Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
- pablov63
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Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
En vista del buen resultado y repuesta que tuvo el primer experimento de escribir una historia entre todos los que les provocara intervenir, aquí les propongo una segunda.
Antes de proponer el primer párrafo quisiera sugerir algunas "reglas" para que la cosa no se disperse demasiado. Serían:
1) Apuntar a que la historia se termine alrededor del posteo número veinte, ya que eso nos da una idea de por dónde puede andar el climax y por dónde hay que ir "cerrando".
2) Apuntar a un número de personajes máximo, digamos entre seis a diez, ya que eso un poco que nos obliga a meterle mano a los que van apareciendo en lugar de crear nuevos a montones.
3) Evitar poner dos párrafos seguidos del mismo autor.
4) Hacer párrafos mínimo de unas cinco líneas y un máximo creo que indeterminado.
En algún momento se me ocurrió establecer el género desde el inicio, pero creo que puede ser más divertido que se vaya estableciendo por sí mismo. Por supuesto, son solo sugerencias.
Mi propuesta inicial es:
Historia de un desamor: Cómo Juancita Rivadavia mató a Renato Ampudia
"Damas y caballeros del jurado -comenzó el fiscal López con semblante grave- durante este juicio voy a demostrarles cómo esa mujer que ven ahí, llamada Juana Rivadavia, dio horrible muerte al reverendo, filólogo y teólogo católico, académico de lustre internacional, Renato Ampudia Guevara, en circunstancias en que el occiso sacaba un refresco de la refrigeradora de la abadía donde pernoctaba...".
Mientras el fiscal seguía con su perorata inicial, Juanita, en el lugar de los acusados, con la mirada perdida, dejaba vagar su memoria por los recuerdos de los últimos meses, cuando tuvo que irse su trabajo de organista al ser descubierta por el cura de la parroquia y emigrar a esta gran ciudad, donde conoció a esa rata infecta de Renato Ampudia. Ah... Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo para evitar aquel encuentro... Pero no era posible. El encuentro había sido inevitable...
Antes de proponer el primer párrafo quisiera sugerir algunas "reglas" para que la cosa no se disperse demasiado. Serían:
1) Apuntar a que la historia se termine alrededor del posteo número veinte, ya que eso nos da una idea de por dónde puede andar el climax y por dónde hay que ir "cerrando".
2) Apuntar a un número de personajes máximo, digamos entre seis a diez, ya que eso un poco que nos obliga a meterle mano a los que van apareciendo en lugar de crear nuevos a montones.
3) Evitar poner dos párrafos seguidos del mismo autor.
4) Hacer párrafos mínimo de unas cinco líneas y un máximo creo que indeterminado.
En algún momento se me ocurrió establecer el género desde el inicio, pero creo que puede ser más divertido que se vaya estableciendo por sí mismo. Por supuesto, son solo sugerencias.
Mi propuesta inicial es:
Historia de un desamor: Cómo Juancita Rivadavia mató a Renato Ampudia
"Damas y caballeros del jurado -comenzó el fiscal López con semblante grave- durante este juicio voy a demostrarles cómo esa mujer que ven ahí, llamada Juana Rivadavia, dio horrible muerte al reverendo, filólogo y teólogo católico, académico de lustre internacional, Renato Ampudia Guevara, en circunstancias en que el occiso sacaba un refresco de la refrigeradora de la abadía donde pernoctaba...".
Mientras el fiscal seguía con su perorata inicial, Juanita, en el lugar de los acusados, con la mirada perdida, dejaba vagar su memoria por los recuerdos de los últimos meses, cuando tuvo que irse su trabajo de organista al ser descubierta por el cura de la parroquia y emigrar a esta gran ciudad, donde conoció a esa rata infecta de Renato Ampudia. Ah... Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo para evitar aquel encuentro... Pero no era posible. El encuentro había sido inevitable...
Saludos desde Perú,
Pablov63
"Todos los creyentes se parecen, pero los ateos lo son cada cual a su manera", Tolstoi en mi imaginación
Pablov63
"Todos los creyentes se parecen, pero los ateos lo son cada cual a su manera", Tolstoi en mi imaginación
Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
...como inevitable había sido su casi forzosa salida del pueblo. Más que una salida, había sido una huída. Acostumbrada ya a la vida anónima y moderna de la metrópoli, evocaba con una sensación de desagrado y temor los comentarios, los rumores, los chismes, los cuchicheos, y sobre todo las miradas, torvas, mal disimuladas, de reojo, de aquellas gentes que apenas escondían su rechazo y la señalaban con el dedo, o se giraban con desdén a su paso, mientras le bordaban y bordaban flecos y más flecos a la historia que entre todos habían bautizado ya como "Las labia de Juanita", y que, en el pueblo, era prácticamente tema único de conversación.
Una inflexión en el tono de voz del fiscal López hizo que retomara el contacto con la realidad.
...pero lo más atroz del caso, Señoría, señoras y caballeros del jurado, pontificaba el fiscal, ha sido la manera, el método que la acusada utilizó, para llevar a cabo su fechoría, de forma como quedó claro ya completamente premeditada. Un método nunca visto en los anales, hm hm...nunca mejor dicho si me puedo permitir la observación, del crimen...
Una inflexión en el tono de voz del fiscal López hizo que retomara el contacto con la realidad.
...pero lo más atroz del caso, Señoría, señoras y caballeros del jurado, pontificaba el fiscal, ha sido la manera, el método que la acusada utilizó, para llevar a cabo su fechoría, de forma como quedó claro ya completamente premeditada. Un método nunca visto en los anales, hm hm...nunca mejor dicho si me puedo permitir la observación, del crimen...
ni fe, ni jefe
- cesarmilton
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- Registrado: Lun Ene 26, 2009 3:47 am
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Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
Mientras el fiscal seguia con su verborrea, Juanita comenzó a analizar los hechos que hasta ese momento, han constituido su vida. Repentinamente, cayó en cuenta que la suya bien podría considerarse una sucesión de aplicaciones de las leyes de Murphy, corolarios inclusive. Error tras error, nada le ha salido bien... por lo menos, por un buen tiempo. Pareciera que en este juicio no sólo se daría sentencia sobre la muerte del Sr. Ampudia, sino también se dictará sentencia sobre la razón de ser de la srta. Rivadavia... si es que su existencia tuviese alguna que la justifique.
Juanita se encontraba absorta en tales pensamientos, apenas percibiendo la voz aguda y seca del fiscal. Su mirada vagaba entre los rostros sin sentido del público asistente al juicio. Todo le parecía digno de una mediocre pieza melodramática, fiel reflejo de su vida por lo demás. Sin embargo y sin quererlo, advierte que de entre todo el gentío, sus ojos se han quedado fijos en un rostro en particular. Juanita sale de su estado semi inconsciente, para concentrarse en esa cara que llamó su atención. Luego de unos breves segundos, se da cuenta: es Celia. ¿Qué está haciendo aquí? ¿cómo se enteró?. Estas dudas comenzaron a llenar la mente de Juanita... lo que se debe haber visto reflejado en su rostro, porque la mirada de Celia pasó de incrédula a apenada, para luego dar paso a unos ojos llenos de alegría, acompañados de unos labios provocativos. Fue entonces cuando Juanita leyó fuerte y claro, lo que el rostro de Celia parecía clamar a los cuatro vientos: vengo por tí, vengo a salvarte... y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario. Juanita sintió mezcladas la alegría de saberse importante para alguien, junto al temor propio de las circunstancias. Si ha de salir de ahí, sin mediar sentencia, no sería sin derramamiento de sangre. Tanta o más que la expulsada por el difunto sr. Ampudia. Juanita abrió sus ojos y movió su cabeza de izquierda a derecha, en claro gesto de negación. No lo hagas, por favor no lo hagas pensaba mientras miraba fijo a Celia. Pero ya era demasiado tarde: la cónyuge de Julián ya estaba de pie, armada con una 9 mm. en cada mano, apuntando al juez con la diestra y al fiscal con la siniestra, mientras su firme y apasionada voz llenaba la sala con su muy particular proclamación de amor: ¡¡me llevo a Juanita!!. Celia no tomaría rehenes ni tendría misericordia. La suya es una declaración de guerra donde no aplican las convenciones de Ginebra.
Juanita se encontraba absorta en tales pensamientos, apenas percibiendo la voz aguda y seca del fiscal. Su mirada vagaba entre los rostros sin sentido del público asistente al juicio. Todo le parecía digno de una mediocre pieza melodramática, fiel reflejo de su vida por lo demás. Sin embargo y sin quererlo, advierte que de entre todo el gentío, sus ojos se han quedado fijos en un rostro en particular. Juanita sale de su estado semi inconsciente, para concentrarse en esa cara que llamó su atención. Luego de unos breves segundos, se da cuenta: es Celia. ¿Qué está haciendo aquí? ¿cómo se enteró?. Estas dudas comenzaron a llenar la mente de Juanita... lo que se debe haber visto reflejado en su rostro, porque la mirada de Celia pasó de incrédula a apenada, para luego dar paso a unos ojos llenos de alegría, acompañados de unos labios provocativos. Fue entonces cuando Juanita leyó fuerte y claro, lo que el rostro de Celia parecía clamar a los cuatro vientos: vengo por tí, vengo a salvarte... y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario. Juanita sintió mezcladas la alegría de saberse importante para alguien, junto al temor propio de las circunstancias. Si ha de salir de ahí, sin mediar sentencia, no sería sin derramamiento de sangre. Tanta o más que la expulsada por el difunto sr. Ampudia. Juanita abrió sus ojos y movió su cabeza de izquierda a derecha, en claro gesto de negación. No lo hagas, por favor no lo hagas pensaba mientras miraba fijo a Celia. Pero ya era demasiado tarde: la cónyuge de Julián ya estaba de pie, armada con una 9 mm. en cada mano, apuntando al juez con la diestra y al fiscal con la siniestra, mientras su firme y apasionada voz llenaba la sala con su muy particular proclamación de amor: ¡¡me llevo a Juanita!!. Celia no tomaría rehenes ni tendría misericordia. La suya es una declaración de guerra donde no aplican las convenciones de Ginebra.
Nuestros antepasados, los creyentes - SWAMI -
Las religiones son muletas para gente sana, a la que le han hecho creer que es coja - pablov63 -
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Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
¡Orden en la sala! ¡Orden en la sala! Gritaba el juez, martirizando con saña la mesa con su maza. Era bastante sordo, y además miope. Por eso no veía las 9mm en las manos de Celia. Todos corrían alejándose de ella, que seguía apuntando al juez. El fiscal ya se le había escurrido entre la muchedumbre. Con el paso libre y despejado, avanzó hacia el banquillo de los acusados, donde Juanita había despertado de todos sus recuerdos y ensoñaciones.
De pronto, uno de los miembros del jurado saltó increiblemente la barandilla que les separaba de del resto de la sala, y en dos pasos se plantó ante Juanita y la agarró del pelo, antes de que Celia la alcanzara. Gritó "¡Venganza para D. Renato Ampudia!".
Antes de que el miembro del jurado pudiera salir de la sala, arrastrando su pieza y recibiendo patadas bien certeras, no olvidemos que Juanita tocó un órgano durante años, el abogado que aunque de oficio y mal pagado, vio llegado el momento estelar de su carrera, gritó "¡Juicio nulo, juicio nulo!"
En este punto, Celia frenó en seco, y mirando al miembro del jurado insurrecto, le reconoció... Vació el cargador de la Parabellum que portaba en la mano izquierda, pues la envergadura de su víctima gartantizaba el acierto.
Todos callaron y se quedaron petrificados observando el cadáver. Una dama inmensa, vestida con traje de chaqueta y pantalones, que aún nadie sabía que había sido amante de D. Renato Ampudia, y que por estas cosas de la vida, y por sus conexiones con el hampa de la ley, había conseguido ser incluida en un jurado de ciudadanos imparciales.
De pronto, uno de los miembros del jurado saltó increiblemente la barandilla que les separaba de del resto de la sala, y en dos pasos se plantó ante Juanita y la agarró del pelo, antes de que Celia la alcanzara. Gritó "¡Venganza para D. Renato Ampudia!".
Antes de que el miembro del jurado pudiera salir de la sala, arrastrando su pieza y recibiendo patadas bien certeras, no olvidemos que Juanita tocó un órgano durante años, el abogado que aunque de oficio y mal pagado, vio llegado el momento estelar de su carrera, gritó "¡Juicio nulo, juicio nulo!"
En este punto, Celia frenó en seco, y mirando al miembro del jurado insurrecto, le reconoció... Vació el cargador de la Parabellum que portaba en la mano izquierda, pues la envergadura de su víctima gartantizaba el acierto.
Todos callaron y se quedaron petrificados observando el cadáver. Una dama inmensa, vestida con traje de chaqueta y pantalones, que aún nadie sabía que había sido amante de D. Renato Ampudia, y que por estas cosas de la vida, y por sus conexiones con el hampa de la ley, había conseguido ser incluida en un jurado de ciudadanos imparciales.
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Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
En ese momento se oyó en el plató de TV la atronadora voz del director
-¡Cooorten! ¡Es buena!
El actor que interpretaba al juez se apoltronó en la silla y encendió un cigarrillo. Los figurantes que hacían de jurado se levantaron y fueron bajando de la tarima. El actor-fiscal se entretuvo hablando con la maquilladora sabe Dios de qué. El cadáver se levantó ayudado por Celia. Los técnicos apagaron los focos y los micrófonos. El director hizo una seña al realizador y al ayudante de dirección para que se acercaran al tiempo que le decía a la scripit:
-Tráeme el guión de la siguiente escena, por favor Clara.
-No está jefe
-¿No está? ¿Qué quieres decir con que no está?
-No lo trajeron. No nos lo han entregado todavía...
-¿Cómo? Exclamó el director incrédulo
-Mmm... Pues por lo visto uno de los guionistas, el que estaba escribiendo la escena siguiente... se fue.
- ¿SE FUE? ¿ASÍ SIN MÁS? ¿SE FUE A DÓNDE? ¿Y EL GUIÓN? Gritaba el director loco de furia -QUÉ PASA CON EL GUIÓN?
- Jefe cálmate no te co...
-¡JODER! ¡QUÉ ME CALME! Interrumpió con la voz de energúmeno que le caracterizaba -¡QUÉ ME CALME! ¡DOS DÍAS PARA EL ESTRENO DE LA SERIE! ¡TODAVÍA 5 ESCENAS POR GRABAR Y DICES QUE ME CALME!
Era uno de los mejores directores de culebrones que se podía encontrar en los países de habla hispana aunque no era apreciado por su buen carácter precisamente. Esa serie había de ser la que culminase su carrera. El mejor director para la mejor serie de TV de todos los tiempos "El asesino sanguinario" (así le decían al director, la serie se llamaba "Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia")*
-¿QUIEN ES ESE GUIONISTA Y POR QUÉ SE FUE?
- Un tal Pierrot. Bueno, se ve que se discutió con alguien de realización, ese Reficul. De poco no llegan a las manos jefe.
- ¡Llamad a Shé, a Pavlov, a Milton, A Reficul, a Estinto y los demás! ¡QUE BUSQUEN A ESE PIERROT Y ME LO TRAIGAN AQUÍ INMEDIATAMENTE!
- Pero jefe...
- ¡NI PEROS NI GAITAS! ¡NO ME IMPORTA CÓMO, PERO TRAEDME A PIERROT CON EL PUTO GUIÓN EN LA BOCA, YA! ¡SI ES NECESARIO INVOCAD LA AYUDA DE DIOS O DEL DIABLO! ¡O MEJOR... INVOCAD AL MISMÍSIMO CARLOS GRIMA! ¡QUIERO EL GUIÓN AHORA!
Todos salieron como escopeteados del plató en busca de Pierrot...
* Guiño a Les Luthiers
-¡Cooorten! ¡Es buena!
El actor que interpretaba al juez se apoltronó en la silla y encendió un cigarrillo. Los figurantes que hacían de jurado se levantaron y fueron bajando de la tarima. El actor-fiscal se entretuvo hablando con la maquilladora sabe Dios de qué. El cadáver se levantó ayudado por Celia. Los técnicos apagaron los focos y los micrófonos. El director hizo una seña al realizador y al ayudante de dirección para que se acercaran al tiempo que le decía a la scripit:
-Tráeme el guión de la siguiente escena, por favor Clara.
-No está jefe
-¿No está? ¿Qué quieres decir con que no está?
-No lo trajeron. No nos lo han entregado todavía...
-¿Cómo? Exclamó el director incrédulo
-Mmm... Pues por lo visto uno de los guionistas, el que estaba escribiendo la escena siguiente... se fue.
- ¿SE FUE? ¿ASÍ SIN MÁS? ¿SE FUE A DÓNDE? ¿Y EL GUIÓN? Gritaba el director loco de furia -QUÉ PASA CON EL GUIÓN?
- Jefe cálmate no te co...
-¡JODER! ¡QUÉ ME CALME! Interrumpió con la voz de energúmeno que le caracterizaba -¡QUÉ ME CALME! ¡DOS DÍAS PARA EL ESTRENO DE LA SERIE! ¡TODAVÍA 5 ESCENAS POR GRABAR Y DICES QUE ME CALME!
Era uno de los mejores directores de culebrones que se podía encontrar en los países de habla hispana aunque no era apreciado por su buen carácter precisamente. Esa serie había de ser la que culminase su carrera. El mejor director para la mejor serie de TV de todos los tiempos "El asesino sanguinario" (así le decían al director, la serie se llamaba "Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia")*
-¿QUIEN ES ESE GUIONISTA Y POR QUÉ SE FUE?
- Un tal Pierrot. Bueno, se ve que se discutió con alguien de realización, ese Reficul. De poco no llegan a las manos jefe.
- ¡Llamad a Shé, a Pavlov, a Milton, A Reficul, a Estinto y los demás! ¡QUE BUSQUEN A ESE PIERROT Y ME LO TRAIGAN AQUÍ INMEDIATAMENTE!
- Pero jefe...
- ¡NI PEROS NI GAITAS! ¡NO ME IMPORTA CÓMO, PERO TRAEDME A PIERROT CON EL PUTO GUIÓN EN LA BOCA, YA! ¡SI ES NECESARIO INVOCAD LA AYUDA DE DIOS O DEL DIABLO! ¡O MEJOR... INVOCAD AL MISMÍSIMO CARLOS GRIMA! ¡QUIERO EL GUIÓN AHORA!
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Última edición por estintobasico el Mié May 06, 2009 12:02 am, editado 8 veces en total.
“Decirle a un ateo que respete la religión es como decirle a un negro que respete el KU KLUX KLAN" Andre Oliver
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Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
A unas manzanas de distancia, Ed Wood tomaba un café en un bar, mirando distraido por la ventana. Hacía unas horas que había llegado a la ciudad, y no recordaba de dónde había salido. Lo último que recordaba, de hecho, es que estaba a punto de morir. Y cuando se enteró de la fecha que era, al despertar esta mañana, quedó maravillado y encendió un cirio a la foto de Bela Lugosi, que siempre conservaba en la cartera.
Encontraré pronto algún trabajo. Si no me dejan dirigir, aceptaré trabajar de guionista.
El alma de Jerry Falwell observaba la escena son una sonrisa de media comisura. "Si Pierrot no llega pronto, se van a enterar estos desaforados ateos de lo que vale un peine", se dijo mientras se maravillaba una vez más con el optimismo de Ed, que ni siquiera hablaba español, pero sin duda estaba dispuesto a escribir el guión, y hasta a dirigir a nada que le diera un infarto al actual director. Se frotó las manos.
Tachín, Tachín, Tachín...
Encontraré pronto algún trabajo. Si no me dejan dirigir, aceptaré trabajar de guionista.
El alma de Jerry Falwell observaba la escena son una sonrisa de media comisura. "Si Pierrot no llega pronto, se van a enterar estos desaforados ateos de lo que vale un peine", se dijo mientras se maravillaba una vez más con el optimismo de Ed, que ni siquiera hablaba español, pero sin duda estaba dispuesto a escribir el guión, y hasta a dirigir a nada que le diera un infarto al actual director. Se frotó las manos.
Tachín, Tachín, Tachín...
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Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
Sec 7, Interior, noche: (Flashback)
Ampudia está a punto de echarse en cama, vestido con un ridículo pijama a rayas, que casi hace de él un presidiario, cuando de repente...
Una voz, ora melíflua, ora estentórea, le susurra y le brama al oído...
Voz en Off: ...arrepiéntete...eres aún peor que Belcebú...si tienes fe en mí...deshazte de ella...
Ampudia se lamenta, gime, se retuerce febrílmente las manos, y a continuación, mientras lloriquea, exclama, los brazos en cruz:
"Nunca más, Señor, nunca más, lo prometo. No volveré a rozar las tetitas de las niñitas, ni los culitos de los niñitos, no volveré a tener pensamientos impuros, ni a tocármela,...pero por favor, Señor, apiádate de mí, soy Tu fiel servidor..."
Pero las voces penetran y penetran en su cerebro, insidiosamente, insistentemente, persuasivamente, sin cesar...
Voz en Off:...Satanás está en ella...El mal la habita...Córtala y me honrarás...Córtatela y obtendrás mi perdón...
Ampudia se desmorona, se derrumba, de rodillas, en el suelo, y, mientras, con la mano, arruga compulsivamente una esquina de la alfombra, tembloroso, reza, entre sollozos:
"¡Oh Dios, Dios eterno y bondadoso que estás en los cielos, no me pidas eso, noooooooo, por favor!"
(¿Plano subjetivo?)
El delirio de Ampudia parece habérsele contagiado a la habitación misma, ya que, ahora, todo tiembla, todo cruje, todo se tambalea, suelo, techo, paredes, mobiliario, y el mismo Ampudia, que, despeinado, sudoroso, reducido ya a estado de piltrafa, contempla, jadeante, atónito, el mundo que se disloca a su alrededor...hasta darse cuenta, al acabar de erguirse para huír de aquel infierno, de que, en el espejo de la cómoda, hay, formando con su propio reflejo una Cruz, y escrita en letras escarlatas, chorreantes, sanguinolientas, la palabra:
PECADOR
mientras la voz, perentoria, furiosa, estalla una y otra vez en su consciencia...
Voz en Off: ...Córtatela..Córtatela...Córtatela...
Ampudia está a punto de echarse en cama, vestido con un ridículo pijama a rayas, que casi hace de él un presidiario, cuando de repente...
Una voz, ora melíflua, ora estentórea, le susurra y le brama al oído...
Voz en Off: ...arrepiéntete...eres aún peor que Belcebú...si tienes fe en mí...deshazte de ella...
Ampudia se lamenta, gime, se retuerce febrílmente las manos, y a continuación, mientras lloriquea, exclama, los brazos en cruz:
"Nunca más, Señor, nunca más, lo prometo. No volveré a rozar las tetitas de las niñitas, ni los culitos de los niñitos, no volveré a tener pensamientos impuros, ni a tocármela,...pero por favor, Señor, apiádate de mí, soy Tu fiel servidor..."
Pero las voces penetran y penetran en su cerebro, insidiosamente, insistentemente, persuasivamente, sin cesar...
Voz en Off:...Satanás está en ella...El mal la habita...Córtala y me honrarás...Córtatela y obtendrás mi perdón...
Ampudia se desmorona, se derrumba, de rodillas, en el suelo, y, mientras, con la mano, arruga compulsivamente una esquina de la alfombra, tembloroso, reza, entre sollozos:
"¡Oh Dios, Dios eterno y bondadoso que estás en los cielos, no me pidas eso, noooooooo, por favor!"
(¿Plano subjetivo?)
El delirio de Ampudia parece habérsele contagiado a la habitación misma, ya que, ahora, todo tiembla, todo cruje, todo se tambalea, suelo, techo, paredes, mobiliario, y el mismo Ampudia, que, despeinado, sudoroso, reducido ya a estado de piltrafa, contempla, jadeante, atónito, el mundo que se disloca a su alrededor...hasta darse cuenta, al acabar de erguirse para huír de aquel infierno, de que, en el espejo de la cómoda, hay, formando con su propio reflejo una Cruz, y escrita en letras escarlatas, chorreantes, sanguinolientas, la palabra:
PECADOR
mientras la voz, perentoria, furiosa, estalla una y otra vez en su consciencia...
Voz en Off: ...Córtatela..Córtatela...Córtatela...
ni fe, ni jefe
Re: Historia de desamor: Cómo Juanita Rivadavia mató a Ampudia
Unas semanas antes, Juanita había llegado a la ciudad algo asustada pero decidida a construir una vida nueva lejos de los años que se había visto obligada a fingir ser un muchacho a fin de poder tocar el órgano de la iglesia de su pueblo. Pero estaba claro que las cosas no le iban a resultar sencillas.
Juanita aguantó unos días a un primo lejano al que acudió en busca de alojamiento. Pero a la vista de lo pelma que era, en cuanto encontró un trabajo en un McDonald’s, decidió buscarse la vida por su cuenta.
Atea convencida desde los 14 años, un día tuvo que acudir sin embargo a la conferencia de un tal Renato Ampudia Guevara, teólogo de reputación solvente, convencida por su jefe en el trabajo, que había insistido mucho y al que no tenía intención de desairar. El tema de la conferencia era “El Papel de la Mujer en la Sociedad Actual”
El conferenciante era un señor impecablemente vestido, con gafas de montura dorada y que enseñaba unos impresionantes gemelos en los puños almidonados de su nívea camisa.
"Porque, queridos corderos de este rebaño confuso que es la sociedad actual, el papel de la mujer en nuestros días está en peligro. Las tentaciones malignas que hacen que los padres envíen a sus hijas a la universidad, traerá la cólera de Dios Nuestro Señor sobre nuestras cabezas. Y además, no sé si se habrán dado cuenta, nos estamos quedando sin el reposo del guerrero que hasta hace bien poco, había permitido que los hombres de bien prosperasen en la vida..."
En el silencio de la audiencia, los ronquidos de Juanita llamaron la atención de D. Renato, que por un momento interrumpió su conferencia, quedando embelesado ante la figura de una joven que dormía a pierna suelta en la tercera fila.
Juanita aguantó unos días a un primo lejano al que acudió en busca de alojamiento. Pero a la vista de lo pelma que era, en cuanto encontró un trabajo en un McDonald’s, decidió buscarse la vida por su cuenta.
Atea convencida desde los 14 años, un día tuvo que acudir sin embargo a la conferencia de un tal Renato Ampudia Guevara, teólogo de reputación solvente, convencida por su jefe en el trabajo, que había insistido mucho y al que no tenía intención de desairar. El tema de la conferencia era “El Papel de la Mujer en la Sociedad Actual”
El conferenciante era un señor impecablemente vestido, con gafas de montura dorada y que enseñaba unos impresionantes gemelos en los puños almidonados de su nívea camisa.
"Porque, queridos corderos de este rebaño confuso que es la sociedad actual, el papel de la mujer en nuestros días está en peligro. Las tentaciones malignas que hacen que los padres envíen a sus hijas a la universidad, traerá la cólera de Dios Nuestro Señor sobre nuestras cabezas. Y además, no sé si se habrán dado cuenta, nos estamos quedando sin el reposo del guerrero que hasta hace bien poco, había permitido que los hombres de bien prosperasen en la vida..."
En el silencio de la audiencia, los ronquidos de Juanita llamaron la atención de D. Renato, que por un momento interrumpió su conferencia, quedando embelesado ante la figura de una joven que dormía a pierna suelta en la tercera fila.
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