Apolo 11, 40 aniversario
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Apolo 11, 40 aniversario
Con motivo del 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, iré colgando algunas cosillas. Hoy, un artículo de El País
En la madrugada del 21 de julio se cumplirán los 40 años de la llegada del hombre a la Luna, a bordo del Apollo 11. Como dijo Armstrong, "un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso a la humanidad". Veamos la herencia que dejó aquella gesta.
Siempre que se habla de los beneficios prácticos de la exploración espacial se ponen como ejemplo materiales como el velcro y el teflón. Es una leyenda urbana más. Ninguno de los dos materiales se inventó para atender a necesidades del viaje a la Luna, aunque sí es cierto que la NASA hizo -y sigue haciendo- uso extensivo de ambos.
Los verdaderos beneficios de los programas espaciales son mucho más sutiles, como los enormes avances en comunicaciones, telemetría, miniaturización electrónica y técnicas criogénicas, por citar sólo unos pocos.
Cuando la NASA empezó su plan para poner hombres en el espacio, las comunicaciones globales eran casi una utopía, limitadas al servicio que pudieran prestar los pocos cables submarinos existentes. Era una época en que la máxima inmediatez la ofrecían los teletipos, en los que las noticias urgentes se anunciaban con repetidos timbrazos.
Hubo que poner a punto una red de comunicaciones de alcance mundial que permitiese estar en contacto con astronautas primero a 200 kilómetros de altura, y después, a 400.000.
Se utilizaron no sólo estaciones terrestres, sino también buques anclados en las zonas en las que no podía obtenerse cobertura por otros medios. Las antenas que siguieron el desembarco en la Luna -en California, Australia y Madrid- siguen operativas hoy en día.Las comunicaciones con la Luna, incluidas las imágenes de televisión que llegaron desde allí eran en formato analógico, el único disponible en la época. Pero para otras misiones -concretamente, los Mariner a Marte- ya se estaban experimentando técnicas digitales. De alguna forma, nuestras cámaras fotográficas y de vídeo trazan su origen a los programas espaciales.
Las naves lunares llevaban a bordo un par de ordenadores de navegación. Comparados con los actuales PC resultan penosamente primitivos: apenas 4 Kbytes de memoria RAM (no megas ni gigas) y 72 Kbytes de ROM.
Los ordenadores no tenían pantalla; tan sólo un display como el de una calculadora y un teclado de 19 teclas. Más o menos, como un teléfono móvil. Tampoco utilizaban disquetes (no existían) ni, menos aún, disco duro. Cada Apollo llevaba el programa para toda la misión escrito y pregrabado en núcleos de ferrita desde antes del despegue. Gracias a eso, la segunda misión a la Luna, el Apollo 12, pudo soportar el impacto de dos rayos durante el despegue sin que se borrase ni un bit de su memoria.
Aun hoy resulta increíble lo que podía conseguirse con un hardware tan elemental. Durante la fase de aterrizaje se encargaba de integrar los datos del radar altimétrico, controlar el impulso del motor principal y de los 16 motores de estabilización, mantener las antenas continuamente orientadas hacia la Tierra y calcular la trayectoria para regresar a la nave nodriza en caso de emergencia. Todo a la vez y con sólo 32 K. Recuérdelo la próxima vez que se queje de que su PC va lento y tiene que ampliarlo.
El programa espacial -y algunos proyectos militares- fueron la fuerza motriz en el desarrollo de la microelectrónica. El cohete lanzador medía 110 metros de altura, pero su cerebro era un anillo de apenas un metro de altura, situado en su parte superior, justo antes de la cápsula propiamente dicha. El resto, pura fuerza bruta: miles y miles de litros de combustible y motores tan potentes que nunca se han vuelto a construir otros iguales. La excelencia en la miniaturización electrónica se cita frecuentemente como una de las razones -pero no la única- que hicieron que Estados Unidos ganase la carrera hacia la Luna.
La mejor herencia del programa Apollo fue el desarrollo de modernas técnicas de gestión. Enfrentados con el problema de coordinar el trabajo de miles de contratistas distribuidos por todo el país, respetando especificaciones y plazos muy estrictos, la NASA se vio obligada a explorar un territorio poco conocido fuera de los ambientes militares, el de los sistemas de planificación y control de producción, que sólo habían sido usados en programas de misiles balísticos como el Polaris y el Minuteman. Esas técnicas, que hoy se utilizan en millares de empresas industriales nacieron a la sombra del programa lunar.
Sólo ocho años
Pero quizá hay una última lección del Apollo. Cuando Kennedy embarcó al país en la carrera, solamente dos astronautas habían volado por el espacio: un ruso y un americano -este último, apenas 15 minutos y aprovechando un cohete táctico de tamaño mediano-.
La NASA no contaba con proyecto previo, ni infraestructura ni naves adecuadas y apenas un puñado de especialistas que empezaban a aprender de sus propios errores. Nadie sabía cómo resolver los problemas de supervivencia fuera de la Tierra. Ni cómo dirigir una cápsula por el espacio. Ni mucho menos cómo enviar algo hasta la Luna y traerlo de regreso. Era, en resumen, la mayor empresa industrial del siglo XX, después del Proyecto Manhattan.
Armstrong pisó la Luna sólo ocho años después de que Kennedy lanzase su reto. Hoy, 40 años después, repetir una gesta así resulta impensable.
En la madrugada del 21 de julio se cumplirán los 40 años de la llegada del hombre a la Luna, a bordo del Apollo 11. Como dijo Armstrong, "un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso a la humanidad". Veamos la herencia que dejó aquella gesta.
Siempre que se habla de los beneficios prácticos de la exploración espacial se ponen como ejemplo materiales como el velcro y el teflón. Es una leyenda urbana más. Ninguno de los dos materiales se inventó para atender a necesidades del viaje a la Luna, aunque sí es cierto que la NASA hizo -y sigue haciendo- uso extensivo de ambos.
Los verdaderos beneficios de los programas espaciales son mucho más sutiles, como los enormes avances en comunicaciones, telemetría, miniaturización electrónica y técnicas criogénicas, por citar sólo unos pocos.
Cuando la NASA empezó su plan para poner hombres en el espacio, las comunicaciones globales eran casi una utopía, limitadas al servicio que pudieran prestar los pocos cables submarinos existentes. Era una época en que la máxima inmediatez la ofrecían los teletipos, en los que las noticias urgentes se anunciaban con repetidos timbrazos.
Hubo que poner a punto una red de comunicaciones de alcance mundial que permitiese estar en contacto con astronautas primero a 200 kilómetros de altura, y después, a 400.000.
Se utilizaron no sólo estaciones terrestres, sino también buques anclados en las zonas en las que no podía obtenerse cobertura por otros medios. Las antenas que siguieron el desembarco en la Luna -en California, Australia y Madrid- siguen operativas hoy en día.Las comunicaciones con la Luna, incluidas las imágenes de televisión que llegaron desde allí eran en formato analógico, el único disponible en la época. Pero para otras misiones -concretamente, los Mariner a Marte- ya se estaban experimentando técnicas digitales. De alguna forma, nuestras cámaras fotográficas y de vídeo trazan su origen a los programas espaciales.
Las naves lunares llevaban a bordo un par de ordenadores de navegación. Comparados con los actuales PC resultan penosamente primitivos: apenas 4 Kbytes de memoria RAM (no megas ni gigas) y 72 Kbytes de ROM.
Los ordenadores no tenían pantalla; tan sólo un display como el de una calculadora y un teclado de 19 teclas. Más o menos, como un teléfono móvil. Tampoco utilizaban disquetes (no existían) ni, menos aún, disco duro. Cada Apollo llevaba el programa para toda la misión escrito y pregrabado en núcleos de ferrita desde antes del despegue. Gracias a eso, la segunda misión a la Luna, el Apollo 12, pudo soportar el impacto de dos rayos durante el despegue sin que se borrase ni un bit de su memoria.
Aun hoy resulta increíble lo que podía conseguirse con un hardware tan elemental. Durante la fase de aterrizaje se encargaba de integrar los datos del radar altimétrico, controlar el impulso del motor principal y de los 16 motores de estabilización, mantener las antenas continuamente orientadas hacia la Tierra y calcular la trayectoria para regresar a la nave nodriza en caso de emergencia. Todo a la vez y con sólo 32 K. Recuérdelo la próxima vez que se queje de que su PC va lento y tiene que ampliarlo.
El programa espacial -y algunos proyectos militares- fueron la fuerza motriz en el desarrollo de la microelectrónica. El cohete lanzador medía 110 metros de altura, pero su cerebro era un anillo de apenas un metro de altura, situado en su parte superior, justo antes de la cápsula propiamente dicha. El resto, pura fuerza bruta: miles y miles de litros de combustible y motores tan potentes que nunca se han vuelto a construir otros iguales. La excelencia en la miniaturización electrónica se cita frecuentemente como una de las razones -pero no la única- que hicieron que Estados Unidos ganase la carrera hacia la Luna.
La mejor herencia del programa Apollo fue el desarrollo de modernas técnicas de gestión. Enfrentados con el problema de coordinar el trabajo de miles de contratistas distribuidos por todo el país, respetando especificaciones y plazos muy estrictos, la NASA se vio obligada a explorar un territorio poco conocido fuera de los ambientes militares, el de los sistemas de planificación y control de producción, que sólo habían sido usados en programas de misiles balísticos como el Polaris y el Minuteman. Esas técnicas, que hoy se utilizan en millares de empresas industriales nacieron a la sombra del programa lunar.
Sólo ocho años
Pero quizá hay una última lección del Apollo. Cuando Kennedy embarcó al país en la carrera, solamente dos astronautas habían volado por el espacio: un ruso y un americano -este último, apenas 15 minutos y aprovechando un cohete táctico de tamaño mediano-.
La NASA no contaba con proyecto previo, ni infraestructura ni naves adecuadas y apenas un puñado de especialistas que empezaban a aprender de sus propios errores. Nadie sabía cómo resolver los problemas de supervivencia fuera de la Tierra. Ni cómo dirigir una cápsula por el espacio. Ni mucho menos cómo enviar algo hasta la Luna y traerlo de regreso. Era, en resumen, la mayor empresa industrial del siglo XX, después del Proyecto Manhattan.
Armstrong pisó la Luna sólo ocho años después de que Kennedy lanzase su reto. Hoy, 40 años después, repetir una gesta así resulta impensable.
"The surface of the Earth is the shore of the cosmic ocean...and the ocean beckons us.There is a part of us knowing that we come from there.We want to return"
Carl Edward Sagan
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Lo siento DrSagan, pero yo soy un ``apoloesceptico´´ y no creo que hayamos llegado en el 69 a la Luna.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
El lanzamiento
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
La tripulación: Armstrong, Aldrin y Collins
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
El traje de paseo
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Una pena que el programa espacial sólo se desarrollase a la sombra de la Guerra Fría... de tal modo que, cuando ésta acabó, el programa espacial también. Recuerdo leer revistas de "Muy Interesante" (revisa de divulgación científica para el gran público) de los años 80 en los que se hacían preciosos dibujos de las primeras bases lunares en el año 2000. ¿Dónde están esas bases?
Insisto en construir el ascensor espacial para abaratar tremendamente los costes de la exploración espacial. Mäs info aquí: viewtopic.php?f=26&t=1685
Un abrazo.
Insisto en construir el ascensor espacial para abaratar tremendamente los costes de la exploración espacial. Mäs info aquí: viewtopic.php?f=26&t=1685
Amén compañero. Se pueden hacer programas complicadísimos en lenguaje ensamblador o en Lenguaje C sin necesidad de megas y megas de memoria. El resto es paja, interfaz, belleza, etc.DrSagan escribió:Aun hoy resulta increíble lo que podía conseguirse con un hardware tan elemental. Durante la fase de aterrizaje se encargaba de integrar los datos del radar altimétrico, controlar el impulso del motor principal y de los 16 motores de estabilización, mantener las antenas continuamente orientadas hacia la Tierra y calcular la trayectoria para regresar a la nave nodriza en caso de emergencia. Todo a la vez y con sólo 32 K. Recuérdelo la próxima vez que se queje de que su PC va lento y tiene que ampliarlo.
Un abrazo.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Darkko escribió:Lo siento DrSagan, pero yo soy un ``apoloesceptico´´ y no creo que hayamos llegado en el 69 a la Luna.
"La innegable presencia de los retrorreflectores láser en la superficie lunar ha sido utilizada como un argumento para refutar las afirmaciones de que los alunizajes Apolo eran falsos."
Creyente en NO DIOS
"Se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo y a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo"
A. Lincoln
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Desgraciadamente actualmente el gobierno norteamericano prefiere invertir pasta en su "lucha contra el terrorismo" que en la NASA y lo que podriamos estar consiguiendo ahora.
"El miedo fue lo primero que dio en el mundo nacimiento a los dioses"
Estacio.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Estamos a orillas del océano cósmico, escribió Carl Sagan en Cosmos. Hace 40 años, dimos nuestro primer paso titubeante en ese océano. Tres hombres, apoyados por un ejército de colaboradores, sacaron por primera vez a la Humanidad de su hogar ancestral. ¿Que esto fué consecuencia de la guerra fría? Si. ¿Que ha dejado un legado extraordinario? También. Los recursos de nuestro planeta son finitos, y el porvenir de la raza humana está íntimamente ligado a la continuidad de los programas espaciales. No hablo de décadas, sino de siglos... tenemos una tendencia al corto plazo que me asusta. De momento, Marte nos espera. Luego, quizá el cinturón de asteroides, y cuando nuestro Sol se haya convertido en una agonizante gigante roja y nuestro planeta haya desparecido, quizá los planetas exteriores, o incluso colonias espaciales errantes por la Vía Láctea. Esto de momento es especulación pura, pero también lo era un viaje a la Luna para Luciano de Samosata. Así pues, hoy rindo homenaje a Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, nuestros embajadores allá arriba, y un emocionado recuerdo para todos los que han perdido sus vidas en este apasionante viaje. Como colofón, una poesía de Jorge Luis Borges:
Dos hombres caminaron por la luna,
Otros después. ¿Qué puede la palabra,
Qué puede lo que el arte sueña y labra,
Ante su real y casi irreal fortuna?
Ebrios de horror divino y de aventura,
Esos hijos de Whitman han pisado
El páramo lunar, el inviolado
Orbe que, antes de Adán, pasa y perdura.
El amor de Endimión en su montaña,
El hipogrifo, la curiosa esfera
De Wells, que en mi recuerdo es verdadera,
Se confirman. De todos es la hazaña.
o hay en la tierra un hombre que no sea
Hoy más valiente y más feliz. El día
Inmemorial se exalta de energía
Por la sola virtud de la Odisea
De esos amigos mágicos. La luna,
Que el amor secular busca en el cielo
Con triste rostro y no saciado anhelo,
Será su monumento, eterna y una.
Dos hombres caminaron por la luna,
Otros después. ¿Qué puede la palabra,
Qué puede lo que el arte sueña y labra,
Ante su real y casi irreal fortuna?
Ebrios de horror divino y de aventura,
Esos hijos de Whitman han pisado
El páramo lunar, el inviolado
Orbe que, antes de Adán, pasa y perdura.
El amor de Endimión en su montaña,
El hipogrifo, la curiosa esfera
De Wells, que en mi recuerdo es verdadera,
Se confirman. De todos es la hazaña.
o hay en la tierra un hombre que no sea
Hoy más valiente y más feliz. El día
Inmemorial se exalta de energía
Por la sola virtud de la Odisea
De esos amigos mágicos. La luna,
Que el amor secular busca en el cielo
Con triste rostro y no saciado anhelo,
Será su monumento, eterna y una.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
ah, Cosmos, marravilloso libro.Me lo lei enterito y aprendi mucho del universo con el.Tambien recuerdo un pasaje en el que Carl Sagan decia que si el espiritu jonio hubiese triunfado ahora podriamos haber llegado a alpha centauri y estariamos explorando la via lactea.DrSagan escribió:Estamos a orillas del océano cósmico, escribió Carl Sagan en Cosmos. Hace 40 años, dimos nuestro primer paso titubeante en ese océano. Tres hombres, apoyados por un ejército de colaboradores, sacaron por primera vez a la Humanidad de su hogar ancestral. ¿Que esto fué consecuencia de la guerra fría? Si. ¿Que ha dejado un legado extraordinario? También. Los recursos de nuestro planeta son finitos, y el porvenir de la raza humana está íntimamente ligado a la continuidad de los programas espaciales. No hablo de décadas, sino de siglos... tenemos una tendencia al corto plazo que me asusta. De momento, Marte nos espera. Luego, quizá el cinturón de asteroides, y cuando nuestro Sol se haya convertido en una agonizante gigante roja y nuestro planeta haya desparecido, quizá los planetas exteriores, o incluso colonias espaciales errantes por la Vía Láctea. Esto de momento es especulación pura, pero también lo era un viaje a la Luna para Luciano de Samosata. Así pues, hoy rindo homenaje a Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, nuestros embajadores allá arriba, y un emocionado recuerdo para todos los que han perdido sus vidas en este apasionante viaje. Como colofón, una poesía de Jorge Luis Borges:
Dos hombres caminaron por la luna,
Otros después. ¿Qué puede la palabra,
Qué puede lo que el arte sueña y labra,
Ante su real y casi irreal fortuna?
Ebrios de horror divino y de aventura,
Esos hijos de Whitman han pisado
El páramo lunar, el inviolado
Orbe que, antes de Adán, pasa y perdura.
El amor de Endimión en su montaña,
El hipogrifo, la curiosa esfera
De Wells, que en mi recuerdo es verdadera,
Se confirman. De todos es la hazaña.
o hay en la tierra un hombre que no sea
Hoy más valiente y más feliz. El día
Inmemorial se exalta de energía
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Los seres terrestres se percataron de la existencia de la Luna por primera vez hace unos 300 millones de años. De noche, su luz era la única guía que tenían, hasta que aparecieron los humanos y descubrieron el fuego, y luego la pintura, la música y la poesía. A lo largo de los siglos, los griegos de la antigüedad, Shakespeare, Beethoven, Van Gogh, García Lorca y otros genios vieron una fuente de inspiración en la gran esfera blanca, siempre misteriosa e inalcanzable. Hasta que hace exactamente 40 años, por primera vez en la historia del universo, un ser humano pisó su superficie. Y lo vimos y lo oímos, los que tuvimos la suerte de estar vivos, en directo por televisión. Fue como si hubiéramos seguido en nuestras pantallas la llegada a América de Cristóbal Colón, sólo que esta aventura fue infinitamente más osada y peligrosa. Los tres conquistadores del Apolo 11 no viajaron al fin del mundo; viajaron a otro mundo. Lo dijo Andrew Smith, autor del libro definitivo sobre los astronautas del programa espacial Apolo: el espectáculo televisivo de aquellos días fue "el teatro más alucinante de todos los tiempos".
Fue la ciencia al servicio del arte. Los hombres fríos, matemáticos de la NASA -ninguno más frío que el comandante de la misión, Neil Armstrong-, crearon un reality show cuyo dramatismo jamás ha sido superado por la ficción.
El despegue del cohete Saturno V, de la altura de un edificio de 35 pisos y con un consumo de 3.785 litros de combustible por segundo, tuvo su punto de emoción, como lo tuvo la partida de Colón y sus tres carabelas del puerto de Palos. Sólo que en este caso la comitiva que se despidió de los tres astronautas a bordo -Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins- consistió en 500 millones de personas de todas las razas y todos los continentes; entre ellos, el novelista de ciencia-ficción Arthur C. Clarke. "... five, four, three, two, one: we have lift-off!", anunció Jack King, "la voz de Apolo", y en ese instante, dijo Clarke, "lloré por primera vez en 20 años y recé por primera vez en 40". Pero esa escena ya se había filmado; la había patentado ocho años antes el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.
Muchos más llantos y rezos se oyeron cuatro días después cuando el módulo lunar, el Eagle, un aparato de aspecto absurdamente frágil, como si se hubiera armado con piezas de mecano y papel de aluminio para una película en blanco y negro de los años treinta, comenzó el descenso a la Luna. Columbia, la nave madre, la que les tenía que devolver a la Tierra, se quedó en órbita, con Collins al mando. Aldrin y Armstrong, el piloto del Eagle, hablaban continuamente con Mission Control en Houston. Como si de un Gran Hermano se tratase, con los participantes a 384.000 kilómetros de distancia, oíamos todo lo que se decían y pensábamos: ¿qué pasa si la superficie de la Luna consiste en polvo movedizo y se hunde el aparato, y mueren ahogados los astronautas? O nos preguntábamos los más pequeños, o los más ignorantes: ¿y si resulta que hay habitantes en la Luna? ¿Habitantes hostiles? O una posibilidad más realista: si el Eagle aterriza mal, por ejemplo, sobre un lugar inclinado, y vuelca, ¿cómo podrán despegar? ¿Presenciaremos el espectáculo de la muerte lenta de dos seres humanos en la Luna?
De todos, el que delató menos nervios fue el que tenía más motivos para tenerlos, Neil Armstrong. No sólo tenía su propia muerte a la vista, no sólo saltaron de repente luces de alarma dentro del módulo (Armstrong las ignoró, sospechando, correctamente, que la orden electrónica de abortar la misión era un error), sino que detectó en el último momento que había unas grandes rocas en el lugar escogido para aterrizar. Con lo cual tuvo que planear sobre la Luna utilizando el control manual, como si el Eagle fuera un helicóptero, buscando en la semioscuridad un espacio de tierra blanca llano, liso y seguro. Pasaron los segundos, como si fueran horas, ante un silencio aterrador. Nunca tanta gente vivió simultáneamente tanto suspense, y eso que no sabíamos los telespectadores del planeta azul, tan pequeñito y lejano de repente, que el combustible se estaba agotando. Cuando por fin el módulo tocó tierra y Armstrong hizo la famosa declaración: "The 'Eagle' has landed", el Eagle ha aterrizado, Mission Control explotó en júbilo, y el resto del mundo, también. Pero la sensación de susto no se había extinguido. La respuesta del interlocutor de Armstrong en Houston, que sabía que si hubieran pasado 25 segundos más el combustible se habría agotado, fue: "Tienes unos tipos aquí que estaban a punto de ponerse azules. Hemos vuelto a respirar".
Ésa fue la sensación de todos, como si no sólo la Luna careciera de oxígeno, sino, en aquel momento, la Tierra también.
Armstrong bajó primero por la escalerita de la nave, sin que la arena blanca le tragara; dijo su frase inmortal, aquella que sus guionistas le habían preparado sobre un paso pequeño para un hombre y un gran salto para la humanidad; pasados 19 minutos, emergió Aldrin y, como en toda buena película cuando el bien vence al mal, la tensión dio paso al alivio; la tragedia, a la comedia. Y empezó la celebración. Colocaron una cámara de televisión, plantaron la bandera americana, tiesa como un cartón en la no gravedad de la Luna(1), y los dos, vestidos de blanco, empezaron a descubrir el territorio conquistado, dando brincos de canguro a cámara lenta, un baile sin música, en el insólito escenario ("magníficamente desolado", diría Aldrin), de la Luna.
El que no estaba participando de la fiesta era Michael Collins, que después escribiría que le daba a sus compañeros no más de un 50% de posibilidades de llegar a la Luna, despegar de ella y reconectar con su nave, la Columbia. Collins estaba mucho más nervioso que sus dos compañeros, aterrado ante la posibilidad ("viví un terror secreto", confesaría más tarde) de que recibiría la orden de abandonar a Aldrin y Armstrong y volver a casa solo. El temor del astronauta lo compartía la casi totalidad de la especie humana. Si había existido una cierta duda acerca de la capacidad del cohete Saturno de despegar de la Tierra, mucho más motivo había para pensar que aquel aparato con pinta de juguete de lata carecería de la potencia necesaria para ascender los 100 kilometros que lo separaban del Columbia. El recuerdo de los dos astronautas muriéndose en televisión, a cámara lenta, se conservaría en la memoria de Collins y en la memoria colectiva de la humanidad para siempre.
Pero el Eagle despegó, los tres aventureros espaciales tuvieron su feliz reencuentro, volvieron a la Tierra y fueron recibidos como héroes en Nueva York y Washington, y en muchas grandes capitales del mundo. Y entonces Armstrong, convertido en famoso en la Luna, casi desapareció de la faz de la tierra. Se volvió un recluso, negándose a dar entrevistas a los medios. Pero sí dejó caer un par de frases dignas de un hombre que tuvo la sabiduría de reconocer que la celebridad podría ser dañina para su salud mental. Cuando le preguntaron un día por qué no quería aceptar la gloria que el mundo le quería otorgar, respondió: "Porque, sencillamente, no me la merezco". Tenía razón, del mismo modo que un gran actor de cine no se merece toda la gloria por más grande que haya sido la película en la que él ha sido el protagonista. El primer viaje a la Luna fue una superproducción en la que medio millón de personas, desde el director del proyecto en Houston hasta los que cosieron los uniformes de los astronautas, todas, tuvieron su papel.
Hay quien dice que ese colosal esfuerzo fue una pérdida de tiempo; que al final no hubo ningún gran salto para la humanidad. Tales comentarios los suele hacer gente práctica, de mente cerradamente científica, poco dada a soñar; gente que no entiende que escribir una gran poesía, hacer una gran película o ascender al Everest o a la Luna da sentido y gloria a la vida. Tampoco entienden que aquel épico viaje, al mostrarnos imágenes del insignificante lugar que ocupa nuestro mundo en el universo, nos dio a todos una lección de humildad tan imborrable como las huellas de los astronautas en la superficie lunar.
Armstrong, científico y soñador, sí lo entendió. Su otra frase célebre tras regresar del espacio fue a propósito de una observación que él mismo había hecho. Dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano. "¿Eso hizo que se sintiera muy grande?", le preguntaron. "No", respondió, "hizo que me sintiera muy, muy pequeño".
Jonn Carlin
(1) Esto es un errata. En la Luna lo que no hay es atmósfera, naturalmente que hay gravedad.
Fue la ciencia al servicio del arte. Los hombres fríos, matemáticos de la NASA -ninguno más frío que el comandante de la misión, Neil Armstrong-, crearon un reality show cuyo dramatismo jamás ha sido superado por la ficción.
El despegue del cohete Saturno V, de la altura de un edificio de 35 pisos y con un consumo de 3.785 litros de combustible por segundo, tuvo su punto de emoción, como lo tuvo la partida de Colón y sus tres carabelas del puerto de Palos. Sólo que en este caso la comitiva que se despidió de los tres astronautas a bordo -Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins- consistió en 500 millones de personas de todas las razas y todos los continentes; entre ellos, el novelista de ciencia-ficción Arthur C. Clarke. "... five, four, three, two, one: we have lift-off!", anunció Jack King, "la voz de Apolo", y en ese instante, dijo Clarke, "lloré por primera vez en 20 años y recé por primera vez en 40". Pero esa escena ya se había filmado; la había patentado ocho años antes el astronauta soviético Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.
Muchos más llantos y rezos se oyeron cuatro días después cuando el módulo lunar, el Eagle, un aparato de aspecto absurdamente frágil, como si se hubiera armado con piezas de mecano y papel de aluminio para una película en blanco y negro de los años treinta, comenzó el descenso a la Luna. Columbia, la nave madre, la que les tenía que devolver a la Tierra, se quedó en órbita, con Collins al mando. Aldrin y Armstrong, el piloto del Eagle, hablaban continuamente con Mission Control en Houston. Como si de un Gran Hermano se tratase, con los participantes a 384.000 kilómetros de distancia, oíamos todo lo que se decían y pensábamos: ¿qué pasa si la superficie de la Luna consiste en polvo movedizo y se hunde el aparato, y mueren ahogados los astronautas? O nos preguntábamos los más pequeños, o los más ignorantes: ¿y si resulta que hay habitantes en la Luna? ¿Habitantes hostiles? O una posibilidad más realista: si el Eagle aterriza mal, por ejemplo, sobre un lugar inclinado, y vuelca, ¿cómo podrán despegar? ¿Presenciaremos el espectáculo de la muerte lenta de dos seres humanos en la Luna?
De todos, el que delató menos nervios fue el que tenía más motivos para tenerlos, Neil Armstrong. No sólo tenía su propia muerte a la vista, no sólo saltaron de repente luces de alarma dentro del módulo (Armstrong las ignoró, sospechando, correctamente, que la orden electrónica de abortar la misión era un error), sino que detectó en el último momento que había unas grandes rocas en el lugar escogido para aterrizar. Con lo cual tuvo que planear sobre la Luna utilizando el control manual, como si el Eagle fuera un helicóptero, buscando en la semioscuridad un espacio de tierra blanca llano, liso y seguro. Pasaron los segundos, como si fueran horas, ante un silencio aterrador. Nunca tanta gente vivió simultáneamente tanto suspense, y eso que no sabíamos los telespectadores del planeta azul, tan pequeñito y lejano de repente, que el combustible se estaba agotando. Cuando por fin el módulo tocó tierra y Armstrong hizo la famosa declaración: "The 'Eagle' has landed", el Eagle ha aterrizado, Mission Control explotó en júbilo, y el resto del mundo, también. Pero la sensación de susto no se había extinguido. La respuesta del interlocutor de Armstrong en Houston, que sabía que si hubieran pasado 25 segundos más el combustible se habría agotado, fue: "Tienes unos tipos aquí que estaban a punto de ponerse azules. Hemos vuelto a respirar".
Ésa fue la sensación de todos, como si no sólo la Luna careciera de oxígeno, sino, en aquel momento, la Tierra también.
Armstrong bajó primero por la escalerita de la nave, sin que la arena blanca le tragara; dijo su frase inmortal, aquella que sus guionistas le habían preparado sobre un paso pequeño para un hombre y un gran salto para la humanidad; pasados 19 minutos, emergió Aldrin y, como en toda buena película cuando el bien vence al mal, la tensión dio paso al alivio; la tragedia, a la comedia. Y empezó la celebración. Colocaron una cámara de televisión, plantaron la bandera americana, tiesa como un cartón en la no gravedad de la Luna(1), y los dos, vestidos de blanco, empezaron a descubrir el territorio conquistado, dando brincos de canguro a cámara lenta, un baile sin música, en el insólito escenario ("magníficamente desolado", diría Aldrin), de la Luna.
El que no estaba participando de la fiesta era Michael Collins, que después escribiría que le daba a sus compañeros no más de un 50% de posibilidades de llegar a la Luna, despegar de ella y reconectar con su nave, la Columbia. Collins estaba mucho más nervioso que sus dos compañeros, aterrado ante la posibilidad ("viví un terror secreto", confesaría más tarde) de que recibiría la orden de abandonar a Aldrin y Armstrong y volver a casa solo. El temor del astronauta lo compartía la casi totalidad de la especie humana. Si había existido una cierta duda acerca de la capacidad del cohete Saturno de despegar de la Tierra, mucho más motivo había para pensar que aquel aparato con pinta de juguete de lata carecería de la potencia necesaria para ascender los 100 kilometros que lo separaban del Columbia. El recuerdo de los dos astronautas muriéndose en televisión, a cámara lenta, se conservaría en la memoria de Collins y en la memoria colectiva de la humanidad para siempre.
Pero el Eagle despegó, los tres aventureros espaciales tuvieron su feliz reencuentro, volvieron a la Tierra y fueron recibidos como héroes en Nueva York y Washington, y en muchas grandes capitales del mundo. Y entonces Armstrong, convertido en famoso en la Luna, casi desapareció de la faz de la tierra. Se volvió un recluso, negándose a dar entrevistas a los medios. Pero sí dejó caer un par de frases dignas de un hombre que tuvo la sabiduría de reconocer que la celebridad podría ser dañina para su salud mental. Cuando le preguntaron un día por qué no quería aceptar la gloria que el mundo le quería otorgar, respondió: "Porque, sencillamente, no me la merezco". Tenía razón, del mismo modo que un gran actor de cine no se merece toda la gloria por más grande que haya sido la película en la que él ha sido el protagonista. El primer viaje a la Luna fue una superproducción en la que medio millón de personas, desde el director del proyecto en Houston hasta los que cosieron los uniformes de los astronautas, todas, tuvieron su papel.
Hay quien dice que ese colosal esfuerzo fue una pérdida de tiempo; que al final no hubo ningún gran salto para la humanidad. Tales comentarios los suele hacer gente práctica, de mente cerradamente científica, poco dada a soñar; gente que no entiende que escribir una gran poesía, hacer una gran película o ascender al Everest o a la Luna da sentido y gloria a la vida. Tampoco entienden que aquel épico viaje, al mostrarnos imágenes del insignificante lugar que ocupa nuestro mundo en el universo, nos dio a todos una lección de humildad tan imborrable como las huellas de los astronautas en la superficie lunar.
Armstrong, científico y soñador, sí lo entendió. Su otra frase célebre tras regresar del espacio fue a propósito de una observación que él mismo había hecho. Dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano. "¿Eso hizo que se sintiera muy grande?", le preguntaron. "No", respondió, "hizo que me sintiera muy, muy pequeño".
Jonn Carlin
(1) Esto es un errata. En la Luna lo que no hay es atmósfera, naturalmente que hay gravedad.
"The surface of the Earth is the shore of the cosmic ocean...and the ocean beckons us.There is a part of us knowing that we come from there.We want to return"
Carl Edward Sagan
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Entonces contestad a esto:
Por que al despegar la nave en la luna, en los videos nisiquiera se levanta el polvo debajo de la nave, cuando en realidad se deberia haber creado un pequeño crater?
Sin una atmosfera tan densa, casi nula en la luna, se tendria que ver un panorama espectacular de los demas planetas y estrellas y sin embargo ningun astronauta hace ninguna foto con suficiente tiempo de exposicion para que se vieran. De hecho, en la rueda de prensa dada al volver a la tierra casi ni lo mencionan. Por que?
Por que en algunas fotos las sombras del modulo, los astronautas y las piedras mas cercanas van para un lado y las piedras mas lejanas tienen la sombra orientada hacia otro lado?
En la luna eran capaces de dar saltos de 3 metros,pero el salto más alto de los astronautas fue de 50 cm.Quien no aprovecharia de brincar a lo loco en una oportunidad unica en la vida?
Y respecto a lo de que la bandera esta hecha con esa forma que da la sensacion de ondear, hay fotos en las que se ve que tiene diferente forma en unas y en otras.
Por que al despegar la nave en la luna, en los videos nisiquiera se levanta el polvo debajo de la nave, cuando en realidad se deberia haber creado un pequeño crater?
Sin una atmosfera tan densa, casi nula en la luna, se tendria que ver un panorama espectacular de los demas planetas y estrellas y sin embargo ningun astronauta hace ninguna foto con suficiente tiempo de exposicion para que se vieran. De hecho, en la rueda de prensa dada al volver a la tierra casi ni lo mencionan. Por que?
Por que en algunas fotos las sombras del modulo, los astronautas y las piedras mas cercanas van para un lado y las piedras mas lejanas tienen la sombra orientada hacia otro lado?
En la luna eran capaces de dar saltos de 3 metros,pero el salto más alto de los astronautas fue de 50 cm.Quien no aprovecharia de brincar a lo loco en una oportunidad unica en la vida?
Y respecto a lo de que la bandera esta hecha con esa forma que da la sensacion de ondear, hay fotos en las que se ve que tiene diferente forma en unas y en otras.
Re: Apolo 11, 40 aniversario
Yo no creo que hayamos alunizado en el 69, me mantengo escéptico ante ese hecho! Existen muchas teorías de conspiración.
Hay muchos otros planteamientos que dicen que tomar fotografías en la luna seria imposible, pues los rayos X y los ultravioletas arruinarían los rollos de las cámaras al no existir la protección de una atmósfera, y las temperaturas bajas serian un problema mas para el buen funcionamiento de las mismas, sumándole que las cámaras que portaban no tenia ninguna protección adicional... que raro no.
Al final considero que habrá que dudar, sobre todo por la época en la que fue el suceso, y los demás acontecimientos que se daban en el mundo. La guerra fría, una batalla que se llevo a los laboratorios científicos. Una guerra que exigía altos niveles tecnológicos, llegar a la luna antes que los Rusos pudo haber sido una meta y un gane para los Estados Unidos. Por fin cada quien puede sacar sus conclusiones.
Pero bueno, si nos engañaron o no... sera un misterio...
Es curioso no ver estrellas en las imágenes, no mas que un fondo negro!!! Yo no hubiese perdido una oportunidad única en mi vida de fotografiar el universo sin los obstáculos de una atmósfera.Darkko escribió: Sin una atmosfera tan densa, casi nula en la luna, se tendria que ver un panorama espectacular de los demas planetas y estrellas y sin embargo ningun astronauta hace ninguna foto con suficiente tiempo de exposicion para que se vieran.otras.
Hay muchos otros planteamientos que dicen que tomar fotografías en la luna seria imposible, pues los rayos X y los ultravioletas arruinarían los rollos de las cámaras al no existir la protección de una atmósfera, y las temperaturas bajas serian un problema mas para el buen funcionamiento de las mismas, sumándole que las cámaras que portaban no tenia ninguna protección adicional... que raro no.
Al final considero que habrá que dudar, sobre todo por la época en la que fue el suceso, y los demás acontecimientos que se daban en el mundo. La guerra fría, una batalla que se llevo a los laboratorios científicos. Una guerra que exigía altos niveles tecnológicos, llegar a la luna antes que los Rusos pudo haber sido una meta y un gane para los Estados Unidos. Por fin cada quien puede sacar sus conclusiones.
Pero bueno, si nos engañaron o no... sera un misterio...
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
El objetivo de este hilo es homenajaear a los particpantes del Programa Apollo. No entraré en discusiones magufas ni conspiranoicas. Sólo recomiendo este libro: "la conspiración lunar ¡vaya timo!", en editorial Laetoli. Comprendo que la conspiranoia es muy rentable, y que los magufos se emocionan con ella...pero la realidad, como siempre, es mucho más bella, sencilla y elegante.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Una imagen de los precursores, el Apollo 9
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Las dudas estan alli, el que quiera contestar, contesta, el que no, no.Ademas, este es el mejor hilo para discutir este tema, ya que yo considero que un fraude no merece ser homenajeado.Y creo que no soy el unico.DrSagan escribió:El objetivo de este hilo es homenajaear a los particpantes del Programa Apollo. No entraré en discusiones magufas ni conspiranoicas. Sólo recomiendo este libro: "la conspiración lunar ¡vaya timo!", en editorial Laetoli. Comprendo que la conspiranoia es muy rentable, y que los magufos se emocionan con ella...pero la realidad, como siempre, es mucho más bella, sencilla y elegante.
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
Las esplicaciones que dan la mayoria de lo escepticos son tan inverocimiles como la de los propios creyentes en dios, y solo se debe a la ignorancia sobre lo que hablan, ningun esceptico fue a preguntar al McDonald Laser Ranging Station de la University of Texas McDonald Observatory, o a Station de Télémétrie Laser-Lune en Francia si funcionan los reflectores dejados desde 1969, mmm.... porque sera, con respecto a esto
Seguro no viste ningun despegue del modulo lunar, cuando lo veas fijate que se encuentra sobre una base que sirvio para el desenso y sirvio como plataforma de despegue, impidiendo el contanto con el suelo lunar...Darkko escribió:Por que al despegar la nave en la luna, en los videos nisiquiera se levanta el polvo debajo de la nave, cuando en realidad se deberia haber creado un pequeño crater?
Si buscaras sobre las camaras usadas en esa epoca, si bien fueron de avansada en ese momento, solo podian imprimir con mucha luz, incluso hoy es dificil fotografiar el cielo nocturno con una buena camara, ademas que fue una mision casi militar y el tiempo fue escaso y no estaba programado.Darkko escribió:Sin una atmosfera tan densa, casi nula en la luna, se tendria que ver un panorama espectacular de los demas planetas y estrellas y sin embargo ningun astronauta hace ninguna foto con suficiente tiempo de exposicion para que se vieran. De hecho, en la rueda de prensa dada al volver a la tierra casi ni lo mencionan. Por que?
Esto cualquier fotografo te lo esplicaria, depende de las deformaciones del piso, segun el angulo de inclinacion las sombras se puden variar.Darkko escribió:Por que en algunas fotos las sombras del modulo, los astronautas y las piedras mas cercanas van para un lado y las piedras mas lejanas tienen la sombra orientada hacia otro lado?
Bien lo dices, solo un LOCO correria el riesgo que en la caida se desgarrara el traje y morir ¿solo por una oportunidad unica?, sabias que NO fueron de vacaciones, fue una mision planificada segundo a segundo, no podian hacer nada fuera de lo programado.Darkko escribió:En la luna eran capaces de dar saltos de 3 metros,pero el salto más alto de los astronautas fue de 50 cm.Quien no aprovecharia de brincar a lo loco en una oportunidad unica en la vida?
Sabias que es de tela, y es una propiedad fisica el de las ondas, si nada las frena, como una atmosfera talvez, sigen llendo y viniendo por en paño.Darkko escribió: Y respecto a lo de que la bandera esta hecha con esa forma que da la sensacion de ondear, hay fotos en las que se ve que tiene diferente forma en unas y en otras.
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"Se puede engañar a una parte del pueblo todo el tiempo y a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo"
A. Lincoln
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Re: Apolo 11, 40 aniversario
¿Sabéis lo que es un off-topic? Si lo ignoráis, mirad en Google. Quien quiera discutir sobre conspiranoia, fantasmas, el Yeti o los hombrecillos verdes, tiene entera libertad para abrir un hilo al respecto, y si alguien como Olteko tiene la paciencia para contestaros, pues discutís sobre ello.
http://es.wikipedia.org/wiki/Off_topic
http://es.wikipedia.org/wiki/Off_topic
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