Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

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eduardo dd
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

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«Han secuestrado nuestra muerte. Mi vida es mía y me apeo cuando quiero»

16.04.13 - 00:26 - AZAHARA VILLACORTA | OVIEDO. -http://www.elcomercio.es/v/20130416/ast ... 30416.html

«El debate sobre la eutanasia no se abre porque el moribundo no suele votar y porque con la Iglesia hemos topado»

Luis Montes Médico y presidente de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

«Los médicos nos morimos mejor porque manejamos mejor las drogas y eso es injusto»


Lo llamaron «nazi» y «doctor muerte». Lo acusaron de haber cometido 400 homicidios por sedaciones ilegales. Y no pasó nada. El doctor Luis Montes Mieza (Villarino de los Aires, Salamanca, 1949) era jefe del servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés cuando fue denunciado por mala praxis durante el denominado 'caso Lamela', pero la Justicia le declaró inocente. Hoy, el anestesista y presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente interviene en el Curso de Extensión de la Universidad de Oviedo 'Vidas íntegras y muertes razonables'.

-¿Ya le ha pagado Miguel Ángel Rodríguez lo que le debía?

-La sentencia fue puramente testimonial. Y no solo por la cuantía después de las barbaridades que dijo. Además, porque quienes tuvieron que pagar al doctor Montes fueron los medios donde este señor salió. Se repartió entre 'La Noria', de Telecinco, y TVE, así que la mitad de la cuantía la pagó el erario público, la pagamos los españoles. A él le condenaron a pagar los gastos del juicio.

-¿Se considera víctima de una campaña de acoso y derribo?

-Fue público y notorio. Pero, cuando realmente me hicieron escrache, fue cuando fui a declarar. Los militantes del PP, que fueron convocados a la puerta de juzgado, casi me linchan. Y en presencia de mis hijos, además.

-¿Se ha recuperado?

-En mi vida profesional, acabaron con un proyecto muy bonito, en el que lo estábamos haciendo bien. Además, con bastante represión. Acabaron con 16 compañeros que trabajaban conmigo. Ahora, no trabajo nada más que yo en el Severo Ochoa. Y destituyeron a jefes de servicio, supervisores... Hicieron mucho daño personal. A nivel moral, me satisface bastante que se abriese el debate de la eutanasia y del suicidio asistido en este país. Me satisface que, gracias al 'caso Leganés', se pueda morir mejor en este país.

-Lamenta que nunca se le haya pedido perdón a los pacientes.

-Con la superioridad con la que el PP gobierna, siempre en posesión absoluta de la verdad, pedir perdón sería un acto de humildad impensable. Diríamos: «¡Nos los han cambiado! ¡Estos no son los que eran!». (Risas) ¿Pedir perdón? Ni se les ocurre.
-Nunca volvió a su anterior cargo.

-No. Me destituyeron «por cuestiones organizativas». Y no organizaron nada. Lo desorganizaron todo.

-Sostiene que todo aquello no fue más que una cortina de humo para ocultar la privatización de la sanidad madrileña.
-Fue una campaña mediática nacional tremenda. Todos los días, de marzo a agosto, primeras páginas y cientos de titulares: «400 homicidios, sedaciones irregulares, comisiones de investigación». No se hablaba de otra cosa y, mientras tanto, Madrid daba contratos a empresas privadas para la construcción de seis nuevos hospitales. Lo que querían era que los ciudadanos no debatieran sobre los planes del Gobierno. Y el tiempo nos ha dado la razón, porque parece que lo van a privatizar absolutamente todo.

-También para que la eutanasia no llegase a la agenda política. ¿Por qué el asunto sigue postergado?

-Según la última encuesta del CIS, más del 80% de los ciudadanos defienden la eutanasia pasiva. Y el porcentaje baja al 67% si se trata de que los médicos o de que el colaborador necesario procure los medios al enfermo para poner fin a su vida. Es un clamor y ellos conocen perfectamente esa encuesta. ¿Por qué, entonces, no se abre el debate habiendo tanta concordancia?

-Dígamelo usted.

-Por dos motivos. El primero: que los que nos morimos -y eso sí que es una verdad absoluta, que aquí no nos vamos a quedar- no somos candidatos a votantes. Y segundo: porque con la Iglesia hemos topado. La ley del matrimonio entre personas del mismo sexo suponía mucho más debate social, no había unas encuestas de opinión tan claras como con la eutanasia, pero ya con un enfrentamiento vale. Si encima los ciudadanos pueden decidir sobre su muerte, si la vida ya no es un don recibido, apaga y vámonos. Sería pasar de súbdito a ciudadano. Un ciudadano que intenta gestionar lo mejor que puede su vida -aunque con los recortes cada vez se puede gestionar peor- y su muerte. Pero no nos dejan. Nos la han secuestrado y siempre está en manos de terceros. Ellos nos quieren una sociedad potencialmente suicida, porque es ingobernable. Es un ejercicio de la libertad tan supremo que les da un miedo terrorífico.
-
La ley de muerte digna del PSOE se quedó en papel mojado.

-Lo que pedimos ahora son tres. Una es la de rechazo al tratamiento. La segunda, de planificación de voluntades y de universalización de los cuidados paliativos, que son un derecho que pagamos todos. Y la tercera es una ley de muerte a petición o muerte voluntaria, que lo engloba todo. Ese es, por ejemplo, el marco jurídico holandés, pero en este país sólo tenemos una.

-La de autonomía del paciente, que data de 2002, de signo popular.

-Así es. Permite rechazar el tratamiento, aunque eso conlleve tu muerte.

-Asegura usted que piensa vivir muchos años, pero preparado.

-Tengo mi testamento vital hecho y soy médico. Y los médicos nos morimos mejor. Yo manejo mejor las drogas que cualquier otro profesional y, además, tengo amigos que las saben manejar. Yo me voy a morir mucho mejor que tú, aunque antes (Risas). Y eso me parece totalmente injusto. Que tú te mueras mejor que otro porque tienes un cuñado anestesista o una profesión concreta.

-¿Las veremos esta legislatura?

-No. Con el PP, jamás, porque no creen en la autonomía, pero quizá en la siguiente. Es una ley que nos beneficia a todos, con absoluto respecto para los que creen que la vida es sagrada, pero una minoría no puede decidir por los que somos mayoría. Mi vida es mía y me apeo de ella cuando yo quiero.

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jasimotosan
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

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¡Oh, malditos!.. Han escrito nuestros sabios en el Pirkei Avot: “En contra de tu voluntad has sido creado y en contra de tu voluntad, has nacido; en contra de tu voluntad tu vives y, en contra de tu voluntad, falleces. (4:22).”.

Así que ya lo sabéis ateos, nacéis contra vuestra voluntad pero no podéis morir cuando queráis, sino cuando quiera dios o sus representantes... En una buena guerra por ejemplo.

Y sus Excrmmmcias. Replntssmas. y sus sicofantes os obligarán a ello.

Hail... Digo saludos.
Aquel que quiera ser cristiano debe arrancarle los ojos a su razón. La fe debe sofocar toda razón, sentido común y entendimiento. Lutero

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Vitriólico
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¡ REGULACIÓN DE LA EUTANASIA YA !

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... y pasan los lustros sin lograr algo tan básico como la disposición libre de la propia vida.
Merece la pena ver los vídeos contenidos en el enlace de la noticia. ¡Eso sí que me pone los pelos de punta y no el sacrificio del perro de la enfermera contagiada de Ébola!
Muerte digna: España, un país sin legislación, que castiga el suicidio asistido
"Una dramática historia real a la que el protagonista no puede poner fin pero los espectadores sí". Con este lema, la asociación Derecho a Morir Dignamente ha presentado esta semana El anuncio más largo del mundo, una proyección de 25 horas seguidas con la que buscan abrir un debate para que se apruebe una Ley de Eutanasia en España con motivo del Día Mundial de los Cuidados Paliativos, que se celebra este 11 de octubre.

El filme, que se presentó este miércoles en el Pequeño Cine Estudio de Madrid, muestra el día a día de un enfermo terminal de cáncer que vive postrado en su cama "en plano secuencia desde el punto de vista subjetivo del enfermo".

Durante las 25 horas de metraje sólo se ve la habitación donde el protagonista, interpretado por el actor Juan Carlos Catalá, pasa todo el día y recibe los cuidados de un fisioterapeuta y de sus familiares.

"El rodaje ininterrumpido supuso una dura prueba para el equipo y el protagonista, metido en el papel de un hombre anónimo sometido a un día a día de dolores, apatía, depresión, escaras, infecciones, deterioro generalizado, etc. Un conjunto de síntomas típicos de un enfermo terminal de cáncer del sistema digestivo, simulados por el actor para acercar a los espectadores a una experiencia que fácilmente les puede tocar a ellos", explica la asociación en un comunicado.

La campaña se completa con una recogida de firmas a través de la página Change.org en la que se pide a distintos dirigentes políticos, incluyendo el presidente del Gobierno, que "apoyen una ley que regule el derecho a vivir y morir dignamente".
Pese a que seis de cada diez españoles están a favor de regular por ley la eutanasia y más de la mitad apoyaría hacer lo mismo con el suicidio médicamente asistido, según un estudio del CIS de 2009, en España aún no existe una legislación al respecto.
De hecho, el Código Penal, en su artículo 143, recoge las penas para quien "induzca al suicidio". Esto dice la ley:

  • 1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años.
    2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona.
    3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte.
    4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo.


En los últimos años, se han aprobado legislaciones que regulan el proceso final de la vida, pero nunca la eutanasia o el suicidio asistido. En mayo de 2011, el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de Ley Reguladora de los Derechos de la Persona ante el Proceso Final de la Vida, que llegó al Congreso de los Diputados como proyecto de ley pero que no llegó a tramitarse.

Un año antes, Andalucía se convertía en la primera comunidad autónoma que regulaba la muerte digna, con la aprobación, en marzo de 2010, de la Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de las Personas en el Proceso de la Muerte, que prohíbe el ensañamiento terapéutico, permite a los pacientes rechazar un tratamiento que prolongue artificialmente su vida y permite la sedación paliativa que alivie el sufrimiento del enfermo. Navarra y Aragón aprobaron en 2011 leyes similares.

Además, desde noviembre de 2002, en España existe la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en Materia de Información y Documentación Clínica, que permite a los pacientes dejar escrito en un documento instrucciones previas sobre los cuidados que quieren recibir cuando no estén en condiciones de manifestarlas. Sin embargo, se excluye la eutanasia activa. Según datos de EFE, hasta finales de 2010, más de 75.000 personas expresaron su deseo de morir mediante el llamado 'testamento vital'.

¿DÓNDE ES LEGAL?

Fuera de España, la eutanasia activa es legal en Holanda, desde enero de 2002; en Bélgica desde septiembre de 2002; y en Luxemburgo desde marzo de 2009. En Bélgica, además, es legal la eutanasia infantil desde febrero de 2014.

Por otro lado, el suicidio médicamente asistido es legal en Suiza, donde está prohibida la eutanasia activa. También es legal en los estados de Oregon, Washington, Montana y Vermont de Estados Unidos. En el Territorio del Norte de Australia fue legal desde julio de 1996 a marzo de 1997, cuando fue derogado por el Parlamento.

De momento, los enfermos, los médicos y los familiares deberán seguir esperando porque, como indicaba el médico Fernando Soler Grande en su blog, "a pesar de proclamar pomposamente la libertad, la autonomía personal y el respeto a la dignidad individual como fundamentos del orden social, las leyes siguen sin permitirlo".


Fuente:
El Huffington Post
Por Pablo Machuca
http://www.huffingtonpost.es/2014/10/11 ... _ref=spain" onclick="window.open(this.href);return false;
Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!

"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.".
(Proverbio árabe).

eduardo dd
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Re: ¡ REGULACIÓN DE LA EUTANASIA YA !

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Completamente de acuerdo. Sugiero unirlo al hilo existente -viewtopic.php?f=4&t=8227&hilit=Muerte+digna%E2%80%A6

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Shé
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

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Unidos.

Oí esta entrevista en el coche el otro día. Hablan de Brittany Maynard, una chica americana que ha anunciado su decisión de morir antes de que el cáncer acabe con ella, y entrevistan a Pilar García que, aquí en nuestro país, declara en la entrevista que ha tomado la misma decisión.

http://www.cadenaser.com/sociedad/audio ... oc_17/Aes/

Apartar a médicos como Montes, hundirles su carrera y acusarlos de asesinato es todo lo que saben hacer quienes se alían desde la política para obligarnos a vivir bajo la dictadura de los obispos. Esos que, en nombre del Amor Infinito de un supuesto ser que posee nuestras vidas, llevan siglos impidiéndonos llevarlas con un mínimo de dignidad desde que nacemos hasta que morimos.

Contradicciones en las que navegan estos santísimos señores desde la noche de los tiempos. Y que muestran un curioso paralelismo con tantas otras a las que estamos acostumbrados, como las Arturo Fernández cuando dice estar "escandalizado y apenado" por el uso de las tarjetas ilegales de Bankia que él mismo usaba, o Montoro diciendo que los presupuestos del 2015 no llevan recortes y son muy sociales.

En buena lógica deberían sacar de una vez un catecismo en el que el el octavo mandamiento desaparezca, y declarar la mentira como una virtud cardinal.
Por un mundo más libre y con menos hipocresía, asóciate: https://iatea.org.es/asociarse.php

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Vitriólico
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

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Interesantísimo artículo. De imprescindible lectura.
El derecho a la vida significa derecho a elegir la muerte

Javier de Lucas
Derecho a la vida, derecho a la muerte

El suicidio asistido de la joven norteamericana Brittany Maynard ha vuelto a plantear, siquiera sea indirectamente, el profundo malentendido que, a juicio de muchos de nosotros, subyace frecuentemente a los argumentos de los autopresentados “defensores del derecho a la vida”. Se trata de la confusión que consiste en presentar ese derecho como un deber, porque entienden la vida como un bien indisponible, sobre el que no debemos decidir.

En otros lugares he debatido sobre la pertinencia de la despenalización de la ayuda a la eutanasia o del suicidio asistido (otras aportaciones pueden consultarse aquí y aquí). Pero mi propósito en este post es volver sobre lo que me parece el núcleo del asunto, que es la formulación correcta, completa, del derecho a la vida. Una formulación que, a mi juicio, no es coherente si no incluye expresamente el derecho a disponer de ella, es decir, el derecho al suicidio. O, dicho en los términos que sostiene, por ejemplo, el ideario de la Asociación DMD, “no se puede hablar de dignidad en la muerte –ni en la vida- si no se tiene la libertad de decidir”.

El fondo del debate me parece que es la cuestión de la autonomía, de la libertad. Y lo es en un sentido doble: ante todo, porque ese de la autonomía (y no el abstracto y tantas veces retórico principio de “dignidad”) es el valor central que el Derecho debe tener en cuenta; máxime si hablamos de la intervención del Derecho en una sociedad pluralista. Lo que quiero decir es que la insistencia en el valor de autonomía no sólo no se opone a la dignidad (conectada a su vez con la “santidad” o carácter “sagrado” de la vida), sino que, por el contrario es la autonomía la que permite hablar de dignidad. Por eso, en segundo término, la regulación del derecho a la vida encuentra su sentido y límite en el ámbito de la capacidad de ejercicio de tal autonomía individual. Con un importante matiz. El único límite a ese contenido imprescindible del derecho a la vida que es el derecho a decidir sobre la propia muerte, viene dado por la muy conocida tesis de Mill acerca del daño. Porque es la idea de daño y muy específicamente el daño a tercero, la sola justificación aceptable de la interferencia en el ámbito de la autonomía individual, de la libertad:

“…el único fin que justifica que los seres humanos, individual o colectivamente, interfieran en 1a libertad de acción de uno cualquiera de sus semejantes, es la propia protección. El único propósito por el que puede ejercitarse con pleno derecho el poder sobre cualquier integrante de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es para impedir que dañe a otros. Su propio bien, físico o moral, no es justificación suficiente. No hay derecho a obligarlo a hacer o no hacer algo porque ello será mejor para él, porque lo hará más feliz, porque, en opinión de los demás, es lo sensato o incluso lo justo. (…) La única parte del comportamiento de cada uno por la que es responsable ante la sociedad es la que concierne a otros. En la que le concierne meramente a él mismo, su independencia es, por derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su mente, el individuo es soberano” (On Liberty; cito por la edición castellana Sobre la libertad, Madrid, Tecnos, pp. 83-84).

Lo que sostengo, pues, es que el derecho a la vida implica una libertad, uno de los status deónticos con los que se precisa la noción de derecho subjetivo y que supone la ausencia de un deber. Y la consecuencia de entender así el derecho a la vida, es que el suicidio no sería otra cosa que el ejercicio de una libertad de todo individuo, en ese sentido fuerte.

El derecho a la vida no es un derecho sagrado, ni absoluto, ni un deber.

En todo caso, para fundamentar la conclusión que acabo de proponer, hay un argumento previo que presentaré en los conocidos términos en los que lo formula Singer (“¿Está en fase terminal la ética de la santidad de la vida?”, en Una vida ética. Escritos). Me refiero a la tesis que insiste en que el derecho a la vida, ese que se asegura es el primer derecho y del que somos titulares todos los seres humanos, no es un derecho sagrado, no es un derecho absoluto y tampoco es un deber. Y ello porque, insisto, me sumo a las razones expuestas por quienes sostienen que el primer y más valioso de nuestros derechos, de los que somos titulares todos los seres humanos qua humanos, es el de autonomía, el de libertad y que ese es a su vez el verdadero fundamento de lo que, de forma más o menos retórica, denominamos dignidad.

Por lo que se refiere al derecho a la vida (que, cronológicamente, claro, es la pre-condición de todos los derechos, porque si no hay sujeto difícilmente puede haber atribución, titularidad de derechos) propongo aceptar que se trata, en efecto, de un bien del que somos titulares y, por tanto, del que podemos disponer siempre y cuando ese acto de disposición no cause daño a terceros. Por tanto, conforme al derecho de libertad o autonomía, entra en nuestra capacidad de disposición de ese derecho a la vida el decidir ponerle fin, si no causamos daño a tercero. Podemos sacrificar nuestra vida en aras de la vida de otro, o de un ideal como la libertad. Del mismo modo, podemos decidir ponerle fin, porque consideramos esa una opción preferible a seguir viviendo. Lo enunciaré así: porque tenemos derecho a la vida, tenemos un derecho al suicidio.

Las tesis que consideran el suicidio un acto reprobable se apoyan en considerarlo una transgresión inaceptable, injustificable, de las reglas básicas de la moral (una inmoralidad, en cuanto violación de un deber moral -o religioso- de carácter primario, el de respeto a la vida), o una cobardía, que sólo es posible en estado de locura, o una irresponsabilidad respecto a los demás o a la sociedad misma. Pero es fácil criticar esos argumentos.

Ya lo hizo contundentemente, entre otros, Hume en su conocido ensayo Del suicidio, en el que aporta las razones para mostrar que el suicidio no viola ningún deber, ni contra Dios, ni contra el prójimo, ni contra nosotros mismos. También Schopenhauer, en el epígrafe 5 de su Sobre el fundamento de la moral o en las páginas que dedicó a la cuestión en Parerga et Paralipomena, donde, tras señalar que sólo se oponen al suicidio las religiones monoteístas por entender que el suicido pone en entredicho el argumento del deber de agradecimiento a un Dios que “encontró que todo estaba muy bien”, señala que, en general, “podemos encontrar que el ser humano pondrá fin a su vida en cuanto haya llegado a la conclusión de que los miedos de la vida superan a los de la muerte”. Por no hablar de las de Camus, que sostuvo que el del suicidio era el único problema serio filosóficamente hablando y al que dedicó páginas imprescindibles en Le Malentendu y en El Mito de Sísifo, para concluir que el suicidio es también el mayor acto de libertad digno de ese nombre. Creo que Javier Sádaba y Jose Luis Tasset han explicado muy bien esta cuestión desde el punto de vista de la filosofía moral.

Así entendido, me parece evidente que el derecho a la vida no puede ser entendido como un derecho sagrado en el sentido religioso-trascendente y por tanto indisponible por parte de los individuos, sino sólo quizá analógicamente, en el sentido en el que por ejemplo habla Ronald Dworkin del valor sagrado de la vida, tal y como lo explica Manuel Atienza.

Me parece claro que sólo hay dos argumentos desde los cuales sostener ese carácter indisponible. El primero y más frecuente atribuye la condición de sagrado (insisto, en el sentido religioso-trascendente) al derecho a la vida, porque arranca de la creencia en concepciones teológicas o religioso-trascendentales conforme a las cuales el derecho a la vida es un don sagrado que nos ha concedido la divinidad y, por tanto, es indisponible porque sólo Dios tiene esa titularidad, mientras que su criatura, el hombre, debe limitarse a vivirla, mientras Dios decida que siga con ese don. De ahí también que se utilice con tanta frecuencia el miedo como argumento en defensa de estos principios (recordemos al clásico, prior in orbis deos facit timor), asegurando, por ejemplo, que el reconocimiento de la eutanasia o del suicidio asistido abriría la pendiente resbaladiza que llevaría a legalizar el asesinato masivo de enfermos, ancianos y discapacitados.

Sin embargo, como sostiene Singer, jurídica y políticamente hablando, máxime en una sociedad plural en la que coexisten muy diferentes visiones del mundo, el Derecho no puede ni debe exigir con apoyo de la coacción ninguna de esas concepciones religiosas, que serán válidas e incluso vinculantes para la comunidad de los fieles de esas tradiciones religiosas, para sus creyentes, pero que no se pueden imponer a todos los ciudadanos precisamente porque su fundamento está más allá de lo que todos podemos compartir, es decir, de lo razonable, lo que se puede argumentar racional y jurídicamente.

Insisto en recordar que quienes como Dworkin, siguen utilizando el calificativo de “sagrado” para enfatizar la relevancia del derecho a la vida lo hacen sin aceptar necesariamente el sentido religioso-trascendente. Como interpreta Atienza, para el filósofo del derecho norteamericano se trata más bien de destacar que el derecho a la vida entra en la categoría de lo “intrínsecamente valioso” y por eso sostiene que precisamente el ejercicio de la autonomía es la condición para respetar y ser coherente con la santidad de la vida. Dworkin no afirma, sin embargo, que la eutanasia sea siempre una consecuencia de ese planteamiento, luego habrá que juzgar cuándo ese acto de eutanasia (y el de suicidio asistido) lo es, en cuyo caso no hay razón para no reconocerlo como un derecho.

Hecha esa matización, añadiré que tampoco me parece razonable la segunda posibilidad, esto es, la que sostiene que el derecho a la vida es indisponible porque el individuo debe la vida a la especie, al grupo social, si se prefiere. De acuerdo con este segundo argumento, más que un derecho sagrado, nos encontraríamos ante un deber: los individuos tendrían el deber de mantener la vida, de no atentar contra ella dándose muerte a sí mismos, porque se debe ese don a los demás. Es más, se argumenta, si disponemos de él, perjudicaríamos a los demás y por tanto les causaríamos un daño, que, como ya señalamos, es la justificación para suspender o limitar un derecho.

Pero aquí nos encontramos ante un argumento que es un error frecuente en quienes hablan de derechos prescindiendo de la precisión jurídica. Ni derechos ni deberes son absolutos, sino que deben ajustarse a los límites que impone el hecho de que con-vivimos con otros sujetos y, por tanto, a los límites que derivan de la inevitabilidad de los conflictos de derechos. Es evidente que, como los demás derechos, el derecho a la vida no es absoluto y debe ser conjugado con el resto, comenzando por lo que me parece que es el derecho más valioso, el derecho a la libertad. No creo que sea ese el caso. Al contrario, aquí es donde entra en juego lo que solemos denominar ponderación, esto es, el cálculo racional que nos permite argumentar cuál de los derechos en conflicto debe prevalecer. Eso es más fácil cuando existe una suerte de catálogo jerarquizado y positivizado de derechos. Pero, en todo caso, nuevamente se revela de gran utilidad el criterio del daño: ¿cuál es el peor de los daños, que resulta de postergar uno u otro derecho, el de la vida o el de libertad? Por eso, más allá de que podamos o no justificar racionalmente la existencia de un daño a los otros (ínsita en el hecho de disponer de nuestra propia vida), no me parece que se pueda justificar racionalmente que ese teórico daño sea mayor que el de impedir la libertad, que es el derecho más valioso. No. La libertad es el bien más valioso y por eso, a mi juicio, el derecho a la vida tampoco es un deber, una obligación. No hay una obligación de vivir, en el sentido de un deber exigible por un tercero y cuya infracción comporta sanción.

Por todo ello me parece suficientemente justificado sostener que el derecho a la vida es un derecho y que eso comporta que la decisión libre de disponer de ese derecho forma parte del núcleo mismo del derecho a la libertad que, jerárquicamente, es el derecho más importante (la vida es condición previa y, por tanto, cronológicamente el primer derecho, pero no el más valioso). Por tanto, eso significa que el derecho a decidir poner fin a la vida, el derecho al suicido, supone, a fortiori, que existe un derecho a la asistencia al suicido. Esto es, que existe un derecho a pedir la eutanasia, que nace de la necesidad de garantizar la libertad del sujeto para decidir sobre su propia muerte, un derecho que comporta el de tener los medios para decidir y hacer posible esa elección. Más aún, se trata de un derecho a la eutanasia en sentido estricto del término, porque aparece como corolario de esa expresión de la dignidad que es la libertad, la autonomía. Si tengo dignidad es precisamente porque tengo libertad, autonomía. Es consecuente con esa dignidad el disponer de una muerte digna. Y no hay muerte más digna que aquella que es libremente elegida. Vuelvo a insistir: hablamos de un derecho que debe estar garantizado porque es un corolario del derecho a la libertad, ya que es un acto de libertad escoger el momento en que poner fin a la vida. Con las garantías necesarias, claro, para que sea un acto libre, no un engaño.

Por una nueva formulación constitucional del derecho a la vida

Coherentemente con cuanto he sostenido, me parece que la vía más adecuada para un reconocimiento jurídico de la formulación completa del derecho a la vida es la modificación de su enunciado constitucional, que comportaría, a su vez, la despenalización de las conductas de terceros que colaboran o auxilian a quienes manifiestan libre y expresamente que desean la muerte –mediante la eutanasia o el suicidio asistido-, con todas las garantías para que podamos constatar que se trata, efectivamente, de un acto libre del sujeto, que decide optar por esa muerte decente, digna, una buena muerte.

En efecto, si se acepta que no hay derecho a la vida sin derecho a elegir la propia muerte, se impone una modificación del artículo 15 de la Constitución, a la que debiera seguir una Ley que desarrolle ese derecho en lo relativo a la eutanasia y al auxilio al suicidio, por ejemplo mediante una Ley de Cuidados y Muerte Digna, como la presentada en el 2011 por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, ya en el último tramo de la legislatura (un gesto, más que un proyecto real, pues era evidente que no había tiempo para el iter legis). Hablo de una modificación que podría aprovecharse también para eliminar la cláusula de excepción sobre la pena de muerte, lo que exigiría una reforma reforzada, como indica el artículo 168.1 de la Constitución. Sé que es una vía compleja, pero estoy convencido de que, comoquiera que se impone por muchas otras razones una profunda reforma de la Constitución, debería aprovecharse para el objetivo más garantista, el de aprovechar expresamente semejante ocasión para establecer el reconocimiento del derecho al suicidio y el derecho a la eutanasia como un derecho constitucional, modificando en ese sentido el artículo 15.


Fuente:
http://alrevesyalderecho.infolibre.es/?p=3363" onclick="window.open(this.href);return false;
7 noviembre, 2014
Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!

"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.".
(Proverbio árabe).

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Andarin
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

Mensaje sin leer por Andarin »

Es difícil concebir algo que te pertenezca más que tu propia vida. La connotación del suicidio como algo inmoral o prohibido viene de la religión y carece de sentido para un ateo. Nadie nos pide nuestro permiso para venir a este mundo, pero morir puede llegar a ser nuestra decisión. No entraré a valorar la cuestión de si esa decisión es acertada o no, pero ésta siempre será una decisión respetable en el ejercicio de un derecho personal.

El instinto de conservación que nos lleva en muchos casos a aguantar la decrepitud, el dolor y en muchos casos la agonía es involuntario e irracional y en el futuro se irán imponiendo otras formas de morir basadas en decisiones más racionales que ahora están proscritas.

¡Saludos!
Que nadie se confunda con mi avatar. No estoy pensando, que estoy .......

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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

Mensaje sin leer por Andarin »

Al redactar mi anterior mensaje sobre el suicidio he sentido la necesidad de escribir este otro para dignificar la figura del suicida. A lo largo de mi vida, no en mi familia, pero si en vecinos, conocidos, familiares de amigos, etc, he tenido constancia de casos de suicidio. Todos tuvieron algo en común: la violencia del acto y el estigma que quedó en sus familias que convirtieron el asunto en tabú.

Ahogamientos, precipitaciones desde altura, autodisparos con escopeta de caza, lanzados al tren, ahorcamientos; cuanta miseria para dejar la propia vida. Al dolor de la propia decisión de matarse se le debió de añadir el de no poder despedirse de sus familias, el de la culpabilidad, el dolor de la incertidumbre de la promesa del infierno, el de la preparación y diseño de un acto tan violento…..

¿Creéis que no se puede hacer nada más por estas personas aparte de evitar el desenlace? ¿Llegará la sociedad algún día a respetar la decisión de estas personas? ¿Acaso no sería de humanidad, ayudarles de alguna manera?
Que nadie se confunda con mi avatar. No estoy pensando, que estoy .......

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Vitriólico
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

Mensaje sin leer por Vitriólico »

¡Qué envidia me dan los gabachos para algunas cosas!
Francia aprueba la sedación profunda de los enfermos terminales

La ley también obliga a los médicos a cumplir su testamento vital, donde indican qué debe hacerse si entran en esa fase


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Bueno .... para algunas. Y envidia no cochina porque en el mismo acto rechazaron la aprobación de la eutanasia.
Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!

"La primera vez que alguien te engaña, es culpa suya. La segunda, tuya.".
(Proverbio árabe).

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Vitriólico
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Re: Declaraciones de los obispos ante la Ley de Muerte Digna

Mensaje sin leer por Vitriólico »

Otro avance. No todas son malas noticias ...
El Supremo de Canadá da paso a la muerte digna


El 5 de junio la Asamblea Nacional (parlamento) de Quebec (Canadá) rompía el tabú de la prohibición de la eutanasia con la aprobación de la ley de la ayuda médica al final de la vida. El principio fundamental de esta ley es “asegurar cuidados a las personas al final de la vida, respetando su dignidad y su autonomía”. Pero la provincia de Quebec no va a ser una excepción y se espera que en el próximo mes de junio todo Canadá tendrá una ley similar, por la que muchos enfermos podrán solicitar ayuda para terminar su vida. La medida la decidió el Tribunal Supremo, que juzgó inconstitucional el artículo del Código Penal que prohibía y penaba “el suicidio asistido y la eutanasia”.

La legalización de la eutanasia no es meramente un pasar página. El dictamen del Tribunal Supremo no se entiende sin más con la palabra ‘descriminalizar’ la eutanasia. Es preciso sopesar lo que supone que la eutanasia pase de ser un delito de homicidio a ser un derecho de morir con dignidad y con plena libertad. Supone, pues, un volteo cultural en que se destruye y aniquila la figura del homicidio para elevar un monumento a la ayuda médica a morir con dignidad. Es el anverso y el reverso de la eutanasia en la historia del Derecho.

Despenalización a plazo fijo


El Tribunal Supremo en febrero del año pasado concedió al Gobierno un plazo de un año para aplicar su dictamen sobre la despenalización del suicidio asistido y la eutanasia a la norma legislativa. Posteriormente extendió el plazo a cuatro meses más y por ello en el próximo mes de junio todo Canadá, y no solo Quebec, tendrá derecho a ser ayudado en el morir.

En el mes de diciembre pasado, se encargó a una comisión mixta de parlamentarios y senadores la preparación de un proyecto de ley. El ministro de Justicia, Jody Wilson-Raybould, opina que la ley tendrá que tener “el equilibrio necesario para reconocer la autonomía de las personas y la protección de las personas vulnerables”. Por el momento el informe que ha elaborado la comisión ad hoc presenta 21 recomendaciones y básicamente propone que la ley ha de referirse de entrada a los adultos responsables de 18 años o más y cuando se lleven al menos tres años de aplicación podrá referirse a los menores responsables y maduros. Por otra parte, se dice que la ayuda a morir será tanto a enfermos afectados de enfermedades terminales como a los no terminales si su enfermedad es grave e irreversible y tengan sufrimientos persistentes e intolerables. También se ayudará a los pacientes con trastornos psicológicos.

Desacralización de la vida

Con la decisión del Tribunal Supremo canadiense y con el contenido de este informe previo al proyecto de ley, se aprecia que el proceso secularizador sigue su curso en el capítulo de la desacralización de la vida humana que hasta ahora era considerada como un valor absoluto en la civilización cristiana e impregnaba nuestras culturas occidentales. El tabú, que persiste todavía en el trasfondo cultural, va desestructurándose paso a paso desde el año 2001 con la ley holandesa, que fue seguida años después por la de Bélgica, Luxemburgo, Quebec, por la legalización del suicidio asistido en varios Estados de EE UU y en Suiza. Aunque, por el contrario, la supuesta nación laica por excelencia que era Francia no ha logrado dar el paso a la legalización de la disponibilidad de la vida. Sin embargo, Portugal e Italia están entrando recientemente en el debate público de estas cuestiones.

En España, algunos programas de partidos políticos abren el camino a la libre disponibilidad de la vida cuando esta en lugar de un valor acaba siendo un desvalor por circunstancias patológicas. Pero, todo está por ver, pues una cosa es la letra de los programas y otra los textos que alcanzan estar inscritos en las páginas del BOE. Estamos, pues, los españoles a la espera de una legislatura que no acaba de arrancar o que va a desaparecer.

Ahorro de disputas y conflictos

En Canadá no ha habido debate público sobre la vida y la muerte. Ha sido el Supremo el que ha dictaminado, ahorrando al país un debate político que siempre hubiera tenido sus tensiones y conflictos. Un paso bastante parecido se podía haber dado en España ya hace años, cuando Ramón Sampedro recurrió al amparo del Tribunal Constitucional (TC). Este refrendó el deseo ético y personalísimo del enfermo a morir, pero se evadió en contestar a la petición que le hacía Sampedro solicitando ayuda de otra persona y que esta no fuera penada. El TC no dio el paso parecido al que ha dado el Tribunal Supremo canadiense cuando Sampedro le servía en bandeja la ocasión y, además, los estudios de expertos juristas avalaban que el artículo del Código Penal que pena las conductas eutanásicas es inconstitucional al estar en contra de valores reconocidos en la Constitución.


Fuente:
Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD).
PUBLICO.ES
http://blogs.publico.es/estacion-termin ... rte-digna/" onclick="window.open(this.href);return false;

Si pretendes razonar sobre religión con un creyente piensa que, si pudiera razonar sobre ello, ... ¡no sería creyente!

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(Proverbio árabe).

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