SEGUNDA SERIE DE ARGUMENTOS
1) EL GOBERNADOR NIEGA AL CREADOR
Proclamar la perfección del primero, es confesar la inutilidad del segundo; proclamar la necesidad del segundo, es negar la perfección del primero. Si el Universo creado por Dios ha sido una obra perfecta, si la obra hubiese sido digna de este obrero genial, de este artista incomparable, de este constructor fantástico que se llama Dios, la necesidad de un gobernador no se hubiese hecho sentir. El gobernador niega la perfección del Creador.
2) LA MULTIPLICIDAD DE LOS DIOSES DEMUESTRA QUE NO EXISTE NINGUNO
El Dios Gobernador debe ser infinitamente poderoso e infinitamente justo. Ochocientas religiones se disputan el imperio sobre mil seiscientos millones de conciencias. Cada una se imagina y proclama que sólo ella está en posesión del Dios verdadero, auténtico, indiscutible, único, y que los demás dioses son dioses de broma, falsos dioses, dioses de contrabando y de pacotilla, que es obra pía el combatirlos y el aplastarlos.
La multiplicidad de estos dioses atestigua que no existe ninguno, porque demuestra que Dios está faltado de potencia y de justicia.
Poderoso, habría podido hablar a todos con la misma facilidad que a uno solo. No lo ha hecho, puesto que unos le niegan, otros lo ignoran, otros en fin, oponen este o este otro dios a aquél de sus concurrentes. En estas condiciones, ¿no es discreto pensar que no ha hablado a ninguno y que las múltiples revelaciones no son otra cosa que múltiples imposturas; mejor que, si ha hablado a algunos, es que no ha podido hablar a todos? Si así fuese, yo le acuso de impotencia. Y si le acuso de impotencia, le acuso asimismo de injusticia. ¿Qué pensar en efecto de ese Dios que se muestra a algunos y se esconde de los otros? ¿Qué pensáis de ese padre que, exigiendo de sus hijos un culto, respetos, oraciones, llama a algunos elegidos a escuchar la palabra de Verdad, mientras que, de forma deliberada, niega a los otros este insigne favor? La multiplicidad de las religiones proclama pues que Dios está faltado de potencia y de justicia. Si le falta uno de estos atributos, no es perfecto, si no es perfecto, no existe.
3) DIOS NO ES INFINITAMENTE BUENO; EL INFIERNO LO DEMUESTRA
Dios podía, puesto que es libre, no habernos creado; puesto que es todopoderoso, crearnos a todos buenos; puesto que es bueno, admitirnos a todos en su paraíso después de nuestra muerte, contentándose con el tiempo de pruebas y tribulaciones que pasamos sobre la tierra. Dios podía, en fin, puesto que es justo, no admitir en su paraíso más que a los buenos y negar su acceso a los perversos, pero aniquilar a estos a su muerte, en lugar de destinarlos al infierno.
Preguntémonos para qué y para quién pueden ser provechosos los tormentos de los malditos ¿Para los elegidos? ¡Evidentemente no! Por definición, los elegidos serán los fraternales, los compasivos. ¿Sería provechoso para los mismos condenados? Tampoco, puesto que el suplicio no terminará jamás. Entonces, ¿es este padre infinitamente bueno, infinitamente misericordioso, quien se complace sádicamente con los dolores a los que el voluntariamente condena a sus hijos? El infierno prueba que Dios no es ni bueno, ni misericordioso.
4) EL PROBLEMA DEL MAL
Es el problema del Mal el que me facilita mi cuarto y último argumento contra el Dios-Gobernador, al mismo tiempo que mi primer argumento contra el Dios-Justiciero.
La existencia del mal, mal físico, mal moral, es incompatible con la existencia de un Dios infinitamente poderoso e infinitamente bueno. Es conocido el razonamiento, aunque sólo sea por las múltiples refutaciones (siempre impotentes, por lo demás) que se le han opuesto. Se le hace remontar a Epicuro. Tiene, pues ya más de veinte siglos de existencia; pero por viejo que sea, ha conservado todo su rigor. Helo aquí:
El mal existe: todos los seres sensibles conocen el sufrimiento. Dios que lo sabe, no puede ignorarlo. Pues bien, de dos cosas una: O bien Dios quisiera suprimir el mal, pero no ha podido; en este caso, no es todopoderoso. O bien Dios podría suprimir el mal; pero no ha querido; en este caso, no es infinitamente bueno. Este razonamiento jamás ha sido refutado. El intento de refutación más conocido es éste:
“Dios no ha querido que el hombre sea un autómata, le ha dado la libertad; y, si place al hombre hacer de ella un uso odioso y criminal, de ello hay que acusar al hombre”.
Distingamos primero el mal físico del mal moral. El mal físico, es la enfermedad, el sufrimiento, el accidente, la vejez, con su cortejo de taras y de enfermedades; es la muerte, los cataclismos, los incendios, las sequías, las hambres, las inundaciones, las tempestades. Dios que gobierna el Universo es, pues, responsable del mal físico. Pero yo pretendo que el mal moral es imputable a Dios de la misma manera que el mal físico, puesto que, si existe, él ha presidido a la organización del mundo moral como a la del mundo físico y que, consecuentemente, el hombre, victima del mal moral como del mal físico, no es más responsable del uno que del otro.
TERCER GRUPO DE ARGUMENTOS
1) IRRESPONSABLE, EL HOMBRE NO PUEDE SER NI CASTIGADO NI RECOMPENSADO
¿Qué es lo que somos? ¿Hemos presidido las condiciones de nuestro nacimiento? ¿Hemos sido consultados sobre la simple cuestión de saber si nos gusta nacer? ¿Hemos sido llamados para fijar nuestros destinos? ¿Somos lo que hemos querido ser? Incontestablemente, no. En la hipótesis Dios somos lo que él ha querido que fuésemos. Él ha previsto, querido, determinado nuestras condiciones de vida: ha condicionado nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestras pasiones, nuestros temores, nuestras esperanzas, nuestros odios, nuestros amores, nuestras aspiraciones. Él ha concebido, organizado de la cabeza a los pies el medio en el cual vivimos; él ha preparado todas las circunstancias que, a cada instante, asaltarán nuestra voluntad y determinarán, nuestras acciones.
Ante este Dios formidablemente armado, el hombre es irresponsable. Aquel que no está bajo ninguna dependencia, es absolutamente libre; aquel que está un poco bajo la dependencia de otro es un poco esclavo; aquel que está muy supeditado a otros es muy esclavo, sólo es libre en lo que le resta de independiente; en fin, aquel que está por completo bajo la dependencia de otro, es por completo esclavo y no goza de ninguna libertad. Si Dios existe, es en esta última postura, la de la esclavitud total, en la que se encuentra el hombre con respecto a Dios, y a su esclavitud es tanto más completa, cuanta mayor distancia haya entre el Amo y él. En conclusión:
a) la responsabilidad del mal moral es imputable a Dios, como le es imputable la del mal físico.
b) Dios es un Justiciero indigno, porque irresponsable, el hombre no puede ser ni recompensado, ni castigado.
2) DIOS VIOLA LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA EQUIDAD
El magistrado ideal, impecable, perfecto, será aquel que fijará una relación de un rigor matemático entre el acto y la sanción.
Cualquiera que sea el mérito del hombre, es limitado (como el hombre mismo), y, sin embargo, la sanción de recompensa: el cielo, es sin limites, aunque sólo fuese por su carácter de perpetuidad. Cualquiera que sea la culpabilidad del hombre, es limitada (como él mismo), y, sin embargo, la sanción de castigo: el infierno, es sin límites, aunque solo fuese por su carácter de perpetuidad. Hay, pues, desproporción entre el mérito y la recompensa, desproporción entre la falta y el castigo. Así pues, Dios viola las reglas fundamentales de la equidad.
RECAPITULACIÓN
El Dios cuya imposibilidad he establecido, puedo decirlo ahora, es el Dios de las religiones, el Dios Creador, Gobernador y Justiciero, el Dios infinitamente sabio, poderoso, justo y bueno, que los clérigos se alaban de representar sobre la tierra y que intentan imponer a nuestra veneración. He probado que, como Creador, sería inadmisible, imperfecto, inexplicable; he establecido que, como gobernador, sería inútil, impotente, cruel, odioso, despótico; he demostrado que, como justiciero, sería un magistrado indigno, violador de las leyes esenciales de la más elemental equidad.
CONCLUSIÓN
Tal es, sin embargo, el Dios que desde tiempos inmemoriales se ha enseñado y que todavía se enseña a una multitud de niños en numerosas familias y escuelas. Desde hace siglos, la Religión tiene curvada a la humanidad bajo el temor, incrustada en la superstición, postrada en la resignación. Desde hace siglos, los desheredados soportan pasivamente la miseria y la servidumbre, gracias al espejismo engañoso del cielo y a la visión horrorífica del Infierno. Hay que poner fin a este odioso sortilegio, a este abominable engaño. Basta de lamentaciones: las lamentaciones son vanas. Basta de prosternaciones: las prosternaciones son estériles. Basta de rezos: los rezos son impotentes.
¡Yérguete, oh, hombre! Libérate de este tirano imaginario y sacude el yugo de aquellos que pretenden ser sus agentes de negocios en la tierra. No olvides que de nada te servirá romper las cadenas que los dioses imaginarios, celestes, y eternos han forjado contra ti, si no rompes también aquellos que contra ti han forjado los dioses pasajeros y positivos de la tierra. Ojalá puedan los condenados de la tierra rebelarse al fin contra estos forajidos y fundar una Ciudad en la que semejantes monstruos no sean ya posibles.
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Resumido de DOCE PRUEBAS DE LA INEXISTENCIA DE DIOS, Sébastien Faure (Saint-Étienne, Loira, 6 de enero de 1858 - Royan, Charente Marítimo, 14 de julio de 1942), escritor y filósofo anarquista francés.
Fuente:
http://ateosteistas.com/biblioteca/?p=60
Wiki:
http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%A9bastien_Faure