Cuenta la historia que una vez hubo una tormenta seguida de violentas sacudidas y se abrió la tierra donde Giges, pastor del rey de Lidia, cuidaba sus rebaños. Asombrado por lo que veía, bajó por una grieta y descubrió, entre otras maravillas, un caballo de bronce; en cuyo vientre había unas pequeñas puertas abiertas por las que asomó la cabeza para observar las entrañas del animal, encontrándose así con un cadáver de tamaño superior al humano. El cadáver estaba desnudo, y sólo tenía en el dedo un anillo de oro. El pastor tomó el anillo y salió de la grieta.
Cuando se reunió con otros pastores para dar razón al rey del estado de sus ganados, giró por casualidad dicho anillo, dejando el engaste de cara a la palma de la mano; de inmediato los compañeros que lo rodeaban dejaron de verlo, y para sorpresa suya comenzaron a hablar de él como una persona ausente.
La joya es el famoso anillo del cual habla Platón en “La República”. Como muestra la historia, basta con girar el engaste hacia el interior de la mano para volverse completamente invisible, recuperando la visibilidad al girarlo hacia el exterior. Giges, que anteriormente parecía ser una persona honesta, no logro resistirse a las tentadoras posibilidades que ofrecía el anillo: el buen pastor aprovecha dicho poder para llegar al trono de Lidia matando al rey Kandaules y casándose con su esposa Nysia.
El autor del mito lo utiliza para ilustrar algo que el considera propio de la naturaleza humana: las personas buenas y malas solo se distinguen en la importancia que le dan a la mirada del otro, es decir, todas las virtudes se reducirían a la prudencia (o la hipocresía, como uno lo quiera ver). El autor incluso afirma que no habría diferencia entre buenos y malos si todos tuviéramos un anillo como el de Giges. En pocas palabras, esto sugiere que la moral es un autoengaño, un temor disfrazado de rectitud, una ilusión… Hacemos buenas acciones, si, pero esto es solo por el hecho de estar bajo la amenaza del castigo. En cuanto encontramos una manera de urlar la autoridad, afloraría nuestra verdadera naturaleza.
¿Qué tanto de verdad hay en esta concepción? Sinceramente espero que no mucho. Pero la respuesta solo depende de ti. Imagínate que estas en un almacén, y de pronto ocurre un apagón que deja el local desprovisto tanto de luz como de su sistema electrónico de seguridad. ¿Qué harías? ¿Tomarías ese disco por el que tanto has estado esperando? (si, ya se que es difícil elegir un disco en la oscuridad =P… supongamos que lo tenías en la mano al momento del corto) Si tu respuesta es afirmativa ¿Qué te impide entonces robar en otros centros comerciales? Te encantaría robar tal o cual vestido, pero un vigilante te observa, o un sistema electrónico de seguridad se mantiene amenazante a la entrada. Eso no es honestidad, es cálculo. En palabras de Sponville, el miedo a la policía es lo contrario de la virtud o, si mucho, es la virtud de la prudencia.
En su libro “invitación a la filosofía”, André Comte presenta un argumento muy similar al anterior para sustentar una posición con la que me encuentro completamente de acuerdo: El miedo es un pésimo incentivo para la moralidad, es mas, no es un incentivo para la moralidad en absoluto; pues difícilmente se le puede llamar “moral” al buen comportamiento que surge en función de una amenaza exterior. Citando a Comte: “Todo aquello que no haces pero que te permitirías hacer, en caso de ser invisible, habla menos de la moral que de la prudencia o la hipocresía. En cambio, lo que, aun siendo invisible, seguirías imponiéndote, y no por interés sino por deber, solo eso es propiamente moral.”
Las implicaciones de esta concepción ética para el teísmo son bastante obvias: De acuerdo con el cristianismo, la razón por la que debemos hacer el bien y evitar el mal es que Dios, tras nuestra muerte, nos premiará o nos castigará según nuestras acciones. Evitaríamos el mal, bajo esta perspectiva, al reconocer como cierta la idea de que hay un policía muy estricto en el cielo que anda buscando cualquier excusa para poder cabrearse; y que por lo tanto deberíamos evitar la inmoralidad basándonos en que, de no hacerlo, iremos a un lugar (infierno) en donde seremos castigados por toda la eternidad.
¿Exagero? Tal vez. Probablemente no todos los cristianos tienen una visión moral tan infantil, este ensayo no va contra ellos. Reconozco que hay muchos teístas que ven en las acciones buenas un valor intrínseco que no necesita aplauso ni castigo para ser significativo (incluso algunos creyentes como Kant llegaron a decir que quien solo hace el bien por su propia salvación, en realidad no hace el bien y no se salva). Este ensayo esta dedicado a los muchos apologetas cristianos que, en su afán de desprestigiar la increencia, afirman in-escrupulosamente que el ateísmo es incapaz de ofrecer un sustento para la moralidad por si mismo. Considérese, por ejemplo, el cinismo del conocido apologeta católico Jorge Loring, en cuanto afirma que la razón por la que muchos dejan de ser creyentes es porque quieren ser libres para hacer lo que se les viene en gana:
A algunos no les conviene creer en Dios. Porque la Religión exige mucho. Les estorba la Religión. Porque viven mucho más cómodos sin creer en Dios. ¡Claro! Si crees en Dios, te obliga una moral, te obliga una honradez, te obliga una rectitud. Por no querer adaptar tu vida a la fe, tiras la fe por la borda, Dices:
-Yo no creo en Dios, y así vivo a mis anchas: hago lo que me da la gana, lo que me apetece, lo que me conviene. Como no creo en Dios, yo tranquilo.
Lejos de ofrecer alguna clase de argumento creíble contra el ateísmo, tales declaraciones tan solo reflejan la torpeza y prejuicio ideológico de sus autores (la biblia también contiene una afirmación parecida: "Si los muertos no resucitan, 'comamos y bebamos, que mañana moriremos'" (1 Cor. 15,32).). No puede haber altruismo verdadero en el creyente que actúe sólo porque su dios lo manda y espera su recompensa: es el más vil egoísmo, la pura mezquindad disfrazada de desinterés y buena intención. Es una lástima que tantos cristianos se encuadren ahí: actúan bien porque tienen un policía invisible tras sus espaldas.
"Si Dios no existe -reza la legendaria frase de Dostoievski- todo esta permitido” Me resisto a creer que la religión a llevado a la humanidad a un estado tan lamentable. ¿Acaso no hay cosas que, por muy invisibles que fuéramos, nos prohibiríamos a nosotros mismos? ¿O hemos de pensar que, si Dios dejase de mirar, los creyentes saldrían en una oleada de robo y asesinato? Ciertamente esto no es lo que pasa cuando alguien abandona su religión (si así fuera las cárceles estarían llenas de ateos). Suponiendo que ya te hubieras ganado el cielo (o el infierno) sin importar tus acciones futuras. ¿Estarías dispuesto a violar, a robar, a hacer que condenasen a un inocente, a asesinar?
A pesar de que la mayoría respondería NO a las preguntas anteriores. Es increíble el número de predicadores que actúan como si la amenaza de una condenación eterna fuera un buen incentivo para las buenas acciones. Incluso algunos como Loring irían más lejos y dirían que es el único incentivo moral, y que quienes dejan de creer en el infierno lo hacen para escapar de la carga moral que la religión demanda. Pero la verdad es todo lo contrario: un sistema ético basado en el miedo es una falsa moral. Como dijo Dan Barker: Los humanistas pensamos que debemos hacer el bien por amor a la bondad, no por la egoísta perspectiva de cosechar recompensas individuales o evitar el castigo
Si la única forma en que Ud. puede ser obligado a ser bueno con los demás es con la amenaza del infierno, ello muestra qué poco se valora Ud. mismo. Si la única manera en que puede motivársele a que sea bondadoso con los demás es la promesa del cielo, ello muestra cuán poco valora Ud. a los demás.
El anillo de Giges
El anillo de Giges
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Escépticos Colombia: Lo paranormal y lo sobrenatural desde una perspectiva científica. Artículos sobre astrología, credos religiosos, medicinas alternativas, creacionismo, ovnis y demás.
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Re: El anillo de Giges
¿Entonces afirmas que hay un trasfondo ideal en el bien de nuestras acciones? ¿Crees que realmente somos capaces de hacer algo por el simple hecho de que está bien? La postura de los cristianos es inadecuada pero no porque tenga motivaciones egoistas, sino porque sus premisas son erroneas. No se trata de buscar el cielo más tarde sino de buscarlo ahora, pero eso no elimina el egoismo. El imperativo categórico kantiano está muy bien, es muy bonito, pero cojea, no es posible. La gente no se va a poner de acuerdo principalmente por que el imperativo categórico lo que hace es universalizar ha todo el mundo lo que no nos gustaría que nos hicieran o no nos hicieran a nosotros. Yo muchas veces cuento con eso en mi conducta, por el simple hecho de que me ayuda a moverme, pero eso no es una solución utópica ni mucho menos. De hecho a todo el mundo no le gusta que le hagan y no le hagan lo mismo, así el imperativo pierde bastante validez y muchas veces cuando no te compensa llegas a olvidarlo. Al fin y al cabo, si yo soporto muchas cosas, ¿por qué no iva a soportarlas el otro?
-¿Alguna vez has cerrado los ojos y has deseado algo con todas tus fuerzas?
-Sí.
-Dios es el que te ignora.
-Sí.
-Dios es el que te ignora.