FuenteLa tradición española revivió con fuerza tras la llegada de un famoso "matador" al país:
Los años en que las corridas de toros regresaron a la sociedad chilena
Aunque en 1823 el Senado las prohibió, en Colchagua la orden se desoyó y en 1868 la localidad se convirtió en el principal escenario de Chile para las corridas de toros. A principios de 1900 ya había espectáculos en Providencia, Valparaíso y Concepción, mientras algunos empresarios montaron una plaza portátil para realizar estos eventos a lo largo del país: el boom era nacional.
"Conocido el entusiasmo que en nuestro público ha despertado el arte del toreo, y como una sola plaza se hace a veces insuficiente para contener a los numerosos aficionados, una sociedad iniciará la construcción de una nueva plaza, cuya ubicación se ha escogido en la calle Pio IX. Quedará en frente al Mapocho (...) y el nombre que llevará será el de España''.
Este artículo, publicado en "El Mercurio" el 4 de septiembre de 1900, da cuenta de la importancia que las corridas de toros llegaron a tener en Chile a principios del siglo XX, pese a que una ley emanada del Senado en 1823 las prohibía.
Antes de esa fecha, y en plena Colonia, este tipo de competencias eran pan de cada día en Santiago. De hecho, la primera corrida de toros se realizó en Santiago en 1555.
"Se habilitó para ello la plaza mayor con tolderías y tablados, durante los días de San Juan, Santiago Apóstol y Nuestra Señora de Agosto, es decir, para la festividad del Tránsito'', revela la historiadora de la Universidad de los Andes, Isabel Cruz, en su libro "La fiesta: metamorfosis de lo cotidiano''.
En esa época (ver recuadro), el toreo -que se hacía mayoritariamente a caballo- no terminaba con la muerte del animal, sino que esta la ejecutaban sus "peones''. Ello hasta principios del siglo XVIII, cuando en Chile comenzaron el toreo "de a pie" y los intentos por crear una plaza de toros, con la férrea oposición de la Iglesia. De hecho, en 1730 el obispo de Santiago dictó la excomunión de todas las personas que asistieron a una emblemática corrida realizada para reunir fondos tras el terremoto de ese año.
La primera plaza de toros se construyó recién en 1760. Sin embargo, la decisión del Senado en 1823, que prohibió las corridas, frenó el desarrollo de la actividad con algunas excepciones, como el caso de Colchagua.
Según consta en el libro "Diversiones y juegos populares, formas de sociabilidad y crítica social: Colchagua 1850-1880", del historiador de la UC, Fernando Purcell, en esa ciudad nunca dejó de practicarse el toreo, por lo menos antes de 1900.
El fuerte regreso
La llegada a Chile del torero español Aransaez, en 1889, marcó el regreso de las corridas de toros a nivel masivo. Para volver a instaurarlas, pese a la normativa que lo impedía, creó un concepto nuevo: los "simulacros" de corridas de toros.
"Creció de nuevo el entusiasmo: lo difícil era conseguir que la autoridad diera permiso, pero el primer alcalde de la comuna de Providencia, don Wenceslao Sánchez, quien era un abogado de agallas, estudió el asunto y concedió permiso para que se estableciera una plaza interina en el Frontón Ballesteros, en dicha comuna'', revela un texto publicado en la Revista Sucesos del 14 de marzo de 1903, que cuenta la historia del toreo en Chile.
De hecho, en 1900 la construcción de una plaza de toros en Providencia estaba muy avanzada, tal como lo muestra el artículo de "El Mercurio".
Mientras, varias ciudades de Chile ya estudiaban poner en marcha sus propios recintos.
Pese a esto, no dejó de haber controversias. Las autoridades pidieron prohibir los "simulacros de corridas de toros'', pero sus argumentos fueron desestimados por la Corte Suprema, la que dio la luz verde.
Por ese entonces, los nuevos recintos para torear fueron bautizados como "Plaza-Circo'', y al nuevo punto en Providencia se sumaron tres plazas en Valparaíso -en el Puente Jaime, en Las Delicias y Playa Ancha-, además de otras en Concepción, Talca, Curicó, Los Ángeles, Victoria, La Serena y Temuco, entre otras ciudades. Por esos días, en "El Mercurio" se publicó un artículo que hablaba sobre el posible surgimiento de una escuela de toreros, que no prosperó.
"En Valparaíso fue tal el entusiasmo que rayó en el delirio, pues poco a poco se construyeron tres plazas (...) Hay que confesar que esto ya era exagerado, porque en España, que es el país clásico de los toros, por lo general no hay más que una en cada capital o ciudad'', explica la revista Sucesos.
También, y para aprovechar el boom , un empresario decidió comenzar a visitar pueblos de Chile con una "plaza (de toros) portátil (...). Allí donde llegan la arman y la desarman'', indicaba Sucesos.
Según cuenta la revista, hacia 1903 este tipo de espectáculos se siguió realizando, pero con menor intensidad, principalmente porque algunas autoridades se pusieron más duras. Nunca, hasta esa época, murió algún torero en las corridas chilenas.
Sólo para la aristocracia y en la plaza mayor de las grandes ciudades
Durante los siglos XVI y XVII las corridas de toros en Chile fueron un juego aristocrático, en que "el gentilhombre debía hacer gala no sólo de su destreza, sino también de su bravura", recoge el libro "La fiesta: metamorfosis de lo cotidiano", de la historiadora de la U. de los Andes, Isabel Cruz.
El espectáculo -que se realizaba generalmente en la plaza mayor- partía con la presentación de los jugadores, quienes eran señores vestidos con una corta capa negra, daga, espada al costado y sombrero adornado con plumas multicolores.
Lo usual era que fuesen acompañados de escuderos y lacayos, cuyo número reflejaba su rango social.
En una especie de comitiva, los caballeros daban un paseo de honor alrededor del lugar y luego montaban un caballo con el cual combatían a los toros, pero sin matarlos.
Ese trabajo era para los peones.
En ese tiempo, las funciones se celebraban en la plaza principal: se construía un ruedo de unos 50 metros de diámetro rodeado de una valla de un metro 60 centímetros, donde se apoyaban las graderías.
El lugar de los asistentes era escogido conforme con una estricta asignación y la función era presidida por el gobernador, quien asistía al juego en una carroza.
Recién a partir de 1750 comenzaron en Chile los intentos de levantar una plaza de toros, pero la idea tardó diez años en hacerse realidad: en 1760 se autorizó la construcción del primer recinto de esta índole, que tuvo una dimensión de 217 metros de diámetro.
Cuarenta y un años después se puso en marcha un nuevo recinto, ahora mucho más grande y lujoso.
Se construyó en el basural de Santo Domingo, con una capacidad para 3.000 personas.
Por seguridad, los toros se corrían "embolados'', es decir, con las puntas de los cuernos aserradas, o bien, cubiertas por un armamento de madera de colores.
Con esto me acabo de enterar que hubo corridas de toros en Chile.
¿Cual es la postura actual de la ICAR en España al respecto? me da la impresión que para nada se condice con la que tomó el obispo en aquel entonces.De hecho, en 1730 el obispo de Santiago dictó la excomunión de todas las personas que asistieron a una emblemática corrida realizada para reunir fondos tras el terremoto de ese año