La noche se estaba echando encima y empezaba a dificultar las tareas de rescate.
Otro de los datos que sorprenden a los técnicos de emergencias consultados es que el 112 tiene que llamar a Adif a las 21.04 para solicitar el modelo de tren accidentado y que la empresa a esa hora no esté en condiciones de responder. Es a las 21.09, cuando informa del tipo de tren y, lo más relevante, de que en su interior hay 224 pasajeros. “Son demasiados 30 minutos \[desde el accidente\] para dar esa información y además se aprecia que Adif comunica información contradictoria sobre su ubicación”.
Otro veterano bregado en la gestión de emergencias plantea dudas sobre si Adif activó correctamente su plan director de seguridad y si Renfe hizo lo propio con su plan de comunicación y plan de emergencia. Un portavoz de Adif sostiene que su centro de control H24 “tuvo conocimiento del accidente por la conversación que el maquinista mantuvo con el H24 justo después de producirse”. En ese momento, Adif activó el protocolo de actuación en caso de descarrilamiento y, conocedor de que era en un tren de pasajeros, avisó al 112 de posibles heridos. Cuando se recibieron más datos de las redes instaladas en la zona y de los primeros técnicos que llegaron, Adif asegura que fue elevando el grado de gravedad del accidente” y añade que activó sus dispositivos “prácticamente en tiempo real y que en cinco minutos todo el mundo estaba movilizado”.
Un portavoz de Renfe explica que “el plan de emergencia y de comunicación se activó desde el minuto cero ya que los protocolos de actuación están ya establecidos y se han practicado simulacros de emergencia”. En algunos planes de emergencia, Renfe establece el desplazamiento de trenes hasta el accidente, con máquinas de tracción diésel para el transporte de heridos. “Ese sistema se podría haber usado para llevar heridos menos graves a otras ciudades y no colapsar Santiago”, señala un experto. Ni Renfe ni Adif detallan las horas y niveles de emergencia decretados.
La ausencia de un coordinador efectivo hasta casi dos horas después de que se produjese el siniestro se aprecia en el funcionamiento del dispositivo. Como ejemplo, el sistema sanitario. El detalle de las llamadas constata que a las 21.13 horas, la policía pide más ambulancias al 112. “¿No había llegado ningún coordinador sanitario que pueda definir el tipo de recursos que se necesitan?”, se pregunta un experto. Nueve minutos después, es la policía local de Santiago la que hace la misma demanda. Y a las 21.46, una hora después del accidente, 061 está todavía preguntando cómo hacer llegar las ambulancias.
Sobre el trabajo de las policías, el sentir general es que fue encomiable. El propio jefe superior felicitó a sus efectivos glosó dos días después su rapidez de respuesta. Los expertos van más allá: “Se les ve rescatando gente en lugar de llevar a cabo un control de acceso a la zona. No se solicitó colaboración de la Guardia Civil de Tráfico, que debería haber colaborado en esa regulación”.
Este periódico ha recabado testimonios de bomberos que acudieron al accidente desde distintos lugares de Galicia. Los de los parques comarcales están contratados por empresas privadas a través de un consorcio provincial pero ni sus comunicaciones ni sus medios están homologados a los que usan sus compañeros de Santiago, que son funcionarios. Uno de ellos describe así su experiencia: “Llegamos justo después de los bomberos de Santiago. En Galicia, cada parque tiene cascos de diferentes colores. A simple vista es imposible distinguir a los mandos. Nos dirigimos a los compañeros de Santiago. Estaban extinguiendo el incendio de la locomotora trasera. Necesitaban agua. Acoplamos el camión al suyo. Se buscaba a personas con vida. Me metí en el primer vagón y ahí perdí al resto de mi gente; buceamos por los vagones y nos llegó el mensaje de que solo quedaba una persona con vida atrapada bajo el tren. No encontramos a nadie, había fallecidos y esos son los que menos prisa corren. Allí empezamos a extraer víctimas, pero no había morgue. Había vecinos, gente dentro sin casco y sin guantes. Lo hacen con buena voluntad pero habría que acordonar la zona y no se puede hacer correr esos riesgos. Gente sin protección”.
“Con los bomberos de Santiago no hablamos nunca por radio”, prosigue. “No sabemos cómo funcionan sus equipos. No había una coordinación de gente descansando para luego volver a entrar. Lo hablamos entre nosotros y fuimos organizando. Allí resolvíamos los problemas tirando de solidaridad y voluntarismo. Se nos hizo de noche y no se sabía dónde iban a poner los focos. Trabajamos al principio con linternas. Aún hoy no sé qué nivel de alerta se decretó. No hubo un mando de bomberos que asuma la intervención: hubo una coordinación espontánea, en principio dirigida por el sargento de Santiago”.