Este texto del catecismo (reconozco que desconozco las actualizaciones hechas desde que Botija lo cambió) parece garantizar que la ICAR no te quemará vivo ni te encerrará en las mazmorras, algo, efectivamente, muy mal visto desde hace algún tiempo con o sin democracia.xasto escribió:Coñas aparte, creo que según la actual Iglesia Católica -tan aficionada al "donde digo digo, digo Diego" como dice She- ni los agnósticos ni los ateos vamos al infierno.
Hasta hace relativamente poco la famosa frase: "Extra Ecclesiam, nulla salus" era regla en la Iglesia. El papa Gregorio XVI consideraba la libertad de conciencia una locura. No obstante, en el siglo XX la Iglesia se dio cuenta de que a esas alturas, en tiempos democráticos, y con el laicismo imperante, ya no se podía aguantar más tiempo manteniendo una irracional e injusta norma que enviaba al infierno a aquellos que, sinceramente, no creían en Dios. Por todo ello, y según el actual Catecismo de la Santa Iglesia Católica, Apostólica Marrana, cualquiera puede acogerse a la libertad de conciencia y, mientras muera sin haber incurrido en ninguna falta que el Divino Padre considere muy grave, podremos disfrutar de la presencia divina...y de las vírgenes que nos esperan en el paraíso.
La libertad de la fe
160 "El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza" (DH 10; cf. ⇒ CIC, can.748,2). "Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados...Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús" (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, él no forzó jamás a nadie jamás. "Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino...crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él" (DH 11).
(Catecismo de la Iglesia Católica)
Pero no dice por ningún lado que vayamos a entrar en el reino de dios nuestro señor.
No.
Ni hablar.
Se daría la paradoja de que un católico atropellado por un autobús urbano (que ya sabemos cómo van en hora punta), minutos despùés de echar un casquete con su amante, muere en pecado mortal y va al infierno de cabeza.
En cambio yo, que llevo décadas excomulgada por apóstata y hereje ¿iría al cielo?
Tanto teólogo cavilando y redactando no pueden haber caído en tamaña incongruencia.