Vitriólico escribió:Lo complicas mucho: al morir "estarás" exactamente igual que antes de nacer. (Para los que se angustian: ¿antes de nacer "tenías" algún problema?... no, ¿verdad?.... pues eso.).
Me gusta esa manera de expresarlo. Yo mismo la utilizo a menudo. El problema es que estamos inevitablemente instalados en el ser. Dado eso, imaginar el no ser nos resulta prácticamente imposible (tanto como imaginar la noción de "infinito"). A esto me refería cuando en un post anterior mencionaba la dificultad de hablar de estos temas; me refería a una dificultad intelectual, no a una dificultad emocional, que creo que fue lo que Carlosofo interpretó para concluir que "no me gusta" hablar de esto. Ni nuestro pensamiento ni nuestro lenguaje (que al cabo vienen a ser lo mismo) están hechos para referirse a lo que no es. Teniendo en cuenta esa dificultad, lo único que podemos hacer es aproximarnos levemente a partir de analogías como la que presentas, o recurrir a mecanismos metafóricos. Yo lo suelo expresar con la siguiente pregunta: ¿qué sentías, temías, deseabas, esperabas, etc., en, pongamos por caso, el 12 de marzo de 1734? Pues exactamente lo mismo a partir del instante en que hayas muerto. El mundo seguirá existiendo de manera objetiva, por supuesto, igual que existía en 1734, pero no existirá para ti, porque no habrá ningún "ti". Ahora, que existo, me preocupan la cosas mundanas, no lo puedo evitar (qué será de mi hijo, por ejemplo), pero al mismo tiempo soy consciente de que esa preocupación es el resultado irracional de un mecanismo que la naturaleza ha instalado en mí, probablemente con el fin de que, como individuo perteneciente a una especie, contribuya en vida a la pervivencia de esa especie. ¿Y me asusta la idea de morir? Por supuesto; soy humano. De nuevo, no lo puedo evitar pero sé que es algo irracional. Lo que es cierto es que, una vez muera, será imposible que nada me preocupe ni me interese. Ni que mi funeral sea laico ni que sea religioso, ni que la Iglesia aumente su poder ni que lo pierda. Tal vez se podría decir que me debería preocupar al menos por los que vengan detrás de mí o por el recuerdo que pueda dejar. Pero es que tampoco me preocupará ni siquiera eso. No seré. NO SERÉ. Y, es más, en lo que a mí concierna, será como si nunca hubiera sido. Si yo nunca hubiera existido, ¿me hubiera debido preocupar ser coherente con mis convicciones ateas y laicistas?. Pues así será a efectos de mi propia conciencia: como si nunca hubiera existido. No sé si a eso se le puede llamar nihilismo, como decía Carlosofo pero, se le ponga la etiqueta que se le ponga, es lo que me dice la razón.
No recuerdo quién dijo en una ocasión algo así como que nuestra existencia, la de cada uno de nosotros, no es más que un destello entre dos eternidades de nada. Se podría decir que "lo normal" es la no existencia, en el sentido de que cada uno de nosotros ha discurrido y discurrirá la mayor parte de la historia del universo no existiendo (de nuevo metáfora, por supuesto, porque si no existes no discurres a través de nada ni te sucede nada).
Espero que quede claro que no tengo ningún miedo de hablar de la muerte, Carlosofo.